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El sociólogo británico Noah Carl y la promoción de la extrema derecha en el medio académico

Los Jóvenes y Estudiantes Internacionales por la Igualdad Social (IYSSE, por su sigla en inglés) celebraron una segunda reunión el 9 de junio en Cambridge, Inglaterra, sobre Noah Carl, el eugenista elegido para una beca de investigación en la Universidad de Cambridge. Estuvieron presentes los estudiantes de las Universidades de Cambridge y Oxford y residentes locales.

La presidenta de la reunión, Alice Summers, explicó que Carl había sido despedido a fines de abril de este año tras una campaña de seis meses organizada por manifestantes estudiantiles. Ella planteó la necesidad urgente de que los estudiantes y los jóvenes comprendan el contexto político que llevó a su nombramiento en primer lugar y llamó la atención sobre el auge mundial de la extrema derecha.

Thomas Scripps hablando en una reunión de los IYSSE en Cambridge

Thomas Scripps presentó el informe principal, refutó las afirmaciones de la prensa de derecha en defensa de Carl, explicó la historia social y política de la eugenesia, estableció comparaciones con el caso del académico alemán Jorg Baberowski en la Universidad Humboldt y pidió a los presentes que basen su oposición a estos individuos reaccionarios en un giro hacia la clase trabajadora y la lucha por el socialismo.

En el debate subsiguiente, miembros de IYSSE destacaron que el protagonismo creciente de Carl estaba estrechamente vinculado con una escalada internacional en las tensiones de clase y la promoción deliberada de la ideología fascista y los movimientos de extrema derecha por parte de los escalafones más altos del Estado como un arma contra la clase trabajadora. Debajo publicamos el discurso pronunciado por Scripps.

Primero quiero felicitar a los estudiantes de la Universidad de Cambridge que hicieron una campaña decidida respecto a Noah Carl y que consiguieron una victoria significativa contra la extrema derecha en el Reino Unido y a nivel internacional.

Los manifestantes desenmascararon el trabajo de Carl como “éticamente sospechoso y metodológicamente defectuoso” y por legitimar “estereotipos raciales” que son “usados por medios de comunicación extremistas y ultraderechistas con el objetivo de avivar la retórica xenófoba y antiinmigrante”.

Una de las investigaciones internas de Cambridge descubrió que Carl “puso en el dominio público un trabajo que no cumplió con los criterios establecidos para la ética e integridad de la investigación” y que su “nombramiento podía llevar, de manera directa o indirecta, a que la universidad sea usada como una plataforma para promover puntos de vista que pueden incitar al odio religioso o racial”.

Estudiantes en el St Edmund’s College protestando el nombramiento de Noah Carl

Los activistas estudiantiles recién se habían enterado de su éxito cuando, empero, comenzó una feroz caza de brujas en la prensa derechista. Toby Young, niño mimado de la derecha Tory y defensor de la “eugenesia progresiva”, usó su columna en el Spectator para afirmar, “El único crimen de Noah Carl es ser conservador”.

En el Telegraph, Munira Mirza, exasesora cultural de Boris Johnson, escribió, “Fanáticos intolerantes están estrangulando la libertad intelectual de nuestras universidades”. Daniel Hannan, miembro Tory del Parlamento Europeo y defensor del Brexit, siguió con, “¿Ahora debes ser de izquierda para estudiar en la Universidad de Cambridge?” y Douglas Murray, director asociado de la Henry Jackson Society, pronunció, “Cambridge se ha convertido en el epicentro de la epidemia de los ‘despiertos’ que asola a nuestras universidades”.

La abyecta revista virtual Spiked, cuyo personal está compuesto por propagandistas, candidatos y miembros del Parlamento Europeo por el Partido Brexit de Nigel Farage, se refirió a “El linchamiento de Noah Carl”.

El Times fue más allá y publicó, “Académicos defienden al estudioso del racismo Noah Carl,” “Silenciar a un tutor ‘racista’ de Oxbridge le conviene a la extrema derecha”, “La opinión de el T imes sobre el despido de Noah Carl: monoversidades”, “El investigador de Cambridge Noah Carl ‘despedido por cuestionar a la sagrada izquierda’” y, según Toby Young de nuevo, “Roger Scruton tiene razón al resaltar el sesgo político en las universidades—esto es lo que podemos hacer al respecto”.

Clarificando la política detrás de esta campaña, Breitbart, la página web fascista con sede en EUA, publicó un artículo, “Cambridge cede ante la horda izquierdista y despide a joven académico”.

