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La crisis del Brexit y la lucha por el socialismo

Dos años y medio después del referéndum de 2016 sobre la salida de la Unión Europea (UE), la clase capitalista británica está enredada en una crisis.

La facción dominante favorable a la permanencia del Reino Unido en la UE está maniobrando desesperadamente para ya sea revertir el resultado, ya sea por lo menos conseguir un acuerdo que preserve el acceso libre de aranceles al Mercado Único Europeo del que depende para el 40 por ciento del comercio y para el papel de Londres como centro de la especulación financiera.

La facción favorable al Brexit, dirigida por conservadores derechistas y los matones sectarios del Partido Unionista Democrático, resiste a todas las súplicas de compromiso. Ellos creen que se puede forzar a la UE a aceptar los términos del Reino Unido mediante una alianza con la administración Trump en Washington. Tal arreglo liberaría a Gran Bretaña para llegar a acuerdos comerciales unilaterales a nivel internacional y remodelarse como una zona de libre comercio en Europa al estilo de Singapur basándose en niveles aplastantes de explotación.

La clase trabajadora no tiene ningún interés en respaldar a ninguna de estas dos facciones derechistas.

La tarea no es ayudar a superar una crisis de gobierno burgués, sino movilizarse en toda Europa para tomar el poder e implementar un programa socialista.

Millones de trabajadores, especialmente la generación joven, miran con asco la xenofobia abierta de los partidarios del Brexit, las advertencias de más pérdidas de empleo, la recesión económica y la austeridad cada vez más profunda, el fortalecimiento de las fuerzas de la derecha y la vuelta a los requisitos de visados en Europa. Sin embargo, no es cierta la afirmación de que renovar la pertenencia a la UE sea la respuesta.

Los defensores de la permanencia son todos políticos procapitalistas, quienes en todo lo esencial comparten la agenda antiobrera de los conservadores que están por el Brexit. Creen que la mejor manera de perseguir los intereses del imperialismo británico es dentro del marco de un bloque comercial europeo. En todas las cuestiones principales excepto el Brexit —ataques a los derechos democráticos, leyes antihuelga, así como recortes a los servicios sociales vitales para canalizar dinero hacia las grandes corporaciones y los súperricos, y financiar las guerras e intervenciones militares depredadoras— los conservadores marcharán, todos, en fila india con el ala blairista del Partido Laborista.

Es más, la Europa “civilizada” que invocan los defensores de la permanencia como un antídoto al nacionalismo británico derechista, es un mito. El voto por el Brexit de 2016 fue mucho mayor de lo que se había anticipado, no a causa del “racismo” sino a causa de la legítima hostilidad hacia la UE como instrumento del capital que ha impuesto una austeridad salvaje contra la clase trabajadora a lo largo del continente. Esta ofensiva continúa y se intensifica.

Desde 2008, los economistas estiman que Europa perdió actividad económica debido a las medidas de austeridad impuestas por sus gobiernos equivalentes a todo el PIB de España —cerca de $1,3 billones. Cerca del 10 por ciento de la gente en la eurozona vive en un hogar por debajo del nivel oficial de pobreza, y muchos más se encuentran entre los trabajadores pobres. Casi uno de cada seis trabajadores con trabajos temporales y de media jornada estaban en riesgo de pobreza en 2017. Este mes, el gabinete de expertos Social Europe publicó un informe que encontró que la tasa de pobreza en toda Europa basada en ingresos anuales de menos de €9.760 es del 28,2 por ciento —142 millones de una población total de cerca de 500 millones.

Esto se va a poner peor, ya que Italia, España e incluso Alemania van marchando al borde de la recesión, en medio de advertencias de que se acerca un segundo colapso económico global.

Respecto a la política europea, la resolución del congreso de 2018 del Partido Socialista por la Igualdad (del Reino Unido) explicó que el capitalismo mundial está entrando en un nuevo período de guerra comercial y militar, empujado por las contradicciones fundamentales entre los medios de producción socializados y la propiedad privada de los medios de producción; y entre una economía global y la división del mundo en Estados-nación antagónicos. Como respuesta, la élite gobernante en cada país está abrazando el nacionalismo, el autoritarismo y la reacción fascista.

“El Brexit fue solo una expresión inicial de esta desintegración del orden europeo postbélico. El proyecto de la unificación europea bajo el capitalismo está despojándose de sus pretensiones liberales. Se están montando movimientos derechistas como una fuerza de choque contra la clase trabajadora, y las puertas de los cargos del Estado se abren para gente como los de Alternativa para Alemania (AfD) y la Lega italiana. Siete décadas después de la muerte de Hitler, la fascista AfD es el principal partido de la oposición en el parlamento alemán... mientras que en Francia, el presidente Macron rinde homenaje al líder del régimen de Vichy, el que colaborara con los nazis, el mariscal Pétain”, explicaba la resolución.

