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GM obtiene ganancias trimestrales récord cuando empresas estadounidenses aceleran reducción de costos

La empresa automotriz estadounidense General Motors anunció el miércoles que vio un aumento del 25 por ciento en sus ganancias del tercer trimestre, alcanzando un récord de $3,2 mil millones. El aumento en las ganancias, que se produjo a pesar de la caída de las ventas en los dos mercados más grandes de GM, América del Norte y China, es el resultado de una implacable reducción de costos, que se ha aplicado mediante la colaboración del sindicato United Auto Workers (UAW).

El índice bursátil Dow Jones, el cual registró un fuerte descenso en octubre debido a los temores de una guerra comercial con China, el aumento de las tasas de interés y un pequeño incremento en los salarios, subió 241 puntos el miércoles en respuesta a los informes de ganancias de GM, Facebook y otras compañías.

Las corporaciones estadounidenses promedian un aumento de aproximadamente el 20 por ciento en las ganancias, principalmente debido a la supresión de las demandas salariales de los trabajadores, la intensificación del trabajo y la propagación del empleo a tiempo parcial y temporal. Esta ha sido la principal estrategia de las empresas estadounidenses y el mundo desde la crisis financiera mundial de 2008, así como la brutal realidad detrás de la llamada recuperación económica.

Apenas unas horas después de anunciar sus resultados de ganancias, GM dijo que había enviado ofertas de retiro voluntario a 18.000 de sus 50.000 empleados asalariados de Norteamérica, o el 36 por ciento de su fuerza laboral oficinista. Los trabajadores tendrán hasta el 19 de noviembre para decidir si aceptan las ofertas, dijo un portavoz de GM al Wall Street Journal, mientras que es posible que realizarán despidos si los retiros voluntarios y otras medidas de reducción de costos no alcanzaban los objetivos de GM, dijo.

Mientras que GM obtuvo $500 millones en ganancias en China, compensando las pérdidas en Sudamérica, el centro de las operaciones lucrativas de la compañía fue Norteamérica, donde las ganancias se dispararon un 37 por ciento a $2,8 mil millones. El margen de ganancias de la empresa en la región fue del 10,2 por ciento a pesar de una caída del 11 por ciento en las ventas en Estados Unidos.

GM reportó que las ganancias por acción aumentaron un 41.7 por ciento en comparación con el mismo período del año pasado. El informe de ganancias, que superó las expectativas de los inversionistas, y el anuncio de recorte de puestos de trabajo hicieron que las acciones de GM subieran un 3 por ciento el miércoles.

GM continúa gastando miles de millones en recompras de acciones y pagos de dividendos a sus inversores más ricos después de haber derrochado $6,7 mil millones en recompras el año pasado.

Al igual que GM, Ford y Fiat Chrysler Automobiles (FCA), dependen de América del Norte para el grueso, si no todas sus ganancias. Aunque las ganancias netas del tercer trimestre para FCA cayeron un 38 por ciento, debido a un acuerdo esperado con el Gobierno federal por la manipulación ilegal de los resultados de las emisiones, las ganancias operativas en EUA de la compañía estadounidense de origen italiano mantuvieron un margen de beneficio de más del 10 por ciento.

Ford Motor Co. reportó ganancias operativas en Norteamérica de $2 mil millones durante el período de julio a septiembre. Wall Street castigó las acciones de la compañía por lograr un margen de ganancias de solo el 8,8 por ciento. Ford anunció planes para reducir su fuerza laboral asalariada en EUA, actualmente de alrededor de 70.000 empleados, sin especificar el tamaño del recorte. La compañía ya despidió temporalmente a 2.000 trabajadores de producción en su planta de ensamblaje de Kansas City del 22 de octubre al 4 de noviembre.

Los fabricantes estadounidenses de automóviles enfrentan cada vez más dificultades debido al aumento de los costos asociados con los aranceles de Trump sobre las importaciones de acero y aluminio, y al alza del dólar estadounidense, que socava sus exportaciones a Asia y otras regiones. Las compañías se han basado cada vez más en las ventas de camionetas y camionetas pickup más caras en América del Norte, pero las ventas ya han disminuido desde su punto máximo en 2016. Esto podría convertirse en una pérdida a medida que las tasas de interés de los préstamos para automóviles y los precios del gas aumenten, lo que se traducirá en una nueva ronda de cierres de fábricas, despidos masivos y demandas de recortes salariales y de beneficios para los cientos de miles de trabajadores de la industria.

Las enormes ganancias en América del Norte se deben en gran parte a la colaboración del sindicato UAW, que ha suprimido toda la resistencia de los trabajadores a las aceleraciones de los ritmos laborales y el empeoramiento de los niveles de vida y las condiciones laborales.

La clase dominante estadounidense, que nunca perdonó a los trabajadores automotores por sus poderosas luchas —desde las huelgas de brazos caídos de la década de 1930 hasta las huelgas salvajes militantes de la década de 1970— que obtuvieron importantes concesiones por parte de las corporaciones, aprovechó la crisis de 2008 como una oportunidad para intensificar su ataque contra dichas conquistas y establecer un precedente para toda la clase trabajadora.

Durante el rescate financiero de GM y Chrysler en 2009, el Gobierno de Obama y la pandilla de inversionistas de Wall Street colaboraron con el UAW en la mesa de trabajo sobre el sector automotor establecida por Obama a fin de destruir las ganancias obtenidas por medio de los tremendos esfuerzos de varias generaciones de trabajadores automotores. Estos ataques incluyeron la reducción a la mitad de los salarios a un "segundo nivel" para los nuevos trabajadores, aboliendo la jornada de las ocho horas y eliminando el seguro para los trabajadores despedidos. El UAW respaldó la purga de trabajadores "legendarios", cuyos salarios eran más altos, y su reemplazo con empleados temporales y de medio tiempo que pueden ser despedidos a voluntad sin tener que pagar beneficios adicionales por desempleo u otros costos.

