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Perspectiva

La campaña de desinformación detrás de las acusaciones de “desinformación” rusa

Entre nuevas revelaciones de la criminalidad de Wall Street, la encarcelación masiva de niños inmigrantes por parte de la Casa Blanca y la expansión entre trabajadores estadounidenses de reclamos de salarios dignos, la prensa estadounidense se preocupó el lunes sobre los supuestos esfuerzos del presidente ruso Vladimir Putin para hacer creer a las personas de que EUA no es un paraíso.

A lo largo del día, el New York Times, el Washington Post y Google News encabezaron con historias jadeantes sobre esfuerzos rusos para “influenciar la opinión pública estadounidense y dividir al país” (en las palabras del Times ). La avalancha propagandística arrancó de un conjunto de reportes presentados a la comisión de inteligencia del Senado por organizaciones con lazos estrechos al aparato estatal y de inteligencia estadounidense.

Al igual como todas las otras historias sobre presunta “desinformación” rusa, la campaña mediática del lunes seguía un guion. Los reportes y testimonios de las organizaciones nominalmente independientes pero que, en realidad, son voceros de las agencias de inteligencia, son comisionados por el mismo Congreso. Son “filtrados” al New York Times, el cual las publica en un artículo de primera plana, promoviéndolos como “independientes”, científicos, y de autoridad. Sin embargo, decide no presentar un análisis serio de la evidencia en sí o las fuerzas sociales y políticas detrás de los estudios. Los reportes en el Times (o el Washington Post ) luego son citados por innumerables medios de comunicación y políticos y presentados como nueva e irrefutable “evidencia” de una trama rusa de “injerencia” y “noticias falsas”.

Ejemplos de lo que Facebook y New Knowledge llaman “Propaganda rusa”. “El actual modelo y estrategia del Partido Demócrata es un fracaso absoluto”-Bernie Sanders

Las nuevas “pruebas” de subversión rusa luego son utilizadas para exigir medidas aún más amplias para censurar el Internet, en nombre de asegurar “nuestra democracia”. Con cada nueva serie de noticias, se califica cada vez más directamente la oposición a la desigualdad social, la brutalidad policial y al sistema capitalista como “desinformación” extranjera.

El primero de los dos reportes emitidos a la comisión de inteligencia del Senado, “Tácticas y temas recurrentes de la Agencia de Investigación sobre el Internet”, fue publicado por una organización llamada New Knowledge y que, pese a describirse como una empresa de ciberseguridad, tiene una presencia pública que consiste principalmente en promover la censura en línea.

Ryan Fox, el cofundador de New Knowledge y coautor del informe, trabajo para la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés) por 15 años. El sitio web de New Knowledge indica que “antes de sus puestos civiles como investigador de contraterrorismo y representante de la NSA ante los socios de SIGNIT europeos, sirvió bajo el Comando Conjunto de Operaciones Especiales (JSOC, por sus siglas en inglés) de EUA como analista de operaciones de redes cibernéticas para el Ejército de EUA”. Su socio, el CEO de la empresa, es Jonathon Morgan, quien ha redactado publicaciones para el centro de pensamiento con vínculos estatales, Brookings Institution, y trabajó como asesor especial del Departamento de Estado.

New Knowledge fue creada con una donación de $1,9 millones de Moonshots Capital. Los fundadores de Moonshots fueron Kelly Perdew, quien, según la biografía en el sitio web de la firma, “sirvió en el Ejército de EUA como oficial de inteligencia militar”, y Craig Cummings, quien “pasó 17 años en el Ejército, la mayoría del tiempo como oficial de inteligencia en apoyo a la Agencia de Seguridad Nacional”.

El segundo reporte, “El IRA y la polarización política en Estados Unidos”, publicado con el sello del Proyecto de Propaganda Computacional de la Universidad de Oxford, en colaboración con ala firma de análisis de redes sociales, Graphika, también fue publicado por figuras con profundas conexiones al Estado y las fuerzas armadas. La empleada de Graphika, Camille Francois, una coautora, sirvió como jefa oficial técnica del primer ministro francés y trabajó para la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada para la Defensa (DARPA, por sus siglas en inglés) de EUA.

Otro ejemplo: “Combatir nazis es una tradición estadounidense. Detengan a la ‘derecha alternativa’”

En línea con el bien establecido guion, el senador demócrata, Mark Warner, la principal voz a favor de la censura del Internet en el Senado estadounidense, se pronunció ante los medios para proclamar que estos reportes “independientes” eran “una señal de alerta”. Continuó: “Estos ataques contra nuestro país fueron mucho más integrales, calculados y generalizados de lo que había sido revelado”. Luego, añadió que “abordar este desafío” iba a “requerir los barandales tan necesitados y pendientes desde hace mucho en lo que se refiere a las redes sociales”.

El senador demócrata, Ron Wyden, otro miembro de la comisión de inteligencia, apareció en el programa de noticias vespertinas de la radio pública para atacar Facebook y exigir que sea más “agresivo” en silenciar la “desinformación”.

El contenido de ambos reportes es sumamente sospechoso y sus motivos políticos son claros. Los datos brutos se basan en información entregada por Facebook, YouTube, Instagram y Twitter a la comisión de inteligencia del Senado el año pasado. Después de afirmar que las acusaciones de que una supuesta “intervención rusa” había definido la elección de Trump eran una “locura”, el CEO de Facebook, Mark Zuckerberg, junto a líderes de las otras grandes empresas tecnológicas, proveyeron una lista de cuentas que afirmaban —sin proveer detalles sobre cómo llegaron a esta conclusión— que eran controladas por operadores rusos.

