Español

La lucha contra la austeridad y por los Estados Unidos Socialista de Europa

La manifestación el sábado de la People’s Assembly against Austerity (Asamblea Popular contra la Austeridad) en Londres declara que un Gobierno laborista dirigido por Jeremy Corbyn es la única alternativa a un Gobierno conservador que se empeña en destruir empleos, salarios y servicios sociales vitales.

Sus organizadores centrales incluyen los grupos pseudoizquierdistas Counterfire, el Partido Socialista de los Trabajadores (SWP, siglas en inglés), el Partido Socialista y el Partido Comunista británico, todos los cuales fueron defensores de un llamado "brexit de izquierda", afirmando que la agenda nacional, neoliberal y xenófoba de la derecha conservadora y el Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP) podrían convertirse en el punto de partida de un nuevo "Camino británico hacia el socialismo".

En medio del colapso de tal perspectiva, con decenas de miles de puestos de trabajo amenazados, ahora afirman que un Gobierno de Corbyn es el medio para superar la peligrosa división que fomentaron entre los trabajadores y los jóvenes que votaron a favor de abandonar la Unión Europea (UE) y aquellos que votaron por permanecer en ella. "Las consecuencias de una victoria de Corbyn serán mucho mayores que cualquier posible acuerdo sobre brexit", insiste Counterfire. "Por lo tanto, todo el movimiento obrero tiene mucho interés en unirse para garantizar que, a partir de esta crisis, los conservadores se vean obligados a abandonar el cargo y se convoquen elecciones generales".

El Partido Socialista agrega que Corbyn debería "pedir a los sindicatos, las organizaciones democráticas más grandes de la clase trabajadora, que asuman el reto...”.

Tales demandas, incluso cuando están acompañadas por llamamientos de "salir a la calle", tienen como objetivo suprimir la lucha de clases vinculando a los trabajadores con instituciones burocráticas cuyo objetivo es rescatar al capitalismo británico a expensas de la clase trabajadora.

La crisis del brexit es solo una expresión de una crisis global del dominio capitalista, arraigada en el conflicto entre las potencias burguesas imperialistas rivales sobre quién controla el mercado mundial. Esto es lo que ha producido las divisiones irresolubles entre los defensores conservadores del b rexit que tienen una alianza con Estados Unidos en una guerra comercial contra Europa y los defensores de quedarse en la UE.

Esta misma crisis del sistema capitalista ha conducido a una polarización social sin precedentes entre la oligarquía financiera y la masa de trabajadores, cuyos medios de vida y servicios sociales esenciales se sacrifican en el altar de la competitividad global. La ofensiva de austeridad de los capitalistas ha provocado un resurgimiento de la lucha de clases en Reino Unido, Europa y en todo el mundo, que encuentra su expresión más significativa en Europa en las manifestaciones de los chalecos amarillos contra las reformas fiscales y laborales del presidente francés, Emmanuel Macron.

Los grupos pseudoizquierdistas reconocen esto al pedir a los manifestantes de hoy que se pongan los chalecos amarillos, pero insisten en que Reino Unido debe ser vista como un caso separado. "A diferencia de los franceses, tenemos una fuerte oposición liderada por la izquierda que tiene el potencial de aplastar a los conservadores en unas elecciones generales", escribe Counterfire. "Y Jeremy Corbyn lo dirige con un manifiesto que es lo suficientemente radical como para ayudar a transformar la sociedad...".

Esto es un fraude político. El Partido Laborista es un partido del imperialismo británico y sigue siéndolo bajo la dirección de Corbyn. Él y su canciller cercano, John McDonnell, han pasado meses tratando de convencer a las grandes corporaciones y a la City de Londres de que pueden confiar en los laboristas para defender el "interés nacional", no los intereses de la clase trabajadora. Con este fin, Corbyn ha retrasado en repetidas ocasiones el llamado a un voto de no confianza en el Gobierno, mientras que su preocupación central ha sido garantizar un acceso libre de aranceles al Mercado Único Europeo para las empresas británicas.

Esto sigue el modelo de sus tres años como líder del partido, durante los cuales se ha doblegado ante las demandas de la derecha blairista y los medios de comunicación, incluso respecto al sistema de misiles nucleares Trident, la OTAN y su insistencia en que los consejos laborales impongan las medidas de austeridad conservadoras y que un Gobierno laborista imponga una "regla de credibilidad fiscal” sobre el gasto público. Al mismo tiempo, se ha opuesto a todo movimiento popular que ha buscado expulsar a la derecha en nombre de mantener la unidad del partido.

