Español

Peligran 25.000 empleos por colapso de British Steel

La segunda siderúrgica más grande del Reino Unido, British Steel, ha sido puesta bajo administración judicial hoy, desechando casi 5.000 empleos, principalmente en su planta de Scunthorpe, pero también en su sede en Teesside. Otros 20.000 puestos de trabajo podrían desparecer por pertenecer a la misma cadena de suministro. El cierre tendrá un impacto devastador en el área.

Las negociaciones con el Gobierno de ayer sobre la obtención de apoyo financiero fracasaron.

Aunque la compañía se llama British Steel, una referencia histórica a la antigua entidad nacionalizada, es propiedad del capital del fondo buitre Greybull, el cual compró la planta Scunthorpe en crisis por £1 en 2016 a Tata Steel Europe. Utilizó la marca British Steel para sus operaciones, centradas en lo que era la división de Long Products de Tata en el Reino Unido.

Planta acerera Scunthorpe

Hace solo unas semanas, Greybull recibió un préstamo de £120 millones del Gobierno que se pagará en términos comerciales favorables para ayudarlo a cumplir con una ley ambiental de la Unión Europea (UE) sobre las emisiones de carbono. Los pagos fueron necesarios debido a la demora en la salida del Reino Unido de la UE, originalmente fijada para el 29 de marzo. Los £120 millones significaron que British Steel no enfrentaría multas por incumplimiento de las normas de la UE, además de otras multas existentes, lo que habrían igualado unos £600 millones.

Greybull inicialmente exigió un préstamo de £75 millones más al Gobierno como un requisito previo para permanecer en el negocio debido al impacto adverso de las "cuestiones relacionadas con el brexit ", una caída en los pedidos y un mercado global de acero ultracompetitivo, pero lo ha reducido a £30 millones.

El parasitismo involucrado es asombroso. Greybull está exigiendo un rescate a pesar de armar un paquete de £400 millones, principalmente de préstamos bancarios, supuestamente para invertir en British Steel, cuando se hizo cargo de la compañía. El año pasado obtuvo otro préstamo de £90 millones.

El Financial Times informó esta semana: "La contribución inicial de Greybull a British Steel de sus propios fondos fue de menos de £20 millones, según varias personas que hablaron bajo condición de anonimato". Sin embargo, en los dos años posteriores, "Greybull tomó £6 millones por cargos de gestión de British Steel. También cobró £17 millones al año en intereses por los préstamos que otorgó a través de una empresa matriz con sede en Jersey, Olympus Steel, a una tasa del 9 por ciento...".

Los registros contables muestran que los socios de Greybull Capital, Marc Meyohas, Nathaniel Meyohas y Richard Perlhagen, cobraron a British Steel £3 millones al año durante 2017 y 2018.

El Partido Laborista y los sindicatos no harán nada para defender los intereses los trabajadores de British Steel que enfrentan despidos.

El secretario general del sindicato Community, Roy Rickhuss, calificó la formación de British Steel como un "nuevo capítulo en el curso de la industria siderúrgica del Reino Unido".

La compañía pudo reportar una ganancia un año después de que Greybull asumiera el control. Pero esto solo se debió a una reestructuración acordada entre los sindicatos y la gerencia en la que el personal se vio obligado a reducir su salario y pensiones. A cambio, a los trabajadores se les dio una mísera participación del cinco por ciento en la empresa, una participación que ahora no tiene ningún valor.

Greybull también formó parte del respaldo financiero para la empresa minorista de electrodomésticos Comet en 2012, solo para que la cadena colapsara meses después con la pérdida de 7.000 empleos. En 2014, compró Monarch Airlines e impuso la eliminación de 700 empleos y otras reestructuraciones. Los sindicatos acordaron recortes salariales de hasta el 30 por ciento y cambios en los términos y condiciones para pilotos, tripulantes de cabina e ingenieros. En 2017, Monarch fue a la quiebra. El Gobierno intervino para organizar el regreso al Reino Unido de 110.000 turistas varados a un costo de £60 millones en lo que se describió como "la repatriación más grande desde la Segunda Guerra Mundial".

En respuesta a la noticia de que British Steel se acercaba a la bancarrota, los sindicatos exigieron que el Gobierno y la empresa actuaran juntos en el "interés nacional".

