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España: el cofundador de Podemos Íñigo Errejón se presenta en las listas de otro partido en las próximas elecciones

El quinto aniversario este mes de la fundación del partido pseudoizquierdista español Podemos fue jalonado por la división más seria en la corta existencia de esta organización.

Cinco años desde que se estableciera el partido, el 17 de enero el cofundador de Podemos y el número dos en la dirección del partido Íñigo Errejón convocó una rueda de prensa para anunciar que se había aliado con la alcaldesa “independiente” de Madrid, Manuela Carmena, para las elecciones locales y regionales de mayo.

En noviembre pasado, Carmena creó Más Madrid para reemplazar a la “plataforma ciudadana” Ahora Madrid que Podemos ayudó a crear, para presentarse a la reelección como alcaldesa. Carmena definió Más Madrid como “innovadora, independiente, democrática y progresista” y formada “por individuos, no partidos”.

En su rueda de prensa, Errejón declaró que Podemos había “fracasado como instrumento político” porque no había generado “esperanzas y confianza”. La reciente formación de una coalición entre el Partido Popular (PP) y Ciudadanos en Andalucía, respaldada por el partido fascista Vox, revirtiendo 36 años de gobierno del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), había sido una “llamada de atención”, dijo.

Las encuestas sugieren que el PP, Ciudadanos y Vox podrían ganar 31 escaños en las elecciones madrileñas —dos más de los necesarios para formar un gobierno en mayoría.

El ascenso de Vox es una acusación devastadora de Errejón y el “populismo de izquierdas” promocionado por su mentora, la académica belga Chantal Mouffe, con la que escribió Podemos: In the Name of the People (2016). Al poco de ser publicado el libro, Errejón afirmó que gracias al “discurso popular y patriótico” de Podemos y porque ocupara el mismo “espacio” político, el partido evitaría el ascenso de un movimiento de extrema derecha en España.

La base procapitalista y antimarxista del “populismo de izquierdas” la revelan las demandas de Errejón de que se abandonen todas las referencias a la “nostalgia” hacia la “izquierda”, es decir, hacia el socialismo, o su “defensa”, y se construya un “frente democrático amplio”.

Se lamentó, “No podemos ser la única izquierda del mundo que no tiene patria, estoy muy orgulloso de mi país, y el país del que estoy orgulloso, España, es un país que es líder en libertad, en tolerancia, en derechos humanos, en democracia. … Así que hay que cuidar la democracia”.

La declaración “La estrategia de la lucha de clases internacional y la batalla política contra la reacción capitalista en 2019”, publicada el 3 de enero en el WSWS discutía el “populismo de izquierdas” contemporáneo. Explicaba que este estilo de política es una versión rebajada de la política de colaboración de clases antisocialista de los frentes populares de los años 1930, justificada con fraseología “democrática”, pero sin la “conexión histórica, mucho menos política, con la clase trabajadora” que permitió a los partidos estalinistas subordinar a la clase trabajadora a la clase capitalista y facilitó la victoria de Hitler en Alemania y la de Franco en España.

La declaración del 3 de enero continuaba, “En oposición al marxismo y al socialismo, la política de Mouffe [y la de Errejón] y la pseudoizquierda defiende la formación de un movimiento amorfo, programáticamente indefinido, por encima de las clases y nacionalista. Como Mouffe declara explícitamente, el movimiento populista de izquierdas ni se identifica como socialista ni exige una lucha contra el Estado capitalista. Contempla la posibilidad de encontrar puntos de acuerdo y colaboración con la extrema derecha, como Syriza ha hecho en Grecia y Podemos en España. Al oponerse a la lucha para ganarse a la clase trabajadora a un programa socialista, el populismo de izquierda defiende la utilización de mitos y otras formas de política irracional:

“El populismo de izquierdas es una expresión de la política de la pseudoizquierda, que tiene sus orígenes teóricos en la negativa desmoralizada del papel revolucionario de la clase trabajadora por parte de los teóricos de la Escuela de Frankfurt y la negativa postmodernista de la verdad objetiva y la ‘gran narrativa’ marxista y trotskista de la lucha de clases revolucionaria. La política de la pseudoizquierda, basada en la elevación de la raza, el género, la identidad sexual y el ‘pueblo’, es la política de una capa privilegiada de la clase media, el 10 por ciento de arriba de la población, que está cubierto de fraseología de izquierdas y consignas como el ‘Partido del 99 Por Ciento’”.

Tras el anuncio de Errejón, el líder de Podemos Pablo Iglesias confirmó que el partido se había dividido. Sin embargo, no hizo ninguna valoración política de la partida de quien fuera su segundo porque casi no hay diferencias entre ellos.

Las afirmaciones de que sus conflictos reflejan diferencias de principio o de orientación de clase son políticamente fraudulentas. Los dos van viajando por el mismo camino de tierra “populista de izquierdas”, situación en la que Errejón es la preeminente veleta oportunista y señala el camino.