Artículo en Breitbart titulado: “Cambridge cede ante la horda izquierdista y despide a joven académico”

El propio Carl publicó una carta abierta “en respuesta a sus críticos”.

Un artículo de la publicación de derecha libertaria Quillette, Cambridge capitula ante la horda y despide a joven investigador”, incluyó una petición que atacó a St. Edmund’s College “por la injusticia contra este joven académico”.

Esto parece un quién es quién de reacción internacional. Los firmantes incluyen a Adam Perkins, un profesor de King’s College London que ha escrito a favor de eliminar la dependencia del bienestar; Helmuth Nyborg, investigador danés que ha señalado que los hombres son más inteligentes que las mujeres, que los blancos son más inteligentes que los negros y que la inmigración de países no occidentales conduce a una disminución en la inteligencia promedio de los países receptores; Nigel Biggar, académico de Oxford que ha argumentado sobre el impacto civilizador del Imperio Británico; Niall Ferguson, historiador que ahora trabaja para la Institución Hoover; y Charles Murray, académico estadounidense y autor de la infame The Bell Curve, que afirma que hay una brecha de inteligencia entre negros/blancos y pobres/ricos.

En estas diatribas, los estudiantes y académicos solidarios son acusados de “intimidar” a Carl y a St Edmund’s College, de contribuir a un “clima de intolerancia” y de unirse para “linchar” a personas simplemente porque no les gusta sus puntos de vista. Mientras tanto, se describe a Carl como “un académico joven en el inicio de su carrera”, cuya reputación ha sido destruida injustamente y que ahora luchará “para forjar una carrera nueva”.

Según estos artículos, no hay “evidencia convincente para apoyar la afirmación de que el Dr. Carl tiene puntos de vista extremistas, o que había desarrollado una investigación de una calidad tan pobre que no se le podía permitir continuar en su rol”. El único crimen de Carl, en sus propias palabras, es haber realizado una investigación que “se cree que amenaza ciertos valores sagrados de la izquierda”.

Ni una sola palabra de esto es cierto. La investigación de Carl tiene motivos políticos y contribuye a un proyecto de pseudociencia eugenista y de darwinismo social con una historia larga y reaccionaria.

Siete de sus artículos publicados aparecieron en los diarios de OpenPsych, página web dirigida por Emil Kirkegaard, cuya máxima cualificación es una licenciatura en lingüística. Kirkegaard es un eugenista danés y derechista extremo que cree en la existencia de “niveles” raciales y que el acoplamiento entre negros y blancos conduce a la enfermedad mental y física en una población.

El equipo de redacción de OpenPsych está compuesto por personas de mentalidad similar, muchas de las cuales carecen de toda cualificación en los campos que se supone deben revisar y supervisar. Más de la mitad de los diarios en la página fueron escritos por el propio Kirkegaard, y al menos uno de ellos—que señala que las tasas de delincuencia entre los migrantes en Alemania tienen relación con el bajo coeficiente intelectual (CI) y la fe islámica—fue reseñado positivamente por Carl.

Carl también coescribió diarios con el profesor Heiner Rindermann, de Chemnitz University, quien escribió un libro llamado Capitalismo cognitivo, que argumenta que la desigualdad mundial es el producto de diferencias de una inteligencia determinada por la genética. Carl, Kirkegaard y Rindermann son todos coautores de un editorial que defiende a OpenPsych de numerosas críticas.

Uno de los trabajos más extraños de Carl, “La relación entre la radiación solar y el CI en el Reino Unido”, fue publicado en Mankind Quarterly. Esta revista es editada por Gerhard Meissenberg, quien insiste con que los africanos y las mujeres son intrínsecamente menos inteligentes, y Richard Lynn, un supremacista blanco que una vez sugirió que los Estados predominantemente blancos de EUA se separaron de la Unión para “preservar la civilización” y que ha reclamado la “eliminación gradual” de “culturas incompetentes”.

Todos estos individuos han participado de la Conferencia de Londres sobre Inteligencia, una conferencia eugenista anual y secreta expuesta por una investigación de London Student. La conferencia escuchó ponencias como “Meta-análisis de la inteligencia de Roma”, “Diferencias entre los sexos en inteligencia” y “Evolución contra cultura en diferencias de inteligencia internacional”.

