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Una respuesta al crítico del UAW, Brian Keller

Por qué los trabajadores automotrices necesitan una estrategia internacional

Con acuerdos laborales que expiran a mediados de septiembre, 155,000 trabajadores trabajadores automotrices en General Motors, Ford y Fiat Chrysler enfrentan preguntas críticas de estrategia y tácticas para la batalla contractual.

Después de obtener enormes ganancias recortando empleos y salarios, las corporaciones de automóviles están exigiendo más. Automotive News informó recientemente que GM demandará un fuerte aumento en el número de trabajadores tercerizados con baja remuneración junto con profundos recortes en los beneficios de salud cuando comiencen las conversaciones el 16 de julio. Los ejecutivos de GM han dicho a los analistas de Wall Street que quieren que el 50 por ciento del trabajo sea realizado por trabajadores temporarios.

La lucha por el contrato tiene lugar cuando GM, Ford, VW y otros gigantes de automóviles están cerrando plantas y eliminando empleos en todo el mundo para reducir costos e impulsar el rendimiento de los inversores. Cansados de la caída de los salarios reales y de las interminables demandas de concesiones, los trabajadores están decididos a contraatacar. A pesar de las amenazas de cierres, los trabajadores de la planta Bridgend de Ford en Gales votaron abrumadoramente a favor de una huelga, y ha habido una creciente ola de paros de trabajadores automotrices y autopartes en China, México, Brasil, Hungría y otros países.

La patronal automotriz confía más que nunca en su arma principal contra los trabajadores: sus lacayos sobornados en el sindicato estadounidense UAW (United Auto Workers, Trabajadores Automotores Unidos) y los otros sindicatos del sector. Después de que GM anunciara el cierre de su planta en noviembre pasado, el UAW y su contraparte canadiense, Unifor, usaron su típico argumento para desviar y dividir a los trabajadores: solicitar un boicot a los automóviles "hechos por mexicanos" mientras le indicaban a la compañía que estaban preparados para firmar otro contrato entreguista bajo el pretexto de "salvar empleos". No importaba que esta fórmula traicionera no haya salvado un solo empleo en el transcurso de cuatro décadas de cierres de plantas, aceleradas cargas laborales y reducciones de salarios.

El Boletín de los Trabajadores Automotores (Autoworker Newsletter en inglés) del WSWS ha llamado a los trabajadores a formar comités de base en las fábricas para que tomen la conducción de la batalla contractual en sus propias manos. Hemos instado a que estos comités, controlados democráticamente por los propios trabajadores, exijan la supervisión de todas las negociaciones y los votos de ratificación y se conecten en todo el país para preparar una huelga nacional para ganar, entre otras cosas, un aumento salarial del 40 por ciento, la eliminación de las categorías salariales y la conversión de todos los puestos temporales y tercerizados a empleos de tiempo completo.

En el corazón de este programa está el entendimiento de que la lucha contra las corporaciones globales requiere una estrategia global. Es por eso por lo que el Boletín ha enfatizado la necesidad de que los trabajadores automotores en cada país reconozcan que los intereses de los trabajadores de todo el mundo son idénticos y rechacen todos los esfuerzos por usar el nacionalismo para enfrentar a los trabajadores entre sí.

Esta estrategia internacionalista separa al Boletín del UAW y todos los sindicatos automovilísticos. Esta es la línea divisoria básica entre los esfuerzos inútiles para reformar al UAW y la lucha por construir nuevas organizaciones de la clase trabajadora para enfrentar y derrotar a las empresas transnacionales y asegurar empleos bien pagados, salarios dignos y el control democrático de los trabajadores sobre la producción y la salud y condiciones de seguridad para todos los trabajadores.

Esto ha abierto un importante debate entre los trabajadores automotrices.

Muchos trabajadores están familiarizados con Brian Keller, un trabajador de Fiat Chrysler en Detroit que ha ganado muchos seguidores por sus críticas en Facebook a la burocracia del UAW y su negativa a ser intimidado por la pandilla de Solidarity House. El Boletín defenderá a Keller contra cualquier ataque de del mal llamado Solidarity House (“Hogar de la Solidaridad”). Sin embargo, esto no altera nuestras diferencias con su política, la cual, creemos, solo llevaría a los trabajadores automotrices a un callejón sin salida.

