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Volviendo a la escena del crimen

Expresidente estadounidense Clinton visita Kosovo para celebrar el 20 aniversario del bombardeo de la OTAN contra Serbia

El expresidente de los Estados Unidos, Bill Clinton, viajó esta semana a Kosovo para celebrar el vigésimo aniversario del fin del bombardeo salvaje de la OTAN contra Yugoslavia, que duró 78 días, del 24 de marzo al 12 de junio de 1999. Detrás de todas las festividades hipócritas, coronadas por el recibimiento de Clinton de la Orden de Libertad y su descripción del Gobierno autoritario y corrupto en Pristina como un exponente de la "democracia" y la "libertad", su visita tuvo el carácter de un belicista que regresa a la escena del crimen.

Clinton estuvo acompañado de la ceremonia por la exsecretaria de Estado, Madeleine Albright, y el ex comandante general de la OTAN, Wesley Clarke, quienes desempeñaron un papel destacado en el inicio de la guerra de agresión contra Serbia bajo el pretexto de defender los "derechos humanos".

Presidente kosovar, Hashim Thaci, y Bill Clinton [crédito: Radio Free Europe]

La ceremonia tuvo lugar veinte años después de la entrada de las tropas terrestres de la OTAN en la provincia serbia de Kosovo el 12 de junio de 1999, dos días después de que Slobodan Milosevic ordenó a las tropas serbias que se retiraran. Las fuerzas militares imperialistas permanecen allí dos décadas después para garantizar la estabilidad de la diminuta élite privilegiada representada por el régimen de Hashim Thaçi, un excomandante del Ejército de Liberación de Kosovo que ha sido acusado de crímenes de guerra y de tener estrechos vínculos con las redes de crimen organizado de toda Europa.

"Ha sido el mayor honor de mi vida el haber estado de su lado en luchar contra la limpieza étnica y por la libertad", proclamó Clinton durante la ceremonia. “Nunca olvides que cuando piensas en los desafíos que se te presentan y se los digo a sus líderes existentes, ya han hecho algo increíble. Has dado a toda una generación los primeros 20 años de su vida en paz".

¡Qué absurdez tan cínica! Lejos de estar motivados por la preocupación por los supuestos actos de limpieza étnica, que se comprobó rápidamente después del conflicto de que se habían inflado masivamente las cifras, Washington y sus aliados incitaron a la guerra sangrienta para perseguir sus propios intereses económicos y geopolíticos depredadores. Fue la culminación de la estrategia de los imperialistas, que comenzó con el reconocimiento de Alemania de la independencia de Croacia y Eslovenia, para desmembrar al Estado yugoslavo y consolidar la dominación imperialista sobre los Balcanes, independientemente de las consecuencias devastadoras que esto tuviera para la población de la región.

Clinton y sus compañeros belicistas en Reino Unido y Alemania utilizaron la acusación de limpieza étnica contra Milosevic para justificar su sangriento ataque. En los medios de comunicación controlados por las empresas, se hicieron afirmaciones de que Milosevic, quien fue comparado con un Hitler moderno, estaba limpiando étnicamente a los albaneses de Kosovo en una escala masiva. Algunos informes incluso afirmaron la asombrosa cifra de 100.000 albaneses asesinados. En realidad, el número de muertes cuando intervino la OTAN se estimó más tarde en no más de 2.000-3.000. De acuerdo con las estadísticas serbias, la despiadada guerra aérea causó aproximadamente 2.500 bajas e hirió a 12.000 más. Además, las consecuencias del conflicto produjeron una limpieza étnica llevada a cabo por el KLA, patrocinado por los imperialistas, que expulsó a muchos romaníes y serbios de Kosovo.

La retórica de Clinton sobre la "libertad" y la "paz" no es menos nauseabunda. El expresidente de los Estados Unidos hablaba en un pequeño Estado sin litoral que, más de diez años después de proclamar unilateralmente su independencia de Serbia, sigue siendo el país más pobre de Europa. El desempleo se sitúa en más del 30 por ciento, y el desempleo juvenil aumenta al 50 por ciento. Los salarios promedio son poco más de $ 400 por mes. Su Gobierno depende de las tropas de la OTAN para mantener el control sobre este barril de pólvora social, que ha amenazado con incendiarse con las huelgas y protestas de los trabajadores por los salarios impagos y colabora con funcionarios no electos de la Unión Europea para implementar la política. ¿Qué "libertad" es esta para la gran mayoría de la población de Kosovo, sin mencionar a los trabajadores en Serbia, quienes enfrentan las devastadoras consecuencias del bombardeo de la OTAN a diario debido a la falta de infraestructura y empleos en sus ciudades y pueblos durante dos décadas? después de su bombardeo?

Como lo señaló el World Socialist Web Site en la perspectiva del 20 aniversario del lanzamiento de la guerra por parte de la OTAN, el asalto de 78 días, que destruyó fábricas, escuelas, puentes y hospitales, buscó “bombardear a la población serbia para someterla al dominio de los Balcanes por parte del imperialismo estadounidense y Europa occidental".

