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Perspectiva

El 25 aniversario de Amazon: un conglomerado basado en el parasitismo y la explotación

La semana pasada, Amazon conmemoró su 25 aniversario. Desde sus comienzos en un garaje en Seattle, Washington, la empresa creció hasta convertirse en un conglomerado tecnológico multinacional con una capitalización de mercado de casi un billón de dólares.

En 1994, el futuro CEO de Amazon, Jeff Bezos, dejó su trabajo en el fondo de cobertura D.E. Shaw para aprovechar las posibilidades del desarrollo cada vez más acelerado del Internet, comenzando con la idea modesta de una librería en línea. Bezos pronto se convertiría en el hombre más rico del planeta, acumulando según un estimado el récord de $157 mil millones antes de que sus activos se dividieran en un divorcio más temprano este año.

Considerado ahora como uno de los “Cuatro grandes” monopolios tecnológicos junto a Apple, Google y Facebook, Amazon controla el mercado en línea más grande: Amazon.com. El alcance del conglomerado se extiende desde Whole Foods Market, que Amazon compró en 2017 a un valor de $13,4 mil millones, a electrónicos para consumidores como el aparato para leer Kindle y el controlador de voz Alexa. El subsidiario de Amazon, Kuiper Systems, anunció en abril de este año que dedicará la próxima década a lanzar 3.236 satélites al espacio para proveer internet de banda ancha.

Los editores tradicionales de libros quedaron decimados al llegar Amazon, cazándolos, en las palabras de Bezos, “como una chita perseguiría a una gacela enferma”. Utilizando sus enormes cantidades de efectivo, Amazon socavó despiadadamente a sus rivales, desde tiendas de barrios hasta fabricantes de pañales, aceptando pérdidas para sacar a los competidores del camino. Mientras tanto, Amazon demandó y obtuvo dinero gratis de Gobiernos estatales y locales en la forma de recortes fiscales y otras concesiones.

Los ingresos anuales de Amazon alcanzaron $233 mil millones en 2018, de los cuales se espera que el conglomerado tenga que pagar cero dólares de impuestos federales sobre la renta. Para poner esta cifra en perspectiva, los ingresos son casi el equivalente a la recaudación fiscal anual de Rusia, de $253,9 mil millones en 2017. Los ingresos de Amazon son mayores que los del Gobierno de Turquía ($173,9 mil millones), Austria ($197,8 mil millones), Polonia ($90,8 mil millones) e Irán ($77,2 mil millones).

Casi la mitad de los hogares estadounidenses tiene subscripciones con Amazon Prime. Con el clic del mouse de una computadora o pulsar un aparato móvil con el dedo, se puede dar marcha a una entrega rápida de bienes de alrededor del mundo, o la transmisión instantánea electrónica de un filme, una canción o un libro. Detrás de estas transacciones engañosamente simples está el vasto y complejo imperio comercial, de logística, distribución e informática de Amazon.

Sin duda se han logrado avances prometedores en la automatización y la inteligencia artificial. Estos avances tecnológicos conllevan el tremendo potencial liberador para la civilización humana en su conjunto. La explotación pesada y repetitiva de humanos se puede mitigar cada vez más con robots, y el horizonte muestra la posibilidad de niveles avanzados de coordinación en todo el mundo asistidos por la inteligencia artificial.

Sin embargo, bajo el capitalismo, los nuevos avances tecnológicos también han hecho posible nuevas técnicas de explotación. Amazon se ha vuelto un término popular para describir un nuevo tipo de despotismo en los lugares de trabajo.

En los centros de distribución de Amazon, los trabajadores tienen prohibido tener celulares o hablarse unos a otros. Los revisan al entrar y salir y se mantiene un registro de detalles minuciosos de su actividad durante la jornada laboral. Amazon se especializa en colocar presiones constantes sobre los trabajadores para que se muevan lo más rápido posible, con aparatos electrónicos apresurándolos y punzándolos para que completen su siguiente tarea.

Los trabajadores tienen instrucciones de competir entre ellos mismos para superar las tasas del otro que les dicen que constituye “diversión”. Se exigen tasas arbitrariamente altas y luego las suben una y otra vez. Un trabajador que toma un momento para descansar, tomar agua o ir al baño puede ser criticado por bajar su tasa. Los trabajadores que consideren demasiado lentos o que simplemente se cansan, son reemplazados.

Amazon es ahora el segundo mayor empleador de Estados Unidos, mientras que hay 647,000 trabajadores de Amazon en el mundo. El periodista John Cassidy escribió sobre Amazon en el New Yorker en 2015 que “Detrás de todos los avances tecnológicos y la innovación de productos, hay una gran cantidad de disciplina laboral tradicional, represión de salarios y muestras de poder gerencial”.

