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Perspectiva

En medio de represión global contra refugiados

Una sexta parte de la población mundial quiere escapar de sus países de origen

El mundo palpita con cientos de millones de personas desesperadas por escapar de sus hogares bajo el peso de la crisis del capitalismo mundial. Según un estudio reciente de Gallup, una sexta parte de la población adulta —alrededor de 750 millones de personas sin incluir a niños— quieren escapar de sus países de origen para escapar la guerra, la pobreza, los conflictos y las enfermedades.

Las estadísticas exponen el devastador impacto de décadas de guerras imperialistas y explotación empresarial. En más de un cuarto de siglo desde la disolución de la Unión Soviética en 1991, las clases gobernantes de las principales potencias, encabezadas por Estados Unidos, han desatado un periodo sin precedentes de saqueos militares y contrarrevolución social, matando a millones y dejando gran parte del mundo en ruinas.

Una tercera parte de los habitantes de África subsahariana quieren escapar. La región, la cual es rica en minerales y petróleo codiciados por las empresas francesas, holandesas, belgas y estadounidenses, tiene una esperanza de vida de 46 años, mientras que el 70 por ciento de la población vive con menos de $2 por día.

En América Latina, 27 por ciento de la población quiere dejar sus países de origen y escapar el resultado de las invasiones estadounidenses, la austeridad del FMI y las dictaduras respaldadas por EUA.

Veintiséis por ciento de Europa del Este quiere escapar la devastación casi universal que siguió la privatización de las industrias estatales por parte de los burócratas estalinistas convertidos en oligarcas.

El 24 por ciento de Oriente Próximo y el Norte de África desea irse para refugiarse de la tormenta de bombas y misiles que EUA estadounidenses desde la Guerra del golfo Pérsico.

En 13 países, casi la mitad de la población adulta considera sus condiciones como intolerables.

En Sierra Leone, un país asolado por la sangrienta lucha por el mercado de diamantes a los joyeros europeos, el 71 por ciento de los adultos quiere escapar. En Haití, el 63 por ciento quiere dejar el país tras más de un siglo de invasiones y ocupaciones estadounidenses.

El 52 por ciento de salvadoreños y 47 por ciento de hondureños quiere escapar la violencia, pobreza y corrupción que dominan Centroamérica tras las guerras civiles de los años ochenta y noventa. El 48 por ciento de los nigerianos desea irse tras verse desangrado de petróleo crudo a manos de Chevron y Royal Dutch Shell.

Este año, las clases gobernantes de Europa y América del Norte implementaron políticas antiinmigrantes sin precedentes y fomentaron la xenofobia para distraer de la creciente desigualdad social y fortalecer las fuerzas ultraderechistas que serán utilizadas contra la clase trabajadora.

En agosto, el presidente francés, Emmanuel Macron, firmó una ley aumentando las restricciones para poder solicitar asilo.

El ministro del Interior italiano, Matteo Salvini, repitió sus amenazas de que deportara a 500.000 inmigrantes y a toda la población roma. En Reino Unido, el Gobierno conservador está preparando un acuerdo de salida de la Unión Europea que podría aislar al país de los inmigrantes de Europa del Este. El partido neonazi Alternativa para Alemania (AfD, por sus siglas en alemán) realizó manifestaciones antiinmigrantes este verano con el apoyo del Estado.

El uso de los inmigrantes como chivos expiatorios no es tan feroz y peligroso en ninguna otra parte como en Estados Unidos. En abril, el Gobierno de Trump comenzó a separar a los niños de sus familias en la frontera con México y erigió un centro de internamiento en forma de una ciudad de carpas para detener a los niños.

En octubre, Trump desplegó tropas a la frontera sur. Miles de participantes de la caravana de migrantes centroamericanos han estado durmiendo en las calles de Tijuana por meses. Cuando dos niños guatemaltecos fallecieron bajo custodia de las autoridades estadounidenses este mes, el Gobierno culpó a los padres, quienes eran indígenas empobrecidos.

Los demagogos populistas de “izquierda” tienen el papel más criminal, justificando las medidas antiinmigrantes de la ultraderecha y buscando envenenar a la clase obrera con nacionalismo. En Reino Unido, el dirigente del Partido Laborista, Jeremy Corbyn, hizo eco del líder del Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP, por sus siglas en inglés), Nigel Farage, cuando dijo a una conferencia del laborismo escocés en marzo que Reino Unido debería la entrada de trabajadores extranjeros.

