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Informe devela el maltrato a los niños refugiados en campos de internamiento de los Estados Unidos

Un informe de la Associated Press (AP) publicado esta semana, sobre las condiciones que enfrentan los niños en una estación de la Patrulla Fronteriza cerca de El Paso, Texas, devela el tratamiento inhumano de los niños bajo la salvaje campaña antiinmigrante de la Administración de Trump.

La AP en un reporte que no ha sido divulgado ampliamente en otros medios describe a niñas adolescentes tomando la responsabilidad de cuidar a los niños pequeños y a los bebés, que han sido separados de sus padres bajo la presión del gobierno de penalizar a los inmigrantes indocumentados que huyen de la pobreza y la violencia avivados por el imperialismo estadounidense en sus países de origen.

Centro de detención de inmigración estadounidense en Texas [crédito: CBP, WikiMedia]

El equipo legal que habló con la AP obtuvo acceso a las instalaciones en Clint, Texas, a unas 25 millas al sureste de El Paso, después de las negociaciones con los funcionarios federales. Los abogados entrevistaron a 60 niños, de un total de 250 que se encuentran en esta estación. Informaron sobre alimentos, agua y saneamiento inadecuados, en medio de otras negligencias para satisfacer las necesidades más básicas de los niños pequeños y de los menores de un año.

El campo de detención incluye seis niños de tres años de edad y menores, incluidos tres bebés. Hay muchos ejemplos de niños cuidando niños. Una niña explicó: “Un agente de la Patrulla Fronteriza entró en nuestra habitación con un niño de 2 años y nos preguntó: ‘¿Quién quiere cuidar a este niño?’”.

Una niña guatemalteca de 14 años que había estado sosteniendo a dos niños más pequeños en su regazo le dijo a los abogados, según el informe de la AP: “Yo también necesito consuelo”. Soy más grande que ellos, pero también soy una niña”. Un padre que es residente legal en los Estados Unidos dijo que las autoridades habían separado a su hija que cursaría el segundo grado en una escuela de los Estados Unidos— de su tía, cuando ingresaron al país. Sólo descubrió dónde estaba su hija cuando un abogado que visitaba el campamento encontró su número de teléfono escrito en un brazalete que llevaba la niña. “Ella está sufriendo mucho porque nunca había estado sola”, explicó el padre.

Los niños en el campamento de Texas, que están en condiciones que sin duda imperan en cientos de otras instalaciones administradas por el gobierno federal, son alimentados con harina de avena, una galleta y una bebida endulzada para el desayuno, fideos instantáneos para el almuerzo y un burrito para la cena. No han tenido frutas ni verduras, ni han tenido un cambio de ropa limpia o la oportunidad de bañarse durante semanas.

La AP habló con algunos de los abogados y otros involucrados en la lucha para defender a los inmigrantes.

Warren Binford, director del Programa de Derecho Clínico de la Universidad de Willamette, informó que algunos de los niños “están tan cansados que se han quedado dormidos en las sillas y en la mesa de conferencias”. Holly Cooper, directora de la Clínica de Leyes para Inmigrantes en Universidad de California, Davis, dijo: “En mis 22 años de visitas con niños detenidos, nunca he oído hablar de este nivel de inhumanidad”. Gilbert Kliman, un psicoanalista de San Francisco que tiene experiencia con familias con niños que buscan asilo, señaló: “El cuidado de los niños por parte de los niños constituye una traición a la responsabilidad del adulto, responsabilidad gubernamental”. Kliman dijo que las condiciones actuales tendrían un impacto duradero y un daño psicológico en los niños.

Mientras tanto, en un tribunal de San Francisco, el gobierno de Trump argumentó que las condiciones “seguras e higiénicas” exigidas para los niños migrantes en una demanda colectiva de 1985 presentada durante la presidencia de Reagan, no requieren el suministro de jabón y cepillos de dientes, y también que dormir en pisos de concreto frío en celdas con bajas temperaturas también se califica como “seguro e higiénico”. La audiencia judicial, reportada por Newsweek, fue parte de una apelación federal de un fallo de un tribunal inferior contra la administración de Trump.

Sarah Fabian, la abogada del Departamento de Justicia, representante del gobierno de Trump en el caso, insistió en que las condiciones anteriores no violan los términos del acuerdo de 1985. “Uno tiene que asumir que se dejó de esa manera y no fue enumerado por las partes, ya sea porque las partes no pudieron llegar a un acuerdo sobre cómo enumerarlo o que las agencias lo determinaron”, argumentó Fabian con frialdad.

Varios jueces del Noveno Circuito del Tribunal de Apelaciones de los Estados Unidos registraron su preocupación. “¿Realmente va a levantarse y decirnos que el hecho de poder dormir no es una cuestión de condiciones seguras e higiénicas?”, preguntó la juez Marsha Berzon. El juez William Fletcher agregó: “¿Está argumentando seriamente que no lee el acuerdo como obligarle a hacer otra cosa que lo que acabo de describir: frío durante toda la noche, luces encendidas durante toda la noche, durmiendo en concreto y usted tiene manta de papel de aluminio?”.

La embestida federal contra los derechos elementales de los solicitantes de asilo y otros migrantes comenzó mucho antes de la actual administración, aunque Trump ha intensificado los ataques y los ha utilizado para convertir a su base fascistizante en un frenesí, como se vio más recientemente en su campaña de reelección de 2020 en Orlando, Florida.

El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) acaba de anunciar los planes para reabrir el campo de internamiento en Fort Sill en Oklahoma, el cual fue utilizado por la administración de Franklin Roosevelt para acorralar a los japoneses-estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial. El nuevo campo de concentración se utilizará para detener a 1.400 niños. Sin ni siquiera la excusa de una guerra de tiros —todavía— el gobierno de Washington está reforzando la criminalización de los inmigrantes de la clase trabajadora.

Los demócratas en su mayoría guardan silencio sobre los últimos atropellos, y en algunos casos se unieron a la campaña, discutiendo a lo sumo la manera en la cual Trump aborda la “seguridad fronteriza”. Fue el gobierno de Obama el que deportó a un récord de 3 millones de inmigrantes indocumentados durante sus ocho años en el cargo, dándole a Trump una línea de base desde la cual el pudo intensificar los ataques. La semana pasada, el presidente tuiteó su última amenaza detener a “millones”, comenzando con el millón de inmigrantes que están sujetos a órdenes de expulsión, una acción que tendría consecuencias devastadoras no solo para estas familias sino para las ciudades y comunidades en las que viven y trabajan. Se anunciaron planes para que las redadas comenzaran en todo el país tan pronto como este domingo.

El récord de ambos partidos de las grandes corporaciones demuestra la verdad irrefutable que ningún sector de la clase trabajadora puede defender sus intereses, sin romper con estos representantes de la élite gobernante y una lucha unida por la reorganización socialista de la sociedad. Los trabajadores nativos deben defender a sus hermanos y hermanas inmigrantes, documentados o no. La movilización masiva de la clase obrera, a través de protestas, manifestaciones masivas y huelgas, será necesaria para detener el ataque bipartidista contra los inmigrantes. Esto debe ser parte de una lucha política por un gobierno socialista de trabajadores que derribará las artificiales fronteras nacionales y extenderá su mano amistosa a todos los trabajadores del mundo.

(Publicado originalmente en inglés el 22 de junio de 2019)

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