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El Partido Socialista Obrero Español apoya el golpe orquestado por los Estados Unidos en Venezuela

Desde que estallara la crisis venezolana, España ha estado a la vanguardia de la operación de cambio de régimen que tiene lugar en el país sudamericano rico en petróleo. Hoy Madrid va a reconocer formalmente a Juan Guaidó como presidente. Guaidó es el dirigente derechista de la Asamblea Nacional a quien Trump declaró presidente de Venezuela el 23 de enero.

El diario El País, respaldado por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), llamó esto “territorio desconocido”, añadiendo: “Nunca en los tiempos contemporáneos un país ha dejado de reconocer a un jefe de Estado que mantiene el control de su territorio... Una cosa es no reconocer un Estado o romper relaciones diplomáticas, y otra cosa es mantener una embajada abierta en un país sin reconocer a quien todavía controla los mecanismos del poder”.

El País, uno de los principales diarios que respaldan el golpe, expuso la estrategia del PSOE: “Guaidó nombrará después un embajador para España”, Madrid aceptaría al representante de Guaidó y “retiraría la inmunidad y todas las prerrogativas diplomáticas al embajador nombrado por Maduro... las cuentas corrientes de la embajada y en general todos los bienes y depósitos del Estado venezolano en España serían bloqueados y puestos a disposición del nuevo presidente y su representante”.

El País añadió, “En diplomacia se aplica el principio de reciprocidad, así que el gobierno puede esperarse que la embajada española en Caracas sea sometida a medidas similares”.

Esta es la última en una serie de provocaciones por parte del gobierno del PSOE del presidente Pedro Sánchez contra el gobierno venezolano del presidente Nicolás Maduro.

Ni bien Guaidó se proclamó presidente, el Ministro de Exteriores español Josep Borrell encabezó dentro de la UE la exigencia de elecciones presidenciales anticipadas. Declaró, “Tenemos que evitar que la situación empeore. Esto sin duda exige un proceso de intervención para garantizar que la única salida sean unas elecciones”. Días después, en el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, el presidente del gobierno Pedro Sánchez llamó por teléfono a Guaidó para transmitirle su “empatía por su coraje”.

El 26 de enero, a solicitud de España, se celebró una reunión de asuntos exteriores de la UE. Borrell dijo que si no se convocaban elecciones presidenciales, “Consideraríamos adoptar otras medidas, incluyendo reconocer [a Guaidó] como presidente interino”. Esta posición después fue respaldada por Francia y Alemania y recogida en la declaración del parlamento europeo que “La UE exige con fuerza la celebración urgente de elecciones libres”, amenazando con que en ausencia de “elecciones frescas … la UE tomará más medidas, incluyendo la publicación del reconocimiento” de Guaidó.

España, junto con el Reino Unido, Alemania y Francia, luego prometieron reconocer a Guaidó si no se convocaban elecciones en un plazo de ocho días. Mientras tanto, Sánchez viajó a América Latina para promocionar el golpe.

En cuanto aterrizó en Santo Domingo, en la República Dominicana, para una reunión de la Internacional Socialista (IS) socialdemócrata, Sánchez se encontró con los dirigentes opositores derechistas respaldados por los EUA Carlos Valero, Mauricio Poler y Paula di Mattia. Sánchez llamó a Guaidó “el líder de una transición venezolana, y será él quien dirija el proceso electoral y la transición”. Enfatizó que Madrid no reconoció las elecciones de mayo de 2018 que le dieron a Maduro un segundo mandato. Valero les dijo a los periodistas que había que llenar el “vacío de poder”.

Sánchez, quien recientemente dirigiera la campaña para expulsar al Frente Sandinista de Liberación Nacional nicaragüense de la Segunda Internacional, despotricó después contra Maduro: “Quien responda con balas y cárcel al deseo de libertad y democracia no es un socialista, es un tirano. Los venezolanos tienen que sentir el apoyo de la Internacional Socialista, y también los nicaragüenses”.

La siguiente parada de Sánchez fue México, país que junto con Uruguay y Bolivia son los únicos países latinoamericanos que no han reconocido a Guaidó. Allí, Sánchez intentó convencer a Andrés Manuel López Obrador que rompiera relaciones con Maduro y que reconociera a Guaidó.

El jueves, el PSOE, el derechista Ciudadanos y el Partido Popular (PP) apoyaron la resolución del parlamento europeo de reconocer a “Guaidó como presidente interino de Venezuela”.

