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Policía mexicana detiene a cientos de inmigrantes centroamericanos en redada masiva

La policía federal mexicana llevó a cabo una redada masiva en el estado sureño de Chiapas el lunes, arrestando a más de 370 inmigrantes centroamericanos. Los inmigrantes eran parte de una caravana de solicitantes de asilo que viajaban a la frontera de EUA y México para escapar condiciones de pobreza y guerra en sus países de origen.

El arresto masivo, el más grande en años recientes, muestra que la clase dirigente mexicana está implementando servilmente los ataques fascistoides del Gobierno de Trump contra los inmigrantes. El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador (AMLO) –un político capitalista supuestamente “izquierdista”– está rompiendo abiertamente con el proceso legal debido y las leyes internacionales de asilo al deportar a decenas de miles, restringir las visas humanitarias, y forzar a que los solicitantes de asilo permanezcan en México mientras que sus casos son determinados en las cortes.

La redada el lunes afuera del pueblo de Pijijiapan, Chiapas, fue diseñada para aterrorizar a los inmigrantes lo más posible. Cuando el grupo decidió descansar en la sombra, la policía y los agentes federales descendieron sobre la cola de la caravana, empujando a hombres, mujeres y niños a sus camiones.

“Esperaron a que estuviéramos descansando y nos atacaron, agarraron a los niños y mujeres”, le dijo un campesino hondureño de 59 años al Washington Post. “Nos agarraron sin piedad, como si fuéramos animales”, dijo un inmigrante salvadoreño. “Eso es una barbaridad porque somos humanos todos”. Cuando trataba de escapar de los agentes de migración, un joven hondureño de 27 años de edad gritó, “¿Por qué me quieren arrestar?”.

Demostrando que la policía mexicana se ha convertido, para todos los efectos, en el brazo sureño de la Patrulla Fronteriza estadounidense, los vídeos del evento muestran a agentes arrebatando a niños en lágrimas de los brazos de sus madres. Estas mismas acciones detonaron protestas a lo largo y ancho de EUA en junio pasado.

Varios grupos de inmigrantes ya han notado un cambio en el patrón de viajes de las caravanas hacia rutas más peligrosas en semanas pasadas. Esto incluye el uso más frecuente del tren de carga conocido como “La Bestia”, en donde innumerables inmigrantes han perdido extremidades o han sido víctimas de enfermedades, hambre, violaciones, pandillas o trata humana.

Ante la indignación internacional después de la redada, la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, trató de defender estas acciones ilegales reclamando que los inmigrantes se habían comportado “agresivamente” contra la policía. Reporteros del AP que estaban en la escena negaron estas alegaciones y reportaron que solamente una roca fue lanzada, y solo después de ataque inicial por la policía.

Por su parte, López Obrador descaradamente declaró que deportar a los inmigrantes a las miserables condiciones en sus países de origen de alguna manera garantizaría su seguridad. “No queremos que tengan libre paso...Desgraciadamente, en el norte hemos tenido problemas de asesinatos de migrantes...continuaremos respetando sus derechos humanos”, dijo AMLO el martes.

Los refugiados que serán devueltos a condiciones horrendas de abuso doméstico, ataques de maras y explotación corporativa deberían reaccionar con nada más que desprecio hacia la “preocupación” de AMLO por su seguridad.

Este marcado abordaje de mano dura por parte de las autoridades mexicanas es una sumisión a las amenazas autoritarias de Trump de cerrar la frontera entre EUA y México. Trump elogió la redada por Twitter el miércoles, declarando que las caravanas habían sido “reducidas en tamaño” por México pero que se debían tomar más medidas para “detener el resto o nos veremos forzados a cerrar esa sección de la Frontera y llamar al Ejército”.

Trump también denunció un incidente en abril cuando soldados mexicanos apuntaron sus armas a soldados estadounidenses accidentalmente cuando patrullaban la frontera. “¡Más vale que no vuelva a pasar! Ahora estamos enviando SOLDADOS ARMADOS a la Frontera. ¡México no está haciendo lo suficiente en detenciones y deportaciones!”.

Las redadas masivas están siendo combinadas con un nivel récord de deportaciones y un freno brusco en la emisión de visas humanitarias. Más de 11.800 inmigrantes han sido deportados de México en las primeras tres semanas de abril, un aumento de más de dos tercios comparado con enero. El Gobierno mexicano emitió 13.000 visas humanitarias en enero, un par de miles en febrero, y ninguna desde entonces, según un oficial del Instituto Nacional de Migración (INM).

Las autoridades mexicanas también están previniendo que los solicitantes de asilo viajen más allá de los estados sureños de México, donde el istmo es más estrecho y los inmigrantes se encuentran atrapados sin una visa o manera segura de viajar. Unos 5.000 inmigrantes centroamericanos están siendo detenidos ilegalmente en el estado de Chiapas. La mayoría, incluyendo mujeres y niños, se encuentran en albergues improvisados con higiene y comida inadecuadas.

Las acciones criminales del Gobierno mexicano no son el resultado de una política “preferida”, sino la respuesta de clase que fluye de su papel como socios menores del imperialismo estadounidense. La clase dirigente mexicana depende del capital financiero estadounidense para su riqueza y privilegio, incluyendo el hecho de que el 80 por ciento de las exportaciones mexicanas se destinan a EUA. El cierre de la frontera de EUA y México o huelgas masivas como las de los trabajadores de las maquiladoras en Matamoros pondrían en juego miles de millones de dólares en ganancias. Por lo tanto, ni AMLO ni cualquier otro político capitalista puede ser presionado para actuar a favor de la clase obrera porque esto dañaría sus propios intereses objetivos.

Cada obrero debe sacar conclusiones de las acciones criminales del Gobierno mexicano y de López Obrador. Los trabajadores no deben juzgar a AMLO por su palabrería populista ni por sus pretensiones “izquierdistas”, sino por sus ataques contra los inmigrantes empobrecidos, sus difamaciones contra los maestros que luchan por la educación pública y sus maniobras para terminar las huelgas de los trabajadores de las maquiladoras en Matamoros.

La clase obrera a lo largo de Norte y Centro América ya está objetivamente unida por miles de hilos económicos y sociales. Los verdaderos socialistas insisten en que los inmigrantes no son los enemigos de los trabajadores, sino aliados comunes que enfrentan los mismos problemas y tienen los mismos intereses. Si las corporaciones y los bienes manufacturados pueden cruzar fronteras sin visas o restricciones, esté también debería ser el derecho de la clase obrera internacional, la clase que produce toda la riqueza de la sociedad. Los inmigrantes deben ser liberados inmediatamente y se les debe dar paso libre al destino que deseen, con plenos derechos de ciudadanía.

Ninguna facción de la clase dirigente tiene algo que ganar con la defensa de los derechos democráticos. La defensa de los inmigrantes, la lucha por fronteras abiertas y la expropiación de la riqueza de los ricos para ponerle fin a la pobreza y la explotación de una vez por todas es la tarea de la única fuerza revolucionaria en la sociedad: la clase obrera internacional.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 26 de abril de 2019)

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