En una publicación reciente en su página de Facebook "UAW Real Talk", Keller manifiesta su acuerdo con las políticas de guerra comercial del presidente Trump y su cacería de los trabajadores inmigrantes. Mientras denuncia a Trump como un "idiota", dice: "Una de las cosas en las que es inteligente es en los aranceles. Si el producto no está fabricado en los Estados Unidos, aplíquele un arancel del 25-30 por ciento. Traigan esos trabajos de vuelta aquí”.

Continúa, "No estoy a favor de este sistema global. No estoy a favor de las fronteras abiertas. Estoy en un país soberano. Cada país tiene su propia identidad, y creo en eso. No necesitamos más europeos en este país. No necesitamos más personas del sur (México) en este país. No necesitamos más extranjeros en este país. No hay suficientes empleos”.

Consciente de que tales comentarios provocarán repulsión entre muchos trabajadores, Keller agrega: “No se trata de ser un fanático y un racista. Tenemos muchas minorías en este país, tenemos muchos veteranos que no tienen hogar, tenemos muchas madres solteras que no tienen hogar porque simplemente no hay suficientes empleos. No necesitamos que vengan extranjeros a tomar lo que le pertenece al pueblo estadounidense".

Esta es la línea no solo del milmillonario racista Trump, también es la línea de los burócratas del UAW a quienes Keller denuncia repetidamente. Es una noción falsa y contraproducente que favorece directamente a los jefes automotrices.

¿Cuál es la falacia básica de este nacionalismo económico? Es esto: atribuye la difícil situación de los trabajadores de un país a los trabajadores de otro país. Ayuda a las corporaciones globales a dividir a los trabajadores que explotan y a hacer que se enfrenten entre sí. Es el viejo lema: ¡dividir y conquistar!

Por encima de todo, desvía la atención del verdadero culpable: el capitalismo.

Si los trabajadores automotores han de luchar con éxito contra las poderosas empresas transnacionales, necesitan el entendimiento, la teoría y la estrategia más avanzadas, no las más atrasadas. Le guste o no a Keller, a globalización de la vida económica es una realidad. Creer que las fuerzas productivas del mundo pueden ser atestadas de nuevo dentro de los confines del Estado nación es hoy tan realista como la creencia en la Edad Media de que el mundo era plano y el sol giraba alrededor de la tierra.

Las guerras comerciales se han intentado antes, con resultados catastróficos. Después del desplome de Wall Street en 1929, el Gobierno de los Estados Unidos impuso aranceles a las importaciones europeas y extranjeras. Las medidas de represalia de esos países llevaron a un colapso del 70 por ciento en las exportaciones estadounidenses, el descenso a la Gran Depresión, el ascenso de Hitler y el baño de sangre de la Segunda Guerra Mundial. El peligro de que las guerras comerciales conduzcan a guerras militares, esta vez con armas nucleares, es una realidad de pesadilla en la actualidad.

No existe tal cosa como un vehículo "hecho en Estados Unidos", como tampoco lo es un vehículo mexicano o chino. El icónico Ford Mustang está construido en Flat Rock, Michigan, con partes de transmisión de China, Francia, el Reino Unido y México. La integración internacional de la mano de obra de millones de trabajadores en todo el mundo brinda a los trabajadores una ventaja inmensa, si comprenden cómo utilizarla. El hecho de que los trabajadores de EUA formen parte de la clase obrera internacional, conectados a través de una cadena de producción y suministro integrada globalmente, les otorga un enorme poder siempre que coordinen sus luchas con sus hermanos y hermanas de clase en todo el mundo.

Trabajadores en huelga de maquilas en Matamoros, México

Cuando 70,000 trabajadores mexicanos en la ciudad fronteriza de Matamoros desafiaron a sus sindicatos y se declararon en huelga a principios de este año, su acción llevó inmediatamente a una escasez de volantes y otras partes en las plantas de Ford y Chrysler en los Estados Unidos y Canadá. Después de rebelarse contra los sindicatos patronales y formar sus propios comités de huelga independientes, marcharon a la frontera con Brownsville, Texas, y pidieron a los trabajadores estadounidenses que "despertaran" y se unieran a ellos en la lucha contra las empresas transnacionales.

