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Las elecciones indias y la lucha por liberar a los prisioneros de la guerra de clases de Maruti Suzuki

La campaña electoral nacional de la India, que comenzó oficialmente a principios de marzo, concluye hoy con el recuento de los votos emitidos en siete fases regionales celebradas entre el 11 de abril y el 19 de mayo.

En la campaña electoral no ha habido ninguna discusión sobre la difícil situación de los 13 trabajadores de Maruti Suzuki que han sido encarcelados de por vida por cargos de asesinato falsos como resultado de una conspiración que involucra al fabricante de automóviles de propiedad japonesa, la policía, los tribunales, y los principales partidos políticos de la India.

La situación de los trabajadores de Maruti Suzuki ejemplifica el estado brutal de las relaciones de clase en lo que la elite india y los medios de comunicación occidentales consideran como la "democracia más poblada del mundo".

Tres décadas de reformas neoliberales "proinversionistas" han transformado a India en una de las sociedades más desiguales del mundo. Los beneficios de la expansión capitalista y la venta a gran escala de activos públicos han sido apropiados por una pequeña elite gobernante, personificada por la cosecha reciente de 120 milmillonarios en la India. Ellos y el resto del 1 por ciento superior de la India monopolizan el 51,5 por ciento de la riqueza del país, mientras que el 60 por ciento inferior posee solo el 4,7 por ciento de la riqueza.

Los medios corporativos de la India celebran el consumo notorio de los ultrarricos de la India. Presumieron en diciembre pasado cuando el hombre más rico de la India, Mukesh Ambani, organizó una fiesta de $100 millones para celebrar el matrimonio de su hija con el vástago de la familia multimillonaria Piramal. De los doscientos millones de indios que se acuestan con hambre cada noche, el 38 por ciento de los niños menores de cinco años que están atrofiados, y los cientos de millones de trabajadores y trabajadoras que viven bajo la amenaza de que cualquier desgracia, de la pérdida de un trabajo o la enfermedad de un familiar, podría empujarlos al abismo social, los medios de comunicación, por el contrario, tienen poco o nada que decir.

Los trabajadores de la industria automotriz de la India y otras industrias conectadas a nivel mundial reciben en promedio salarios que equivalen a una cuarta parte de los de China, un punto que el primer ministro indio, Narendra Modi, subraya sin excepción cuando corteja a inversionistas extranjeros como parte de la campaña "Hecho en la India" de su Gobierno.

Se debe precisamente a que los trabajadores de Maruti Suzuki desafiaron la explotación de las maquiladoras en la que los capitales de la India y el mundo se atiborran el que hayan sido el objetivo de una monstruosa incriminación fraudulenta. Doce de los 13 eran oficiales electos del Sindicato de Trabajadores de Maruti Suzuki (MSWU), un sindicato independiente que los trabajadores de Manesar, Harayna de Maruti Suzuki formaron en una planta de ensamblaje de automóviles en una rebelión contra un sindicato títere de las empresas y reconocido por el Gobierno.

En 2011–12, el MSWU y su organización predecesora lideraron una serie de huelgas militantes y ocupaciones de plantas, uniendo a trabajadores permanentes, contratados y en formación para desafiar los bajos salarios, un régimen de trabajo brutal y empleo precario. Como resultado, la planta de Manesar se convirtió en un centro de resistencia de los trabajadores en todo el cinturón industrial Gurgaon-Manesar, un enorme centro de fabricación en las afueras de la capital de la India y la ciudad más grande, Delhi.

El 18 de julio de 2012, solo cuatro meses después de que el MSWU hubiera obtenido el reconocimiento legal, la empresa provocó un violento altercado en la fábrica. En medio de este altercado, se produjo un incendio misterioso que provocó la muerte, debido a la inhalación de humo, del único empleado administrativo que simpatizaba con los trabajadores.

Esto se convirtió en el pretexto para una venganza legal contra los trabajadores militantes organizados en el MSWU, y para la depuración de unos 2.400 trabajadores de sus puestos de trabajo en la planta de Manesar. Cientos de trabajadores fueron arrestados y 150 acusados. Mientras estaban bajo arresto, los trabajadores fueron sometidos a abusos físicos por parte de la policía equivalentes a torturas.

El World Socialist Web Site ha proporcionado una exposición detallada de la incriminación como parte de la campaña del Comité Internacional de la Cuarta Internacional para movilizar a los trabajadores en la India y en todo el mundo en defensa de los trabajadores de Maruti Suzuki (ver: “La incriminación de los trabajadores de Maruti Suzuki — Parte 1: Una parodia de justicia”). También ha publicado numerosos otros artículos que revisan los hechos clave del caso.

Estos incluyen:

• En el juicio, la defensa demostró que la policía había confabulado con la compañía para fabricar pruebas contra los trabajadores.

• La policía no realizó pruebas forenses rudimentarias sobre lo que afirmaron que eran piezas de evidencia clave.

• El incendio fue el punto crucial del caso de la fiscalía, pero no presentó ninguna prueba que vinculara a ninguno de los trabajadores con el inicio del incendio.

• El juez prohibió que los trabajadores que presenciaron los sucesos del 18 de julio de 2011, pero no fueron acusados, declararan, alegando de forma generalizada que eran parciales.

