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Perspectiva

En vísperas de negociaciones contractuales automotrices, trabajadores de VW en Tennessee rechazan otra vez el UAW

La semana pasada, los trabajadores en la planta de ensamblaje de Volkswagen en Chatanooga, Tennessee, votaron 833 a 776 en oposición a la solicitud del sindicato United Auto Workers (UAW) de ser reconocido el agente para convenios colectivos en la planta. Este es el segundo rechazo de los trabajadores en la planta de VW desde 2014 y la más reciente de una serie de derrotas para el UAW, incluyendo en la planta de Nissan en Canton, Mississippi, y en Fuyao Glass America fuera de Dayton, Ohio.

Los trabajadores en Chattanooga hicieron lo correcto en rechazar la “representación” del UAW, el cual es un agente de la gerencia corporativa que ha presidido pérdidas catastróficas de empleos y caídas salariales para los trabajadores automotores de EUA durante las últimas cuatro décadas.

Lejos de defender los intereses de los trabajadores, el UAW es notorio por coludir con los empresarios automotores en la creación de varios niveles de salarios y prestaciones. Ayudó a convertir una gran sección de la fuerza laboral en las fabricantes automotrices de Detroit en trabajadores temporales y a tiempo parcial que pagan cuotas sindicales, pero carecen de los derechos más básicos.

El UAW no ha ofrecido ninguna oposición seria a los cierres de planta de General Motors y la ola de despidos en toda la industria. En cambio, ha intensificado su nacionalismo estadounidense anti-extranjeros, el cual divide a los trabajadores estadounidenses de sus hermanos y hermanas de clase internacionalmente que encaran los mismos ataques a manos de las corporaciones globales. La promoción de tal veneno nacionalista difícilmente puede atraer el apoyo de los trabajadores en plantas de propiedad extranjera en EUA, incluyendo VW con sede en Alemania.

El escándalo de corrupción del UAW ha revelado la transformación de esta organización en un sindicato empresarial y un contratista de mano de obra barata. Los fiscales federales han acusado a todo el UAW como “coconspirador” en el esquema de sobornos con Fiat Chrysler. Varios de los principales negociadores de UAW han sido sentenciados por aceptar millones de dólares en pagos a cambio de firmar contratos proempresariales que les han costado a los trabajadores automotores sus empleos, salarios y derechos.

En el periodo previo al voto en VW, el UAW también demostró su papel como un rompehuelgas. Exigió que sus miembros del personal hospitalario en el centro médico Mercy Health St. Vincent en Toledo, Ohio, cruzaran los piquetes de los enfermeros en huelga, quienes también son miembros del UAW. Los oficiales de UAW International cancelaron unilateralmente esta huelga de seis semanas de enfermeros, exigiéndoles que regresaran a trabajar antes de votar o incluso ver el acuerdo respaldado por el UAW con la gerencia del hospital.

El UAW no pudo ganar ningún apoyo a pesar de las condiciones deplorables que enfrentan los trabajadores de VW, cuyo salario inicial para tiempo completo es de solo $16 por hora y llega a un máximo de $23,50. Una gran porción de la fuerza laboral en Chattanooga son trabajadores temporales y por contrato. Una empresa contratista, Aerotek, provee entre el 30 y 40 por ciento de los trabajadores, con salarios iniciales de aproximadamente $14,50 por hora.

Los oficiales del UAW culparon a la gerencia a las leyes laborales estadounidenses por la derrota en Chattanooga. “La Empresa avanzó una campaña brutal de miedo y desinformación”, dijo Tracy Romero, la directora de organización del UAW. “Durante un periodo de nueve semanas —un tiempo sin precedentes debido a las maniobras legales— Volkswagen pudo quebrar la voluntad de suficientes trabajadores para destruir su mayoría”.

El intento de culpar a la gerencia es un fraude. En 2014, la gerencia de VW respaldó la oferta de sindicalización del UAW como un esfuerzo para que pudiera crear legalmente un “consejo laboral” similar al esquema corporativista que tiene en sus plantas en Alemania con el sindicato IG Metall. La campaña de dos años avanzada por ambos, el sindicato y VW, fue derrotada.

Muchos trabajadores de Chattanooga sin duda recuerdan el hecho de que el UAW en 2014 consiguió el apoyo de la administración aceptando a un acuerdo de neutralidad, el cual comprometía al UAW a “mantener y, donde sea posible, mejorar las ventajas de costos y otras ventajas competitivas que [Volkswagen] disfruta en relación con sus competidores en Estados Unidos de América”.

Bajo condiciones en que algunos trabajadores de VW estaban ganando más que muchos trabajadores recientemente contratados en las plantas de GM, Ford y Fiat Chrysler representadas por el UAW, esto comprometía al UAW a bajar los salarios de los trabajadores de Chattanooga para “mejorar las ventajas de costos” de VW.

Tras la derrota, el entonces presidente del UAW, Bob King, aplaudió a la gerencia en Volkswagen y a IG Metall “por hacer lo más que pudieron para crear una atmósfera libre y abierta para que los trabajadores ejercieran su derecho humano básico de formar un sindicato”.