Pero esto es solo el comienzo de lo que la clase dominante esperaría de un Gobierno laborista si llegara al poder. Ninguna de las promesas sociales mínimas de Corbyn sobreviviría a las demandas de recortes "necesarios" y otros ataques para garantizar la capacidad de Reino Unido de competir contra sus rivales. Y sus declaraciones personales de pacifismo y antiimperialismo tampoco obstaculizarán las mayores tensiones militares con Rusia y China.

Corbyn trabajaría con los sindicatos, pero no para defender a la clase trabajadora, sino para imponer los dictados de los bancos y corporaciones. La burocracia sindical ha pasado décadas sofocando cualquier acción industrial hasta el punto de que el año pasado hubo una serie de huelgas que enfrentaron a los trabajadores directamente contra los líderes sindicales y provocaron decisiones de censura contra ellos por parte de profesores, enfermeras y guardias ferroviarios. Estos funcionarios corporativistas altamente remunerados no se opondrán a nada, como lo demostraron en su reciente respuesta al recorte de 5.000 empleos de Jaguar Land Rover de que escrudiñarán "el caso de la empresa a favor de estos recortes de empleos globales".

La manifestación de la Popular Assembly mantiene silencio sobre la postura de Corbyn con respecto al brexit: promover el laborismo como un medio para evitar conflictos sociales y reunificar a la nación, ya sea asegurando un mejor acuerdo con Bruselas o, si es derrotado un voto de confianza en su Gobierno, apoyando un segundo referéndum sobre la afiliación a la Unión Europea.

Esto deja a los trabajadores y los jóvenes sin una alternativa independiente ante dos facciones capitalistas de derecha, tanto a favor de la austeridad como a favor de la guerra, que discrepan sólo sobre la mejor manera de defender los intereses del imperialismo británico. Ahora ha devuelto la iniciativa política a la sección dominante de la burguesía imperialista que favorece quedarse en la UE, incluidos los blairistas y los grupos pseudoizquierdistas como Another Europe is Possible (Otra Europa es posible), Socialist Resistance (Resistencia Socialista) y Left Unity (Unidad de Izquierda), quienes citan las implicaciones reaccionarias del brexit para crear ilusiones sobre un retorno al progreso social y económico dentro de la Unión Europea.

Este también es un fraude peligroso. El voto en contra de la Unión Europea fue alimentado por una hostilidad legítima hacia un instrumento del gran capital que ha impuesto una austeridad salvaje contra la clase trabajadora, llevando a Grecia y otros países al borde de la ruina. La Unión Europea y sus Gobiernos constituyentes continúan recortando los niveles de vida, abrogando los derechos democráticos, desarrollando planes para un ejército europeo y erigiendo vallas de alambre en toda Europa mientras miles de refugiados se ahogan en el Mediterráneo. Las fuerzas de extrema derecha se fortalecen cada día, no solo en Europa del Este, sino en los países centrales de Italia, Austria, Francia y Alemania, facilitados tanto por el apoyo tácito de la élite gobernante y su aparato estatal como por la pura podredumbre de la llamada “izquierda” y los sindicatos.

El Partido Socialista por la Igualdad (PSI o SEP en inglés) insiste en que la respuesta a la austeridad en el Reino Unido no es la elección de un Gobierno laborista procapitalista, sino la lucha de clases por el socialismo. Las únicas opciones que enfrentan los trabajadores y los jóvenes son la continua expansión de la reacción derechista, la austeridad, el militarismo y la guerra o librar una lucha contra la destrucción de los medios de vida de los trabajadores, el Servicio Nacional de Salud, la vivienda pública y la educación, y en defensa de los derechos democráticos y de los trabajadores inmigrantes con base en una perspectiva revolucionaria socialista, antiimperialista e internacionalista.

La clase obrera debe crear organizaciones independientes de lucha de clases, libres del asfixiante control de la burocracia para movilizarse contra el Gobierno conservador y las corporaciones y a favor de un Gobierno obrero.

En esta lucha, el aliado de los trabajadores británicos no es la Unión Europea, sino la clase obrera europea e internacional que ahora está entrando en lucha.

En todos los países, se está intensificando la actividad huelguística después de años de supresión por parte de la burocracia. Surgen protestas que, como los chalecos amarillos en Francia, son social y políticamente heterogéneas, pero que se alimentan sobre todo del impacto devastador del aumento de la desigualdad social que ha dejado a millones luchando a duras penas por sobrevivir. Unificar esta inmensa y poderosa fuerza social significa construir la dirección política representada por el SEP y sus partidos hermanos en el Comité Internacional de la Cuarta Internacional para llevar adelante la lucha por los Estados Unidos Socialistas de Europa.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 12 de enero de 2019)

Loading