• El juez violó la ley por transferir la carga de la prueba del Estado a los trabajadores, y en su juicio proporcionó argumentos para tratar de tapar los huecos y otras inconsistencias en el caso de la fiscalía.

Revelando las motivaciones políticas que han animado la incriminación, los políticos, la fiscalía y otros representantes estatales han exigido repetidamente que se haga un ejemplo de los trabajadores de Maruti Suzuki, para tranquilizar a los inversores de que el Estado indio eliminará la oposición de los trabajadores. En sus argumentos ante la audiencia de sentencia de los trabajadores el 13 de marzo de 2017, el fiscal especial Anurag Hooda argumentó que los trabajadores debían ser ahorcados y declaró: "Nuestro crecimiento industrial ha disminuido, la IED [Inversión Extranjera Directa] se ha secado. El primer ministro Narendra Modi está pidiendo el 'Hecho en la India', pero estos incidentes son una mancha en nuestra imagen".

El hecho de que el Partido Bharatiya Janata (BJP) de Modi y el Partido del Congreso, hasta hace poco el partido de gobierno preferido de la burguesía, no quisiera llamar la atención sobre la justicia de clase impuesta a los trabajadores de Maruti Suzuki es solo natural. La caza de brujas legal contra los trabajadores de Maruti Suzuki fue iniciada por el gobierno estatal del Partido del Congreso de Haryana y apoyada por la Alianza Progresista Unida liderada por el Partido del Congreso que mantuvo el poder en Nueva Delhi hasta mayo de 2014. Cuando los gobiernos de Haryana y el Centro pasaron a manos del BJP, la incriminación continuó sin interrupciones.

Otros no menos decididos a encarcelar detrás de muros de silencio a los trabajadores de Maruti Suzuki incluyen a los partidos parlamentarios estalinistas, el Partido Comunista de la India (Marxista) y el Partido Comunista de la India, su alianza electoral del Frente de Izquierda y sus respectivas centrales sindicales, el Centro de Sindicatos Indios (CITU) y el Congreso Sindical Panindio (AITUC).

Esto ha sido cierto durante años. Los estalinistas no se pronunciaron en contra de las condenas fraudulentas de marzo de 2017 contra los trabajadores de Maruti Suzuki durante semanas, y habiendo hecho una muestra simbólica de apoyo rápidamente abandonaron todos los esfuerzos para dar a conocer su caso y alentar a la clase trabajadora a defenderlos.

Los estalinistas fingen su oposición a la agenda neoliberal de la burguesía india: austeridad, mano de obra precarizada, privatización, desregulación, etc. Pero en realidad han desempeñado un papel fundamental en la implementación de esta agenda, ambos apoyando una sucesión de gobiernos derechistas en la India, la mayoría de ellos liderados por el Partido del Congreso, e implementando lo que ellos mismos llaman políticas "proinversionistas" dondequiera que hayan formado parte del Gobierno estatal.

En enero pasado, convocaron una huelga de dos días en India para protestar contra las políticas económicas del Gobierno del BJP, junto con los otros sindicatos, incluida la federación sindical del Partido del Congreso, la INTUC. Decenas de millones de trabajadores se unieron a la huelga, buscando un medio para luchar. Pero para los estalinistas fue una maniobra sórdida dirigida a promover su campaña para descarrilar políticamente la creciente resistencia de la clase trabajadora, aprovechando el impulso de una sección de la burguesía para reemplazar al BJP con un Gobierno "democrático laico", que, es decir, con un gran Gobierno proempresarial comprometido con las reformas "promercado" y la alianza militar-estratégica indo-estadounidense contra China.

La actitud real de CPM, CPI, CITU y AITUC frente a la oposición de la clase obrera a la campaña de capital nacional y global para intensificar la explotación se resume en su insensible y criminal abandono de los prisioneros de guerra de clase Maruti Suzuki.

Los estalinistas no solo temen el ejemplo militante de la MSWU, sino que reconocen que cualquier campaña para movilizar a la clase obrera en defensa de los trabajadores de Maruti Suzuki, unir la lucha para ganar su libertad con la lucha contra la pobreza, los salarios y el trabajo por contrato, explotaría su asociación política con el Partido del Congreso y sus relaciones acogedoras con los empleadores. La exposición de la incriminación fraudulenta también desmentiría su afirmación de que los tribunales y otras instituciones de la República de la India constituyen un baluarte "democrático" ante el BJP supremacista hindú.

Sin embargo, los intentos de los estalinistas y el resto de la élite política india de hacer "desaparecer" los trabajadores de Maruti Suzuki no tendrán éxito.

Más bien, su defensa llegará a ser vista por las decenas de millones de trabajadores en la India y en todo el mundo que ahora están luchando, desde los trabajadores de las plantaciones de Sri Lanka que en diciembre pasado hicieron huelga en desafío a los sindicatos, a los trabajadores mexicanos de Matamoros, los chalecos amarillos en Francia y los maestros de Estados Unidos, como un elemento necesario en la lucha por unificar a la clase obrera y desarrollar una contraofensiva internacional contra la austeridad y la guerra.

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(Artículo publicado originalmente en inglés el 23 de mayo de 2019)

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