Durante la última semana, el World Socialist Web Site publicó un artículo exponiendo que 567 trabajadores han sufrido lesiones en un periodo de dos años en el centro de distribución DFW-7 de Amazon en Fort Worth, Texas. En diciembre del año pasado, el WSWS reportó cómo Amazon había contratado a un detective especial para espiar a la trabajadora de 2 años, Michelle Quinones, en un esfuerzo para no pagarle la compensación por su lesión.

Amazon apareció en la lista “Dirty Dozen” del Consejo Nacional de Salud y Seguridad Ocupacionales (COSH) por dos años seguidos. El reporte de 2019 destaca que hubo seis muertes de trabajadores en siete meses, 13 meses desde 2013, “una alta incidencia de intentos de suicidio, trabajadores orinando en botellas y trabajadores sin recursos o ingresos después de lesiones laborales”.

Las técnicas de Amazon son meramente la expresión refinada de las condiciones impuestas sobre los trabajadores a nivel mundial. En marzo de este año, la empresa Ford anunció la contratación de su nuevo director ejecutivo financiero, Tim Stone, quien previamente servía como vicepresidente de finanzas de Amazon y líder de la adquisición de Whole Foods por parte de Amazon. Stone fue contratado según Ford lleva a cabo recortes de costos brutales en EUA, Europa y todo el mundo.

No escasea la oposición de los trabajadores de Amazon. En las redes sociales, los trabajadores antiguos y actuales de Amazon se están contactando unos con otros en busca de formas para luchar. En Polonia, donde los trabajadores de Amazon ganan aproximadamente $5 por hora, Amazon se salió de las negociaciones el 2 de julio con dos sindicatos por las condiciones laborales, provocando así una huelga.

Para defender sus intereses, los trabajadores de Amazon no pueden dejar que sus luchas sean acorraladas y aplastadas por los sindicatos procapitalistas, que están haciendo todo lo posible para bloquear una lucha contra la desigualdad y la explotación. El WSWS lucha por la construcción de comités de base independientes en cada lugar de trabajo para unir a los trabajadores de Amazon en todo el mundo con todos los trabajadores en una contraofensiva común.

La llave para avanzar la lucha de los trabajadores de Amazon es la lucha contra el sistema capitalista en sí. En 25 años, Amazon ha generado la mayor fortuna individual en la historia, y lo hizo a costas de cientos de miles de trabajadores. En las palabras de Karl Marx, la trayectoria de Amazon representa una “acumulación de miseria correspondiente con la acumulación de capital”.

No es solo Bezos, sino que muchos otros se han enriquecido o buscan hacerlo como resultado del auge de Amazon. Wall Street tiene sus dedos en el pastel. El Vanguard Group control actualmente $55 mil millones en acciones de Amazon, BlackRock controla $45 mil millones y FMR controla $30 mil millones.

Las actividades parasíticas de Amazon, por medio de las cuales ha buscado apropiarse del plusvalor acumulado por otras compañías, se han integrado en el parasitismo financiero de la economía estadounidense. Los precios de las acciones propias de Amazon han aumentado cada vez más como parte de la manía especulativa de Wall Street.

Amazon no solo está entrelazado con Wall Street, sino también con el aparato militar y de inteligencia de Estados Unidos. Amazon recibió un contrato de $600 millones con la CIA en 2013, seguido por un contrato de $10 mil millones con el Departamento de Defensa el año pasado para traspasar los datos del Gobierno a la nube en línea. Mientras tanto, el programa de identificación facial de Amazon “Rekognition” está siendo vendido a las policías federales y locales.

En 2013, Bezos compró personalmente y ahora opera el Washington Post, la cual ha operado como el principal vocero de la campaña antirrusa del Partido Demócrata y los intereses generales del imperialismo estadounidense.

La creciente integración de Amazon con el aparato represivo estatal, mientras sus tentáculos se extienden a cada rincón de la sociedad, confirma el entendimiento marxista de la relación entre el capitalismo y la democracia en la época moderna. “El capital financiero no quiere libertad, quiere dominio”, escribió el marxista austriaco, Rudolf Hilferding, en un pasaje citado por Lenin en su El imperialismo: la fase superior del capitalismo .

Amazon debe ser puesto bajo propiedad pública y control democrático. Debe ser tomado de las manos de la oligarquía financiera y transformado en una utilidad pública. La tecnología y la infraestructura detrás de la trayectoria meteórica de Amazon y de la mayor fortuna individual en la historia deben ser utilizados para las necesidades y aspiraciones de la población mundial.

Este programa solo puede lograrse por medio de la movilización de la clase obrera a una escala internacional con base en una lucha por derrocar el sistema capitalista y establecer una economía socialista controlada democráticamente y administrada con base en las necesidades sociales y no el lucro privado.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 8 de julio de 2019)

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