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Perspectiva

¿Qué hay detrás del conflicto de Trump con la Reserva Federal? Una inminente crisis económica y conflictos de clases

Los repetido llamados del presidente Donald Trump a la Reserva Federal de Estados Unidos o “Fed” a relajar su política monetaria y proveer un nuevo impulso al mercado bursátil ha expuesto la realidad económica y política detrás de la máscara de la ideología oficial.

En sus últimas declaraciones a través de un tuit el domingo, Trump dijo que el índice bursátil Dow Jones estaría a 5.000 o incluso 10.000 puntos de donde está ahora si la “Fed” no hubiera ajustado las tasas de intereses el año pasado. Además, exigió que el banco central reanude su programa de “expansión cuantitativa” bajo el cual derramó billones de dólares en los mercados financieros tras el derrumbe financiero de 2008.

Por más de tres décadas, la bolsa de valores ha servido como el principal instrumento financiero de la clase gobernantes estadounidense para una redistribución sin precedentes de riqueza de la población trabajadora a los ricos. Tanto bajo Gobiernos demócratas como republicanos, el Dow ha seguido multiplicándose, 17 veces desde 1985 con base en un asalto intransigente a los puestos de trabajo y salarios de los trabajadores, y en recortes a la educación, salud y otros servicios sociales.

Bajo Obama, el Dow aumentó más de 250 por ciento. Bajo Trump, se ha disparado un 32 por ciento más.

El refrán oficial ha sido la mentira de que “no hay dinero” para las escuelas, el acceso a la salud, vivienda o pensiones, mientras que se derrochan cantidades ilimitadas de dinero para los yates, islas privadas y apartamentos de lujo en Manhattan de los aristócratas modernos, así como en armas convencionales y nucleares cada vez más letales para preparar un nuevo Armagedón militar.

La desigualdad de la riqueza y los ingresos ha alcanzado niveles récord, consolidando el dominio de la oligarquía financiera sobre cada aspecto de la vida social y política de Estados Unidos.

Trump simplemente está diciendo abiertamente lo que la “Fed” ha estado haciendo durante todo este periodo detrás de las pretensiones oficiales de “neutralidad” e “independencia”, y ahora está pidiendo que haga más de lo mismo.

El hecho de que aparezcan objeciones a los comentarios de Trump en el New York Times y otras secciones importantes de la élite política y mediática, afirmando de que infringen la “independencia” de la Reserva Federal, no se debe a ningún desacuerdo con la dirección fundamental de sus políticas. Lo que les preocupa es que Trump está buscando transformar el banco central estadounidense de un instrumento de la clase gobernante en general a uno controlado por su propia facción. Sin embargo, las facciones rivales de Trump y de las secciones que este timador convertido en presidente representa dentro de la élite gobernante dependen de las mismas formas de parasitismo financiero.

Legalmente, la Reserva Federal está encargada de ajustar la política monetaria de forma que garantice precios estables y niveles de empleo máximos, independientemente de los altibajos de la bolsa de valores. Sin embargo, la “Fed” ha forjando sus políticas con el fin de apuntalar los mercados financieros desde el colapso de la bolsa de octubre de 1987, cuando Wall Street se precipitó más de 22 por ciento en un solo día y el entonces presidente de la “Fed”, Alan Greenspan, anunció que las válvulas financieras estaban abiertas.

Esto llevó a lo que sería apodado el “put” u opción de venta de Greenspan: cuando los mercados comenzaran a fallar, la Reserva Federal estaría lista para intervenir y darles un empujón con la provisión de dinero barato. Greenspan intentó en una ocasión contener lo que llamó “exuberancia irracional” en 1996, pero la reacción fue tan negativa de parte de las élites financieras que nunca lo volvió a intentar.

Desde entonces, el mantra oficial es que era imposible detectar si se estaba formando una burbuja financiera y que había que dar rienda suelta a los mercados hasta que la “Fed” interviniera para apoyarlos cuando sus actividades especulativas desencadenaran otra crisis.