Carl está inmerso profundamente en una red de fascistas y eugenistas. Estos individuos están obsesionados con ‘probar’ las inherentes diferencias raciales, de género y clase, especialmente en materia de inteligencia. Él ha cooperado con estos proyectos y los ha defendido, prestando sus credenciales de Oxford a sus conclusiones. En sus trabajos, Carl ha popularizado categorías raciales y religiosas y la invocación de la influencia causal del CI bajo la cobertura de un lustre sociológico. Sus esfuerzos son parte de un movimiento más amplio.

Recientemente se publicó un libro oportuno e importante de la escritora científica Angela Saini: Superior: The Return of Race Science ( Superior: el regreso de la ciencia de la raza ). Su logro principal es exponer las redes forjadas y extendidas por los científicos de la raza en el período de posguerra y su conexión íntima con la extrema derecha.

Angela Saini

Saini explica que los crímenes horribles de los nazis y la declaración de la UNESCO en 1950 de que los intentos de clasificar a la humanidad en razas diferentes fueron “fundamentalmente antirracionales” no hicieron nada para disuadir a los recalcitrantes científicos de la raza. En cambio, esta pseudociencia se retiró a las sombras, donde, con ayuda de importantes fondos privados, organizó un reagrupamiento académico y político.

El principal vehículo para este trabajo, explica Saini, fue el Pioneer Fund, fundado por Wickliffe Draper, heredero multimillonario de una empresa textil, en 1937. El fondo promovió la esterilización y las leyes de higiene racial nazis, y trabajó duro para oponerse a la abolición de la segregación en los Estados Unidos. Su trabajo de mayor impacto fue el patrocinio de “investigación” continua sobre diferencias raciales reivindicadas.

Como explica Saini, “La prioridad del patrocinio de Pioneer desde el inicio fue apoyar a científicos distinguidos, cuanto más conocidos mejor, junto con ideólogos racistas. Las ayudas económicas a los primeros”, dice William Tucker, profesor emérito de psicología en la Universidad Rutgers, “‘tuvieron el propósito de dar una fachada de respetabilidad intelectual a los últimos, así como resultados que podían usarse para justificar sus políticas’”.[1]

Stefan Kuhl, en The Nazi Connection: Eugenics, American Racism and German National Socialism (La conexión nazi: eugenesia, racismo estadounidense y nacionalsocialismo alemán), da una idea de la escala de este proyecto. Ralph Scott, de la University of North Iowa, quien insistió con que los estudiantes negros frenaron el avance de los estudiantes blancos en colegios integrados, recibió $40,000 del Pioneer Fund en la década de 1970. William Shockley, que propuso que el Estado pague a las personas “intelectualmente inferiores” para que sean esterilizadas, recibió $179,000 a fines de los años 1960 y principios de 1970. Philippe Rushton, becario de Guggenheim, que defendió la existencia de diferencias mentales entre los blancos, los asiáticos y los negros, recibió $250,000 a fines de la década de 1980.[2]

El Pioneer Fund fue el que fundó Mankind Quarterly. Richard Lynn ha sido el director del fondo desde 2012. En el libro de Saini se describe al equipo editorial original de Mankind Quarterly como “Probablemente, la camarilla más significativa de intelectuales fascistas en los Estados Unidos de posguerra y quizás en toda la historia del país”.[3]

Los colaboradores de Mankind Quarterly han jugado papeles vitales en la política de la extrema derecha. Jared Taylor fundó la revista American Renaissance, apoyada por Michael Levin, profesor en la City University of New York, otro escritor de Mankind Quarterly y beneficiario del dinero del Pioneer Fund. Según Saini, Levin le dijo a una audiencia en la American Renaissance Foundation, “Las dos grandes diferencias de raza que yo veo son diferencias raciales en inteligencia y motivación … no es raro que hayan muy pocos científicos negros”.[4]

El trabajo de Carl es citado por páginas web de extrema derecha como The Daily Caller, Free West Media e InfoWars. Kirkegaard es promocionado en el foro neonazi Stormfront. Rindermann tiene seguidores en Unz Review, VDARE y The New Observer. Estos hechos desmienten la afirmación de que aquel es un investigador solitario e indefenso. Una red de pseudocientíficos lo respaldan, dejando de lado el apoyo de una falange de periodistas y figuras políticas que escriben en algunos de los principales periódicos británicos.

El asistente de Carl en la Conferencia de Londres sobre Inteligencia, Toby Young, fue la primera opción del gobierno para dirigir la recientemente creada Oficina de Estudiantes en 2018. En 2017 Carl fue invitado a presentar su ponencia en el Adam Smith Institute, una organización ubicada en el centro de la política gubernamental del Reino Unido desde los días de Margaret Thatcher y que fue elegido uno de los 10 centros de investigación más influyentes fuera de EUA por la revista Foreign Policy. El título del trabajo de Carl fue “Lackademia: ¿por qué los académicos se inclinan a la izquierda?”. Pretendió justificar la letanía de artículos que ahora afirman que la investigación seria está siendo suprimida por una cultura de “izquierdismo autoritario”.

