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Perspectiva

Bolton retracta anuncio de Trump sobre retiro de tropas en Siria

El asesor de seguridad nacional estadounidense, John Bolton, y el secretario de Estado, Mike Pompeo, han emprendido lo que podría describirse como un tour de retracciones por Oriente Próximo. Su propósito era asegurarles a los aliados regionales que Washington no está a punto de implementar la decisión anunciada por el presidente Donald Trump el mes pasado de llevar a cabo un retiro rápido y total de las tropas estadounidenses en Siria.

Cuando Trump realizó su anuncio sorpresa el 19 de diciembre, los oficiales del Gobierno indicaron que el presidente había ordenado un retiro completo dentro de 30 días. Publicó un video en Twitter declarando: “Nuestros muchachos y muchachas, nuestros hombres, todos volverán y volverán ahora. Ganamos”.

El anuncio desencadenó una tormenta política en Washington que incluyó la renuncia del secretario de Defensa estadounidense, James Mattis, y el representante estadounidense de la supuesta coalición anti Estado Islámico, Brett McGurk.

Los dirigentes demócratas y juntas editoriales del New York Times y el Washington Post reaccionaron como si se cayera el cielo. El pensamiento de que el despliegue ilegal de tropas en Siria se acabaría abruptamente fue tratado como un verdadero acto de traición, mientras que la renuncia del general Mattis, cuyo apodo es “Perro Rabioso”, fue lamentado como una tragedia para la nación La línea genera era que EUA había perdido a un estatista irreemplazable, independientemente de sus crímenes de guerra en Irak y Afganistán y sus comentarios de que “es muy divertido dispararles” a los musulmanes.

La promesa de poner fin a las guerras estadounidenses en Oriente Próximo y Afganistán fue una parte integral de la plataforma electoral de Trump en 2016, bajo el lema “Estados Unidos ante todo”. Esto le sirvió considerablemente para aventajar su candidatura contra Hillary Clinton, quien era identificada con las interminables guerras estadounidenses y sus planes para una importante escalada de la intervención estadounidense en Siria.

No hay nada pacifista de la agenda de Trump. Por el contrario, su objetivo era poner fin a las campañas militares que consideraba como inútiles y un desperdicio de recursos para redirigir la máquina de guerra estadounidense hacia perseguir explícitamente los intereses económicos del imperialismo estadounidense, principalmente preparándose para la guerra contra su principal rival global, China.

El momento del anuncio de Trump el mes pasado sin duda estuvo vinculado al recrudecimiento de la crisis política de su Administración, a medida que se enfrenta a múltiples investigaciones que a su vez son impulsadas por disputas enconadas dentro de la élite gobernante sobre política exterior. Las acusaciones de “injerencia” rusa y “colusión” germinan del alineamiento del Partido Demócrata con secciones de la clase gobernante y el aparato militar y de inteligencia que se oponen a todo giro táctico que se aleje de una confrontación directa con Rusia, incluyendo sobre el campo de batalla sirio.

Trump sabe que la consigna de “traer las tropas a casa” resuena en la población estadounidense, la cual se encuentra harta del cuarto de siglo de guerras en Oriente Próximo que no ha producido nada más que millones de muertes, la destrucción de sociedades enteras y el derrocamiento de billones de dólares.

No obstante, bajo la presión del Pentágono, las agencias de inteligencia y las capas dominantes de la burguesía estadounidense representadas tanto por líderes congresistas demócratas como republicanos, Trump se ha visto obligado a diluir gradualmente su llamado a poner fin a la intervención estadounidense en Siria.

Ante la insistencia de los altos mandos militares de que es imposible retirar a las tropas estadounidenses de Siria en 30 días —cuyo número reconocido oficial es de 2.000 efectivos, pero probablemente se acerque más al doble—, ni hablar de la montaña de armas y municiones derramadas sobre el territorio sirio, se anunció que la fecha límite sería de cuatro meses.

El mismo Trump se divorció del lapso previo, insistiendo en que “nunca dije que lo haríamos tan rápido”.

El lunes, Trump tuiteó: “¡Nos iremos a un paso apropiado mientras continuamos luchando contra el Estado Islámico y haciendo todo lo prudente y necesario!”.

Este giro no es ninguna sorpresa. Como lo advirtió el World Socialist Web Site el 22 de diciembre:

Le esperan bruscas sorpresas a cualquiera que crea que las decisiones de Trump con respecto a Siria y Afganistán pregonaban una nueva era de paz en Oriente Próximo o en cualquier otra parte del planeta.

En primer lugar, la profundidad del compromiso del imperialismo estadounidense a controlar Oriente Próximo y Eurasia—una política que ha perseguido incansablemente por décadas—es demasiado grande como para verse revertida por decreto presidencial.

El senador Mark Warner, el demócrata de rango de la comisión de inteligencia del Senado, tuiteó: “como lo hemos visto con el abordaje caótico hacia Siria, nuestra defensa nacional es demasiado importante como para estar sujeta a los caprichos erráticos del presidente”.

Más allá, Trump —reaccionando a múltiples presiones— cambia sus políticas y tácticas de un día para otro. Lo que declara hoy lo podría rechazar mañana.

