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El significado del otorgamiento por Trump de la Medalla de Libertad a Arthur Laffer

Durante casi cuatro décadas la política principal de sucesivas administraciones, empezando por la de Reagan, ha sido transferir la indecible riqueza hacia las capas más altas de la sociedad, así aumentando la desigualdad social a niveles jamás vistos en la historia económica.

La semana pasada, la encarnación actual de este programa, el presidente Donald Trump, le confirió el honor civil más alto, la Medalla Presidencial de la Libertad, a su padrino ideológico y originador de la llamada economía de la oferta, Arthur Laffer.

Se le atribuye el origen de esta teoría a una cena que se celebró en 1974 entre Laffer, el jefe de personal de la Casa Blanca, Donald Rumsfeld, su diputado Dick Cheney, y un excompañero de escuela de Laffer en Yale y escritor para el Wall Street Journal, Jude Wanniski. Al esbozar su nueva teoría, Laffer dibujó en una servilleta lo que luego se conoció como la curva Laffer.

La curva supuestamente demostraba que si se redujeran los impuestos sobre los ultrarricos y las corporaciones, se desataría el crecimiento económico que a su vez traería mayores ingresos al gobierno y una compensación de la reducción contributiva. Esta versión siglo 20 del aceite de serpiente económico se volvió en base para los recortes impositivos que se iniciaron bajo Reagan y forma el principal fundamento ideológico para la masiva reducción de impuestos sobre las corporaciones y los ingresos individuales promulgada por la administración de Trump a finales del 2017.

Trump le concede a Laffer la Medalla Presidencial de la Libertad en la Casa Blanca el 19 de junio [Crédito: Casa Blanca, Joyce N. Boghosian]

Como tal, Trump le rindió un tributo al premiado cuando, al presentarle la medalla, declaró que había estudiado la curva “durante muchos años” y que “pocas personas habían revolucionado el pensamiento y la política económica” tal como había hecho Laffer.

Como respuesta al libro Trumponomics, publicado por Laffer a finales del año pasado con Stephen Moore, a quien el actual presidente estadounidense intentó designar a un puesto en el consejo gobernante de la Reserva Federal, Trump tuiteó que los autores habían “hecho un gran trabajo para capturar la perspectiva y las ideas que he guardado durante mucho tiempo”.

Sin embargo, éstas no fueron únicamente ideas de Trump. A pesar del hecho de que las teorías de Laffer quedaron expuestas como disparates desde un principio, esto de ninguna manera disminuyó su influencia. Esto es porque encapsularon la incesante carrera para aumentar la riqueza que ha dominado los círculos financieros.

Una de las expresiones más escandalosas de esta perspectiva fue la gigante de la energía eléctrica, Enron, que antes de su colapso de 2001 fijaba sus cifras de ganancias de acuerdo con lo que se consideraba necesario para aumentar el valor de sus acciones y luego “rellenaba” los otros datos en sus hojas de balances para obtener el resultado deseado.

Empero, Enron sólo fue un anticipo de lo que venía. En el 2008, el sistema financiero entero, basado en el mismo tipo de ficciones que formaban la base de la curva Laffer, llegó al punto de colapso ya que miles de millones de dólares en activos financieros fueron encontrados esencialmente sin valor. Esto, sin embargo, no trajo ninguna “corrección de curso” sino la inyección de billones de dólares adicionales al sistema financiero en el período desde entonces.

La curva Laffer fue denunciada como un disparate económico desde sus comienzos –un veredicto que ha sido verificado por el curso de la historia económica. Los recortes impositivos llevados a cabo por Reagan no trajeron aumentos en los ingresos o el crecimiento económico. Tampoco pagaron por sí mismos, sino que resultaron en masivos déficits presupuestarios.

En el 2014, la Oficina de Investigación del Congreso publicó un informe en que se concluyó que “los períodos de más lento crecimiento por lo general han sido asociados con tasas impositivas bajas, no altas” y un informe preliminar sobre los recortes impositivos de Trump halló que no han resultado en el crecimiento económico prometido.

Sim embargo, nunca se les han permitido a los hechos económicos erigirse como obstáculo entre los apetitos insaciables de la élite dominante y un montón de dinero, no importa el costo.

Hace mucho tiempo, Carlos Marx explicó que la economía política burguesa había abandonado todo interés en el análisis científico y que se dieron un paso adelante unos “boxeadores a sueldo” para sustituir a la investigación genuina con “la consciencia mala y el intento malvado de la apología”.

Empero, es tal vez dudoso que aun Marx, pese a la profundidad de su pensamiento, se hubiera imaginado los niveles a que este proceso bajó al tiempo en que Laffer y su curva llegaron a la escena.

Su papel esencial como uno de los principales mecanismos ideológicos para la masiva transferencia de riqueza hacia arriba en la escala de ingresos fue revelado por el primer director de la Oficina de Manejo y Presupuesto, David Stockton.