Entre ellos están “Las universidades cedieron ante el dogma y la prepotencia de los acosadores de izquierda” y “Las hordas de odio de la izquierda no soportan la libre expresión”, publicados por el Times, y el artículo de Steven Glover en el Daily Mail que acusa a las universidades de producir “una quinta columna izquierdista”. El Telegraph informó sobre el trabajo de Carl para el Adam Smith Institute. Varios de sus otros artículos de investigación publicados promueven la misma agenda, incluyendo a “¿Explica el activismo en las ciencias sociales la desconfianza de los conservadores hacia los científicos?”, “Cómo el debate sofocante sobre raza, genes y CI puede hacer daño” y “El sesgo de izquierda liberal de los medios occidentales”. El mes pasado, él fue un orador premiado en una “Conferencia de Libertad de Expresión” organizada en Oxford por Nigel Biggar, catedrático conservador de Teología Moral y Pastoral.

Carl está jugando un papel importante en el intento—en palabras de Biggar—de crear una “contraespiral” derechista en el ámbito académico tradicional. En cuanto a las lágrimas derramadas por la carrera comprometida de Carl, él ya está bien establecido en el circuito de conferencias de la derecha, donde su perfil será potenciado de manera lucrativa por su nuevo estatus como mártir.

Queremos dejar lo más claro posible nuestra opinión de que el reclamo por la llamada “libertad académica” es falso. El 11 de mayo publicamos un artículo en la World Socialist Web Site sobre el despido de Carl, felicitando a los estudiantes de St Edmund’s por su importante victoria contra la campaña de extrema derecha en las universidades. Esto llevó a un lector a comentar:

“Pretender que las iniciativas de los estudiantes para remover a un académico nocivo son de alguna manera progresistas, y no patrocinadas por las autoridades universitarias como un medio para aumentar su poder, es mentir de la manera más deshonesta.

“La libertad de opinión, expresión y discurso no tiene sentido a menos que uno lo extienda a sus oponentes. Negarse a extenderla con el argumento simplista de que los derechistas deshonran la causa de la libertad de expresión es una capitulación pura … Es negarse a asumir la lucha ideológica contra el enemigo de clase y entregar a las autoridades una herramienta burocrática para evitar esa lucha.

“La WSWS debería promover el debate más amplio y sabio posible sobre las ideas repugnantes del señor Carl … tratar de reducirlo ahora solo revela una cobardía impactante en el ámbito de la teoría, y una sumisión igualmente impactante a la histeria estudiantil y de élite en el campus universitario”.

Esta respuesta, que repite la línea impulsada por Spiked, se apoya en el precepto falso de que la libertad de expresión significa libertad de cuestionamiento o consecuencia: todo vale y debería ser objeto de una discusión amable. En la práctica, esto implica dejar el campo abierto a la extrema derecha, que ahora recibe una plataforma de varias instituciones de la élite dominante.

El intento de comparar la oposición a estos desarrollos con la censura o un ataque a la libertad de expresión es risible. Exactamente, ¿cómo se les está negando el derecho a que sus opiniones sean escuchadas a miembros de importantes universidades, apoyados por el Estado, con trabajos publicados, artículos en los periódicos y un gran seguimiento en las redes sociales a su nombre? Los estudiantes de Cambridge y los académicos que los apoyaron usaron su libertad de expresión para dar a conocer la sustancia del trabajo de Carl a la opinión pública y hacer que la universidad deje de legitimar y facilitar su agenda políticamente reaccionaria. Ese es precisamente el tipo de fin progresista que el derecho democrático a la libertad de expresión pretende conseguir.

En cuanto al reclamo de “libertad académica”: ¿cuántos académicos que creen que la Tierra es plana hay en los departamentos de geología? No existe un derecho inalienable para usar una prestigiosa beca de investigación para producir pseudociencia y apoyarla.

