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Perspectiva

Las redadas de Trump y el hedor a fascismo

El sábado por la noche, los inmigrantes indocumentados por todo Estados Unidos les dirán buenas noches a sus esposos, padres e hijos temiendo que podría ser la última vez que lo puedan hacer. A partir del domingo, el Gobierno de Trump planea lanzar las redadas migratorias más grandes en la historia estadounidense, poniendo en la mira a 2.000 familias para su arresto y deportación en diez de las ciudades más pobladas del país.

Por la primera vez en un siglo, el Gobierno estará emprendiendo una operación de estilo militar contra su propio pueblo a una escala nacional. Se reproducirán escenas similares a la Alemania de 1938 o el Chile de 1973 en las calles de las ciudades marcadas: Los Ángeles, Chicago, Nueva York, Houston, Baltimore, Miami, Denver, San Francisco, Atlanta y Nueva Orleans.

Miles de policías armados, respaldados por vehículos blindados, drones y helicópteros, irrumpirán en barrios de la clase obrera, derribando puertas y secuestrando a personas de sus hogares y en las calles.

A pesar de que las redadas ostensiblemente se dirigen contra los inmigrantes con “órdenes finales de expulsión”, incluyendo muchos que nunca recibieron una notificación de que estaban siendo sometidos a un proceso de deportación, el Gobierno ha presumido que cualquiera y todos los que estén presentes en los domicilios seleccionados serán un blanco. Como escribió el New York Times ayer:

Las redadas, las cuales serán llevadas a cabo por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, siglas en inglés) durante varios días, incluirán deportaciones “colaterales”, según las autoridades, que hablaron en condiciones de anonimato por la etapa preliminar de la operación. En aquellas deportaciones, las autoridades podrían detener a inmigrantes presentes incluso si no son objetivos de las redadas.

Las víctimas serán esposadas con tiras de plástico y llevados en fila a camionetas de ICE, girando a dar sus últimos vistazos a sus seres amados. El Gobierno transportará a los detenidos a una red de campos de concentración en regiones aisladas del país, donde sus familiares no podrán o tendrán demasiado temor de ir a visitarlos. Una vez que estén tras las rejas, estarán bajo el control de los individuos fascistas que vigilan estos campamentos, donde las condiciones son peores que las del internamiento de japoneses-estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial.

Si un país en la mira del imperialismo estadounidense condujera tales operaciones criminales —Irán, Venezuela, Siria, etc.—, toda la élite política estadounidense estaría exigiendo una intervención militar.

En cambio, el Partido Demócrata está adaptándose a los planes de Trump. La presidenta demócrata de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, dio una conferencia de prensa ayer que urge a Trump a considerar una propuesta demócrata que limitaría el derecho de los refugiados a solicitar asilo mientras estén presentes físicamente dentro de EUA. Pelosi dijo que Trump vería dicho proyecto de ley, el cual fue introducido por la legisladora demócrata de California, Zoe Lofgren, como “atractivo”.

Sin duda, así será. De acuerdo con un comunicado de la oficina de Lofgren, la Ley del Triángulo Norte y Estabilización Fronteriza “establece Centros Designados de Procesamiento para reasentamientos a EUA u otro lugar”, para que los inmigrantes permanezcan en sus países de origen mientras aplican para asilo en vez de entrar en EUA, donde tienen derechos de debido proceso legal. Esto constituye un repudio al derecho internacional de asilo, bajo el cual un individuo tiene el derecho a entrar en un país extranjero seguro para escapar una persecución.

El plan demócrata solicita “personal adicional para las instalaciones” de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés), y “expande la autoridad de las agencias policiales” para monitorear la frontera.

El texto de la legislación demócrata también pide una “campaña de información sobre los peligros de la migración irregular” en Centroamérica. En otras palabras, los demócratas plnean realizar campañas de anuncios en El Salvador, Honduras y Guatemala —países devastados por un siglo de guerras y explotación imperialistas estadounidenses— para atemorizar a los desesperados refugiados sobre los peligros de buscar asilo y prevenirles así llegar a EUA.

Aquellos que quieren defender a los inmigrantes tienen que sacar el balance de la responsabilidad del Partido Demócrata por el ataque contra los trabajadores nacidos en el extranjero. El Partido Demócrata apoyó toda la legislación aniinmigrante importante en las décadas de 1990 y 2000 y Obama deportó a tres millones de personas durante sus dos términos presidenciales—¡más que toda la población de la ciudad de Chicago!—.

Los demócratas “izquierdistas” como Alexandria Ocasio-Cortez y Rashida Tlaib, se han sometido a la dirección demócrata y facilitado las provocaciones antiinmigrantes de Trump. En junio, Ocasio-Cortez abandonó toda oposición a proveerle otros $5 mil millones para financiar a la Gestapo antiinmigrante de Trump después de una reunión de tres horas con Pelosi en el Capitolio. Ella y Tlaib ambas votaron “sí” para permitir que la legislación presupuestaria llegara al plenario de la Cámara de Representantes para un voto competo.

Solo hasta después de que Pelosi consiguiera los votos necesarios para la aprobación del proyecto de ley, le permitieron a Ocasio-Cortez y Tlaib votar “no” para proteger su imagen. Trump ahora aprovechará el cheque que los demócratas le dieron para financiar sus redadas este fin de semana.

Mientras que los demócratas están acomodando a Trump y facilitando sus pasos dictatoriales, el enojo está aumentando en la población de EUA e internacionalmente. Cientos de millones de personas en todo el mundo están indignadas, hartas, y enfurecidas por la construcción de campos de concentración en Estados Unidos, junto con reportes de abuso a los niños detenidos y fotos de inmigrantes ahogados en el río Bravo.

Miles de estadounidenses participarán en las manifestaciones por todo el país hoy para expresar su determinación a prevenir que los peores crímenes del siglo veinte se repitan en suelo estadounidense en el siglo veintiuno.

La tarea central es movilizar la oposición en la clase obrera al ataque contra los inmigrantes y los derechos democráticos en su conjunto. Todos los trabajadores, independientemente de su estatus migratorio, serán el blanco de los tipos de medidas policiales-estatales siendo probadas primero contra los inmigrantes. Tiene que comenzar la discusión sobre la estrategia para oponerse al ataque, incluyendo la organización de comités de defensa de inmigrantes.

En la década de 1850, después de la aprobación de la Ley de Esclavos Fugitivos como parte del Compromiso de 1850, los norteños en Estados Unidos movilizaron exitosamente a masas de personas para que defendieran a los negros antes de que fueran capturados por perseguidores de esclavos en el Norte y vendidos en la esclavitud. En 1851, una multitud de 2.500 personas previno físicamente la captura del esclavo escapado William “Jerry” Henry en Syracuse, Nueva York. En 1854, 5.000 personas rescataron al esclavo escapado Joshua Glover de una cárcel en Milwaykee, Wisconsin, y lo ayudaron escapar a Canadá.

Los horrores de la Ley de Esclavos Fugitivos llevaron a millones a concluir que la década de podridos compromisos tenía que llegar a su fin y que el espantoso sistema esclavista debía ser derrocado por medio de una acción revolucionaria de masas.

Hoy día, los crímenes del Gobierno de Trump y la complicidad de los demócratas tienen que llevar a la misma conclusión. La defensa de los inmigrantes requiere abolir el sistema capitalista, abrir las fronteras y garantizar el derecho a viajar por el mundo y vivir y trabajar en el país de preferencia sin temor a ser arrestado ni deportado.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 12 de julio de 2019)

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