El sindicato Unite pidió a los "ministros que tomen British Steel para el control público si no se puede llegar a un acuerdo entre los propietarios de Greybull, sus prestamistas y el Gobierno para evitar que la acerera se hunda en la insolvencia".

El Partido Laborista aceptó la demanda y escribió que había "dicho al Gobierno que si no se puede llegar a un acuerdo, debe prepararse para que British Steel sea propiedad pública y proteger miles de empleos".

En términos reales, todo esto no fue más que una llamada para que el Gobierno le entregue más dinero a Greybull, que está utilizando cínicamente la amenaza a los empleos como moneda de cambio.

Nunca hubo ninguna posibilidad de que los conservadores aceptaran algún consejo con respecto a la nacionalización. Sin embargo, cualquier "nacionalización" de un Estado capitalista no estaría destinada a defender los empleos y los medios de vida de los trabajadores, sino a salvaguardar los intereses del imperialismo británico contra sus rivales mientras impondría recortes masivos a los trabajadores.

La ministra del sector siderúrgico de la oposición laborista, Gill Furniss, se quejó de que el Gobierno "simplemente no tomó las medidas necesarias para garantizar que el acero del Reino Unido siga siendo competitivo".

El secretario general adjunto del sindicato Unite, Steve Turner, declaró que "el éxito de British Steel es clave para cualquier futura estrategia industrial del Reino Unido ... Es un activo nacional que respalda el PLC británico que no se puede dejar simplemente al mercado".

Continuando con su diatriba nacionalista, Turner se quejó de que "muchos trabajadores siderúrgicos cuestionarán cómo Greybull pudo encontrar la financiación para financiar la adquisición de una fábrica siderúrgica francesa la semana pasada [Ascoval] mientras empuja a British Steel al borde del colapso".

El Financial Times señaló que lo que está impulsando la oposición del sindicato a la compra de Ascoval por valor de 42 millones de libras fue que “podría equiparse con equipos que le permitan suministrar material básico a la fábrica de ferrocarriles de British Steel en Francia, mientras desplaza el metal que suministra actualmente la planta gigante de Scunthorpe en Lincolnshire que constituye el núcleo del negocio".

El lunes, Unite encabezó la ofensiva a través de una nueva carta que está promoviendo UK Steel, el organismo de los empleadores. Esto se basará en la insistencia de que el Gobierno y las empresas en el Reino Unido operen una política de "compra británica". Unite declaró: "Instaríamos al Gobierno del Reino Unido a respaldar este estatuto y utilizar su poder de compra para colocar al acero del Reino Unido en el corazón de los principales proyectos de infraestructura y asegurar que proyectos como los nuevos Fleet Solid Ships de la Royal Navy (Flota de Barcos solidos de la Marina Real) se construyan en el Reino Unido utilizando acero del Reino Unido”.

Dicha demagogia nacionalista tiene como objetivo principal prevenir una lucha unificada de los trabajadores del acero contra la pérdida de empleos, los recortes salariales y las aceleraciones que unen a los trabajadores del acero británicos con los trabajadores del acero en Francia, en toda Europa e internacionalmente.

Una planta de fundición cerrada en Chatanooga, Tennessee apunta al posible futuro para las instalaciones de British Steel

En cambio, los sindicatos están tratando de convencer a los trabajadores para que se alineen con el capitalismo británico en su intento de imponer ataques cada vez más profundos a los trabajadores en nombre de la competitividad global. Significa una lucha fratricida entre trabajadores de diferentes países que solo pueden beneficiar a las corporaciones. La lógica reaccionaria de este programa nacionalista fue subrayada por la insistencia de Unite en que los 2.500 millones de libras de acero necesario en el Reino Unido "durante los próximos cinco años" incluía la construcción de "buques de guerra".

Los trabajadores de British Steel deberían rechazar esta perspectiva. Una lucha genuina por defender los empleos y oponerse al cierre requiere la movilización de trabajadores a través de la formación de comités de base independientes del Partido Laborista y los sindicatos que vincularían la lucha de los trabajadores del acero con todos los trabajadores en Reino Unido e internacionalmente. Esta lucha requiere una perspectiva socialista dirigida a reorganizar la vida económica sobre la base de la producción para la necesidad humana, no las ganancias privadas de los fondos de inversión y los multimillonarios.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 22 de mayo de 2019)

Loading