¿De qué acusa a sus oponentes la carta de Carl en la que ataca a los manifestantes estudiantiles de Cambridge?—“Presentar una petición”, “Asociarse con académicos activistas”, “Coordinar con estudiantes de periodismo”, “Coordinar con el sindicato de estudiantes”, “Organizar protestas públicas”, “Organizar protestas semanales” y luego lo que se describe como “Boicotear a la propia investigación”—o sea, criticar su composición inicial de individuos no calificados cercanos a la administración de la universidad.[5]

¿Hay algún elemento de protesta democrática que Carl considere aceptable? No hay una declaración más clara sobre las intenciones de la derecha en las ciudades universitarias. Los estudiantes deben ser amordazados mientras los ideólogos reaccionarios siguen alimentando un giro a la derecha en la política burguesa.

El nombramiento de Carl en una de las universidades más renombradas del mundo fue un paso importante en la corriente campaña para asegurar bastiones en el mundo académico desde los cuales promover una política de extrema derecha. El punto crucial ahora es identificar los procesos sociales subyacentes que impulsan estos acontecimientos.

Desde el principio, el darwinismo social estuvo vinculado estrechamente con los intereses que se oponen a una transformación igualitaria y socialista de la sociedad. El socialista neerlandés Anton Pannekoek escribió en “Marxismo y darwinismo”, un ensayo de 1912, sobre cómo la burguesía trató de tomar “de la ley natural qué forma social es natural y aplicable”—es decir, la “supervivencia del más fuerte”, la “lucha de uno contra todos” por la supervivencia. Contra las leyes de la evolución social elaboradas por Marx, aquellos defendieron el “orden natural” del capitalismo.

Pannekoek cita a Ernst Haeckel, científico y político burgués alemán, que afirmó en 1892:

“El darwinismo, o la teoría de la selección, es totalmente aristocrático; se basa en la supervivencia del mejor. La división del trabajo producida por el desarrollo provoca una variación cada vez mayor en el carácter, una desigualdad cada vez mayor entre los individuos, en su actividad, educación y condición. Cuanto mayor es el avance de la cultura humana, mayor es la diferencia y la brecha entre las distintas clases existentes. El comunismo y las exigencias planteadas por los socialistas al exigir una igualdad de condiciones y actividad es sinónimo de volver a las etapas primitivas del barbarismo”.[6]

En Inglaterra, el teórico social Herbert Spencer escribía, “En el mundo animal, los viejos, los débiles y los enfermos siempre son desarraigados y solo los más fuertes y sanos sobreviven. La lucha por la existencia sirve, entonces, como purificación de la raza, protegiéndola del deterioro. Este es el efecto feliz de esta lucha, porque si esta lucha cesara y cada uno estuviera seguro de procurar su existencia sin lucha alguna, la raza se deterioraría inevitablemente. El apoyo dado a los enfermos, débiles e ineptos provoca una degeneración general de la raza … Entre los hombres y los animales domésticos, la enfermedad y la debilidad son tan generales porque se preserva a los enfermos y débiles. El socialismo, al tener como objetivo el abolir la lucha por la existencia en el mundo humano, provocará inevitablemente un deterioro mental y físico cada vez mayor.”[7]

Más allá de su afirmación de responder a desarrollos científicos, todo lo producido políticamente por el movimiento eugenista vuelve a esta perspectiva reaccionaria: los fuertes y merecedores se hacen ricos y gobiernan a los pobres; las naciones o razas fuertes dominan a las débiles.

La ideología cobró importancia en la primera mitad del siglo XX, específicamente en respuesta al crecimiento explosivo del movimiento socialista y al aumento de las tensiones imperialistas. Como explica Daniel Kevles en su libro In the Name of Eugenics: Genetics and the Uses of Human Heredity, (En el nombre de la eugenesia: la genética y los usos de la herencia humana), “Esencial para eso [la creación de un movimiento eugenista] fueron los cambios sociales en Gran Bretaña y los Estados Unidos tras el cambio de siglo”.[8]

Mientras el marxismo explicó el empobrecimiento de la clase trabajadora en la explotación del capitalista, la eugenesia contraatacó con la afirmación de que los pobres simplemente pertenecían a un nivel inferior. Un colaborador de Yale Review escribió en 1913, “Las estadísticas han mostrado un aumento rápido y constante en la tasa de pauperismo, locura y crimen … demostrando que el apoyo a estos defectuosos se ha convertido en una verdadera carga para la comunidad de contribuyentes”. En Gran Bretaña, durante la Gran Depresión, un Comité Conjunto sobre Deficiencia Mental informó que había unos 300,000 “defectuosos mentales” en el país y definió al 10 por ciento más pobre de la población como un “grupo social problemático”.