Iglesias se quejaba, “No podría imaginarme que hoy, cuando deberíamos estar celebrando el quinto aniversario de Podemos, las cosas estarían así... No puedo creer que Manuela [Carmena] e Íñigo estuvieran escondiendo que estaban trabajando en un proyecto electoral separado para la comunidad de Madrid, y que hicieran ese anuncio sorpresa. Nuestros miembros merecen más respeto que eso”.

Iglesias le deseó, a pesar de todo, a Errejón “suerte en la construcción de su nuevo partido” antes de confirmar que Podemos presentará candidatos contra él en mayo.

La desintegración de Podemos ha sido vista con preocupación por la élite gobernante, que reconoce su papel vital en estabilizar el Estado español en medio de la crisis económica creciente y la oposición social. Un editorial de El País, diario simpatizante del PSOE, advertía: “Un Podemos irrelevante hoy sería una mala noticia, no solo para el PSOE, que lo ha tratado como a un socio potencial y que ve un espacio a la izquierda que no puede absorber, sino también porque el movimiento fue realmente capaz de detectar una necesidad política. Los sistemas democráticos tienen que formular alternativas con componentes utópicos, elementos con aspiraciones que no reducen la política a una mera gestión y que se esfuerzan a abrir otras maneras de implicar a la ciudadanía”.

Sin embargo, la afirmación de Podemos de que representa una política “progresista” nueva contra “la casta” ya está hecha jirones. Ya han pasado los días en los que Podemos tenía cerca del 30 por ciento en las encuestas, haciendo de él el partido número uno del país. Las encuestas, antes de la crisis más reciente, sugerían que el apoyo a Podemos e Izquierda Unida (IU) juntos bajó al 16 por ciento y la alianza Unidos Podemos ha quedado relegada al cuarto lugar.

En el poder, Podemos ha actuado como un apéndice del PSOE y un defensor del Estado español. Podemos fue clave en establecer el gobierno en minoría del PSOE en 2018 y ha continuado, en todo lo esencial, las políticas de austeridad, militarismo y represión en Cataluña del gobierno anterior del PP.

Los trabajadores y la juventud han sido testigos, de primera mano, de su actuación en el cargo en numerosos ayuntamientos de ciudades y pueblos. Las promesas de que los “ayuntamientos del cambio” dirigidos por Podemos (Madrid, Barcelona, Zaragoza, Cádiz, etc.) revertirían la austeridad y usarían “auditorías de la deuda de los ciudadanos” para parar el pago de deudas “ilegítimas” quedó en nada … y en Madrid más que en ninguna parte.

En junio de 2015, la coalición Ahora Madrid de Carmena, dirigida por Podemos, llegó al poder en la capital, poniendo fin a 24 años de gobierno del PP. El nuevo jefe de finanzas del Ayuntamiento de Madrid, Carlos Sánchez Mato, un dirigente de la facción Anticapitalistas del Secretariado Unido en Podemos, proclamó, “La manera de cumplir nuestras obligaciones es dejar de lado la regla del gasto, luchando hasta el último cartucho”.

Meses después de esta jactancia, Carmena cedió a las demandas del gobierno del PP no solo de revertir el aumento limitado en el gasto social e inversión implementado, sino también de hacer un drástico recorte en el presupuesto.

Iglesias saltó en defensa de Carmena, diciendo que ella no tenía más remedio que obedecer e insistió en que sería seleccionada de nuevo como la candidata a la alcaldía de Madrid por Ahora Madrid en 2019.

Todo ese sucio episodio fue encubierto por los pablistas de Anticapitalistas, que han venido fomentando continuamente la ilusión de que Podemos podría ser “revigorizado” por la “movilización social” para volver al documento fundacional del partido (redactado en gran medida por Anticapitalistas) prometiendo la cancelación de la deuda, la nacionalización y control de los miembros.

Después de la partida de Errejón, el dirigente de Anticapitalistas y editor de Viento Sur Brais Fernández se quejó de que la dirección de Podemos “fracasó miserablemente en lo que se refiere a poner en pie un proyecto en Madrid, le falta una base militante amplia, dinámica y articulada, y se ha comportado con una arrogancia terrible hacia los otros sectores combinada con oportunismo político”. Después se dirigió al frente electoral estalinista, IU, con un llamamiento a ayudar a los Anticapitalistas a “promocionar candidaturas que sean el embrión de un nuevo espacio” en Madrid, antes de ofrecer la acostumbrada rama de olivo a Podemos diciendo que podrían unirse “pero no imponer sus reglas”.

“Hagamos posible que vuelvan las asambleas, las militancias y los programas transformadores. Es la mejor garantía para evitar la descomposición en estos tiempos oscuros”, prometió Fernández.

(Publicado originalmente en inglés el 26 de enero de 2019)

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