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Perspectiva

La Casa Blanca y Google lanzan guerra tecnológica contra China

El lunes, Google, el monopolio de búsquedas de internet y programas para teléfonos inteligentes, anunció que bloquearía el acceso de los teléfonos Huawei a partes críticas del sistema operativo Android, efectivamente poniendo fin al negocio de Huawei fuera de China.

Intensificando el golpe, las fabricantes de hardware estadounidenses, Qualcomm, Broadcom e Intel anunciaron que no le venderán más componentes a dicha empresa, sin los cuales no puede producir su línea actual de teléfonos inteligentes y sistemas de infraestructura informática.

Estas decisiones se producen después de que el Departamento de Comercio de EUA añadiera a Huawei a su “Lista de entidades restringidas” basándose en que estaba “involucrada en actividades contrarias a los intereses de seguridad nacional y política exterior de EUA”.

Las empresas acataron la medida descaradamente proteccionista de Trump, la cual implica consecuencias serias para sus propios intereses empresariales, sin siquiera un indicio de protesta. Independientemente del daño que la guerra comercial de Trump cause a sus ganancias, esto será más que compensado al congraciarse con el Estado de EUA y asegurarse un trato regulatorio preferencial, así como lucrativos contratos militares de miles de millones de dólares.

Huawei anuncia el teléfono inteligente plegable Mate X en febrero

En un editorial nervioso, reflejando las dudas de la clase gobernante británica sobre la guerra estadounidense contra Huawei, el Financial Times va directo al grano. Estados Unidos tiene miedo de que, en China, “la tecnología esté encaminada a superar la de Estados Unidos”, escribió. El diario concluye atrevidamente, “Sin duda, los pasos de EUA parecen ser parte de un intento para contener el surgimiento de China”.

Con las ventas de teléfonos de Apple y Samsung cayendo estrepitosamente, Huawei estaba al borde de convertirse en el mayor vendedor de teléfonos inteligentes para fines de este año, además de ser el proveedor líder de equipo de telecomunicaciones 5G.

En cuestión de unos pocos años, Huawei se ha convertido en el competidor más dinámico en un mercado mundial altamente competitivo y acaudalado de teléfonos inteligentes. Sus ventas de teléfonos han aumentado 50 por ciento en los últimos 12 meses.

Huawei no solo ha producido la cámara para celulares mejor clasificada, según DxOMark, por dos generaciones consecutivas. Debido al lanzamiento fracasado del Galaxy Fold de Samsung, Huawei también está a punto de presentar el primer teléfono para ventas masivas que se convierte en una Tablet, dominando un segmento del mercado que Apple, el antiguo líder industrial, ni siquiera ha intentado ingresar.

Sin embargo, la colocación de Huawei en la lista negra por parte del Gobierno de Trump y la cooperación de Google y otras de las principales empresas tecnológicas significará la destrucción efectiva de Huawei como un competidor en el mercado global de teléfonos inteligentes. Incluso si pudiere seguir produciendo teléfonos sin depender de componentes vendidos por las empresas estadounidenses, sus ventas estarán confinadas al mercado chino. Los pasos recientes, le comentó un analista al Financial Times, “muy probablemente le costarán a Huawei todos los envíos de teléfonos inteligentes fuera de China”.

Nadie sabe cuáles serán las consecuencias de esta última descarga en la guerra comercial mundial. El desarrollo del internet y el lanzamiento de la economía basada en aplicaciones por Apple en 2007 se produjeron en un periodo de globalización e integración internacional. Sin embargo, el internet y la industria tecnológica global están siendo fragmentados a lo largo de fronteras nacionales, en medio de un aumento en el proteccionismo y las guerras económicas.

En una advertencia clara sobre las implicancias potenciales del desgarramiento de las relaciones entre EUA y China, Morgan Stanley predijo que, a pesar de la política monetaria más relajada de la Reserva Federal, el paso contra Huawei presagia una probable “recesión completa” en Estados Unidos.

El anuncio de la Casa Blanca la semana pasada sobre nuevas restricciones contra Huawei y su cumplimiento por parte de Google suceden después de un fracaso casi total de los esfuerzos estadounidenses para prevenir que sus aliados compren equipo de comunicaciones de Huawei. Reino Unido, Alemania, India y otros países rechazaron los esfuerzos de Washington de torcerles el brazo para que prohíban el equipo de telecomunicaciones de 5G vendido por Huawei, el cual es visto universalmente como substancialmente superior al de sus competidores s. occidentales.

