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¿Por qué hay tan poco escepticismo en los medios de comunicación sobre “Leaving Neverland” y sus acusaciones contra Michael Jackson?

El 3 y 4 de marzo, HBO, la empresa estadounidense de televisión por cable y satélite presentó Leaving Neverland (Dejando el país de Nunca Jamás”), un documental en dos partes de 236 minutos, dirigido por Dan Reed, cineasta inglés. La película fue producida conjuntamente por HBO y el Canal 4 de Inglaterra. Tuvo su estreno a fines de enero en el festival de cine Sundance. Leaving Neverland trata de dos hombres, Wade Robson y James Safechuch, quienes sostienen que el cantante Michael Jackson abusó sexualmente de ellos durante años cuando eran niños en los 1980 y 1990. Las únicas otras entrevistas son con los más cercanos familiares de los dos hombres.

Jackson, el tercer artista musical más exitoso de todos los tiempos y una trágica víctima de la industria del espectáculo estadounidense, falleció a causa de una sobredosis de drogas en junio 2009. Los dos acusadores, Robson y Safechuck, compañeros de Jackson desde sus juventudes, lo habían defendido antes de su muerte.

Michael Jackson en 1988 (Photo-Zoran Veselinovic)

Robson, bailarín y coreógrafro, en dos ocasiones juró que Jackson era inocente de lo que se le acusaba. Fue un testigo por la defensa en mayo 2005 en el proceso que acusaba a Jackson de abuso sexual (al final de ese se declaró inocente el estrella de pop de todas las catorce acusaciones). Bajo interrogatorio sostenido por el fiscal del caso, Robson insistió que la conducta de Jackson nunca había sido inapropiada. También habló fuertemente en defensa de Jackson después de su muerte.

En el 2013, Robson cambió totalmente, cuando él presentó una demanda contra el estado de Jackson alegando que había sido molestado sistemáticamente. Ese proceso no pudo salir adelante por el haber esperado demasiado tiempo para tomar acción legal. Un pleito subsecuente contra dos entidades corporativas que pertenecieron a Jackson antes de su muerte también fue rechazado. Safechuck añade su nombre al pleito de Robson en el 2014. También él había insistido en que no habían ocurrido abusos durante su amistad con Jackson. Robson y Safechuck, que apelan el rechazo de sus pleitos, son representados por el mismo bufete de abogados. Un abogado de la herencia de Jackson en el veinte trece comentó que el pleito era una maniobra “transparente… chocante y triste” con fines puramente monetarios.

Durante cuatro horas Leaving Neverland de Reed no le da ninguna oportunidad a nadie para contradecir las acusaciones de Robson y Safechuck. Sólo hay dos breves menciones de que existe otra versión: un subtítulo que revela que Brett Barnes y el actor Macaulay Culkin, ambos identificados en la cinta como otros niños amigos de Jackson niegan que hayan ocurrido acosos inapropiados; también un breve video en que Thomas Mesereau, abogado de Jackson en el 2005, compenta sobre el “muy, muy sospechoso” cambio de actitud de Robson.

La mayor parte del interminable y claustrofóbico Leaving Neverland, aparte de escenas sobrevolando las ciudades y los lugares mencionados en las entrevistas (probablemente para aliviar el tedio), son escenas, sensacionalista y semipornográficas, de Robson y Safechuck describiendo sus alegaciones. Tanto ha cambiado el clima que estas declaraciones pasan por ser “contundentes” y “fascinantes”. Se pinta un cuadro de lo que ocurría en la cama de Michael Jackson, como si esa información fuera de alguna manera iluminante o valiosa.

Aunque Jackson hubiera sido un pedófilo, cosa que la cinta’s “cuenta de primera mano” no logra demostrar, los creadores de Leaving Neverland y los que lo promueven son moralmente deplorables y desvergonzados. Su propósito es hacerse sacar dinero de los acontecimientos y avanzar sus carreras.

Dan Reed, el director, es un personaje siniestro. Su carrera de cine combina la confluencia poco atractiva del periodismo sensacionalista, la “guerra mundial contra el terror” y la campaña de #MeToo.

En el 2016 revista Pacific Standard intituló un artículo sobre Reed “Conozcan el cineasta que reconstruye los ataques terroristas para HBO”. Ese artículo explica con avidez que Reed se especializa en “capitanear cintas documentales sobre recientes acontecimientos terroristas. Esos documentales han sido vistos en Estados Unidos en la red HBO, todos encabezados con intimidantes descargos de responsabilidad y con tales títulos como “Terror en Moscú”, “Terror en Mumbai” y “Terror en el Centro Comercial” [en órden cronológico], seguidos (también en HBO) por “Tres días de terror” y “Los ataques contra Charlie Hebdo”. Otras cintas incluyen “Desde Rusia con Plata”, “La lucha en el frente”, “Combatiendo al Califato Islámico” y “El cazador de pedófilos”. Ninguna de sus obras se desvía de la línea oficial y ninguna demuestra el menor interés en las causas geopolíticas y sociales de las invasiones estadounidenses e inglesas del Oriente Medio, de Asia Central y de cualquier otro lugar.

