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Perspectiva

Según Trump lanza sus redadas contra inmigrantes

Los demócratas respaldan las deportaciones masivas

La indignación y el enojo populares se intensificaron este fin de semana ante las redadas nacionales del presidente Trump contra los inmigrantes.

En la clase obrera y amplias secciones de la clase media, hay una profunda inquietud y conmoción por el trato horrendo al que están siendo sometidos los inmigrantes. Pero en la élite gobernante, la élite política y la prensa están respondiendo a la oposición desde abajo cerrando filas detrás de Trump y sus asesores fascistizantes.

Decenas de millones de trabajadores inmigrantes y sus familias están viviendo bajo temor según el aparato estatal comienza su operación de estilo militar. Muchos inmigrantes han tenido que esconderse.

El Guardian reporta que algunos inmigrantes están acumulando comida porque, como un residente de Atlanta, Georgia, explicó, “Quién sabe cuándo dejaremos la casa”. NBC News reporta que muchos ciudadanos estadounidenses en barrios inmigrantes han comenzado a cargar sus pasaportes estadounidenses por temor a ser detenidos en las barridas.

El crecimiento de la oposición popular halló su expresión en las manifestaciones, cuyo tamaño superó todo pronóstico, que se realizaron este fin de semana en 700 ciudades por todo el país. En muchas áreas, los vecinos están utilizando las redes sociales para advertirles a los inmigrantes sobre la actividad policiaca. El Wall Street Journal reportó que los residentes de dos edificios en Harlem impidieron que los agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) ingresaran durante una redada el sábado.

En la clase gobernante, predomina el sentimiento contrario. En Tacoma, Washington, horas después de que finalizara una manifestación proinmigrante el sábado, la policía mayó a tiros a un manifestante de 69 años que prendió fuego a una vagoneta de ICE en un centro de detenciones con fines de lucro.

El viernes, horas antes de las manifestaciones nacionales el sábado, el vicepresidente Mike Pence llevó a cabo una visita sumamente provocativa y televisada a dos centros de detención en Texas. Resguardado por guardias y protegido por una malla, Pence vio una bodega llena de hombres inmigrantes oliendo a sudor y orina y suplicándole que les dieran cepillos de dientes y duchas. Pence declaró, “no podría estar más impresionado con el trabajo compasivo que la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza [CBP, siglas en inglés] está haciendo aquí”, añadiendo, “Es tiempo de superar la retórica brusca de la izquierda estadounidense”.

El objetivo de este ardid fue dejar en claro que la Administración no cambiará nada ante las protestas sociales, así como para poner a prueba el grado de complicidad de los demócratas. La prensa y los políticos demócratas respondieron con un cheque en blanco para que la Casa Blanca expanda su red de campos de concentración, intensifique sus tácticas policiales-estatales y acelere su programa de deportaciones masivas.

El domingo, un grupo de congresistas demócratas visitó instalaciones de detención de Texas y repitió los elogios de Pence a los guardias. En declaraciones de la junta editorial publicadas en las ediciones impresas el domingo del New York Times y el Washington Post, estos diarios alineados con el Partido Demócrata respaldaron efectivamente el pogromo antiinmigrante.

La declaración del Times, intitulada “Todos los presidentes son deportadores en jefe”, denunció la oposición de la izquierda a los ataques antiinmigrantes de Trump: “La Presidencia viene con la responsabilidad de hacer valer las leyes de la nación—leyes que requieren que las fronteras estén aseguradas y que algunas personas que no están autorizadas legalmente para vivir aquí sean deportadas, después de concederles un proceso debido”.

Esta “no debería ser una afirmación provocadora”, continúa el Times, mientras condena “las pasiones inflamadas” y a aquellos que abogan por “mayores extremos” como “los llamados a abolir completamente ICE”. Los editores concentraron sus críticas en aquellos en la izquierda que están “coqueteando con cambios radicales a las leyes de inmigración del país” y concluyó declarando que “el próximo presidente tiene que estar listo para asumir el papel de deportador en jefe”.

