Español
Perspectiva

Bernie Sanders lanza su campaña con una ráfaga de demagogia

El Senador estadounidense por el estado de Vermont, Bernie Sanders, lanzó su campaña en busca de la nominación presidencial demócrata con mítines el sábado en Brooklyn, Nueva York, y el domingo por la noche en Chicago. En ambos eventos, sus discursos retrataron una Presidencia más ambiciosa que cualquier otra en reformar la sociedad estadounidense desde el Nuevo trato de Franklin Roosevelt hace más de 80 años.

El discurso de Sanders fue un ejercicio de demagogia política porque no existe ninguna relación entre las reformas que prevé y cualquier estrategia realista para su implementación.

Sanders prometió “crear finalmente una economía y un Gobierno que funcione para todos y no solo el 1 por ciento”. Continuó, refiriéndose evidentemente a la Presidencia de Donald Trump, “El principio subyacente de nuestro Gobierno no será la avaricia, el odio y las mentiras… No serán los recortes de impuestos a los milmillonarios y los esfuerzos para dejar a millones sin seguro médico que actualmente lo tienen. Esta campaña acabará todo eso”.

Sanders afirmó que, bajo su Gobierno, “No tolerará más la avaricia de un Estados Unidos corporativo… la avaricia que ha dejado a este país con una mayor desigualdad de ingresos y riqueza que la de ningún otro país grande en la Tierra”.

El candidato resumió una serie de reformas socioeconómicas, incluyendo un seguro de salud garantizado, universal y de pagador único; un salario mínimo de $15 por hora; la creación de 13 millones de empleos con salarios dignos por medio de un programa para reconstruir la infraestructura de EUA; un cuidado maternal de calidad y asequible; universidades públicas con matrícula gratis y una reducción en las deudas estudiantiles; un aumento en los beneficios del seguro social; y la transformación del sistema energético para recortar el uso de combustibles fósiles como parte de un esfuerzo contra el cambio climático.

Estas propuestas sin duda atraerán un apoyo popular considerable, como en la campaña de 2016 cuando recibió más de 13 millones de votos en las primarias y asambleas electorales demócratas.

Su discurso no dispuso de las palabras “capitalismo”, “propiedad privada”, “sistema de ganancias”, “imperialismo” y la notoria palabra con S del “socialismo”.

Sanders se refirió a una “revolución política”. Pero esta “revolución” se logrará supuestamente bajo la dirigencia demócrata, el partido moderno capitalista más viejo, y no tocará la institución de la propiedad privada que constituye el cimiento de la desigualdad capitalista.

Fundamentalmente, las revoluciones involucran la transferencia del poder político de una clase a la otra. Sin embargo, Sanders no llama a derrocar revolucionariamente a los capitalistas. En cambio, el septuagenario dará discursos y las ciudadelas de la clase gobernante se derrumbarán supuestamente como los muros de Jericó.

¿Realmente cree Sanders que, en Estados Unidos, el corazón de la reacción mundial, la oligarquía capitalista más despiadada del mundo simplemente le abrirá las puertas a esta “revolución política” y le entregará billones de dólares en beneficios sociales a la clase obrera sin disparar una sola bala?

No, no lo cree, y ahí está su deshonestidad. En Nueva York, Sanders invocó su propia biografía, declarando, “Sé de dónde vine”. Para ser consistente, también debió haber reconocido adónde fue a terminar: de origen humilde, se volvió experto en demagogia y abastecimiento de ilusiones.

Sanders dirige sus palabras a los profundos sentimientos de cientos de millones de trabajadores y jóvenes. Se dedica a encarrilar estos sentimientos detrás de un programa político que no puede lograr nada de lo que promete.

En 2016, Sanders endosó a Hillary Clinton, a quien repetidamente expuso como un títere de Wall Street. De esta manera, traicionó las aspiraciones de sus simpatizantes y dejó el escenario listo para que el fascistizante Donald Trump se convirtiera en presidente.