Todo de Leaving Neverland en verdad apesta.

Reed, Oprah Winfrey y otros insisten que el propósito de este filme no es acusar a Jackson, sino “iniciar una discusión” sobre el abuso sexual de niños y otras cuestiones afines. Si eso es así ¿por qué no presenta esta cinta ningún siquiatra, experto en pedofilia, o persona genuinamente capacitada para discutir ese asunto? El fin sórdido y sensacionalista de esta obra reluce de su estructura y de como se siente. Leaving Neverland no es diseñado educar, sino adormecer, intimidar y envenenar.

En una carta dirigida al CEO de HBO, Richard Pepler el 7 de febrero de 2019, el abogado Howard Weitzman, en representación de la herencia de Jackson, dijo que su cliente se había pasado “años litigando contra Robinson y Safechuck y c uatro pleitos separados de estas dos personas han sido rechazados con juicio negativo. (En la actualidad, Robson le debe a la herencia casi setenta mil dólares en costos judiciales, y Safechuck también le debe varios miles de dólares). Durante esos procesos la herencia descubrió mucha información sobre Robson y Safechuck que demuestra sin ninguna duda que en nada son de fiar”.

Continúa Weitzman: “Robson y Safechuck ahora apelan la cancelación de sus pleitos multimillonarios. No es ninguna coincidencia que sus reclamos van a ser atendidos este año. El ‘documentario’ de HBO es simplemente otro elemento en su pleito, que están utilizando obviamente en un intento (mal aconsejado) de afectar, de una manera u otra, sus apelaciones”.

Sobre el proceso del 2005, argumenta con fuerza: “Michael Jackson tuvo que aguantar una investigación de diez años por Tom Sneddon, un fiscal demasiado ferviente, con pocos principios éticos, que en última instancia fue desacreditado. Buscó por todas partes a las ‘víctimas’ de Jackson, pero nunca las encontró. En verdad el proceso contra Jackson fue una farsa total; Jackson fue exonerado completamente.

“Todos lo que hayan estudiado ese proceso bien saben que el jurado rechazó la totalidad de los argumentos de la fiscalía. Abriendo y cerrando el caso, Tom Mesereau, el abogado de Jackson, adoptó una táctica poco usual de decirle al jurado que deberían exonerar a Jackson porque él y su equipo habían demostrado la total inocencia de Jackson. O sea que no se trataba simplemente de ‘dudas razonables’. Mesereau se había propuesto demostrar la absoluta inocencia de Jackson. Logró su propósito. Varios miembros de ese jurado, entrevistados en el 2017 sobre el caso, teniendo en cuenta el giro de 180 grados de Robson, y todos ellos declararon que igual exonerarían a Jackson en la actualidad. Los miembros del jurado han sido entrevistados varias veces; son gente inteligente que se expresa muy bien, no son los idiotas crédulos que trata de describir Dan Reed en su ‘documental’. No obstante, HBO confía en las historias no corroboradas de dos perjuros admitidos sobre el peso del sistema de justicia estadounidense”.

En conclusión, Weizman declaró: “Sabemos que HBO [ahora propiedad de AT&T] se enfrente de presiones competitivas serias de Netflix, Amazon y otros proveedores más modernos de información, pero rebajarse a este nivel para reconquistar un público es una desgracia. Sabemos que HBO y sus socios en este documental no se saldrán con la suya. Sabemos que este será el episodio más vergonzoso en la crónica de HBO”.

Sigue siendo el caso que el "sexo vende", y los funcionarios de HBO estaban más que dispuestos a degradarse en esta farsa, este mal llamado documental, para aumentar el número de videntes y sus ganancias.

Desde diciembre de 2003, en varias ocasiones el World Socialist Web Site (WSWS) publicó artículos sobre la tragedia de Michael Jackson y continuando a través de su muerte y Memorial en junio 2009.

Cuando se lo acusa de abuso sexual de niños en el 2003, señalamos que “una vida envuelta en el capullo de la industria de entretenimiento” le había hecho mucho daño (su complejo de “Peter Pan”, su inmadurez, los matrimonios dudosos, etcétera): “¿Qué pensará otra gente de un Michael Jackson que obviamente tiene tan poco idea de sí mismo?”

Insistimos entonces que Jackson tenía el derecho a ser considerado inocente y dijimos que “aun si resultara ser culpable de esos crímenes y se justificara aislarlo de la comunidad, una sociedad humanitaria sentiría tristeza por el, también simpatía, en vez de rechazarlo y odiarlo”. Sentimos que “habiendo creado a Jackson, manipulado su capacidad de atracción, y alimentado sus excentricidades personales”, los grupos de poder ahora lo convertirían en chivo expiatorio y cordero de sacrificio.

Otra observación del WSWS en el 2003 demostró ser una profecía: “No obstante cual sea el resultado de este proceso judicial, se siente que existe un destino triste, quizás trágico, para este artista. Toda la naturaleza de la sociedad estadounidense y, en particular, de su industria de entretenimiento, parece encarrilarlo en esa dirección”.

