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Perspectiva

“Ha sido un infierno para el mundo”

Tuit del Ejército estadounidense provoca amplia respuesta antibélica

El Ejercito de los Estados Unidos no recibió la respuesta que esperaba cuando tuiteó la semana pasada, “¿Cómo te impactó cumplir tu servicio?”. En vez de odas a las fuerzas armadas, la horrenda realidad de las guerras a una escala global irrumpió en la celebración anual del militarismo estadounidense durante el fin de semana del Día de los caídos (Memorial Day).

Para el lunes por la noche, los comentarios en respuesta a la pregunta del Ejército superaban los 11.000. Las mentiras y trivialidades utilizadas por la élite gobernante y la prensa para exaltar la guerra fueron destruidas por historias detallando el infierno viviente impuesto a millones de vidas.

La expresión de oposición fue tan masiva en las redes sociales que la respuesta recibió cobertura en los principales medios de comunicación el lunes por la noche, una rareza para un día usualmente dedicado al militarismo salvaje. El incidente incluso llegó a los titulares internacionalmente, siendo este un reflejo del vasto impacto global del militarismo estadounidense.

Los suicidios de veteranos, la depresión, la violencia, las pesadillas recurrentes, el estrés postraumático, el abuso de drogas, las adicciones, el alcoholismo, las violaciones y el abuso sexual por parte de los oficiales en el mando, el acceso inadecuado a los servicios de salud, el trauma generacional, la exposición a agentes químicos, los crímenes de guerra. Estos fueron solo algunas de las pesadillas reales relatadas.

Fotografía de una ciudad ardiendo en el norte de Irak [Crédito: Mstyslav Chernov, WikiCommons]

Las historias devastadoras de los suicidios de veteranos son demasiado comunes. La historia de Shane Burley fue repetida en varias formas por distintas personas. “A mi mejor amigo del colegio le negaron un tratamiento de salud mental y fue obligado a regresar a su tercera gira a Irak, a pesar de sufrir un trauma tan profundo que apenas podía funcionar”, escribió Shane. “Se tomó un puño de pastillas somníferas y se disparó en la cabeza dos semanas antes de su despliegue”.

Sean describió lo que llamó el “el ‘Cóctel de combate’: estrés postraumático, depresión severa, ansiedad. Aislamiento. Intentos de suicido. Ira interminable. Me costó mi relación con mi hijo mayor y mi nieto. Les costó a algunos de mis muchachos mucho más. ¿Cómo me impactó cumplir mi servicio? Pregúntenle a mi familia”.

Las mentiras utilizadas para fabricar el consenso público para las guerras también fueron objeto de condena. “No inventen enemigos ni empujen a estadounidenses inocentes a guerras que matan a civiles inocentes”, escribió una persona. “No han ganado de ninguna de las guerras combinadas. Ha sido un infierno para el mundo”.

Por toda la glorificación nauseabunda del ejército en los medios de comunicación y la élite política, aquellos que sirven en el ejército como carne de cañón son generalmente reclutas económicos que buscan una forma de salir de la pobreza y una oportunidad para obtener un título universitario. La realidad es que terminan mutilados, rotos y traumados, con varias generaciones de familias y amigos afectados por el trauma.

Más de 5.500 vetarnos se mataron el año pasado y los suicidios de soldados activos alcanzaron un nivel récord en 2018. Más de 321 soldados activos se suicidaron en 2018, incluyendo 138 solo en la rama del Ejército.

Un estudio de 2018 del Council on Foreign Relations descubrió que los reclutas de las familias con ingresos anuales de menos de $38.400 por año componían 19 pro ciento de los soldados. Más del 60 por ciento de los reclutas vienen de familias con ingresos anuales menores a $61.403 y más del 80 por ciento viene de familias que ganan menos que $80.912 por año. El estudio no mostró los niveles en los que el 5 por ciento o el 1 por ciento más rico participó en las guerras, pero sin duda constituyen una minoría diminuta.

Muchos de los que comentaron en el tuit del Ejército se refirieron a las declaraciones del mayor general Smedley Butler, quien confesó de forma notoria en 1933, “La guerra es un latrocinio. Solo un pequeño grupo dentro sabe de qué se trata. Se emprende para el beneficio de los muy pocos a expensas de las masas”.

Hay una profunda oposición a la guerra en la clase obrera en Estados Unidos e internacionalmente. Sin embargo, así como con toda otra cuestión política, los verdaderos intereses de la vasta mayoría de la población son excluidos de la vida política oficial.

En el periodo previo a la invasión de Irak de 2003, esta oposición logró expresarse en manifestaciones masivas de millones de personas en todo el mundo. La oposición a la guerra de Irak fue encarrilada detrás del Partido Demócrata, culminando en la elección de Barack Obama en 2008. Extendiendo la “guerra contra el terrorismo” del Gobierno de Bush en Irak y Afganistán, Obama atacó a más de siete países, incluyendo Libia y Siria y asesinó a miles de civiles inocentes en sus guerras con drones.

El Gobierno de Trump ahora planea enviar a 1.500 tropas nuevas a Oriente Próximo y ha amenazado con el “final” de Irán. Su Gobierno también anunció la doctrina de los conflictos entre “grandes potencias”, preparando conflagraciones militares incluso mayores contra Rusia y China que empujan al mudo hacia una tercera guerra mundial.

En 2017, el Departamento de Asuntos de los Veteranos bajo el Gobierno de Trump propuso cerrar más de 1.100 instalaciones en un esfuerzo para privatizar los servicios de salud para veteranos. Mientras que solo se asignaron $220 mil millones para Asuntos de los Veteranos para el presupuesto de 2020, el Pentágono solicitó $718 mil millones, un aumento del 5 por ciento comparado con el año pasado. Si continúa esta tendencia, se gastarán más de $7 billones en guerras durante la próxima década.

Más allá, con el apoyo del Partido Demócrata, el Gobierno de Trump está intensificando su campaña contra el fundador de WikiLeaks, Julian Assange, por exponer los crímenes del imperialismo estadounidense.

Los demócratas han basado su oposición a Trump en gran medida en la demanda de que el Gobierno adopte una postura más agresiva contra Rusia y expanda las guerras en Siria y Oriente Próximo. Los demócratas han buscado posicionarse como el partido de las fuerzas armadas y las agencias de inteligencia, aclamando como héroes a archimilitaristas como el senador republicano recientemente fallecido, John McCain.

Y las organizaciones de la complaciente y privilegiada clase media-alta que giran en torno al Partido Demócrata se han convertido en las más firmes partidarias del imperialismo estadounidense.

Los sentimientos expresados en respuesta al tuit del Ejército estadounidense deben encontrar y encontrarán una forma organizada. La oposición de masas a la guerra debe conectarse con las crecientes luchas de los trabajadores, en Estados Unidos e internacionalmente, contra la desigualdad y la explotación. El aumento del apoyo al socialismo tiene que conectarse a un movimiento político consciente de la clase obrera internacional contra el capitalismo y el imperialismo.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 28 de mayo de 2019)

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