¿Son estos los enemigos de los trabajadores estadounidenses? Los patrones automotores, los funcionarios sindicales, los políticos y los medios de comunicación corporativos no lo pensaban así, razón por la cual realizaron un apagón mediático sobre la ola de huelgas para que los trabajadores estadounidenses no supieran sobre lo que estaba sucediendo al otro lado de la frontera. Estaban petrificados de que los trabajadores en los Estados Unidos reprodujeran la iniciativa de sus valientes hermanos y hermanas en México y se rebelaran contra los sindicatos controlados por sus propias compañías en una lucha transfronteriza.

Si los trabajadores automovilísticos estadounidenses lanzaran una huelga este otoño, las compañías con sede en Detroit tratarán de cambiar la producción a otros países para debilitar el impacto de la huelga. Para contrarrestar este esfuerzo, los trabajadores de EUA tendrán que apelar a los trabajadores de México para que tomen medidas de solidaridad. Pero, ¿cómo sería posible esto si los trabajadores automotores estadounidenses se asocian con el veneno antiinmigrante arrojado por Donald Trump y Stephen Bannon?

La clase obrera estadounidense está formada por trabajadores de todo el mundo. Cuando los barones industriales necesitaban mano de obra barata para construir sus ferrocarriles y sus minas, molinos y fábricas, abrieron las fronteras y reclutaron trabajadores de China, Irlanda, Italia, Hungría y muchos otros países. Al mismo tiempo, incitaron el chovinismo antiinmigrante, junto con el racismo contra los negros, para dividir y aterrorizar a los trabajadores hasta someterlos. No estamos seguros de dónde son los abuelos de Keller, pero vale la pena recordar que se culpó a los inmigrantes irlandeses de robar empleos y bajar salarios y había carteles que decían: "Se busca ayuda. No admitimos irlandeses" en lugares comunes fuera de las fábricas en los EUA.

Durante la ola de luchas industriales de la década de 1930, los trabajadores con mayor conciencia de clase, sobre todo los inspirados por los ideales socialistas, explicaron que los trabajadores de todas las nacionalidades, razas, idiomas y religiones tenían los mismos intereses de clase. Los folletos se publicaron en varios idiomas para unir a los trabajadores de docenas de países. No habría habido una huelga de ocupación en Flint o un UAW sin trabajadores conscientes de clase que se opusieron a los intentos del sacerdote Coughlin y otros fascistas de propagar el racismo y el fanatismo en las fábricas. Los pioneros del movimiento obrero sabían que culpar a los inmigrantes era una estratagema del enemigo de clase a la que había que oponerse implacablemente.

Trabajadores textiles en huelga en la Ciudad de Nueva York con carteles en diferentes idiomas, 1913

No son los trabajadores extranjeros quienes están destruyendo empleos, causando la falta de vivienda o robando "nuestras ganancias", como dice Keller. Es un sistema económico, el capitalismo, que enriquece a un puñado de multimillonarios y milmillonarios a través de la explotación del trabajo colectivo de los trabajadores en todos los continentes. GM, Ford y VW están eliminando decenas de miles de empleos en todo el mundo y están invirtiendo miles de millones en las cuentas bancarias de sus inversores más ricos y ejecutivos corporativos.

Cuando los capitalistas logran que los trabajadores se peleen por las migajas y se corten las gargantas, pasan todo su camino al banco entre carcajadas.

Lo que se necesita es solidaridad de clase a través de todas las fronteras. Los trabajadores deben tomar las gigantescas industrias, que han sido construidas por el trabajo de generaciones de trabajadores, en sus propias manos y transformarlas en empresas públicas, de propiedad colectiva y controladas democráticamente por los propios trabajadores. Los grandes avances en tecnología y la división global del trabajo deben utilizarse para el bien común mediante el establecimiento de una economía socialista mundial científicamente planificada para eliminar la desigualdad social y garantizar un alto nivel de vida para todos los trabajadores.

En lugar de una carrera fratricida hacia el fondo, las palabras de Karl Marx deben guiar la lucha de los trabajadores automotores: “¡Trabajadores de todo el mundo, uníos! ¡No tenéis nada que perder excepto tus cadenas!".

(Artículo publicado originalmente en inglés el 4 de julio de 2019)

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