Aun muerto, los tiburones y los buitres no lo dejan en paz.

Característica asombrosa del entorno actual, es que los medios de difusión casi en su totalidad aceptan la versión de Robson y Safechuck. Toman como sagradas las palabras de dos individuos que persiguen desde hace años extraer dinero de la herencia de Jackson. ¿Por qué razón se descartan los escepticismos? ¿Por qué no se hacen más preguntas? Nada de eso es un reflejo de la “opinión popular”, por así decirlo. No es difícil encontrar páginas y blogs “no autorizados” (no ligados a los medios de difusión) con críticas serias y perspicaz de Leaving Neverland .

En el tiempo del proceso criminal contra Jackson (2003 al 2005), donde quedó aplastada la fiscalía, y después del juicio, izquierdistas y liberales demostraron una simpatía general para el cantante. Escribimos en el 2003 que “un clima político y social reaccionario rodea la campaña de las autoridades de Santa Barbara contra Jackson; Tom Sneddon, fiscal del condado es un miembro conservador del Partido Republicano que tiene un agenda”. Sneddon fue socio de los partidarios de Bush y evidentemente se consideraba a sí mismo “un paladín de una guerra cultural y moral”. En diciembre 2003, tuve la oportunidad de discutir el caso de Jackson en un programa de la Radio Pública de Wisconsin, que incluía llamadas de los oyentes.

Todo ha cambiado. La clase media adinerada, dentro y en torno al Partido Demócrata, a la que los mercados financieros y otros negociados sucios han enriquecido enormemente se ha trasladado más hacia la derecha. El movimiento #MeToo también refleja ese cambio social. La hostilidad a las normas democráticas elementales ha "florecido" entre estas capas. Se han separado aun más de la populación general. Intenso egoísmo y arrogancia predominan entre los ricos pequeños burgueses, junto con el desprecio de las masas. Calculan que su palabra debe ser la ley porque con el dinero viene la sabiduría. La nueva consigna es que hay que “creer” al acusador; al diablo con la presunción de inocencia y derechos de proceso debido

No se permite dudar o incluso escudriñar de lo que alegan Robson y Safechuck, porque eso colgaría un signo de interrogación sobre toda la cacería de brujas de #MeToo.

Oprah Winfrey, megamillonaria, que cada vez que abre su boca produce otra banalidad, es la líder espiritual y financiera de este movimiento y el New York Times es su “espina dorsal” intelectual.

El 16 de febrero, Maureen Dowd, del Times, que se considera un pilar moral de nuestros tiempos, escribió un inmundo comentario condenatorio de Michael Jackson intitulado “El Rey del pop y de la perversión”. Esto viene del diario que habla por los ricos y ha aplaudido todos los sangrientos crímenes del imperialismo yanqui en las últimas dos décadas.

Dice Dowd: “Como demuestra Leaving Neverland Michel Jackson se pasó la vida transformandose, de mejor amigo, figura paternal, y patrocinador, en un violador, cruel y manipulador”. En verdad esa película no demuestra nada. Repite declaraciones de dos individuos que nunca son comprobadas, que no tienen ninguna substancia. La comentarista también dice: “Durante décadas se veía lo sulfurosa que era la guarida de algodón de azúcar de Jackson. Sin embargo, al igual que con esos otros monstruos —Harvey Weinstein, Bill Cosby, R. Kelly, Woody Allen, Jeffrey Epstein y Brian Singer— muchos hicieron la vista gorda.”

La calumnia reaccionaria y mccarthista de Dowd, una de tantas que han aparecido en los principales medios, es la creación de una capa transtornada y cada vez más derechista.

Pintar de “monstruo” a Jackson es deshonesto y repudiable. Sus dificultades y peculiaridades no salieron de la nada. ¿Qué fue su vida? Hace 16 años dijimos: “Un niño casi preternaturalmente talentoso de una familia problemática de clase trabajadora, Jackson fue presa del agarre de la maquinaria aplastante de la industria del entretenimiento estadounidense”. De una manera u otra su cuasi infantilismo estuvo ligada a la falta de una niñez genuina.

En la actualidad, y como nunca antes, tales consideraciones sociales y sicológicas están simplemente borrados, rechazados con desprecio. No existe ni una pizca de simpatía o de los más básicos sentimientos humanitarios en los medios de difusión. La creación de “monstruos”, abusadores sexuales y similares se ha convertido en algo esencial de las operaciones y la agenda dentro del Partido Demócrata en particular, que carece de la capacidad de resolver la putrefacción social y la miseria que existen en Estados Unidos.

Han pasado casi diez años desde la muerte de Michael Jackson. Nuevamente se lo vitupera y pisotea. ¿Con qué fin? Todo esto asunto se ha degenerado en una miserable empresa monetaria y carrerista, que nosotros repudiamos.

(Publicado originalmente en inglés el 6 de marzo de 2019)

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