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Perspectiva

¿Por qué se han avanzado las reparaciones por esclavitud como tema en las elecciones de 2020 en EUA?

Una audiencia contendida el miércoles ante la comisión de asuntos jurídicos de la Cámara de Representantes en Estados Unidos sobre el proyecto de ley H.R. 40 establecería una comisión legislativa para estudiar y considerar una disculpa nacional y reparaciones por la esclavitud y la discriminación racial y económica posterior contra los afroamericanos.

El proyecto de ley, impulsado por la legisladora demócrata Sheila Jackson Lee de Houston, Texas, fue introducido por primera vez por el congresista John Conyers en 1989 y en cada sesión anual por casi tres décadas. Sin embargo, el miércoles fue la primera vez que el proyecto de ley relacionado a las reparaciones por esclavitud fue considerado por la comisión plena.

A pesar de la amplia cobertura en los medios de comunicación, incluyendo un artículo en primera plana y una opinión editorial en el New York Times, no existe un latente apoyo masivo y popular. De hecho, una encuesta en 2018 halló que solo el 26 por ciento de estadounidenses apoya las reparaciones monetarias para los descendentes de los esclavos.

En un momento en que la desigualdad social está impulsando un movimiento cada vez más extenso de trabajadores y jóvenes, el tema está siendo promovido deliberadamente por el Partido Demócrata para inyectar divisiones raciales en el corazón de la campaña electoral de 2020.

La formación de una comisión fue copatrocinada por Tulsi Gabbard, Eric Swalwell y Tim Ryan, una mayoría de los diputados demócratas que se han postulado para la nominación presidencial del partido. El proyecto de ley también cuenta con el respaldo de la senadora de Massachusetts, Elizabeth Warren, y el senador de Nueva Jersey, Cory Booker, ambos candidatos presidenciales. Booker fue la primera persona en rendir testimonio en la audiencia del miércoles.

El panel incluyó una muestra representativa de afroamericanos privilegiados de la clase media-alta, desde el autor Ta-Nehisi Coates, una fuerte partidario de Barack Obama cuando se pronunció a favor de las reparaciones, hasta el jugador de futbol americano retirado, Burgess Owens, quien dedicó su rato para oponerse a las reparaciones desde la ultraderecha con una diatriba en la que denunció el socialismo y el marxismo.

El llamado a hacer reparaciones presenta cuestiones políticas e históricas complejas que no han sido abordadas por ningún promotor.

Sin sobrevivientes de la “institución peculiar” de la esclavitud como propiedad, es imposible incluirlas dentro del marco de reparaciones legales. ¿Cómo se pagarían y quién las pagaría? ¿Los descendientes directos de los dueños de esclavos? ¿Solo aquellos con ancestros que vivían en EUA durante el periodo de la esclavitud? ¿Por todos los blancos? ¿O sería extraído de la sociedad en su conjunto?

Además, ¿por cuál mecanismo se establecería quién es elegible para recibir reparaciones por esclavitud? Ya que la raza no tiene ninguna fundación biológica, ¿recurrirían los proponentes de las reparaciones a la regla racista de “una gota” que prevalecía en el sur para determinar quién era negro? ¿O se opondrían a pagarles reparaciones a los muchos estadounidenses de ascendencia de esclavos africanos que se identifican como blancos y supuestamente tienen “privilegio blanco?

Más allá, ¿por qué limitar las reparaciones a los afroamericanos? La historia de Estados Unidos es una de incontables tragedias e injusticias históricas que afectan a todos los segmentos de la clase obrera, desde los irlandeses, chinos y alemanes a los italianos y judíos. Y, por supuesto, hay muchas tribus de indios americanos cuya tierra les fue robada y cuyos tratados con el Gobierno federal se infringían rutinariamente. Muchos de ellos viven todavía en reservas aisladas y sufren de tasas de pobreza y violencia policial más altas que los afroamericanos.

Los proponentes de las reparaciones transforman la raza en una categoría fundamental que constituye el marco esencial para entender toda la historia estadounidense. La esclavitud es vista como solo un episodio que forma parte del reino continuo de la “supremacía blanca” que se ha prolongado desde la Guerra Civil en otra forma de opresión racial, segregacionismo de Jim Crow y discriminación de viviendas, y que continúa en el periodo actual con la encarcelación masiva.

De hecho, la esclavitud fue un sistema de explotación socioeconómica, con una presencia global, extendiéndose desde el corazón propia del continente africano a las plantaciones azucareras del caribe y los puertos de Gran Bretaña. Fue abolida en Estados Unidos hace 150 años después de una monumental guerra civil, la Segunda Revolución Estadounidense.