Contra el internacionalismo socialista, la ciencia de la raza demonizó y denigró a otras naciones o supuestas “razas”. En EUA, los destacados eugenistas Charles Davenport—quien creía que la procreación entre negros y blancos conducía a la degradación biológica y cultural—y Harry Laughlin—que alguna vez sugirió esterilizar al 10 por ciento “inferior” de la sociedad estadounidense—jugó un papel central en la aprobación de la brutalmente xenófoba Ley de Inmigración de 1924.

La ideología social darwinista justificó guerras brutales en el exterior y violencia autoritaria en casa.

La ola contrarrevolucionaria alcanzó su expresión máxima y devastadora en Alemania, donde el socialismo era una fuerza política poderosa, aterradora para la clase dominante. Se llevó al poder a los nazis para destruir al movimiento marxista y buscar una expansión asesina del imperialismo alemán. Se dio voz al corazón antisocialista de la ciencia de la raza y del darwinismo social en las diatribas psicópatas de Adolf Hitler contra los “subhumanos comunistas”, la “Unión Soviética asiática” y el “judeobolchevismo”.

En nombre de la “purificación” y creación de “espacio vital” para la “raza maestra” aria, el Tercer Reich buscó exterminar o esclavizar a las personas que sus científicos y políticos llamaron “Untermensch” o subhumanos. Esta campaña, centrada en la guerra de aniquilación de la Wehrmacht en el este, le costó la vida a 6 millones de judíos en el Holocausto y a otros 11 millones de personas, incluyendo 4.5 millones de ciudadanos soviéticos, 3 millones de prisioneros de guerra soviéticos, 3 millones de polacos, medio millón de serbios, 250,000 personas discapacitadas y 500,000 gitanos.

Los nazis se dieron cuenta del potencial genocida de la eugenesia. No hay un muro impenetrable entre el darwinismo social y el fascismo. Basta con mirar al equipo editorial original de Mankind Quarterly.

Corrado Gini

Corrado Gini, famoso por el Coeficiente de Gini, fue un colega cercano de Benito Mussolini y arquitecto principal de su régimen. En 1927 publicó un libro titulado Las bases científicas del fascismo y en 1929 fundó el Comité Italiano para el Estudio de los Problemas de la Población. Él creía en una teoría “organicista” de las naciones—que sostenía que las naciones más jóvenes y potentes debían vencer a las más viejas y en decadencia—y apoyó a Mussolini y Hitler en la Segunda Guerra Mundial.

El académico británico Roger Pearson creía en la supuesta supervivencia de una competencia de los más aptos entre las razas. Fundó la Liga Norte neonazi en la década de 1950 para “salvar a la raza nórdica” de las “fuerzas que mestizarían a nuestra raza y civilización”.

El caso más revelador de todos fue Otmar von Verschuer, eugenista alemán y defensor de la “higiene racial” y la esterilización obligatoria. Fue director del Instituto de Biología Genética e Higiene Racial desde 1935 hasta 1942 y director del Instituto Kaiser Wilhelm de Antropología, Herencia Humana y Eugenesia desde 1942 hasta 1948. Allí fue tutor del criminal de guerra nazi Josef Mengele, que luego llevó a cabo experimentos humanos mortales como médico de campo en Auschwitz.

Verschuer usó muestras de sangre y huesos de judíos y gitanos asesinados en los campos en su propia investigación. Después de la guerra intentó restablecer su instituto de investigación, pero la comisión responsable rechazó su solicitud sobre la base de que “Verschuer debe ser considerado no como un colaborador, sino como uno de los activistas nazi más peligrosos del Tercer Reich”. Aun así, luego se convirtió en un investigador de genética y en miembro vitalicio de la Sociedad Estadounidense de Eugenesia.

Otmar von Verschuer (atrás) supervisa la medición de la circunferencia de la cabeza de dos hombres

Después de la Segunda Guerra Mundial, estas actividades se vieron obligadas a permanecer en las sombras. Las atrocidades inimaginables del Tercer Reich le dieron un gran golpe a la ciencia de la raza y la eugenesia. No deberían haberse recuperado nunca más—y no lo han hecho entre la gran masa de la humanidad.

Y, sin embargo, aquí estamos hoy: un grupo de eugenistas y sus defensores están ganando confianza e influencia menos de un siglo después. Fundamentalmente, esto confirma que el período de posguerra de antagonismos de clase cuidadosamente mitigados, desigualdad reducida y mejores niveles de vida fue solo un episodio histórico. El desarrollo humano de la sociedad no podía llevarse a cabo sobre una base capitalista.

