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Perspectiva

El reporte de Mueller y la campaña contra Rusia

La publicación del reporte del fiscal especial Robert Mueller sobre acusaciones de interferencia rusa en las elecciones estadounidenses y una presunta colusión con el Gobierno de Trump ha reavivado la feroz guerra entre facciones dentro de la clase gobernante estadounidense.

Un editorial publicado la tarde del viernes por el New York Times revela muy claramente, después de dos años, de qué se trata realmente el conflicto. Como lo ha insistido repetidamente el World Socialist Web Site, las secciones dominantes del aparato militar y de inteligencia, cuyas demandas han sido asumidas por el Partido Demócrata y la prensa, no aceptarán ningún paso atrás de una intensificación del conflicto con Rusia.

La declaración del consejo editorial del Times está intitulada “El reporte de Mueller y el peligro para la democracia estadounidense” y lleva el subtítulo “Una victoria percibida por la interferencia rusa presenta un riesgo serio para Estados Unidos”.

Así comienza: “El reporte del fiscal especial Robert Mueller deja un espacio considerable para la guerra partidita sobre el papel del presidente Trump y su campaña política en la injerencia rusa durante las elecciones de 2016. Pero una conclusión es inequívoca: ‘El Gobierno ruso interfirió en la elección presidencial de 2016 de una manera general y sistemática’”.

Esta declaración es un reconocimiento insincero de que el reporte de Mueller no logró corroborar muchas de las acusaciones descabelladas, promovidas por medios como el Times, de colusión o coordinación directa entre la campaña electoral de Trump en 2016 y el Gobierno ruso. Sin embargo, el Times está más interesado en la acusación subyacente pero igual de infundada de que Rusia atacó la “democracia estadounidense” y que una respuesta agresiva es necesaria.

“La interferencia rusa en la campaña fue la cuestión central que el Sr. Mueller fue nombrado a investigar”, escribe el Times, “y si estuvo cerca pero no acusó a la campaña de Trump de cooperar abiertamente con los rusos —el reporte rechaza piadosamente hablar sobre ‘colusión’, un término que no significa nada en las leyes estadounidenses— fue inequívoco en cuanto a la culpabilidad de Rusia: ‘En primer lugar, la Oficina determinó que ambas operaciones principales de Rusia en la elección presidencial —la campaña en redes sociales y las operaciones de hackear y derramar— violaron leyes criminales estadounidenses”.

En una sección clave, el Times se quejó de que Trump no tomara en serio esta supuesta interferencia en la política estadounidense. “Culpable o no”, escriben los editores, “debe hacérsele entender de que una potencia extranjera que interfiere en elecciones estadounidenses está, de hecho, intentando distorsionar la política exterior y la seguridad nacional de EUA”.

“Distorsionar la política exterior…”. Esto se refiere a las operaciones imperialistas y patrocinadas por la CIA en Siria y la campaña directamente contra Rusia.

Además de los conflictos sobre política exterior, la campaña antirrusa ha buscado criminalizar la oposición interior y justificar ataques sin precedente contra la libertad de expresión, incluyendo la censura del Internet por medio de Google, Facebook y otras empresas de plataformas sociales, bajo el absurdo pretexto de que las operaciones en línea de Rusia son responsables del conflicto social en Estados Unidos.

¡Como si la creciente ola de descontento social, impulsada por niveles sin precedentes de desigualdad social, fuera el producto de una nefasta intervención de Vladimir Putin! Esto es simplemente la resurrección de las persecuciones histéricas mccarthistas, con la Rusia capitalista tomando el lugar de la Unión Soviética.

Una expresión particularmente nociva del ataque contra los derechos democráticos es el acuerdo, en todas las facciones de la élite gobernante estadounidense, de poner a WikiLeaks en la mira. El reporte de Mueller fue emitido pocos días después de que la policía británica capturara al fundador de WikiLeaks, Julian Assange, y que el Gobierno estadounidense revelara que estaba pidiendo su extradición para encarar una detención indefinida o algo peor.

El editorial del Times repite la acusación —tampoco sustanciada pero aun así mencionada por el reporte de Mueller— de que el Gobierno ruso estuvo involucrado en hackear “la campaña de Clinton y el Comité Nacional Demócrata y filtrar montones de materiales perjudiciales por medio de los grupos de fachada DC Leaks y Guccifer 2.0, y luego por medio de WikiLeaks”.

“El verdadero peligro que revela el reporte de Mueller”, insiste el Times, “no es que el presidente haya permitido consciente o inconscientemente que una potencia hostil haya realizado sus sucios trucos a su favor, sino es el de un presidente que se rehúsa a ver que ha sido utilizado para hacer daño a la democracia y la seguridad nacional estadounidenses”.

Añade, “Una victoria percibida para la interferencia rusa presenta un serio peligro para Estados Unidos. Varias agencias estadounidenses ya están trabajando, en conjunto con la industria tecnológica, para prevenir que avance la interferencia electoral”. Es decir, Google y Facebook ya instituyeron medidas de gran alcance para censurar el Internet. “Sin embargo, el Kremlin no es el único Gobierno hostil contaminando el ciberespacio estadounidense —China y Corea del Norte son dos otros que están afinando sus arsenales cibernéticos, y ellos también podrían estar tentados a manipular las riñas partidistas para sus propios fines—”. Es decir, es necesario implementar más medidas.

Aquí, tenemos la combinación de los objetivos gemelos e interrelacionados de todas las facciones de la clase gobernante —intensificar la guerra, no solo contra Rusia, sino también contra China, y suprimir la oposición social—.

El Times acaba extendiéndole un ramito de olivo a Trump y los republicanos. “Puede que ambos partidos no estén de acuerdo sobre la culpabilidad del Sr. Trump”, escriben los editores, “pero ya encontraron una cantidad de terreno en común con las sanciones que ya impusieron a Rusia por la interferencia en la campaña. Ahora, podrían justificar el tiempo y gastos considerables de la investigación del fiscal especial, al mismo tiempo en que demuestran que las fisuras en la política estadounidense no son terminales, dejándoles claro juntos a Rusia y las otras fuerzas hostiles de que el proceso democrático en Estados Unidos y sus aliados está estrictamente fuera de límites para manipulaciones extranjeras clandestinas y que cualquier persona que lo intente pagará un alto precio”.

Ahí lo tenemos, directamente de la fuente. La oposición de los demócratas y sus medios de prensa afiliados contra el Gobierno de Trump nunca se ha tratado de sus políticas fascistizantes, su agenda ilegal e inconstitucional o sus métodos de gobierno autoritarios, sino que ha girando en torno a preocupaciones de que ha socavado lo que consideran intereses geoestratégicos clave del imperialismo estadounidense.

En la medida en que le importe a la clase gobernante —y nos referimos tanto a los demócratas como al Gobierno de Trump— el “alto precio” no será pagado solo por los rivales en política exterior de la clase gobernante estadounidense, sino también por la clase obrera en casa.

(Publicado originalmente en inglés el 20 de abril de 2019)

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