En una serie de entrevistas con William Greider que formaron la base para su artículo “La educación de David Stockman” publicado en Atlantic Monthly en diciembre de 1981, Stockton esbozó el papel crucial de la llamada economía de la oferta. Al referirse a los recortes impositivos de Reagan, los cuales redujeron la más alta tasa contributiva de 70% en 1981 al 28% en 1986, éste declaró: “Quiero decir que Kemp-Roth –el inicial recorte impositivo de Reagan– siempre fue un caballo de Troya para reducir la tasa más alta. .. Es un poco difícil vender el ‘efecto derrame’. Así, la fórmula de la oferta era la única manera de verdaderamente conseguir una política fiscal del efecto derrame”.

Según Stockman: “Ninguno de nosotros verdaderamente entiende lo que está pasando con todos estos números” . Según se cuenta, Reagan lo llevó “a la leñera” por el candor de sus comentarios a Greider.

Nada de esto evitó que la curva Laffer y su reclamo de que los recortes impositivos desatarían el crecimiento económico se volvieran en base para la agenda política de los gobiernos en Estados Unidos y otras economías capitalistas principales.

En Reino Unido, el gobierno de Thatcher redujo la tasa impositiva más alta del 83% al 60%, con otra reducción al 40% en 1988. Los gobiernos socialdemócratas siguieron el ejemplo tal como el laboral Hawke-Keating (1983–1996) en Australia que también implementó una reducción de las tasas corporativas y sobre los ingresos además la privatización de las empresas estatales. En las recién concluidas elecciones australianas el gobierno de la coalición Morrison Liberal-Nacional fueron a las urnas con la sola política de promulgar recortes impositivos bajo el reclamo de que promueven el crecimiento.

En Francia, el gobierno de Macron ha hecho de los recortes impositivos para los ultrarricos el centro de su agenda económica.

En Estados Unidos, un informe publicado el año pasado por el Institute on Taxation and Economic Policy (Instituto de Impuestos y Política Económica) halló que desde el 2001, bajo los presidentes Bush, Obama y Trump, los recortes de impuestos federales han resultado en unas pérdidas de ingresos totales de $5,1 billones, la mayoría de los cuales, el 65%, se destinó al 20% con mayores ingresos. Cuando se le suma el interés sobre la deuda federal, la pérdida de ingresos asciende a $5,9 billones durante los últimos 17 años.

El hecho de que la curva Laffer no trajera un aumento de ingresos sino al contrario resultó en incrementar los déficits presupuestarios no quiso decir que fue abandonada. Más bien, el aumento de los déficits presupuestarios que produjeron los recortes impositivos, para los cuales brindó la justificación ideológica a nombre de desatar el crecimiento, se volvió en la base para una nueva serie de ataques.

Ahora se argumentó que el aumento de los déficits significaba que la salud, la educación y los otros servicios sociales esenciales tuvieron que ser recortados porque no había el dinero para costearlos.

Sin embargo, la falta de recursos y la negación de fondos vitalmente necesarios a las facilidades sociales fueron el resultado de una vasta redistribución de la riqueza, creada por la labor de millones de obreros, hacia las alturas de la sociedad.

Al otorgarle la Medalla de la Libertad a Laffer, Trump no sólo hablaba por sí mismo sino toda la élite financiera de donde surgió.

En los tiempos de la dominación colonial había un dicho en Sri Lanka que rezaba: el imperialismo británico realizaba “el perjurio de día y la falsificación de noche” mientras llevaba a cabo la supresión de las masas y saqueaba la riqueza de la isla-colonia.

Sin embargo, aun las acciones de los gobernantes coloniales británicos palidecen hasta la relativa insignificancia cuando se comparan con la criminalidad que lleva a cabo la oligarquía financiera estadounidense para la cual Laffer ha sido portavoz.

El homenaje a Laffer por Trump no es simplemente una cuestión de historia sino que tiene un significado imprescindible para la política contemporánea. Demuestra que las élites dominantes no dejarán para nada de asegurarse de que continúe la desviación de la riqueza hacia los altos de la sociedad, para el cual Laffer jugó un papel ideológico clave. Además, subraya el hecho de que está élite no permitirá que las medidas avanzadas por los sectores de izquierda dentro del Partido Demócrata, en las personas de Alexandria Ocasio-Cortez, Bernie Sanders y otros, la detenga mientras éstos últimos intentan desviar el creciente enojo sobre la cada vez mayor desigualdad social hacia canales seguros.

La desigualdad social no se eliminará con un ajuste al sistema fiscal aquí ni mucho menos una reforma cosmética allá.

Está incrustada dentro de la estructura misma del sistema financiero y la economía estadounidenses. Sólo puede eliminarse mediante la lucha por un programa genuinamente socialista, comenzando con la toma del sistema financiero entero como propiedad pública bajo el control democrático; la base para el establecimiento de una economía planificada y la satisfacción de las necesidades humanas, no los dictados del sistema de lucro.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 25 de junio de 2019)

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