Desde fines de los años 1960, cuando las leyes básicas del desarrollo capitalista comenzaban a reafirmarse, ya se lanzaba un ataque total contra las reformas ganadas por la clase trabajadora. Después de varias décadas, esta ofensiva ha recreado las condiciones sociales de principios del siglo XX.

La ONU informa que un quinto de la población del Reino Unido vive en la pobreza. En EUA y Alemania se arresta a migrantes y solicitantes de asilo y se los confina en campos de detención militarizados. La desigualdad global está en niveles récord. Se libran guerras criminales en Afganistán, Irak, Libia y Siria, mientras los conflictos entre EUA, Europa, Irán, Venezuela, China y Rusia amenazan con una conflagración global. En todo el mundo se promueve a las fuerzas de extrema derecha como tropas de choque contra un resurgimiento de la lucha obrera que ahora amenaza con romper el dominio nacionalista de las burocracias sindicales.

El resurgimiento de las ideologías fascistas es un producto de estos inmensos cambios sociales. Kevles explica que el retorno de la eugenesia de fines de los años 1960 “coincidió con un cambio radical en el ambiente sociopolítico angloestadounidense. Lo que se asumió durante tiempo—que la causa principal de patología social era la nurtura y no la natura—estaba otra vez en cuestión”. Esto se reflejó, dice Kevles, “en la tendencia política que eventualmente puso a Ronald Reagan y Thatcher en el gobierno”.[9]

En su libro, Saini cita al investigador Kevin Hurt, que explica, “Creo que hubo toda una secuencia de hechos entre fines de los años 1980 y el presente en los que estas ideas [de ciencia de la raza] … fueron progresando paso a paso, restableciéndose a sí mismas.”[10]

En la Alemania de hoy, Jörg Baberowski, profesor de historia de Europa Oriental en la Universidad Humboldt, afirmó en Der Spiegel, “Hitler no era un psicópata, no era vil. No quería hablar sobre el exterminio de los judíos en su mesa”. En el mismo artículo, Baberowski defendió al desacreditado historiador de extrema derecha Ernst Nolte, que afirmó en los años 1980 que la URSS provocó la guerra de aniquilación de los nazis en el este. Baberowski también celebró una conferencia para conmemorar al jurista nazi Carl Schmitt y, a principios de año, creó un grupo de expertos para investigar las “Dictaduras como órdenes políticos alternativos”. Es un defensor abierto del partido ultraderechista Alternativa para Alemania [AfD] y un opositor feroz a la migración y el asilo.

Carl Schmitt

Los Jóvenes y Estudiantes Internacionales por la Igualdad Social en Alemania se han opuesto a la agenda de Baberowski en todo momento, exponiendo sus falsificaciones y su agenda reaccionaria. Nosotros hemos convocado numerosas reuniones públicas sobre el tema, nos hemos presentado a elecciones estudiantiles, hemos organizado campañas callejeras y hemos peleado y ganado causas judiciales. Todo con el objetivo de crear un movimiento popular de trabajadores y jóvenes contra este intento de revivir el período más oscuro de la historia alemana.

La respuesta de los medios de comunicación y la clase política ha sido grave. La prensa nacional ha acusado a los opositores a Baberowski, sobre todo nuestros miembros, de “linchar” a un académico distinguido. La administración de la Universidad Humboldt, dirigida por Sabine Kunst, política del Partido Socialdemócrata [SPD], nos ha catalogado de “extremistas” y ha exigido que nosotros y otros estudiantes dejemos de criticar a Baberowski.

Mientras tanto, el profesor se enfurece, “Con una pistola moral cargada, la dictadura de la corrección política obliga al ciudadano a expresar solo las opiniones que ella aprueba”. Baberowski ha intentado alentar a grupos de matones fascistas para interrumpir nuestras reuniones. La extrema derecha está cantando el mismo himno a nivel internacional.

Mientras se escribía este discurso, llegó la noticia de que el gobierno alemán había defendido explícitamente a Baberowski. La ministra de Educación e Investigación, Anja Karliczek, escribió, “En Alemania, la libertad de erudición es un derecho fundamental. [...] Esto también incluye la imposición de otras opiniones. Opiniones como las del profesor [Herfried] Münkler y el profesor Baberowski, de Berlín [...] que fueron atacados”.[11]

Lo más serio de todo es que nuestro partido ha sido colocado en la lista de vigilancia del servicio secreto alemán por parte de personas en discusión directa con el AfD.

