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Miniserie sobre el desastre nuclear de 1986

Chernobyl de HBO: El proletariado soviético paga por los crímenes del estalinismo

Chernobyl, la nueva miniserie de HBO-Sky UK es un valioso repaso del desastre nuclear que ocurrió una central soviética cerca de la frontera entre Ucrania y Bielorrusia en abril 1986.

El desastre de Chernobyl

Johan Renck, director sueco, y Craig Mazin, guionista creativo, capturan fielmente la terrible realidad de la explosión que reventó el nucleo del reactor nuclear y esparció materiales radioactivos en grandes zonas del oeste de la URRS y de Europa. Teniendo el cuenta la actual histeria antirrusa, es importante señalar que la película presenta con simpatía al pueblo soviético, aun cuando tanto Renck como Mazin poco conocen el entorno histórico.

La escena inicial presenta a Valery Legasov (Jared Harris), quien está por suicidarse. Nos enteramos a través de la cinta que Legasov había sido uno de los encargados de responder a la casi fusión del reactor. Deja grabaciones en que su voz describe su memoria de la que pasó en ese entonces; luego de guardarlas en un lugar seguro, se ahorca, exactamente dos años después del desastre nuclear; lo espían agentes de la policía secreta soviética.

Jared Harris en Chernobyl

La película luego se remonta hacia atrás por el tiempo hasta llegar a los acontecimientos que causaron el trágico fin de Legasov, empezando con el horror de abril 26, 1986. Esa noche una prueba de seguridad, mal diseñada y muchas veces demorada, detona una sarta de fallas sistemáticas que hacen explotar al nucleo del reactor.

Los empleados no pueden entender que pasó en la central nuclear. Anatoly Dyatlov (Paul Ritter), el jefe de ellos, con toda arrogancia y estupidez da órdenes que causan las muertes de trabajadores. Se llama a los bomberos sin informarles que se trata de una explosión nuclear, ni hablar de que traigan equipo protector de radiación. Extrema enfermedad de radiación comienza a afectar a los habitantes de Pripyat, una ciudad de cincuenta mil. El hospital no puede con todo eso. Las autoridades no admiten lo que acababa de ocurrir. La situación parece escaparse de todo control.

La evolución del desastre de Chernobyl

Eventualmente se hacen cargo las autoridades del gobierno soviético, aunque siguen tratando de encubrir la verdadera magnitud de lo que acontecía. En el occidente se comienza a sospechar lo que ha pasado, a causa de la radioactividad en la atmósfera sobre Europa Occidental. Se trae a un famoso especialista químico inorgánico, miembro de la Academia de Ciencia de la URSS, Legasov, y a otros más, para intentar lidiar con la radicación que sigue saliendo del nucleo del reactor nuclear. Cada hora produce tanta radiación como la de la bomba de Hiroshima. Gente ordinaria, en su mayoría, toma medidas extraordinarias y heroicas para salvar a millones; mientras las autoridades siguen encubriendo las causas y consecuencias del accidente. Se aceleran las mentiras y trampas. Más que desastre, Chernobyl fue un crimen.

Nadie que vea esta miniserie podrá nunca más subestimar el Armagedón nuclear con que los políticos hoy en día amenazan como consecuencia necesaria de la política extranjera yanqui. Tan sólo en eso, los cineastas han hecho una gran contribución. La miniserie deja en el público la impresión de la horrible realidad que acompañaría una guerra atómica.

Chernobyl, que se basa en el relato verídico escrito por Svetlana Alexievich, ganadora del Premio Nobel, pinta claramente los diferentes aspectos de la vida soviética, al igual que la calamidad nuclear. Conocemos la ciudad de Pripyat, con sus edificios de departamentos y sus jardines; con habitantes que sólo desean gozar de la primavera y que tienen miras del futuro. Sus vidas son destruidas. Burócratas prepotentes, a quienes nada le importa de los seres humanos comunes, alternan entre amenazas, indiferencia, arrogancia, y esfuerzos desesperados para resolver una catástrofe, que el público siente que es en gran parte culpa de ellos. La economía soviética estaba terriblemente mal. La explosión fue en gran parte consecuencia de medidas para recortar costos. Un mal diseño que contribuye al desastre, había sido identificado años antes, pero hecho secreto. Nada se podía admitir en el escenario mundial. Por lo tanto, el país no pudo obtener auxilios adecuados del extranjero.

No obstante, esta sociedad en crisis, de alguna manera, pudo llevar a cabo una enorme operación de limpieza. De la noche a la mañana se envían toneladas de materiales de contención. Seiscientos mil supuestos “liquidadores” humanos son movilizados en las zonas de contaminación. Mineros desnudos laboran sin descansar y expuestos a la radiación; excavan túneles sin nada más que palas, para prevenir una fundición total (el calor les hace imposible usar ropa). Reclutas destruyen mascotas expuestas a la radiación. Una de las escenas de más terror muestra a soldados, laborando con sus manos, sacan cascotes radiactivos del techo de la central destrozada.