Como sus contrapartes estadounidenses, VW ha dependido por mucho tiempo en la colusión de IG Metall —que controla la mitad de los asientos en su junta supervisora— para suprimir la oposición. El sindicato automotor alemán no solo ha apoyado la eliminación de empleos, sino que ayudó a redactar el notorio Pacto del Futuro 2016 que resultó en la destrucción de 30.000 puestos de trabajo en todo el mundo, incluyendo 23.000 en Alemania.

A cambio, los oficiales de IG Metall han sido recompensados generosamente. Como presidente del consejo laboral conjunto del Grupo Volkswagen, el oficial sindical Bernd Osterloh recibe $840.430 (€750.000) por año.

El UAW tiene programado comenzar sus negociaciones el próximo mes para los nuevos convenios colectivos de 155.00 trabajadores de General Motors, Ford y Fiat Chrysler en Estados Unidos, cuyos contratos expiran el 14 de septiembre. Ante las señales de una recesión económica en el horizonte, las empresas automotrices y sus inversores en Wall Street están decididos a aplicar concesiones contra los trabajadores aún más devastadoras.

En particular, su blanco son los beneficios de salud y cualquier limitación que haya quedado para la transformación de los trabajadores en mano de obra barata y casualizada sin las menores protecciones laborales. El UAW está comprometido a hacer lo que pueda para hacer valer los dictados de la gerencia.

“Estamos regresando a negociaciones de concesiones importantes en la industria automotriz”, le dijo Gary Chaison, profesor emérito de relaciones industriales en la Universidad Clark en Worcester, Massachusetts, a Bloomberg News. “Las mayores empresas manufacturares están diciendo: denos una razón por la cual deberíamos expandir en EUA en vez de China o India o alguna otra parte”.

Después de sufrir una pérdida de 25 por ciento en salarios reales desde 2002, los trabajadores automotores están decididos a luchar. Las empresas automotrices han obtenido ganancias récord por diez años seguidos desde la reestructuración de la industria automotriz por parte del Gobierno de Obama, el cual recortó a la mitad los salarios de los nuevos contratos. Durante los últimos cinco años, GM ha derrochado $25 mil millones en recompras de acciones y pagos de dividendos para sus inversores más ricos.

No solo se está fraguando una gran batalla entre los trabajadores automotores y las corporaciones, sino entre las bases obreras automotrices y el UAW. Cada trabajador sabe que el UAW presentará un contrato proempresarial como lo hizo en 2015 e innumerables otras veces previamente.

El Boletín de los Trabajadores Automotores del WSWS ha emitido un llamado a los trabajadores automotores a tomar esta batalla contractual en sus propias manos formando comités de base en cada fábrica, independientes del UAW y controlados democráticamente por los propios trabajadores. Estos comités deben plantear sus propias demandas, incluyendo la abolición de los niveles salariales y la asignación de puestos de tiempo completo a todos los trabajadores a tiempo parcial, y la preparación de una huelga nacional.

Los trabajadores automotores en todo el mundo se enfrentan a la misma lucha. Los gigantes automotores están llevando a cabo una reestructuración global de sus operaciones, que incluye nuevas fusiones, cierres de planta y despidos masivos de trabajadores de producción y asalariados.

En oposición a la estrategia internacional de los capitalistas, los trabajadores necesitan su propia estrategia internacional. Esto significa romper con las organizaciones nacionalistas y procapitalistas de los sindicatos y unirse en una lucha común.

La poderosa lucha más temprano este año de los trabajadores de las maquiladoras en Matamoros, México, quienes se rebelaron contra los sindicatos, formaron comités de base independientes y marcharon a la frontera con Estados Unidos para apelar a sus homólogos estadounidenses, muestran las aspiraciones de los trabajadores de conectar sus luchas por encima de las fronteras.

El UAW y los otros sindicatos procapitalistas y nacionalistas no pueden ser reformados. Se necesitan nuevas organizaciones de lucha, comités de base en las fábricas, para coordinar la creciente resistencia de la clase obrera a la explotación y la desigualdad social.

Las luchas en desarrollo de los trabajadores automotores y otras secciones de la clase obrera deben estar guiados por una nueva estrategia política, basada en la unificación internacional de la clase obrera y la lucha por la reorganización socialista de la vida económica y política.

La ofensiva de la clase gobernante cuenta con el respaldo de tanto los demócratas como los republicanos. El Gobierno de Trump está escupiendo veneno antiinmigrante para dividir a los trabajadores unos de otros, mientras exige una redistribución incluso más masiva de la riqueza a manos a favor de los ricos. Por su parte, los demócratas, quienes presidieron la reestructuración de la industria automotriz bajo Obama, no están menos comprometidos con hacer valer las demandas de Wall Street.

La clase obrera no solo se enfrenta a este o aquel empleador, sino a todo el orden económico. Los trabajadores tienen que organizarse como una fuerza política independiente para luchar por el poder obrero. Solo así puede romperse el control de la oligarquía corporativa y financiera y solo así puede ser empleada la vasta riqueza creada por la clase obrera para satisfacer las necesidades humanas, no el lucro privado.

(Publicado originalmente en inglés el 17 de junio de 2019)

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