La transformación de los trabajadores automotores, que alguna vez fueron los trabajadores industriales mejor pagados en los Estados Unidos, si no del mundo, en una fuerza laboral en gran medida informal y descalificada, encarnó el cambio histórico en las relaciones de que presidió Obama y que continúa bajo Trump. A cambio de su colaboración, el UAW recibió miles de millones en acciones corporativas y se le otorgó el control de un vasto fideicomiso del seguro médico para jubilados. Además, los principales ejecutivos del UAW recibieron una lluvia de millones de dólares en artículos de lujo y otros sobornos para firmar acuerdos laborales a favor de la compañía, como lo han expuesto los fiscales federales.

Angela, una trabajadora de producción de transmisiones de Fiat Chrysler en Kokomo, Indiana, quien está en un despido temporal, denunció al UAW por colaborar en la intensificación de la explotación de los trabajadores, denunciando que el UAW no es "nada más que una herramienta de la administración" y que ha ignorado la votación unánime de los trabajadores de Kokomo a favor de hacer una huelga por quejas de seguridad no resueltas. También denunció los esfuerzos de Trump de utilizar a los inmigrantes como chivos expiatorios por la pérdida de puestos de trabajo y salarios, mientras que todo el dinero va a los ejecutivos corporativos y de Wall Street. "Es hora de que nos despertemos y nos demos cuenta de que hay fuerzas poderosas que tratan de dividirnos", declaró.

"Están usando humo y espejos para distraernos. Mi madre era una esclava asalariada en Chrysler; mi padre en GM; y yo también soy una esclava asalariada. Todos los trabajadores, sin importar de dónde seamos, sangramos lo mismo y queremos lo mismo: paz y seguridad para nuestros seres queridos. La clase obrera es la mayoría y tenemos más en común con los trabajadores de todas las nacionalidades y razas que con la gente que dicta nuestras vidas".

Otras grandes corporaciones, como United Parcel Service (UPS) y US Steel, también están obteniendo enormes ganancias, aun cuando exigen más sacrificios de los trabajadores. UPS reportó recientemente un aumento interanual del 20 por ciento en las ganancias del tercer trimestre a $1,5 mil millones de dólares, mientras que US Steel, que se beneficia de las tarifas de Trump, ha visto un aumento de las ganancias del 20 por ciento.

En ambas compañías, los sindicatos están haciendo todo lo posible para prevenir las huelgas, y el sindicato Teamsters ha llegado a desafiar a la mayoría de los trabajadores de UPS que votó en contra de un convenio colectivo que busca imponer y que establecerá un nuevo nivel salarial bajo para conductores y mantendrá los salarios de pobreza para los trabajadores de almacén a tiempo parcial que conforman el 70 por ciento de la fuerza laboral.

En US Steel, el sindicato siderúrgico United Steelworkers está tratando de imponer un acuerdo que aumentaría los salarios en un 14 por ciento durante los próximos cuatro años, apenas por encima de la tasa de inflación, mientras busca desplazar más los costos de salud y de pensiones a los trabajadores.

Lejos de que el auge de las ganancias haya generado una recuperación de las pérdidas salariales de los trabajadores en la última década, los costos totales de compensación, tanto salarios como beneficios, para los trabajadores del sector público y privado aumentaron solo un 2,8 por ciento en el período de 12 meses finalizado en septiembre de 2018, según un reporte del Departamento de Trabajo de EUA publicado el miércoles. Para los trabajadores industriales, el aumento de los costos de compensación fue solo del 1.9 por ciento, mientras que los maestros y otros empleados de los Gobiernos estatales y locales obtuvieron un aumento de 2,5 por ciento.

La tasa de inflación actual para los Estados Unidos es del 2,3 por ciento para los 12 meses que finalizaron en septiembre de 2018, según el Departamento de Trabajo. Esto significa que los trabajadores han visto un aumento en los salarios reales de solo 0,5 por ciento, mientras que los trabajadores de la manufactura sufrieron una disminución del ingreso real.

Después de una década en la que los sindicatos limitaron el número de huelgas a niveles históricamente bajos y facilitaron una transferencia de riqueza sin precedentes a la élite corporativa y financiera, millones de trabajadores en los EUA y en todo el mundo están luchando. Desde principios del año, la cantidad de paros laborales importantes en los Estados Unidos se ha casi triplicado desde 2017, involucrando a más del cinco por ciento de todos los empleados de educación pública de kínder a doceavo año. Este es el nivel más alto de actividad huelguística en más de un cuarto de siglo.

La lucha por salarios dignos, condiciones de trabajo seguras y beneficios de salud y jubilatorios totalmente financiados requiere la construcción de nuevas organizaciones de lucha: comités de base en todas las fábricas y lugares de trabajo que sean independientes de los sindicatos corporativistas y que estén controlados democráticamente por los propios trabajadores. Además de asumir las responsabilidades abandonadas hace mucho tiempo por los sindicatos, incluida la oposición a la aceleración del ritmo laboral, los abusos de la administración y la victimización de los trabajadores, estos comités deben vincular a los trabajadores de todas las industrias y luchar por el establecimiento de la democracia obrera industrial y el control obrero sobre la producción.

El desarrollo de un poderoso movimiento industrial, incluidos los preparativos para una huelga general, debe combinarse con una nueva estrategia política para unir a los trabajadores estadounidenses con sus hermanos y hermanas de clase en todo el mundo para luchar por el socialismo y el control democrático y la propiedad colectivo de la riqueza, producida por el trabajo de la clase obrera.

(Publicado originalmente en inglés el 1 de noviembre de 2018)

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