Una vez más, según comienza su campaña para la nominación presidencial en 2020, Sanders está intentando encauzar toda la oposición política hacia el callejón sin salida del Partido Demócrata, incluso mientras su partido se le opone y no tiene la mínima intención de implementar nada de lo que propone.

El discurso de Sanders se basó en gran parte en la “segunda Carta de derechos” propuesta por el presidente Franklin D. Roosevelt en su discurso del “Estado de la Unión” de 1944. Buscando aminorar la militancia de una clase obrera que no aceptaría el regreso a las condiciones de los tiempos de la Depresión al finalizar la Segunda Guerra Mundial, Roosevelt declaró:

“Debemos darnos cuenta claramente del hecho de que la verdadera libertad individual no puede existir sin seguridad e independencia económicas. ‘Los hombres necesitados no son hombres libres’. Un pueblo con hambre y sin trabajo es de lo que están hechas las dictaduras.

“En nuestros días, estas verdades económicas se han aceptado con evidentes por sí mismas. Hemos aceptado, por así decirlo, una segunda Carta de derechos sobre la cual se pueden establecer nuevos fundamentos de seguridad y prosperidad para todos—independientemente de su estación, raza o credo—”.

Roosevelt propuso una serie de reformas económicas poco definidas que incluirían el “derecho” a “un trabajo útil y remunerado”, el “derecho a ganar lo suficiente”, el “derecho de cada familia a un hogar digno”, el “derecho a una buena educación” y “el derecho un cuidado médico adecuado”.

Sin embargo, incluso en la cumbre del poder estadounidense, cuando acabó la Segunda Guerra Mundial, la versión más humana del capitalismo estadounidense ideada por Roosevelt era una visión malograda. Roosevelt murió en abril de 1945 y la guerra fue seguida por una ola de reacción política que culminó en el mccarthismo. Veinte años pasarían para que, a mediados de los sesenta, el Gobierno del presidente Lyndon Johnson, bajo la presión del movimiento de masas por los derechos civiles y los amotinamientos en importantes ciudades estadounidenses, implementaría su programa de la Gran Sociedad. Esta fue una versión sumamente reducida de la “segunda Carta de derechos” de Roosevelt, cuyas reformas fueron mucho menores que las medidas socialdemócratas en gran parte de Europa occidental.

El breve episodio de reformismo capitalista durante los años de Kennedy-Johnson pronto dio paso a una despiadada contrarrevolución social que han presidido Administraciones tanto demócratas como republicanas durante los últimos 40 años. El resultado ha sido la degeneración de Estados Unidos en una sociedad oligárquica caracterizada por niveles pasmosos de concentración de riqueza en el 10 por ciento más rico, mientras que el otro 90 por ciento experimenta dificultades económicas y, llanamente, pobreza.

Sanders nunca da ninguna explicación sobre cómo llegará a pasar nada de lo que dice. Las políticas que está denunciado han sido la especialidad del Partido Demócrata y el Republicano por décadas. Y, en un periodo de interminables ataques contra la clase obrera, estas políticas han caracterizado y caracterizan el capitalismo en todo el mundo.

Sanders no puede explicarlo porque solo hay una explicación: la que Karl Marx y Friedrich Engels dieron en El manifiesto comunista: que el capitalismo empobrece a las masas para enriquecer a los capitalistas. El capitalismo es la causa de la guerra, la desigualdad y todo mal social al que Sanders dice oponerse.

Sin embargo, Sanders no apoya acabar con el capitalismo. Está apelando a las aspiraciones de sus simpatizantes solo para traicionarlos.

El socialismo solo se puede lograr a través de la movilización masiva de la clase obrera para conquistar el poder estatal, como parte de un movimiento revolucionario de la clase obrera internacional y para llevar a cabo la expropiación de la clase capitalista y el establecimiento de la propiedad pública de los medios de producción. Esa es perspectiva por la que lucha el Partido Socialista por la Igualdad.

(Publicado originalmente en inglés el 4 de marzo de 2019)

Loading