Los proponentes de las reparaciones muestran una indiferencia total a la experiencia histórica real. Ignoran y descartan el significado de la Guerra Civil, en la cual la clase obrera desempeñó un papel crítico. Las decenas de miles de personas que pagaron por la libertad de los esclavos con sus vidas fueron abrumadoramente blancas, motivadas por una lucha ideológica y política contra la esclavitud.

Los pensadores políticos más avanzados entendían en el momento que existía una conexión fundamental entre el desarrollo de un movimiento de la clase obrera contra el capitalismo y la eliminación de la esclavitud. Karl Marx notó en El capital: “[T]odo movimiento independiente de trabajadores se veía paralizado mientras la esclavitud desfigurara una parte de la República. La fuerza trabajadora no se puede emancipar en piel blanca donde la negra esté marcada”.

Después de la Guerra Civil, la opresión de los afroamericanos estuvo vinculada con el desarrollo del capitalismo moderno y la lucha de clases. El racismo fue promovido continuamente por las élites y los demagogos para dividir a los trabajadores blancos y negros. Las campañas de terrorismo y los linchamientos fueron llevados a cabo por grupos como el Ku Klux Klan para imponer las divisiones entre los trabajadores y agricultores blancos y los negros.

El movimiento de los derechos civiles se desarrollo en los años cincuenta y sesenta como un movimiento de masas, uniendo a blancos y negros, en una batalla por hacer valer la igualdad legal para todos. Al final de su vida, uno de los líderes de este movimiento, Martin Luther King, Jr., convocó una Marcha de los Pueblos Empobrecidos exigiendo la igualdad económica para todos, independientemente de sus razas.

Sin embargo, en el medio siglo desde que finalizó el movimiento de los derechos civiles, ha habido un esfuerzo enorme encabezado por el Partido Demócrata para separar las cuestiones sociales que enfrentan los trabajadores afroamericanos de las de la clase obrera en general. El resultado de políticas como “Acción afirmativa” ha sido, por un lado, un desastre para aquellos en el fondo y el enriquecimiento de una diminuta capa de millonarios y milmillonarios negros, por el otro.

La línea fundamental que divide la sociedad estadounidense —y todo el capitalismo mundial— es de clase, no de raza, nacionalidad ni género. El proyecto de ley sobre reparaciones se refiere al hecho de que los afroamericanos tienen una “tasa de desempleo más del doble que la del desempleo blanco; una riqueza en promedio de menos que una decimosexta parte que la de las familias blancas, una disparidad que se ha profundizado en vez de mejorado en el tiempo”. No dice nada, sin embargo, de la disparidad de clase entre los propios afroamericanos o entre blancos. La brecha de riqueza entre negros ricos y los de clase obrera nunca ha sido mayor, y lo mismo pasa para todos los demás, independientemente de su color de piel.

Las cuestiones básicas que enfrentan los trabajadores afroamericanos —el desempleo, la pobreza, las deudas, los ataques contra los salarios y la salud, la violencia policial, la guerra— son las mismas que enfrentan todos los trabajadores, blancos como negros, inmigrantes como nacidos localmente. Bajo estas condiciones, proponer un programa social para beneficiar a una etnicidad u otra es repugnante.

La demanda de reparaciones monetarias apesta a una trampa financiera. Figuras como Coates y Booker no hablan por la clase obrera, sino por una capa de la clase media-alta que busca una distribución más equitativa de la riqueza dentro de la misma cúpula de la sociedad. Si se promulgara un programa de reparaciones raciales por el Congreso en algún momento, no cabe duda de que solo beneficiaría a los afroamericanos en la clase media-alta y dejaría a los trabajadores disputándose meras migajas.

Exhibe además un claro carácter de trampa política. Ante condiciones en que la lucha de clases crece internacionalmente, su propósito es dividir a los trabajadores unos contra otros y preservar el sistema social y económico, el capitalismo, el origen de todos los malestares, incluyendo el racismo, que afectan a la clase obrera en su conjunto. En esto, sirve una función similar a las apelaciones fascistizantes del chauvinismo antiinmigrante.

El Partido Socialista por la Igualdad no apoya las reparaciones. Lucha por la unidad de la clase obrera en la lucha por la igualdad genuina. La vasta riqueza monopolizada por los ricos debe expropiarse y las corporaciones gigantescas deben ser convertidas en utilidades controladas democráticamente y administradas sobre la base de satisfacer las necesidades sociales, no el lucro privado. Esta es la lucha por el socialismo, en Estados Unidos y el mundo entero.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 21 de junio de 2019)

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