Bolton, un militarista de derecha, fue despachado a Israel y Turquía para garantizarles el compromiso de Washington a hacer todo lo “prudente y necesario” en Siria. Lo seguirá Pompeo, quien les dará un mensaje similar al conjunto de dictaduras monárquicas y regímenes reaccionarios que componen el eje antiiraní de Washington en el mundo árabe.

El asesor de seguridad nacional indicó en su viaje a Israel que no hay una fecha límite para el retiro de tropas de Siria y que la intervención ilegal seguirá siendo una interrogante abierta. “La línea del tiempo fluirá de las decisiones políticas que necesitemos implementar”, dijo.

Dichas “decisiones políticas” parecieran no solo incluir la masacre de los remanentes del Estado Islámico, sino también la protección de la milicia kurda YPG, la cual ha servido como la principal fuerza indirecta estadounidense en el terreno. Sin embargo, el Gobierno derechista de Turquía la considera una amenaza existencial. Estas “decisiones” también incluyen expulsar toda influencia iraní de Siria y el resto de la región, además de completar la operación de cambio de régimen iniciada en 2011 para derrocar al Gobierno de Bashar al Asad en Damasco.

Durante sus reuniones con el primer ministro israelí, Bejanmin Netanyahu, cuyo Gobierno se ha arrogado el derecho a lanzar los ataques aéreos que desee contra objetivos en Siria, Bolton mencionó la posibilidad de que, incluso si EUA retirara sus tropas del noreste sirio —con muchas siendo simplemente enviadas al otro lado de la frontera en la base aérea al-Asad en Irak— aún podrían mantener una presencia permanente en la base estadounidense en Siria de al-Tanf, la cual se encuentra sobre una ruta estratégica que conecta a Teherán con Damasco.

Fue incluso más ominosa la advertencia de Bolton al Gobierno de Asad sobre realizar ataques químicos en cualquier parte de Siria durante o después del retiro de tropas estadounidenses. El Gobierno de Trump ha utilizado incidentes de armas químicas inventados —en abril de 2017 y abril de 2018— como un pretexto para lanzar ataques de misiles contra Siria.

Bolton amenazó que, si Washington declaraba que había ocurrido un nuevo ataque con armas químicas, "hay muchas opciones en la mesa… si no tomaron las lecciones de los otros dos bombardeos, el próximo será más claro”.

El significado de la amenaza de Bolton fue descrito en un artículo de opinión en el Washington Post de Hugh Hewitt, un anfitrión de radio derechista y exoficial del Gobierno de Reagan que apoya a Trump y ha expresado un respaldo aún mayor hacia su asesor de seguridad nacional. Escribió:

Sabemos que Bob Woodward reportó que, cuando Trump ordenó el segundo bombardeo contra Asad, el entonces secretario de Defensa, Jim Mattis, retuvo ciertas de esas opciones, incluyendo un ataque directo contra Asad, algo que el presidente ha ordenado. “No vamos a hacer nada de eso”, dijo Mattis, según el reporte de Woodward.

El mensaje parece ser claro tanto para Irán como Siria: Estados Unidos se está reconfigurando; no se está yendo. De hecho, podría estarse volviendo incluso más letal.

Por ende, la promesa demagógica de Trump de “traer las tropas a casa” solo ha abierto la puerta a una nueva escalada de violencia en Oriente Próximo y más allá.

Detrás de este reaccionario episodio se encuentra la ausencia de un movimiento de masas contra la guerra en Estados Unidos. Esto está vinculado al papel de un puñado de organizaciones pseudoizquierdistas que afirman fraudulentamente ser de “izquierda” y “socialistas” y que no solo no se han opuesto a la intervención estadounidense en Siria, sino que la han justificado en nombre de los “derechos humanos” y presentando a las milicias patrocinadas por la CIA y relacionadas con Al Qaeda como una “revolución democrática”.

Un ejemplo representativo de estas tendencias es la Organización Internacional Socialista (ISO, por sus siglas en inglés), la cual permaneció discretamente en silencio por dos semanas sobre el amargo debate en Washington en torno al llamado a retirar tropas. Aparentemente, la organización está esperando a ver en qué dirección soplaba el viento en los círculos del Departamento de Estado. Finalmente, el 3 de enero, publicó un artículo intitulado “A ninguno de ellos les importan las vidas sirias”, en el que invocó nuevamente los pretextos de “derechos humanos” a favor de la intervención estadounidense, mientras denunció que Washington no ha apoyado el “levantamiento democrático” de la CIA lo suficiente y llamando a los que se opongan a la intervención imperialista “defensores del terrorismo de Asad”.

Las operaciones de tales organizaciones, las cuales operan mano a mano con el Partido Demócrata, han servido para desorientar y desmovilizar la oposición masiva que existe en la clase obrera contra la guerra.

La expansión de la lucha de clases en Estados Unidos e internacionalmente crea las condiciones para revertir esta situación por medio del desarrollo de un movimiento político de masas de la clase trabajadora en oposición a las guerras imperialistas y su origen, el sistema capitalista.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 8 de enero de 2019)

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