Este programa se intensificó después del colapso financiero de 2008, cuando el Gobierno vertió cientos de miles de millones de dólares en el rescate de los bancos y la “Fed” inició su política de expansión cuantitativa, entregando billones de dólares de dinero sumamente barato para asegurar de que la racha especulativa continuara y se expandiera.

Al mismo tiempo, se insistió de que había que reducir continuamente los impuestos sobre las empresas. Esto ha dado paso a una situación en la que, según un análisis reciente, 60 empresas estadounidenses que se apropiaron de miles de millones de dólares en ganancias no pagaron ningún impuesto en 2018, con algunas que incluso recibieron un reembolso fiscal.

La más reciente intervención de Trump viene acompañada de la afirmación de que la economía estadounidense está sosteniendo su ritmo y que podría crecer incluso más rápido si la “Fed” deja de limitarla. Sin embargo, lejos de mostrar fuerza, los ultimátums de Trump reflejan una crisis cada vez más profunda y el temor de que el castillo de cartas financiero colapse al menos que se bombee más dinero en el sistema.

Dos hechos básicos desmienten las afirmaciones de la fuerza subyacente de la economía estadounidense. La tasa de interés actual de entre 2.25 por ciento y 2.5 por ciento es una de las más bajas de la historia económica, pero el Gobierno de Trump quiere al menos 0.5 puntos menos.

El mercado bursátil, reinflado por especulación financiera, es como un drogadicto que exige más cuando su salud comienza a deteriorarse. Cuando la bolsa de valores estadounidense se acercó a un mercado a la baja a principios de este años y Wall Street exigió que la “Fed” detuviera su política de aumentos graduales de la tasa de interés, la “Fed” se volvió a enfilar y el presidente Jerome Powell anunció que abandonaría sus esfuerzos para “normalizar” las tasas de interés, lo que produjo la racha alcista más reciente, llevando al Dow a pocos puntos de su récord.

A fines de 2017, Trump afirmó que el obsequio de billones de dólares en recortes fiscales a las corporaciones permitiría un salto meteórico en la economía gracias a incrementos en las inversiones y empleos bien remunerados. Esta mentira ha quedado expuesta con el grueso del dinero de los recortes fiscales yendo a recompras de acciones y otros medios parasíticos para inyectar más dinero en los cofres de los ricos.

Ahora, la economía global, de la cual depende la economía estadounidense pese a los alardes de Trump sobre el éxito de su programa de “Estados Unidos primero”, está sufriendo un estancamiento importante después del breve repunte en 2017.

En su último reporte económico, el Fondo Monetario Internacional recortó su pronóstico de crecimiento global, advirtiendo que el 70 por ciento de la economía mundial estaba viviendo una desaceleración, un fenómeno concentrado en las economías más avanzadas, incluyendo EUA. Dichas advertencias se han vuelto más significativas desde el anuncio el miércoles por el Gobierno alemán de que recortaría a la mitad su pronóstico de crecimiento económico en 2019 a tan solo 0.5 por ciento.

La Administración de Trump teme la posibilidad de una recesión o incluso de una desaceleración importante en la economía, alimentando una ola cada vez más grande de huelgas y protestas y transformándola en una explosión social, no solo en las áreas del “Cinturón del Óxido” (Rust Belt), sino en todo el país.

Estos temores van más allá de la Casa Blanca, Un ensayo reciente del presidente del fondo de inversión, Bridgewater Associates, el milmillonario Ray Dalio, advirtió que hay “una brecha muy grande” entre las condiciones económicas de la población y que un giro negativo en la economía podría provocar un conflicto y “revoluciones de un tipo u otro”.

Debido a que las tasas de intereses ya están en niveles históricamente bajos, Dalio señaló que estaba “preocupado sobre cómo será la próxima recesión económica, especialmente porque los bancos centrales tienen una capacidad limitada para revertirla”.

Es ante todo el temor dentro de la élite gobernante hacia el aumento en el apoyo al socialismo en la clase trabajadora que subyace tanto la autoproclamada guerra de Trump contra el socialismo y el ataque bipartidista de la élite gobernante contra los derechos democráticos.

(Publicado originalmente en inglés el 18 de abril de 2019)

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