Incluso si uno aceptara que estos datos y el contenido de los reportes es preciso, las presuntas acciones de rusa son eclipsadas por las operaciones de las agencias de inteligencia estadounidenses en todo el mundo, incluso dentro de los EUA—ni hablar de los miles de millones de dólares de la élite empresarial y financiera gastados en manipular las elecciones estadounidenses y determinar sus resultados.

Más allá, las afirmaciones de que publicaciones rusas en Twitter y Facebook son responsables del descontento social en EUA —el país más desigual del mundo— son disparates.

Otro ejemplo: “Si soy un traidor, ¿a quién traicioné? Le di toda mi información al público estadounidense, a periodistas estadounidenses que reportaban temas estadounidenses. Si ven eso como una traición, necesitan considerar para quién trabajan. El público es supuestamente su jefe, no su enemigo”-Edward Snowden

Es altamente significativo que las publicaciones citadas por los reportes como culpables de manipular la opinión pública y socavar la democracia estadounidense son de carácter predominantemente de izquierda.

El reporte de New Knowledge busca enredar esta realidad categorizando el contenido en contra de la brutalidad policial como algo para “Negros”, en vez de “izquierda” o “derecha”. Afirma que 62 cuentas de Facebook supuestamente vinculadas a Rusia, “En total, 30 de ellas iban dirigidas a audiencias negras y tenían en conjunto 1.187.810 seguidores; 25 se orientaban a la Derecha y contaban con 1.446.588 seguidores; y 7 se dirigían a la Izquierda y acumulaban 689.045 seguidores”.

El carácter del contenido de las cuentas que, según New Knowledge, buscaban “audiencias negras” queda claro en una sección subsecuente sobre el servicio de video YouTube. De los 1.063 videos entregados a la comisión, la mayoría “se trataban sobre la policía se en enfocaban en abusos policiales”.

Comentando sobre el reporte de New Knowledge, el New York Times declara, refiriéndose al Gobierno ruso, “sus tácticas hacen eco de los esfuerzos de propaganda soviéticos de hace décadas que frecuentemente resaltaban el racismo y el conflicto racial en Estados Unidos”.

En esto, el Times demuestra el pedigrí completamente reaccionario de la campaña contra la “injerencia rusa”. Durante el movimiento de los derechos civiles en EUA, los segregacionistas sureños afirmaban que los trabajadores afroamericanos estaban siendo provocados por “comunistas” y “agitadores extranjeros”. Las aspiraciones de los afroamericanos de tener derechos igualitarios eran denunciadas como un complot soviético.

Otro ejemplo: “EUA: ¡hacemos que Siria rinda cuentas por envenenar y matar a su propio pueblo! Flint, Michigan:…”

Ahora, el profundo odio de los trabajadores y jóvenes estadounidenses de todas las razas contra la brutalidad policial y la epidemia de asesinatos policiales es presentado como un complot “ruso” para “sembrar discordia” en “audiencias negras”.

“Las páginas de tendencia izquierdista [e inspiradas por Rusia]”, señala el reporte, “criticaban a los líderes demócratas de estirpe establecida y dominante como corporativistas o como demasiado cercanos a neoconservadores, y promovían los temas del Partido Verde y los socialistas democráticos”. Estas páginas izquierdistas expresaban “oposición a la guerra” y “objeciones al involucramiento de EUA en los asuntos de otros países”.

La clara intención de la campaña de Warner y sus copensadores es deslegitimar tales puntos de vista tildándolos de “injerencia extranjera” y efectivamente criminalizándolos. Su preocupación no es Rusia, sino la clase obrera estadounidenses.

A fines de este año 2018, la intensificación de la crisis económica global y los acelerados preparativos de guerra están viéndose acompañados por un resurgimiento de la lucha de clases en todo el mundo.

La élite gobernante estadounidense ha hecho explícito su deseo de responder a este movimiento en auge de la clase obrera con censura y represión. Escribiendo sobre las recientes protestas de los “chalecos amarillos” en Francia, el New York Times advirtió que “el poder de las redes sociales de movilizar rápido la ira masiva, sin ningún mecanismo para el diálogo o la moderación, es un peligro al que ninguna democracia liberal puede sucumbir”. La implicación de tales declaraciones es clara: la campaña para censurar el internet debe intensificarse.

La histeria orquestada sobre la “desinformación” es en sí una campaña gigantesca de desinformación y la narrativa sobre una propagación siniestra de “noticias falsas” es un ejemplo de “noticias falsas” de verdad.

La clase gobernante y la prensa corporativa están frustradas de que sus acusaciones han tenido un impacto mínimo en la consciencia popular. Muy pocas personas realmente creen que Rusia es responsables del malestar social en Estados Unidos. Pero esto solo los insta a escalar sus esfuerzos para hacer valer y fortalecer el control de la información por parte de “guardianes” —es decir, ellos mismos—.

La expansión de la oposición de la clase trabajadora provee los medios para contrarrestar estos esfuerzos de censura en línea. A medida que los trabajadores entran en lucha, deben llevar a cabo una batalla por defender la libertad de expresión en línea de forma inseparable de la batalla por la igualdad social.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 18 de diciembre de 2018)

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