En México, el nuevo Gobierno del nacionalista de “izquierda”, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), realizó un acuerdo este mes con Trump para detener a los refugiados centroamericanos en México y bloquearles su derecho de asilo en EUA.

En Francia, el Gobierno de la Coalición de Izquierda Radical (SYRIZA, por sus siglas en griego) ha encarcelado a cientos de miles de refugiados en campos de internamiento y desplegó recientemente a la policía para que atacaran violentamente a los inmigrantes que buscan cruzar el río Evros de Turquía.

La posición de SYRIZA sobre inmigración se resume en un reporte reciente de Human Rights Watch:

Los abusos [de la policía griega] incluyeron golpizas con manos, batutas, patadas y, en un caso, lo que pareció ser un arma de concusión. En otro caso, un hombre marrueco dijo que un hombre enmascarado lo arrastró por el pelo, lo obligó a arrodillarse en el suelo, colocó un cuchillo en su cuello y realizó la intimidante moción propia de una ejecución. Otros que fueron oprimidos incluyen una mujer de 19 años de Afrin, Siria, y una mujer de Afganistán que reportó que las autoridades griegas les quitaron los zapatos a sus dos hijos pequeños.

En Estados Unidos, Bernie Sanders le suplicó a Trump que “trabaje con nosotros para asegurarnos de que tengamos una seguridad fronteriza fuerte”.

Más temprano este mes, los Socialistas Democráticos de Estados Unidos (DSA, por sus siglas en inglés) escribieron una declaración intitulada, “Hacia una posición izquierdista sobre inmigración” que incluye la sección, “No se trata de las fronteras abiertas”.

El DSA escribe: “La verdadera alternativa a la policía migratoria actual no son las ‘fronteras abierta’. Es hacer valer las leyes laborales existentes junto al desarrollo de nuevas leyes laborales y de inmigración dando lugar a un sistema de inmigración justo y protrabajador”.

Esto no es más que una apelación no tan sutil y asquerosa al nacionalismo antiinmigrante y al chauvinismo. No es nada diferente de lo que dice la burocracia sindical, el Gobierno de Trump y los neofascistas como Stephen Bannon.

Con tales acciones y declaraciones, Corbyn, SYRIZA, AMLO, Sanders y el DSA exponen su hostilidad a la clase obrera internacional y al socialismo. Están prometiendo —o, en el caso de SYRIZA y AMLO, ya demostraron— que emplearán la violencia estatal contra los trabajadores exigiendo que silencien sus agravios.

A diferencia de los grupos nacionalistas como el DSA que defienden la existencia de las fronteras nacionales, el Partido Socialista por la Igualdad lucha por el internacionalismo socialista y rechaza la mentira de que cualquier clase gobernante tiene el derecho a encarcelar a trabajadores desesperados que escapan guerras imperialistas o prevenirles que busquen seguridad y una vida mejor en otro país. Los trabajadores inmigrantes no tienen la culpa del aumento en la pobreza y la caída en las condiciones de vida en Europa y Estados Unidos. Los verdaderos enemigos de los trabajadores son los mismos Gobiernos imperialistas y empresas transnacionales que obligaron a los inmigrantes a escapar de sus hogares en primer lugar.

El Partido Socialista por la Igualdad exige la liberación inmediata de todos los inmigrantes encerrados y la provisión de billones de dólares, confiscados de los bancos y las corporaciones, para proveerles a todos los inmigrantes trabajos con salarios dignos, viviendas, servicios sociales, educación y un pasaje seguro al destino al que deseen ir sin temor a ser deportados.

El capitalismo ha convertido gran parte del mundo en una fétida prisión, amarrando a los trabajadores y pobres a las cadenas de Estados nación de los cuales una sexta parte de la población busca escapar. La revolución socialista liberará los procesos productivos del control de los oligarcas en todo el mundo, aboliendo las fronteras nacionales y garantizando el derecho de todos los trabajadores a viajar por el mundo en paz.

(Publicado originalmente en inglés el 31 de diciembre de 2018)

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