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Perspectiva

Assange encara pena de 170 años y Trump propone perdonar a criminales de guerra

El anuncio del presidente Donald Trump sobre posiblemente perdonar a varios soldados estadounidenses acusados o condenados de cometer crímenes de guerra es una apelación a las fuerzas armadas y una señal de que se removerán todas las ataduras según el imperialismo estadounidense se prepara para más guerras.

El viernes, Trump confirmó un reporte anterior del New York Times de que el Gobierno “ha realizado solicitudes expeditas” de indulto. “Algunos de estos soldados son personas que lucharon con fuerza y por mucho tiempo”, dijo Trump. “Les enseñamos a ser grandiosos combatientes y luego cuando luchan a veces son tratados muy injustamente. Por eso vamos a revisar esto”.

Trump se estaba refiriendo a soldados cuyas acciones encarnan el carácter criminal de la “guerra contra el terrorismo” de Estados Unidos. Incluyen a:

  • El primer contramaestre Edward Gallagher, quien les disparó entre 2017 y 2018 a una joven y un anciano desde un seguro puesto de francotirador en Irak y asesinó a un joven prisionero de guerra apuñalándolo repetidamente con un cuchillo de caza, antes de tomarse una fotografía posando junto al cuerpo de la víctima.
  • Nicholas Slatten, un exmercenario de Blackwater que recientemente fue sentenciado por homicidio tras participar en la masacre de la plaza de Nisour de 2007, cuando matones de Blackwater mataron a una docena de civiles iraquíes.
  • Matthew Golsteyn, quien está siendo enjuiciado tras admitir en vivo en Fox News que ejecutó a un presunto miembro del Talibán desarmado después de que las autoridades afganas lo dejaran ir. El 30 de marzo, Trump tuiteó que Golsteyn era un “héroe militar estadounidense”.
  • Clint Lorance, un soldado cumpliendo una pena de 19 años por matar a tres hombres afganos desde una larga distancia en 2012.

Más temprano en mayo, Trump dio un indulto a Michael Behanna, un oficial del Ejército que fue sentenciado y encarcelado por asesinar a un prisionero iraquí que iba a ser liberado, colocando una granada bajo su cabeza.

Perdonar a criminales de guerra constituye en sí un crimen de guerra según los principios de Nuremberg. En 1969, el entonces presidente Richard Nixon y sus lacayos encubrieron los detalles de la masacre de 504 civiles a manos de tropas estadounidenses en el pueblo de My Lai en Vietnam del Sur en 1968. El día después de que le dieran la cadena perpetua al lugarteniente William Calley por perpetrar la masacre, Nixon lo transfirió a arresto domiciliario. Para 1974, Calley ya había sido liberado bajo fianza.

Sin embargo, Trump ha llevado estos precedentes a nuevas profundidades según EUA se prepara para más guerras. Las declaraciones de Trump sobre los posibles indultos coincidieron con el anuncio de un despliegue adicional de 1.500 soldados para enfrentar a Irán en Oriente Próximo. Pocas horas después de la declaración de Trump, el vicepresidente Michael Pence dijo ante graduados de la escuela militar West Point el sábado que “es virtualmente una certeza que ustedes lucharán en un campo de batalla por los Estados Unidos en algún momento en sus vidas”.

Al dar la señal de que busca perdonar a estos criminales de guerra, Trump está estableciendo el poder autoritario del ejecutivo para crear un “estado de excepción” que cubra a todo el aparato militar bajo una manta de inmunidad legal.

En marzo, 40 miembros republicanos del Congreso firmaron una carta al secretario de la Armada pidiendo la liberación de Gallagher. “Confinar a cualquier miembro en servicio por un tiempo tan prolongado, independientemente de la autoridad para hacerlo, envía un mensaje negativo a los que luchan por nuestras libertades”, dice la carta, demandando “una limitación menos severa” y que el criminal de guerra detenido “sea dado un juicio justo”.

La campaña para defender y aclamar a aquellos que asesinaron a civiles en defensa del imperialismo estadounidense expone el carácter de clase de la campaña bipartidista contra Julian Assange y Chelsea Manning. Detrás de las mentiras infundadas sobre abuso sexual o haber colaborado con Trump o Rusia, Assange es el enemigo del imperialismo estadounidense porque expuso la criminalidad de sus guerras al mundo.

Assange y Manning no solo expusieron a criminales de guerra en el terreno, sino también a criminales de guerra en Washington y a sus propagandistas en los medios que lanzaron estas guerras y son culpables de la muerte de millones de civiles y miles de soldados estadounidenses y aliados. Ninguno de estos individuos jamás ha tenido que rendir cuentas.

El Gobierno de Trump anunció 17 cargos contra Assange bajo la Ley de espionaje de 1917, amenazándolo con una pena de 170 años en prisión. Esta imputación, desarrollada a partir de los precedentes establecidos por el Gobierno de Obama durante sus ocho enjuiciamientos bajo la Ley de espionaje, abre la puerta a criminalizar la oposición a la guerra.

Cada vez más personas están indignadas por el trato que se les está dando a Assange y Manning.

No se hallarán simpatizantes de Assange en las juntas editoriales de periódicos como el New York Times o el Washington Post, quienes desean que el Gobierno encierre a Assange bajo un pretenso que no amenazo su propio derecho a publicar. Tampoco se encontrarán defensores de Assange en publicaciones como la revista Jacobin o en los Socialistas Democráticos de Estados Unidos, cuyos líderes y cabecillas políticas han permanecido en silencio sobre la persecución de Assange.

La fuente objetiva del apoyo a Julian Assange y Chelsea Manning es la clase obrera internacional. Es esta la fuerza social que constituye el principal blanco de la intervención imperialista estadounidense en todo el mundo. Son sus hogares y escuelas los destruidos por las bombas estadounidenses. Son sus niños los que se ahogan en el mediterráneo escapando zonas de desastre devastadas por la guerra.

Dentro de Estados Unidos, es la clase obrera la que ha pagado por las guerras en riqueza y sangre. La clase gobernante ha transferido billones de dólares de los programas sociales, de salud y educación para pagar por muerte y destrucción en el exterior. Miles de jóvenes de clase obrera, escapando el desempleo y la falta de oportunidad, han muerto en guerras imperialistas. Decenas de miles más han quedado lesionados, física y mentalmente, y millones más se han visto impactados por los suicidios, la depresión y el abuso de sustancias entre soldados.

El Partido Socialista por la Igualdad llama a avanzar la campaña más amplia posible en la clase obrera para exigir la liberación de Assange y Manning. ¡Defiendan a los prisioneros de la guerra de clases, Julian Assange y Chelsea Manning! Lo que está en juego no es solo la libertad de dos valientes individuos sino la lucha por detener las guerras imperialistas y transformar la sociedad sobre una base igualitaria y socialista.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 27 de mayo de 2019)

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