La guerra representó una importante escalada de la violencia imperialista estadounidense en todo el mundo, que estalló en 1990 con el lanzamiento de la guerra del Golfo y que se aceleraría rápidamente después de la destrucción de Serbia para engullir a Afganistán (2001), Irak (2003), Libia (2011) y Siria (2011-presente), para mencionar solo los ejemplos más destacados. La explosión del militarismo estadounidense durante el último cuarto de siglo de guerra ha cobrado la vida de millones de personas, ha obligado a decenas de millones más a dejar sus hogares y ha devastado sociedades enteras. Además, la expansión de la OTAN hacia el este hacia las fronteras de Rusia, y la acumulación militar de Estados Unidos en Asia y el Pacífico, han aumentado la probabilidad muy real de un conflicto militar total entre las potencias nucleares, principalmente con Rusia y China.

Contrariamente a las necias afirmaciones de Clinton, ninguna de estas guerras se libró por la libertad o la democracia. Más bien, la erupción del militarismo estadounidense tuvo profundas raíces objetivas en el sistema capitalista, que estaba en crisis, y en el prolongado declive económico de Washington, en particular con respecto a sus principales rivales. Creyendo que había llegado el momento de la disolución de la burocracia estalinista de la Unión Soviética, la elite gobernante de los Estados Unidos buscó a través de la fuerza militar superar el debilitamiento de su hegemonía económica.

Sin embargo, la falsa propaganda "humanitaria" ahora regurgitada por Clinton sirvió un propósito muy real, permitiendo a amplias capas de la clase media antes pacifistas hacer su paz con el imperialismo. En Alemania, que se unió a su primera intervención militar extranjera desde la caída del Tercer Reich, la guerra fue supervisada por un ministro de Relaciones Exteriores del Partido Verde, Joschka Fischer, quien durante los años 60 y 70 participó en el movimiento estudiantil radical.

Según escribió David North en ese momento en su folleto Después de la matanza: lecciones políticas de la guerra de los balcanes: "Con la excepción del primer ministro británico, Tony Blair, quien prácticamente no tenía historia política hasta que fue seleccionado por Rupert Murdoch para encabezar el Partido Laborista, todos los otros líderes importantes de la guerra de la OTAN habrían afirmado, antes en sus vidas, ser opositores al imperialismo. El presidente Clinton, como todo el mundo sabe, evitó el reclutamiento, fumó marihuana y proclamó públicamente su odio hacia el ejército estadounidense. Javier Solana, el socialdemócrata que se había opuesto a la entrada de España en la OTAN, es ahora el secretario general de la alianza militar. El canciller alemán Gerhard Schroeder soltó frases marxistas como líder del movimiento juvenil socialdemócrata y se opuso al despliegue de misiles Pershing hace solo 15 años".

Este cambio fue un reflejo de procesos sociales más amplios, sobre todo el fabuloso enriquecimiento de una capa de la clase media que alguna vez había jugado con la política socialista y revolucionaria. Organizaciones como la Organización Internacional Socialista (ISO) de los Estados Unidos, la Liga Comunista Revolucionaria de Francia (LCR, más tarde el Nuevo Partido Anticapitalista) y el partido La Izquierda de Alemania surgieron rápidamente en los años siguientes como defensores abiertos de las guerras imperialistas, como lo demuestran sus esfuerzos para justificar el sangriento ataque violento de la OTAN contra Libia en 2011 y la guerra civil instigada por Estados Unidos en Siria.

Mientras estos canallas políticos continúan empleando una retórica fraudulenta de "derechos humanos" para justificar guerras agresivas lideradas por el imperialismo estadounidense y apoyadas por sus aliados imperialistas europeos, existe una profunda oposición popular a la amenaza inminente de un conflicto mucho más amplio entre las principales potencias. Difícilmente se habrá escapado de la atención de los trabajadores de todo el mundo de que el mismo día en que Clinton pronunciaba sus absurdas locuras sobre la libertad y la democracia en Kosovo, el secretario de Estado de EUA, Mike Pompeo, estaba empleando el mismo lenguaje para sentar las bases para una guerra en Oriente Próximo contra Irán.

En declaraciones hechas el jueves en el Departamento de Estado, Pompeo denunció a Irán por su "agresión" contra "naciones amantes de la libertad" y retrató al régimen en Teherán, que ha sido objeto de sanciones económicas equivalentes a una declaración de guerra y la acumulación militar de fuerzas estadounidenses por parte de la Administración de Trump, como un peligro para la "paz y la seguridad".

La lección decisiva de la guerra de Kosovo y lo que le siguió es que los preparativos avanzados para una conflagración aún más sangrienta solo pueden ser detenidos por un movimiento internacional de la clase obrera contra la guerra y su fuente: el sistema de ganancias capitalistas.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 15 de junio de 2019)

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