El apoyo de España al cambio de régimen expone las afirmaciones fraudulentas de junio pasado, tras la asunción del gobierno del PSOE, de que Sánchez estaba, en palabras de Foreign Policy, “deseoso de mostrar al mundo una cara más progresista y tolerante”.

De hecho, Madrid está decidido a usar el golpe instigado por los EUA en Venezuela para forjar un nuevo papel para el imperialismo español en sus antiguas colonias en Sudamérica. Teme que España se esté quedando relegada por detrás de sus rivales en la nueva redivisión del mundo.

Carlos Malamud, analista jefe sobre Sudamérica para el centro de estudios Instituto Elcano, escribió: “con una América Latina altamente fragmentada, España debe tener una política latinoamericana más fuerte … Si otros países, europeos o no, han incrementado su presencia durante los últimos años en algunos países específicos de América Latina, ha sido porque han tomado partido y han profundizado ciertas alianzas en detrimento de otras”.

El del PSOE, como otros gobiernos de la UE, está persiguiendo despiadadamente el cambio de régimen para promocionar sus intereses imperialistas. Según el Ministerio de Comercio de España, cien compañías españolas operan en Venezuela, incluyendo a importantes corporaciones como Telefónica, Mapfre, Repsol, BBVA, Duro Felguera, Zara y otras. España es el segundo mayor inversor europeo en Venezuela después de los Países Bajos. En 2015, las inversiones directas de España en Venezuela eran de €21,3 mil millones.

Las medidas de Madrid son tan descaradas que hasta el expresidente del gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, del PSOE, se sintió obligado a admitir que “la obsesión” de Madrid “contra el Gobierno de Venezuela corresponde a intereses económicos”.

Estos intereses económicos han estado dando forma a las políticas de toda la clase gobernante española desde la caída de la dictadura fascista franquista en 1978. El gobierno del PSOE que le siguió, el de Felipe González, quien ahora defiende incondicionalmente el cambio de régimen en Venezuela, apoyó en 1989 a su amigo cercano, el presidente venezolano Carlos Andrés Pérez, mientras este desplegaba al ejército contra las protestas de masas contra los programas de austeridad del Fondo Monetario Internacional. Eso tuvo como consecuencia 3.000 muertos en lo que se dio en llamar el “Caracazo”.

El vicepresidente de González de 1982 a 1991, Alfonso Guerra, recientemente manifestó su apoyo a la sangrienta dictadura chilena de Augusto Pinochet, respaldada por los EUA, afirmando que era más “efectiva” que el régimen de Maduro.

En 2002, el gobierno del PP apoyó un golpe urdido por los EUA que desbancó brevemente a Chávez, y presionó a otros países a respaldar las exigencias del Departamento de Estado estadounidense de reconocimiento del “gobierno de transición” de Pedro Carmona.

Millones de trabajadores y jóvenes en España están consternados por el golpe en Venezuela apoyado por los EUA y la UE. Oponerse a este, sin embargo, requiere luchar contra el partido pseudoizquierdista Podemos, que se puso a desmovilizar toda oposición al imperialismo español y europeo.

Antes del golpe, destacadas figuras de Podemos, cuyos fundadores fueron consejeros del presidente venezolano Hugo Chávez, estuvieron distanciándose del régimen “bolivariano” que antes apoyaban de manera entusiasta. El líder de Podemos Pablo Iglesias dijo que ya no “comparte” las opiniones que había formulado en el pasado sobre Venezuela. Iñigo Errejón le dijo lo mismo a El País .

Cuando Guaidó se proclamó presidente, la portavoz de Podemos Irene Montero le pidió a Sánchez que exigiera diálogo en vez de “seguir a Donald Trump”. España y la UE, dijo ella, “deberían dirigir las posiciones de mediación y respeto por el proceso en Venezuela que garantice el diálogo y una solución negociada y pacífica al conflicto”. De manera semejante, el europarlamentario y dirigente pablista [de Anticapitalistas] Miguel Urbán criticó la resolución del parlamento europeo, dado que “la UE debería ser un mediador en este conflicto”.

La línea reaccionaria de Podemos no solo tiene por objetivo reprimir la oposición social al imperialismo sino que también refleja a secciones de la clase gobernante española que temen que el agresivo cambio de régimen actual en Venezuela desencadene una guerra civil y elimine las inversiones españolas allí.

Esta crisis es una nueva exposición de Podemos y de su alianza con el PSOE. Ellos son herramientas de la burguesía europea mientras se une a Washington en perseguir despiadadamente el cambio de régimen en Venezuela.

(Publicado originalmente en inglés el 4 de febrero de 2019)

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