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Perspectiva

El socialismo atormenta a la clase gobernante estadounidense

En los dos meses desde que Donald Trump prometió en su discurso del Estado de la Unión que “Estados Unidos nunca será un país socialista”, este presidente demagogo de derecha y el Partido Republicano han hecho del antisocialismo el tema central de la campaña en las elecciones de 2020.

En un discurso durante la Cena del Comité Nacional Republicano del Congreso, Trump declaró que se postulará en 2020 para combatir “la toma socialista” de Estados Unidos. “Amo la idea de ‘Mantener a EUA Grandioso’ como consigna de campaña”, dijo Trump, “porque los socialistas destruirán” este país.

La retórica de Trump está siendo cada vez más acogida por el Partido Republicano en su conjunto. Ayer el legislador de Utah, Chris Stewart anunció la formación de una “bancada antisocialista” en la Cámara de Representantes. “Este movimiento antisocialista” servirá “como un bastión para detener el avance de las políticas y la legislación socialistas”, manifestó Stewart.

“Si no recordamos esos tiempos peligrosos”, dijo, “el atractivo primitivo del socialismo avanzará e infectará nuestras instituciones”. El socialismo quiere “destruir la libertad, la democracia y el Estado de derecho”, declaró el congresista.

El ideólogo republicano, Pat Buchanan, fue más allá, afirmando que la elección de 2020 sería una decisión entre Trump y el socialismo, en la que “Trump será la última línea de defensa de esta nación contra la llegada de los Estados Unidos Socialistas”.

Mientras que Trump y los republicanos lo expresan en una forma particularmente cruda, ambos partidos principales de la élite gobernante estadounidense están unidos en su odio y temor hacia el socialismo. La semana pasada, el CEO del banco JP Morgan Chase, Jamie Dimon, conocido como el banquero favorito de Barack Obama y un importante donante al Partido Demócrata, centró su carta anual a accionistas en un ataque contra el socialismo.

El banco de Dimon recibió decenas de miles de millones de dólares en rescates gubernamentales y muchos miles de millones más de las tasas de interés ultrabajas de la Administración de Obama, así como de las políticas de impresión de dinero llamadas “expansión cuantitativa”. Les dijo a sus accionistas que “el socialismo siempre causa estancamiento, corrupción” y “un Gobierno autoritario”, lo que significaría “un desastre para nuestro país”.

Estas declaraciones expresan el temor que prevalece en la clase gobernante sobre el crecimiento de la oposición política dentro de la clase obrera hacia la desigualdad social, la cual está alimentando una ola huelguística internacional. El año pasado, más de medio millón de trabajadores estadounidenses participó en huelgas, 20 veces más que en 2017.

La semana pasada, Ray Dalio, el ex-CEO del fondo de inversiones, Bridgewater Associates, publicó un ensayo advirtiendo que Estados Unidos podría estar al borde de una revolución social. Escribió: “La disparidad en la riqueza, especialmente cuando es acompañada por la disparidad en los valores conlleva un conflicto cada vez mayor y, en el Gobierno, se manifiesta en la forma de populismo de izquierda y populismo de derecha y frecuentemente en revoluciones”.

Añadió que, “estamos ahora en una coyuntura en que” el aumento de la desigualdad social, a menos que sea revertido, producirá “un gran conflicto y alguna forma de revolución”.

Stratfor, el servicio privado de inteligencia, advirtió que las elecciones estadounidenses de 2020 representan un “punto de inflexión global” marcado por la intersección entre una desigualdad social que se dispara y una crisis de dominio global para Estados Unidos. “Se está suspirando sobre la etiqueta de ‘socialista’ tanto en la izquierda como la derecha”, escribió, “como una forma de cuestionar la misma supervivencia y legitimidad moral del capitalismo estadounidense”.

Lo que atemoriza a la clase gobernante no son las figuras que emplean una retórica izquierdista dentro del Partido Demócrata como Alexandria Ocasio-Cortez, sino el impulso objetivo hacia la lucha de masas de la clase obrera y su hostilidad hacia el capitalismo. Pese a aún estar en sus etapas iniciales, el crecimiento de la lucha de clases inevitablemente traerá consigo una oposición al capitalismo y un apoyo al socialismo.

En Francia, el presidente Emmanuel Macron ha presentado propuestas a la Agrupación Nacional y ha rendido homenaje al mariscal Philippe Pétain, el dictador y colaboracionista de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. En Reino Unido, el brexit ha sido utilizado para movilizar a extremistas de derecha que han asesinado a una parlamentaria laborista, Jo Cox, conspirado para matar a otro parlamentario laborista, atacado violentamente al líder laborista Jeremy Corbyn y profanado repetidamente la tumba de Karl Marx.

Sin embargo, este proceso ha tomado su forma más peligrosa en Alemania, cuya clase gobernante le dio Adolf Hitler al mundo. Ahí, la prensa, la élite política y amplias secciones de la academia han promovido y defendido sistemáticamente a líderes de la ultraderecha. Cuando los Jóvenes y Estudiantes Internacionales por la Igualdad Social (JEIIS, o IYSSE en inglés) apuntaron a las opiniones de extrema derecha del profesor Jörg Baberowski de la Universidad de Humboldt, quien declaró que “Hitler no era cruel”, el JEIIS fue atacado no solo por los medios, sino por la administración de la universidad, la cual inmediatamente defendió al héroe de la ultraderecha.

El Partido Socialista por la Igualdad (PSI) escribió más temprano este año:

El fascismo todavía no es un movimiento de masas como lo fue en los años treinta. Sin embargo, ignorar el creciente peligro sería políticamente irresponsable. Con el apoyo de secciones de la clase gobernante y el Estado, los movimientos derechistas han podido explotar demagógicamente la frustración y el enojo sentidos por amplias capas de la población. En esta situación, la lucha contra el resurgimiento de movimientos ultraderechistas y fascistizantes es una tarea política urgente.

Los esfuerzos de la élite gobernante estadounidense para promover el movimiento fascistizante contra el crecimiento de la oposición socialista dentro de la clase obrera subrayan la importancia crítica de las reuniones organizadas por el PSI y el JEIIS en todo Estados Unidos, comenzando esta semana, bajo el titular “El peligro del fascismo y cómo combatirlo”.

Cristoph Vandreier, el secretario nacional adjunto del Sozialistische Gleichheitspartei (el PSI en Alemania), y el autor del nuevo libro Why Are They Back? Historical Falsification, Political Conspiracy and the Return of Fascism in Germany (¿Por qué están de vuelta? Falsificación histórica, conspiración política y el regreso del fascismo en Alemania) se pronunciará en la reunión, presentando las lecciones de la lucha contra el fascismo en Alemania durante los años treinta y hoy ante una audiencia estadounidense. Muchas de las reuniones también serán tendrán intervenciones de David North, el presidente de la junta editorial del WSWS y presidente nacional del PSI en Estados Unidos.

Urgimos a todos nuestros lectores a atender las conferencias de Vandreier y a participar en la discusión de una estrategia socialista para movilizar a la clase obrera contra la amenaza del fascismo. Como lo indicó David North ante una audiencia alemana hace poco, explicando la importancia de estas reuniones en el desarrollo de un movimiento internacional de los trabajadores y jóvenes contra el peligro fascista: “Casi del día a la mañana, en la medida en que la gente se vuelva consciente en este país del peligro que enfrentan, anticipamos un crecimiento enorme de la oposición social y política. Sin embargo, esto requerirá un nivel muy alto de conocimiento histórico y político”.

(Publicado originalmente en inglés el 8 de abril de 2019)

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