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Perspectiva

La prensa y el reporte de Mueller

El reporte del fiscal especial Robert Mueller, el cual exonera a Trump de culpa respecto a una presunta colusión con Rusia y obstrucción de la justicia, constituye una debacle política para el Partido Demócrata y la prensa corporativa. Día tras día, el grueso de la élite mediática, encabezada por el New York Times, inyectó afirmaciones infundadas y mentiras acusando a Rusia de subvertir las elecciones de 2016 y a Trump de ser un agente de Putin.

El reporte de Mueller, después de una extensa investigación de casi dos años, ha expuesto que toda la narrativa antirrusa ha sido una farsa, perpetrada contra el pueblo estadounidense en busca de sus fines políticos reaccionarios. El periodista Matt Taibbi publicó un artículo el sábado intitulado, “Es oficial: ‘Russiagate’ representa las armas de destrucción masiva de esta generación” en el que afirma: “El descalabro de la guerra de Irak dañó la reputación de la prensa. ‘Russiagate’ la destruyó… Sin embargo, como un fracaso puramente periodístico, las armas de destrucción masiva fueron un grano comparado con ‘Russiagate’”.

Aquellos responsables —desde las oficinas editoriales de los principales medios hasta los legisladores del Partido Demócrata— mintieron conscientemente, mientras servían como portavoces de facciones de la CIA, la Agencia de Seguridad Nacional y el FBI, cuya oposición al fascistizante Trump tenía un carácter completamente derechista. Se opusieron a Trump y buscaron deponerlo o debilitarlo políticamente con base en las posturas de que no era lo suficientemente beligerante hacia Rusia y que era demasiado renuente respecto a intensificar las intervenciones militares en Siria y otras partes.

La campaña antirrusa revivió los métodos de la caza de brujas del “temor rojo” mccarthista. Su objetivo tenía tres partes: primero, crear una atmósfera de histeria para justificar los preparativos para una guerra contra la potencia nuclear de Rusia; segundo, encauzar la oposición popular y de masas en una dirección derechista y proguerra; tercero, crear un pretexto para la censura en línea y otros ataques contra los derechos democráticos.

Era parte de una caza de brujas internacional contra Rusia, incluyendo la acusación inventada de que Putin estuvo detrás del envenenamiento del exciudadano ruso, Sergei Skripal y su hija en Inglaterra.

El reparto de papeles instrumentales en este fraude incluyó a Adam Schiff, el demócrata de mayor rango en la comisión de inteligencia de la Cámara de Representantes; su contraparte en el Senado, el milmillonario magnate de la industria tecnológica, Mark Warner; la comentarista del canal “liberal” MSNBC, Rachael Maddow; los presentadores de programas vespertinos, Stephen Colbert y Seth Meyers; y James Bennet, el editor de la página editorial del Times, cuyo padre, Douglas Bennet, administró la Agencia Internacional para el Desarrollo de EUA (USAID, por sus siglas en inglés) bajo el presidente Carter.

El director de inteligencia nacional bajo Obama, James Clapper, quien mintió al Congreso sobre el espionaje interno de la Agencia de Seguridad Nacional, así como el director de la CIA bajo Obama, John Brennan, quien defendió los programas de tortura de la CIA y le mintió al Congreso cuando negó que la CIA había accedido ilegalmente a las computadoras de la comisión de inteligencia del Senado, han sido omnipresentes en las difusiones que denuncian a Trump como un títere ruso.

Estas personas se involucraron en una conspiración política masiva. Los demócratas tomaron una decisión desde el principio, comenzando por la campaña electoral de la candidata favorita de Wall Street y la CIA, Hillary Clinton, de que no se opondrían a Trump con base en sus políticas sociales antiobreras o su hostilidad autoritaria hacia los derechos humanos y la promoción de racismo antiinmigrante, sino con base en cuestiones de política exterior imperialista.

Una encuesta del Tyndall Report sobre noticias en programas vespertinos de 2018 permite dar un vistazo a las prioridades de la prensa corporativa. Entre los canales ABC, CBS y NBC, la “investigación sobre injerencia rusa en las elecciones” fue reportado casi dos veces más que la detención (y abuso) de niños inmigrantes por parte del Gobierno de Trump y casi tres veces más que los asesinatos a tiros por parte de la policía en EUA.

“Russiagate” fue la segunda noticia más reportada, después de la batalla de #MeToo (#AMiTambién) en torno a la confirmación de magistrado Kavanaugh. Juntas, fueron reportadas cuatro veces más frecuentemente que el trato de los niños inmigrantes propios de la Gestapo.

El mecanismo por el cual la prensa convencional promovió la trama rusa consistió en publicar artículos de “noticias” compuestos por afirmaciones de oficiales y expertos de seguridad nacional, usualmente anónimos, sin corroborarlas con hechos. Las mismas agencias de inteligencia que arrastraron al pueblo estadounidense a una invasión ilegal de Irak que cobró cientos de miles de vidas iraquíes y miles de vidas estadounidenses con base en la Gran Mentira de las “armas de destrucción masiva” iraquíes fueron retratadas como fuentes incuestionables de la verdad.

El Partido Demócrata se basó en esta campaña derechista para oponerse a Trump, mientras que colaboraba con la Casa Blanca para aprobar presupuestos militares casi récord y se oponía a cualquier movilización popular contra los recortes fiscales para ricos y la persecución y encarcelamiento masivo de inmigrantes. Combinó la histeria antirrusa con la caza de brujas del #MeToo cuyo objetivo es promover la política de género y racial para dividir a la clase obrera, socavar los principios democráticos básicos como la presunción de inocencia y el debido proceso y consolidar el apoyo a las guerras imperialistas dentro de las capas privilegiadas de la clase media-alta.

El reporte de Mueller ha dejado al Partido Demócrata hecho añicos. Su intento de deponer a Trump u obligarlo a adoptar una política más beligerante hacia Rusia solo ha resultado en fortalecer su Administración y a los republicanos. La respuesta de los demócratas, reflejada en un editorial el lunes en el New York Times que recicló todas las mentiras sobre la “injerencia” rusa y que “sembró discordia”, será intensificar la campaña antirrusa y desplazarse más hacia la derecha.

El World Socialist Web Site se opuso y expuso desde un principio el fraude de la trama rusa. Explicó repetidamente la necesidad de que la clase obrera rechazara a ambos partidos de las grandes empresas y su política de “golpe palaciego”, y que condujera una lucha contra Trump con base en la movilización independiente y revolucionaria contra el capitalismo.

En nombre de luchar combatir las “noticias falsas” inspiradas por Rusia y defender “los medios de autoridad” contra todos los que se oponen a las políticas del Gobierno, el Estado de EUA ha reclutado a los gigantes tecnológicos y del Internet para marginalizar y censurar las publicaciones izquierdistas, ante todo el WSWS. Esto ha ido de la mano de la persecución en marcha de Julian Assange y, justo este mes, de la segunda encarcelación de Chelsea Manning, como punta de lanza de un ataque frontal contra la libre expresión.

El resultado de la debacle de los demócratas ha demostrado que fue precisamente la prensa “de autoridad” la que ha estado mintiendo conscientemente mientras que las exposición del carácter reaccionario de toda facción de la clase gobernante elaborada por el WSWS ha sido confirmada.

(Publicado originalmente en inglés el 27 de marzo de 2019)

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