Está claro que los cineastas admiran al pueblo soviético; que la cinta representa como un conjunto de víctimas dispuesto a sacrificarse de un sistema político antidemocrático. En ciertos momentos, empero, esta miniserie adopta estereotipos anticomunista. Un burócrata de Pripyat, enclenque y anciano, declara su lealtad al “leninismo” y exige que selle el pueblo para que nadie salga; para así contener las supuestas malas informaciones. Soldados, hablando como robots sin inteligencia propia, declaran ser fieles hasta la muerte a la causa soviética, aun cuando son enviados sin protección a limpiar la basura radioactiva. Burdos mineros hacen chistes de que su situación era igual que bajo el zar. Una campesina anciana, obligada a irse, pone un signo de igual entre el bolchevismo y el estalinismo, supuestamente porque los dos persiguen de la misma manera a la población.

Pobladores de Chernobyl

Lo importante no es la veracidad de estos episodios —según versiones históricas algunos de estos sí ocurrieron— sino la manera en que se presentan. Dan la falsa impresión que hay una línea recta entre 1917 y 1986; lo que es falso. El desastre de Chernobyl no resultó de la revolución rusa de 1917, cuando el proletariado derrocó al capitalismo y al feudalismo como movimiento inicial para liberar a la humanidad de la explotación del hombre por el hombre. Se originó en la traición, dirigida por Joseph Stalin, de esa revolución. Stalin eliminó sistemáticamente a la Oposición de Izquierda y a todos los que apoyaban férreamente los fundamentos igualitarios del socialismo internacional.

La burocracia soviética llevó una vida parasitaria sobre las conquistas de la clase trabajadora, viviendo a costillas de ella hasta destrozarla. Tale parasitismos, privilegios y arrogancias fueron un impuesto terrible sobre la infraestructura económica y los recursos sociales. Encarrilados en la política nacionalista de construir “el socialismo en un solo país” —cosa imposible y reaccionaria a la misma vez— los estalinistas tomaron el camino de desarrollo industrial en base a la autarquía, bajo el peso de bloqueos capitalistas. Se entregaron, sin pensar en las consecuencias, al desarrollo de la energía nuclear para abastecer al país con la energía necesaria.

Claro está, un importante aspecto del desastre de Chernobyl, con que esta miniserie no trata (quizás no pueda) es lo que le siguió. Para fines de diciembre 1991, ya no existía la Unión Soviética. Los mismos burócratas estalinistas y los agentes de la policía secreta (KGB), quienes en la miniserie tanto se esfuerzan en sostener el andamiaje político que se desmoronaba bajo el peso de embustes y crímenes, disuelven a la URSS y roban todo lo que pueden.

Ralph Ineson en Chernobyl

En resumen, un crimen mucho más tremendo sigue al crimen de Chernobyl —la liquidación de todo por lo que el proletariado soviético había luchado durante más de setenta años. Las consecuencias fueron el desempleo en masa, el cierre de industrias, la disminución de la población campesina, una explosión de alcoholismo, caída en la expectativa de vida, un enorme aumento de desigualdad social y sufrimiento humano por doquier. Los burócratas soviéticos restauraron los mercados y se convirtieron en dueños del capitalismo possoviético antes que la clase obrera pudiera imponer su independencia política y defender sus propios intereses.

La miniserie concluye con una escena en un tribunal en que Legasov y la científica Ulana Khomyuk (Emily Watson) acusan tanto a los administradores de la central (eventualmente Dyatlov y otros son enviados a prisión) como al sistema soviético. En verdad ese proceso ocurrió en la realidad, aunque el director admite no haberlo representado fielmente en la miniserie. No ocurrió ninguna aclaración de cuentas con el liderazgo soviético en el caso Chernobyl. Eso hubiera sido imposible en ausencia de una batalla final de la clase trabajador acontra la burocracia. Muchos de los apparatchiks y agentes secretos que aparecen en Chernobyl siguen en el Kremlin; sirviendo al régimen capitalista. Aun se sienten amenazados por lo que ocurió en abril 1986; la miniserie de HBO ahora despierta tanto interés que existen planes para producir una miniserie rusa sobre Chernobyl, culpando a un agente secreto yanqui, empleado en la central nuclear, de provocar el desastre.

Stellan Skarsgard y Emily Watson en Chernobyl

En un intento fracasado, los cineastas crean una pareja ficticia encargada de desenmascarar al estalinismo. Ulana Khomyuk es uno de los personajes creados con ese fin. Khomyuk, una investigadora nuclear, se rebela contra las autoridades soviéticas, encara a los burócratas, insiste en la superioridad de la ciencia y descubre secretos. No convence este personaje, creado por los cineastas en representación de los cientos de científicos que en verdad se movilizaron contra el desastre de Chernobyl; en verdad es un elemento fallido de esta miniserie, uno de sus aspectos más débiles.

Usando el personaje de Watson, la película se degenera en el cuento de un individuo, un paladín, que desafía a los poderosos con la verdad; cosa que no le hace justicia a todos los que tanto se esforzaron para defender a la humanidad de las consecuencias de Chernobyl. Tanto más valioso, aunque más desafiante, hubiera sido capturar en cine la coordinación de toda la comunidad científica, soviética e internacional. Teniendo en cuenta la destrucción a mansalva de las ciencias soviéticas como consecuencia de la restauración del capitalismo en la URSS, también habría comunicado al público un más profundo sentido de todo lo que se perdió.

Con todo, bien merece Chernobyl todo el interés y entusiasmo que está consiguiendo.

(Publicado originalmente en inglés el 15 de junio de 2019)

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