Gemelos judíos tras su liberación de Auschwitz por parte del Ejército Rojo. Estos niños han sido mantenidos en vida para utilizarlos en los experimentos del Dr. Josef Mengele

Como prueba de cuán profundamente conectadas están las situaciones de Cambridge y Humboldt, tenemos la figura de Thilo Sarrazin, político del SPD. En 2010 Sarrazin publicó un libro vil y antiinmigrante titulado Alemania se destruye, que señaló que los inmigrantes musulmanes en Alemania tenían poca inteligencia, eran naturalmente más dependientes de la ayuda social y amenazaban con superar a los alemanes “nativos”. Una inspiración clave para esta diatriba fue la obra de uno de los coautores de Carl, Heiner Rindermann. Sarrazin es miembro del grupo de discusión “Salón derechista”, de Baberowski.

El fascismo y la eugenesia son hermanos ideológicos, nacidos ambos de una política burguesa que se despoja rápidamente de sus pretensiones democráticas ante crecientes peligros de guerra y tensiones de clase en aumento.

La caza de brujas en los campus universitarios dará paso a un vaciamiento de los derechos democráticos en toda la sociedad, del cual la persecución continua del fundador de WikiLeaks, Julian Assange, es un preludio terrible. Escribiendo sobre el tratamiento despreciable hacia Assange por parte de los grandes medios de comunicación, el estimado periodista de investigación John Pilger habló de “periodismo Vichy”—en alusión al gobierno que sirvió y ayudó a los ocupantes nazis de Francia. Con Carl, Baberowski y el resto, tenemos académicos Vichy.

Nuestro libro sobre el asunto Baberowski y el resurgimiento del fascismo en Alemania hace la pregunta: “¿Por qué están de vuelta?”. La respuesta es que el asalto de la clase dominante al nivel de vida de los trabajadores y la búsqueda de guerra dementes precisan a esos ideólogos y a las patotas de extrema derecha que ellos inspiran. El autor Christoph Vandreier explica, “El retorno de la dictadura y la guerra es el producto de tendencias fundamentales dentro de la sociedad capitalista y no meramente el deseo subjetivo de unos pocos extremistas de derecha y neonazis … Estas tendencias se han apoderado de todo el sistema político en una forma u otra. Mientras los medios de comunicación promueven el belicismo y la xenofobia, y profesores trivializan los crímenes de los nazis, la gran coalición del CDU, el CSU y el SPD aplican estas políticas en la práctica”.[12]

La pelea contra Baberowski y los suyos se ha basado en encauzar a los estudiantes y los jóvenes hacia la clase trabajadora y la lucha por el socialismo. Esta fuerza social es la que sufrirá los peores efectos de las victorias de la extrema derecha, la que tiene un interés fundamental en derrocar un orden social basado en la desigualdad estructural y la que tiene la capacidad revolucionaria para hacerlo.

Lo mismo debe hacerse aquí en Cambridge. El resurgimiento de tóxicas ideologías de derecha en el mundo académico pone de manifiesto la necesidad urgente de construir un movimiento socialista de masas en la clase trabajadora para evitar un nuevo descenso a la barbarie fascista. Esta es la perspectiva política por la que luchan los Jóvenes y Estudiantes Internacionales por la Igualdad Social y la que les instamos a adoptar.

[1] Saini, Angela, Superior: the Return of Race Science, 4th Estate: London, 2019, p. 102.

[2] Kuhl, Stefan, The Nazi Connection: Eugenics, American Racism and German National Socialism, Oxford University Press: Oxford, 1994, pp. 6-9.

[3] Saini, p. 102.

[4] Saini, pp. 127-128.

[5] Carl, Noah, Noah, “Intimidation Tactics Used by Student Activists at St Edmund’s College”, Medium, 17 de mayo de 2019

[6] Citado en Pannekoek, Anton, Marxism and Darwinism”, Marxist Internet Archive

[7] Citado en ibíd.

[8] Kevles, Daniel, In the Name of Eugenics: Genetics and the Uses of Human Heredity, Harvard University Press: London, 1995, p. 72.

[9] Ibíd., p. 269.

[10] Saini, p. 120.

[11] Citado en Stern Johannes, German Government Defends Right-wing Extremist Professor Jörg Baberowski”, World Socialist Web Site, 7 de junio de 2019 (artículo publicado originalmente en inglés el 5 de junio de 2019)

[12] Vandreier, Christoph, Why Are They Back: Historical Falsification, Political Conspiracy and the Return of Fascism in Germany, Mehring Books: Peterborough, 2019, p. 125.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 20 de junio de 2019)

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