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Se intensifican los ataques del Gobierno y las empresas contra los obreros en Matamoros, México

Ante la continua rebelión de los trabajadores de autopartes en Matamoros, México, contra los sindicatos y las empresas, la clase gobernante está escalando sus esfuerzos para reprimirla.

Los trabajadores automotores en Fisher Dynamics que enviaron un video la semana previa al WSWS en apoyo a la manifestación del 9 de febrero fueron recientemente atacados por matones del sindicato.

Además, el lunes por la mañana, docenas de policías antimotines rompieron violentamente un piquete de obreros en huelga en la planta de Bright Finishing en Matamoros, dejando a un trabajador herido y arrestando a una joven presente.

Policía ataca piquete en Bright Finishing (crédito: La Frontera Dice)

Más de 50 maquiladoras en Matamoros han acordado al aumento y bono demandados por los huelguistas, mientras que 20 empresas siguen en paro en la ciudad, según la Secretaría de Trabajo. Las asociaciones de maquiladoras, las cuales representan en gran parte a empresas estadounidenses, están amenazando con un contraataque masivo que involucra decenas de miles de despidos. El 14 de febrero, estos grupos empresariales pidieron la “intervención inmediata” de tanto el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) como de la burocracia sindical para suprimir la resistencia de los trabajadores.

Los ataques recientes contra obreros en México deben ser tomados como una seria advertencia sobre la represión siendo preparada por la clase gobernante contra el aumento en la militancia y la radicalización de la clase obrera y los jóvenes internacionalmente.

El jueves, la Asociación Mexicana de Distribuidores de Autos advirtió que las huelgas están paralizando el negocio. “Es el caso de una planta de volantes KSS [Joyson] que ya entregan el volante para colocarse en el auto y que es el fabricante más grande del mundo. Está instalado en Matamoros y surte prácticamente a todas las marcas. La afectación a esa planta pone en riesgo a toda la industria automotriz de Norteamérica”.

El domingo pasado, el Departamento de Comercio de Estados Unidos indicó en un reporto a Trump que las importaciones de automóviles constituyen una amenaza a la “seguridad nacional”. Mientras que el reporte busca apuntalar las amenazas de una guerra comercial contra la Unión Europea y Japón, las conclusiones son una indicación de que las huelgas y protestas en industrias cruciales dentro del país y el hemisferio pueden interferir con los intereses geopolíticos de EUA y serán consideradas una cuestión de “seguridad nacional” por parte de este Estado norteamericano.

Viendo el hemisferio como una plataforma para librar enfrentamientos económicos y militares contra sus rivales, el imperialismo estadounidense está acelerando sus esfuerzos para consolidar su control semicolonial sobre los Gobiernos, la fuerza laboral, los mercados y recursos de la región. Esto incluye la presente operación de cambio de régimen contra el Gobierno venezolano, cuyo principal objetivo es desafiar la presencia de Rusia y China.

Después de declarar un estado de emergencia para que el ejército construya un muro a lo largo de la frontera entre EUA y México, Trump declaró en un discurso el lunes que “la hora crepuscular del socialismo ha llegado para nuestro hemisferio”, quejándose de que “el socialismo por su propia naturaleza no respeta las fronteras”.

En México, en respuesta a denuncias de la Cámara Mexicana de Negocios (CMN) contra las huelgas “ilegales” en Matamoros y los bloqueos de líneas férreas por parte de protestas docentes en Michoacán, López Obrador declaró el lunes por la noche: “Aceptemos el máximo criterio de que, al margen de la ley, nada, y por encima de la ley, nadie. Todos a portarnos bien”. Añadió, “La labor social fundamental del sector empresarial es invertir, generar empleos para fortalecer la hacienda pública y eso lo están haciendo ustedes muy bien, y lo vamos a seguir haciendo de manera conjunta”.

El martes, durante una ceremonia para el 106o del Ejército, López Obrador le dijo una audiencia militar que, con la nueva Guardia Nacional, las unidades militares existentes y la policía federal “vamos a trabajar de manera coordinada y con perseverancia y vamos a lograr pacificar al país”.

En 2017, casi el 60 por ciento de todas las inversiones extranjeras directas a México vinieron de EUA y Canadá y se concentraron en la manufactura y finanzas. El 10 por ciento más rico de mexicanos controla ochenta por ciento de los activos financieros en el país, recibe dos tercios del ingreso anual y controla 64 por ciento de toda la riqueza. Desde 2008, más de cuatro millones de personas han caído por debajo de la línea oficial de pobreza, superando los 54 millones en total o casi la mitad de la población.

Tales niveles de desigualdad económica y la dependencia de la élite gobernante mexicana en el imperialismo estadounidense y canadiense son incompatibles con las formas democráticas de gobierno.

La clase gobernante está basando su respuesta a la creciente resistencia de la clase obrera en sus tácticas de los años setenta y ochenta en latinoamericana. En ese momento, las organizaciones estalinistas, guevaristas, pablistas y otros movimientos nacionalistas pequeñoburgueses, incluyendo los sindicatos, desarmaron políticamente a los trabajadores, campesinos y jóvenes radicalizados al subordinarlos a una u otra sección de la burguesía. Washington y las oligarquías locales luego instalaron regímenes ultraderechistas y respaldaron fuerzas terroristas militares y paramilitares para asesinar, torturar y “desparecer” a decenas de miles.

Ahora que millones de trabajadores entran en lucha y ven cada vez más allá de las fronteras para unir sus batallas, la lección histórica crucial de las sangrientas derrotas del siglo veinte entra en vigor: este movimiento creciente de la clase obrera necesita estar armado con un programa independiente y revolucionario para derrocar el capitalismo en todo el mundo y establecer el socialismo.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 22 de febrero de 2019)

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