En respuesta, Estados Unidos simplemente escaló su ofensiva, llevando a lo que un analista describió al Financial Times como “efectivamente la señal inicial de una guerra fría tecnológica”. El New York Times la llamó el comienzo de una “cortina de hierro digital”.

La masiva y repentina intensificación de la guerra comercial de EUA contra China fue una sorpresa para muchos. “La decisión del Gobierno de Trump es mucho más generalizada de lo que muchos chinos esperaban”, le dijo un analista al Times … “También sucedió mucho más temprano, Muchas personas solo captan que es real hasta ahora”.

El creciente conflicto entre EUA y China gira en torno a la campaña de EUA para prevenir que las empresas chinas entren en segmentos de manufactura de alto valor previamente dominados por EUA o miembros de la Unión Europea como Alemania. El año pasado, el Gobierno de Trump redujo la duración de las visas para los estudiantes de posgrado chinos que estudien en robótica, aviación o manufactura de alta tecnología. Mientras tanto un grupo de legisladores está presionando para imponer restricciones más fuertes para las visas estudiantiles.

Vicepresidente de los Estados Unidos Mike Pence

En noviembre, el vicepresidente Mike Pence anunció lo que muchos llamaron una nueva Guerra Fría entre EUA y China, exigiendo que China abandone sus esfuerzos para ingresar en “las industrias más avanzadas del mundo, incluyendo robótica, biotecnología e inteligencia artificial”, describiéndolas como “las cumbres de mando de la economía del siglo veintiuno”.

Desde entonces, los negociadores estadounidenses y chinos han discutido intensamente un posible acuerdo para detener la guerra comercial, pero las negociaciones se rompieron una vez que quedó en claro para los negociadores chinos de que Estados Unidos estaba exigiendo lo que China no puede ofrecer: efectivamente desmantelar su sector de manufactura de alta tecnología.

En un comentario sobre el anuncio de la semana pasada, el China Daily declaró, “Con su trato a Huawei, el Gobierno estadounidense ha revelado toda su fealdad en cuanto a sus relaciones con los oros países: su despotismo como la única superpotencia mundial sin respeto alguno a las reglas, su soberbia y falta de respeto hacia la dignidad de sus socios comerciales, su actitud condescendiente hacia el resto del mundo y su absoluto egoísmo y falta de voluntad para aceptar que es un miembro de una comunidad más amplia”.

Sin embargo, ¿la élite gobernante china podría haber esperado algo diferente? El imperialismo estadounidense estaba feliz con convertir a China en la principal fuente de mano de obra barata del mundo, extrayendo miles de millones de dólares de la explotación de su proletariado. Sin embargo, Estados Unidos no permitirá que China se convierta en su par económico y utilizará todo su poder, desde su papel dominante en el sistema financiero global, hasta su red de alianzas o la amenaza de una guerra nuclear de plena escala, para garantizar su dominio.

El intento de Estados Unidos de destruir a Huawei solo es una muestra de lo lejos que irá para asegurar su hegemonía. El país que le ha dado al mundo Hiroshima, Vietnam y la guerra de Irak está dispuesto a destruir más que solo empresas. Está poniendo su mira ahora en un país con 1,4 mil millones de personas, con consecuencias potencialmente devastadoras para toda la humanidad. China, más allá de su tan alardeado crecimiento económico, sigue siendo un país oprimido atrapado en la mira del imperialismo.

Estos acontecimientos deberían archivar los populares argumentos académicos de que las categorías del marxismo—el imperialismo, los monopolios, la explotación y el conflicto entre la economía global y el sistema de Estados nación—han quedado en el pasado. De hecho, solo estas herramientas analíticas pueden explicar la fragmentación de la economía global en el siglo veintiuno y la reemergencia de “conflictos entre grandes potencias”.

El argumento central del marxismo contemporáneo, algo que ha quedado abundantemente claro en el siglo veinte, es que la revolución socialista es la única forma de evitar una nueva conflagración mundial, impulsada por la desesperada lucha entre los Estados nación capitalistas en busca de mercados, ganancias e influencia.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 21 de mayo de 2019)

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