La profunda alienación de la política oficial expresada en el referéndum de 2016 está arraigada en el crecimiento extraordinario de la desigualdad social y el odio de las élites gobernantes del mundo que se han beneficiado de esta miseria social. Esto fue reconocido este mes por David Lipton, del Fondo Monetario Internacional, que advirtió de “niveles más bajos de confianza en las instituciones [globales] de base” y de la “gobernanza nacional” que “en muchos aspectos [también] ha caído en desprestigio... Una animadversión persistente que surge de la Crisis Financiera Global fue la percepción de que salvaron a los banqueros a expensas del trabajador medio”.

Lipton preguntó, “¿Qué puede producir la siguiente recesión? La historia sugiere que tal recesión está en alguna parte tras el horizonte...”.

La respuesta de la clase trabajadora ya está quedando clara en la forma de una ola inicial de huelgas en Europa, en Estados Unidos, en México y en todas partes del mundo. Después de décadas en las que los partidos socialdemócratas y los sindicatos trabajaron con éxito para suprimir la lucha de clases y dar rienda suelta a los principales bancos y corporaciones, viene en aumento un estado de ánimo de resistencia.

Las protestas de los “chalecos amarillos” en Francia contra el presidente Macron, protestas masivas en Hungría contra el plan de “trabajo esclavo” del gobierno del Fidesz y la huelga de 70.000 trabajadores automotores mexicanos son todos ejemplos del comienzo de un movimiento de masas internacional contra la oligarquía financiera y su imposición de la austeridad.

Es esencial que los trabajadores británicos intervengan en la crisis por el Brexit basándose en su propio programa y sus propios intereses de clase. Para hacer eso tienen que basarse conscientemente en este movimiento global emergente de la clase trabajadora. Esto significa rechazar todos los llamamientos por parte de los diferentes grupos de la pseudoizquierda para alinearse con una u otra facción de la clase gobernante y su insistencia de que los trabajadores le confíen su destino al dirigente laborista Jeremy Corbyn.

En 2016, el Partido Socialista por la Igualdad (PSI) [británico] exigió un boicot activo al referéndum por el Brexit, advirtiendo, “No puede haber un buen resultado de tal plebiscito. Gane quien gane, los trabajadores pagarán el precio”.

Contra la perspectiva reaccionaria del desarrollo económico nacional que estaba en el corazón de la agenda del Brexit y el apoyo a la UE, exigimos que los trabajadores adoptaran la perspectiva de una lucha unificada en todo el continente por los Estados Unidos Socialistas de Europa.

El Brexit y los grupos de la pseudoizquierda

Todos los grupos de la pseudoizquierda se alinearon tras una u otra facción capitalista. El Partido Socialista y el Partido Obrero Socialista (SWP) defendían un voto por el “Left Leave” [un abandono izquierdista de la UE] presentando el Brexit como la base para un camino nacional al socialismo mediante reformas implementadas por un gobierno laborista dirigido por Jeremy Corbyn. Unidad de la Izquierda, Resistencia Socialista y la Alianza para la Libertad de los Trabajadores también se alinearon tras Corbyn y el Partido Laborista, que apoyó la permanencia, mientras promocionaba las virtudes “progresistas” de la UE.

Hoy, los antiguos defensores del “Left Leave” apoyan un gobierno laborista como la respuesta a una “crisis del Brexit” en cuya creación desempeñaron un papel central. Esto tendrá que ser ocasionado por protestas, organizadas y controladas por la burocracia sindical, para conseguir unas elecciones generales.

Para este fin, el Partido Socialista insta “a los sindicatos —las organizaciones democráticas más grandes de la clase trabajadora— a asumir sus responsabilidades”, mientras que Counterfire insiste, “Todo el movimiento obrero por lo tanto tiene todo el interés en unirse para asegurar que de esta crisis los conservadores se vean obligados a abandonar los cargos y se convoquen elecciones generales”.

No se demanda una lucha contra los líderes sindicales ni los blairistas, a pesar de que el SWP admite, “El Partido Laborista no está movilizando a sus miembros para actuar respecto a la crisis... Los sindicatos están observando. Esta es una crisis política masiva pero los obreros no están siendo organizados para moldear el resultado”.

El SWP sabe muy bien que el Partido Laborista y los sindicatos no están simplemente observando. Se oponen vehementemente a tal movilización de la clase trabajadora porque sirven los intereses de los grandes negocios.

Los pseudoizquierdistas están obligados a hacer depender su política de fantasía de la afirmación de que Corbyn representa una oposición a la derecha en los sindicatos y el Partido Laborista e incluso una alternativa socialista. Esta mentira está quedando cada vez más clara, después de tres años en los que se ha doblegado ante cada exigencia programática de los blairistas. Su actuación durante la debacle del Brexit debería enterrarlo.

