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Podemos podría perder la mitad de sus escaños en las elecciones generales españolas

El apoyo al partido pseudoizquierdista español Podemos se ha desplomado antes de las elecciones generales del 28 de abril como resultado de sus políticas favorables a la austeridad y al Partido Socialista Obrero Español (PSOE).

Los sondeos sugieren que la porción de los votos para la coalición entre Podemos e Izquierda Unida ha caído del 21,1 por ciento en las últimas elecciones al 12,3 por ciento, y que podría perder hasta la mitad de sus 71 escaños en el Congreso.

Parte de su apoyo se ha ido al PSOE, al que las encuestas le dan apenas por encima del 27 por ciento, una subida respecto al 22,7 por ciento en las últimas elecciones de 2016. Al Partido Popular (PP) las encuestas le dan un 19 por ciento, un descenso desde el 33 por ciento.

El partido fascista Vox podría entrar al Congreso por la primera vez con el diez por ciento de los escaños —principalmente a expensas del PP y del partido derechista y antisecesionista Ciudadanos, ahora al 17,7 por ciento. Existe la posibilidad de que asuma el poder una coalición derechista formada por el PP, Ciudadanos y Vox.

Una de las principales razones del descenso del apoyo electoral a Podemos es la abstención masiva, particularmente entre los jóvenes, que ya no identifican al partido como una alternativa radical. Según las encuestas, solo el 49,5 por ciento de la población menor de 25 años de edad votará el 28 de abril.

Podemos surgió tras la debacle del sistema bipartidista que había durado décadas, que implicaba al PP y al PSOE, tras la crisis económica global de 2008 y que quedó más desacreditado durante los años de la austeridad. Guiado por académicos influidos por el estalinismo y teóricamente arraigados en un rechazo postmodernista del marxismo y del papel revolucionario de la clase trabajadora, Podemos articuló los intereses de capas pudientes de la clase media.

Persiguió desviar la resistencia a la contrarrevolución social contra la clase trabajadora tras críticas al amiguismo y la corrupción de la “casta” del PP/PSOE, afirmaciones de oponerse a la austeridad y hablar de nacionalizar las principales compañías y bancos.

A un año de su creación en 2014, Podemos estaba desafiando al PSOE y al PP como el partido con mayor apoyo de España (las encuestas le daban más del 25 por ciento de la intención de voto). Sin embargo, la clase trabajadora ahora está siendo testigo de primera mano de cómo gobierna Podemos en los “ayuntamientos del cambio” —imponiendo la austeridad, y recortes estimados en €2,3 mil millones, rompiendo huelgas y atacando a los inmigrantes. Una de las principales promesas del partido —parar el rápido aumento del alquiler (Barcelona por el 48 por ciento entre 2013 y 2017, y en Madrid por el 30 por ciento)— no se ha materializado.

Desde su creación, Podemos ha estado funcionando como un anexo del PSOE. Ayudó a llevar al PSOE al gobierno en junio de 2018 bajo un presidente del gobierno supuestamente de “izquierdas”, Pedro Sánchez.

Durante sus ocho meses en el poder, el PSOE demostró ser indistinguible del anterior gobierno del PP, implementando medidas de austeridad, atiborrando al ejército de miles de millones de euros, apoyando las operaciones de cambio de régimen en Venezuela que promueven los EUA, intensificando la represión a los inmigrantes y continuando la represión a los nacionalistas catalanes.

Podemos todavía estaría apoyando esa adminstración si no fuera porque los nacionalistas catalanes retiraron su apoyo a los presupuestos de 2019, obligando en febrero a Sánchez a convocar elecciones anticipadas.

Internamente, Podemos está implosionando, desgarrado con disputas de facciones, deserciones y un colapso del número de miembros. En diciembre pasado, el partido, que afirma tener 507.250 miembros, reeligió a Pablo Iglesias como secretario general con la participación de solo 60.000 votantes. Eso era menos de un tercio del número de votantes en el referéndum pasado sobre el liderazgo de Iglesias unos pocos meses antes en el que votaron 190.000 personas.

Izquierda Unida (IU), conducida por el estalinismo, y los partidos nacionalistas regionales que se precipitaron a aliarse con Podemos cuando estaba en lo alto, lo están abandonando. IU, aunque seguirá de aliada con Podemos a nivel nacional en Unidos Podemos (a la que se le cambió el nombre para estas elecciones, utilizando el género femenino, Unidas Podemos), ha decidido no presentarse junto a Podemos en las elecciones municipales y regionales del 26 de mayo.

