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Un epílogo de la conferencia sobre Trostky en Cuba

En un an álisis de la conferencia en mayo realizada en La Habana, Cuba, bajo el título de “Encuentro Académico Internacional León Trotski”, el World Socialist Web Site señaló la importancia de un entendimiento claro por parte de los trabajadores y jóvenes cubanos sobre el papel de Trotsky y el trotskismo en mantener la continuidad histórica del internacionalismo socialista, encarnado en el programa y la práctica de la Cuarta Internacional.

Declaramos categóricamente que este no era el propósito de la conferencia en La Habana, cuyo carácter estuvo determinado por “quién estaba invitado a participar y a quién se lo prohibieron”.

En la primera categoría hubo un conjunto de revisionistas pablistas que se presentaron como académicos o “investigadores independientes”. Sus presentaciones estuvieron diseñadas para suprimir el papel revolucionario de Trotsky y el trotskismo sin ofender las sensibilidades de la élite gobernante cubana.

El Comité Internacional de la Cuarta Internacional, el cual encabezó la lucha contra el revisionismo pablista, fue proscrito de la conferencia.

Frank García Hernández, el organizador de la conferencia, mintió sobre las razones por las que la participación del CICI fue rechazada previo al evento. En un intercambio por correo electrónico con el WSWS, afirmó que la razón por el rechazo a la aplicación del CICI era meramente por cuestiones del espacio disponible. García Hernández escribió que la presencia de representantes del CICI reduciría “la capacidad de participación del público cubano”.

Más allá del hecho de que el “público cubano” en sí fue prácticamente excluido de la conferencia, fue evidente que la razón del rechazo del CICI fue política. El Gobierno cubano estaba muy consciente de que, si permitía su participación, los representantes del CICI hubieran planteado las lecciones de la lucha prolongada contra el revisionismo dentro de la Cuarta Internacional y, en particular, las profundas diferencias sobre la naturaleza de la Revolución cubana.

Esto fue confirmado en una entrevista el mes pasado de García Hernández a Socialist Action, la publicación de un grupo pablista en Estados Unidos que envió a un representante a La Habana.

Cuando le preguntaron sobre los “obstáculos” para celebrar la conferencia, García Hernández indicó que uno de los principales problemas fue “la predisposición negativa de ciertos oficiales [cubanos] hacia Trotsky”.

Describió su actitud como “normal”, atribuyendo esto al hecho de que “algunos grupos trotskistas han sido extremadamente críticos de la Revolución” y añadiendo que “algunas personas temen que algunos de estos grupos que menciono llegarían para intentar crear organizaciones políticas trotskistas en Cuba. Algo que no tiene posibilidades porque nadie en Cuba está interesado en hacer eso”.

Si “nadie” en Cuba está interesado en el trotskismo, ¿por qué organizó la conferencia García Hernández?

Cabe notar que el entrevistador de Socialist Action, Rob Lyon, descrito por la organización como el “coordinador de solidaridad internacional”, no expresó ningún desacuerdo con esta evaluación.

García Hernández insistió en que estos “obstáculos” habían sido superados por la “naturaleza estrictamente académica” de la conferencia y porque “aquellos que llegaron mostraron un gran respeto al país donde estaban”.

En un lenguaje franco, aquellos invitados fueron filtrados por el Gobierno cubano. Llegaron según el entendimiento explícito de que no dirían nada sobre la relación de Trotsky y el trotskismo y la historia de la Revolución cubana, ni mucho menos de las condiciones actuales de crisis y aumento de la desigualdad social dentro de Cuba.

La declaración de García Hernández de que “nadie en Cuba está interesado” en construir el movimiento trotskista en dicho país es una expresión cruda de los deseos ilusorios del propio Gobierno cubano, que teme una movilización política independiente de la clase obrera con base en un programa socialista e internacionalista.

Podían contar con que aquellos que hicieron presentaciones en la conferencia —en su mayoría antitrotskistas políticamente desmoralizados (Ernie Tate, Suzie Weissman, Alex Steiner, et al.)— no provocarían la ira del Estado cubano.

Los desarrollos objetivos han reivindicado la lucha librada por el CICI en firme oposición al revisionismo pablista y a sus intentos de presentar la Revolución cubana y los movimientos guerrilleros encabezados por pequeñoburgueses como un nuevo camino al socialismo y al Gobierno liderado por Fidel Castro como un Estado obrero.

Los esfuerzos del Estado cubano y sus cómplices pablistas no podrán separar a los trabajadores cubanos del crecimiento de la lucha de clases a nivel mundial. El WSWS, pese a los esfuerzos del régimen para bloquear su transmisión, es leído por un número cada vez mayor de cubanos que buscan una alternativa socialista al programa nacionalista pequeñoburgués del castrismo. La perspectiva del trotskismo, avanzada en la lucha librada por el CICI por la independencia política y la unificación internacional de la clase obrera en una lucha común para poner fin al capitalismo y al imperialismo, hallará una audiencia en la isla.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 12 de julio de 2019)

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