Corbyn ha actuado de un extremo al otro en su papel central de oponerse a la lucha de clases e insistir en que todas las cuestiones de principio tienen que estar subordinadas a mantener la unidad del Partido Laborista y hacer solo lo que sea posible mediante el parlamento.

Si Corbyn se tomara en serio la lucha por unas elecciones generales para desbancar a los conservadores, esto sería presentado como una exigencia de acción por parte de la clase trabajadora. En vez de eso, el llamamiento de Corbyn era para que los blairistas le concedieran el derecho a negociar el acceso a los mercados europeos si los laboristas llegaran al poder. Ahora que esta moción de confianza ha fracasado, los blairistas seguirán adelante con su exigencia de un segundo referéndum —lo más probablemente con la bendición de Corbyn.

Es una medida del cinismo de la pseudoizquierda que el líder teórico del SWP, Alex Callinicos, reconozca el carácter fraudulento de su retórica socialista. Escribió el 18 de diciembre en International Socialism, “Este periódico lleva mucho tiempo oponiéndose a la UE como un imperialismo aspirante disfuncional que persigue empujar al neoliberalismo a lo más profundo de sus Estados miembros y su periferia. En esa base apoyamos el voto por salir [de la UE] en 2016... Pero aunque creamos que es correcto plantarle cara a los EUA, no creemos que este sea el asunto más importante para los socialistas”.

En el número del 22 de enero de Socialist Worker, Callinicos explicó que lo que es “importante” es ¡aconsejar a Corbyn sobre cómo negociar con la UE! Corbyn “ha sido atacado por tener líneas rojas no realistas”, escribe, pero él “tiene algunas cartas en la mano”. Si él “retrocediera a su apoyo anterior al movimiento libre” (¡es decir, que revirtiera sus políticas antiinmigración!) él estaría “extendiendo una mano a los defensores izquierdistas de la permanencia” y podría “mejorar de hecho la posición negociadora de Gran Bretaña dentro de la UE”.

Escribiendo en International Viewpoint, Resistencia Socialista dejó claro que, para ellos, que el imperialismo británico se quede en la UE es de una importancia mucho mayor que reemplazar a los conservadores con un gobierno laborista. En pasajes indistinguibles de Tony Blair, ellos se quejan, “Es correcto convocar a elecciones generales pero, si ello sucediera, sería seriamente problemático. Incluso en esta etapa tardía Corbyn es incapaz de decir si la posición del laborismo sería favorable o contraria al Brexit. … La única respuesta viable a esto es un segundo referéndum, que queda como la única oportunidad de poner fin a todo este proceso”.

Resistencia Socialista muestra los intereses que representa al elogiar al New York Times por haber “defendido un segundo referéndum al decir que una democracia que no deja que la gente piense de nuevo no es una democracia” y observa que “el apoyo a un segundo referéndum está creciendo —hasta entre los parlamentarios conservadores”.

Estas posiciones corroboran plenamente la designación del Comité Internacional de la Cuarta Internacional de estos grupos pseudoizquierdistas como defensores de la realpolitik imperialista.

Termine como termine el conflicto de facciones dentro del Partido Laborista y su periferia pseudoizquierdista, no podrá surgir nada que articule genuinamente los intereses de la clase trabajadora —ni siquiera un segundo referéndum que demostraría ser tan divisivo como el primero.

La respuesta a la austeridad no es un gobierno laborista procapitalista dedicado a reconstruir la “unidad nacional” a lo largo de la división por el Brexit, sino la unificación de la clase trabajadora contra la clase capitalista en una lucha por el socialismo.

Los trabajadores tienen que formar organizaciones de lucha de clases, independientes de la burocracia sindical y de la del laborismo para derrocar a los conservadores y formar un gobierno obrero. En esta lucha, los trabajadores británicos tienen los aliados más poderosos en sus hermanos y hermanas a lo largo del continente europeo.

Junto a nuestros camaradas de las secciones europeas del Comité Internacional, el PSI en Gran Bretaña, el Parti de l’égalité socialiste (PES) en Francia y el Sozialistische Gleichheitspartei (SGP) en Alemania, exigimos la lucha unificada contra la UE y sus gobiernos constitutivos para poner fin al gobierno de la oligarquía financiera y establecer los Estados Unidos Socialistas de Europa.

El autor también recomienda [en inglés]:

El resurgimiento de la lucha de clases y las tareas del Partido Socialista por la Igualdad (Reino Unido) [6 de diciembre de 2018]

(Publicado originalmente en inglés el 23 de enero de 2019)

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