El diputado de IU en el Congreso, Manuel Monereo, un estalinista y muy cercano a Iglesias, anunció que el proyecto de Podemos estaba “acabado” y exigió que se creara algo nuevo para dar la “esperanza y frescura” necesarias.

En Galicia, la alianza “nacionalista de izquierdas” En Marea ha rechazado la participación de Podemos, a lo que uno de sus diputados declaró, “Me indigna que tengamos la mayor representación en la historia de Galicia pero que estemos perdiendo influencia”. Se espera que En Marea baje de los cinco escaños de las elecciones pasadas a tres escaños.

Los nacionalistas valencianos de Compromís anunciaron que no repetirán su alianza con Podemos. La dirigente de Compromís Mónica Oltra dijo, “No es inteligente repetir la misma fórmula que reduce nuestras posibilidades electorales”. Se espera que Compromís pierda tres de sus cuatro escaños.

Los meses pasados fueron testigo también de deserciones de altos cargos de Podemos. Iñigo Errejón, el número dos de Podemos durante tanto tiempo, ha creado un nuevo partido junto a la alcaldesa de Madrid Manuela Carmena, Más Madrid, con el objetivo explícito de forjar alianzas con partidos de derechas. El secretario general de Podemos en Madrid, y miembro fundador, Ramón Espinar, ha presentado su dimisión, diciendo, “Cuando no tienes sitio para dirigir y no compartes el rumbo, te vas”.

La semana pasada, el diputado por Podemos en el Congreso Pablo Bustinduy, que fue portavoz del partido en la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso, renunció de la candidatura por Unidas Podemos para las elecciones europeas de mayo.

En un mitin el 23 de marzo, Iglesias, volviendo a la actividad política después de una baja por paternidad de tres meses, confesaba, “Sé que hemos decepcionado a mucha gente. … Nos dan vergüenza nuestras peleas internas por escaños, cargos [en la maquinaria estatal] y visibilidad. Nos hemos portado como cualquier otro partido”.

“No hemos sido capaces de cambiar las reglas al juego del enemigo. Hemos apoyado medidas que podrían aliviar problemas pero no los resuelven. No hemos venido a poner parches”.

El emplazamiento de Iglesias a que Podemos pare de poner “parches” no indica un genuino cambio de rumbo. Podemos continuará jugando al “juego del enemigo”. Quiere que Podemos asuma cargos ministeriales en un gobierno dirigido por el PSOE, en vez de apuntalarlo desde fuera, afirmando que esto lo habilitaría a ejercer presión más directamente y de alguna manera llevar al PSOE a la izquierda.

La portavoz de Podemos Irene Montero insistió en que Iglesias era “el único candidato” que defendió a la clase trabajadora y el único “que puede sentarse ante los poderosos y decirles que sus privilegios se han terminado”. Afirmando que sin Podemos el PSOE “nunca hubiera mirado a su izquierda”, Montero dijo que “nunca hemos estado más cerca de sentar a Pablo Iglesias en el Consejo de Ministros” y que, si reciben suficientes votos, intentarán renegociar un gobierno con el PSOE.

En menos de 24 horas, el PSOE, que está intentando superar a los partidos de la derecha en una campaña por la ley y el orden dirigida contra los nacionalistas catalanes, le respondió a Podemos. El secretario de organización del PSOE José Luis Ábalos aclaró que el partido estaba buscando una alianza con Ciudadanos, que “era preferible a los secesionistas [catalanes] para llevar a Sánchez al poder”. El apoyo de Ciudadanos es “siempre preferible al de aquellos que cuestionan la unidad de España y el marco constitucional”.

Aunque el PSOE está preparando un gobierno derechista con Ciudadanos que defienda abiertamente la austeridad y el régimen de Estado policial en Cataluña, Podemos está afirmando que solo ellos pueden empujar al PSOE a la izquierda.

Los grandes ausentes en estas elecciones son los crecientes niveles de pobreza, la precariedad y los preparativos para más austeridad y más medidas de Estado policial para responder al recrudecimiento internacional en la clase trabajadora.

El Banco de España ya ha alertado que el próximo gobierno tendrá que implementar recortes de €25 mil millones para cumplir con los compromisos de España con la UE, recortar el déficit público desde un 2,5 por ciento estimado ahora al 1,3 por ciento a finales de año y el 0,5 por ciento en 2020. Al mismo tiempo, se espera que el crecimiento económico baje del 2,2 por ciento al 1,7 por ciento en 2021.

(Publicado originalmente en inglés el 2 de abril de 2019)

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