El editorial en el Washington Post de Jeff Bezos, intitulado “Las redadas cínicas contra inmigrantes”, fue colocado debajo de otro editorial que denuncia “Los campos de concentración para niños de China”. El Post se quejó de que las deportaciones planificadas eran “principalmente para el espectáculo” y declaró, “ICE es una agencia policial y cabe dentro de sus derechos deportar a migrantes indocumentados a quienes les han ordenado su expulsión después de recibir un proceso legal debido”.

En el contexto de las redadas y las protestas generalizadas, estas declaraciones solo pueden leerse como respaldos a la política policial-estatal de Trump.

Más allá de todas sus diferencias con Trump—que giran principalmente en torno a cuestiones de política exterior—los demócratas y los editores del Times y el Post han respaldado a Trump en promover el marco reaccionario de “seguridad fronteriza” y la supuesta criminalidad de los trabajadores que desesperadamente intentan escapar la violencia y la pobreza en sus países de origen, cuyo origen es el siglo de explotación y dominio del imperialismo estadounidense.

Están unidos por un interés común en defender el Estado y el sistema económico capitalistas que crean la privación en un polo y los niveles obscenos de riqueza en el otro.

Por el contrario, cuando los demócratas miran a miles de personas en las calles, ven destellos de la amenaza de una revolución social y de perder su riqueza. En cara a la creciente oposición desde abajo, la facción demócrata de la élite gobernante se alinea detrás de Trump y exige el fortalecimiento del aparato estatal represivo.

Es por esto por lo que los diputados y senadores demócratas votaron a favor de proveerle a Trump $5 mil millones para financiar ICE y la CBP, dándole al Gobierno los fondos que ahora está utilizando para emprender sus redadas y encarcelar a niños en campos en pleno desierto.

Estos votos no fueron una capitulación a las demandas de los republicanos, sino una decisión política consciente de proveerle a la Gestapo policial y migratoria las facultades legales y materiales que requiere para aplastar la oposición y defender el statu quo.

Toda idea de detener la persecución de los inmigrantes presionando o apelando al Partido Demócrata es una ilusión inútil o un engaño deliberado. Aquellos que defienden dicho programa —más notablemente los Socialistas Democráticos de Estados Unidos (DSA, siglas en inglés)— son sirvientes de la clase gobernante cuyo propósito es encauzar la oposición detrás del Partido Demócrata, donde puede mantenerse inofensiva.

No existe ninguna base de apoyo en la clase gobernante para la defensa de los derechos democráticos. Solo la clase obrera, liderando a elementos íntegros de la clase media, puede defender a los inmigrantes contra las políticas dictatoriales de Trump.

Independientemente de su estatus migratorio, todos los trabajadores deben entender que ellos mismos son el blanco final de los métodos antidemocráticos empleados contra los inmigrantes. Los campos de concentración para los inmigrantes “ilegales” pronto estarán repletos de trabajadores que lleven a cabo huelgas y protestas “ilegales”. Toda la clase obrera en EUA e internacionalmente debe unir sus demandas relacionadas con salarios, prestaciones e igualdad social con la defensa de los trabajadores inmigrantes.

La revolución socialista es la única forma de encarar el fenómeno de la migración masiva desde su raíz. Las guerras imperialistas y la explotación capitalista han asolado América Latina, el sur y sureste de Asia, África y Oriente Próximo. Los trabajadores y todos los explotados del mundo deben tener el derecho a elegir libremente entre quedarse en sus hogares o migrar según su preferencia.

Significa confiscar la riqueza de los ricos y proveer vivienda, educación, agua, comida, transporte público, acceso a la cultura y otros derechos sociales básicos a los miles de millones de personas en el mundo. Significa desmantelar las máquinas de guerra de los Gobiernos capitalistas y colocar las empresas transnacionales bajo el control democrático de los trabajadores para que su poder pueda ser dirigido a atender las necesidades humanas y no el lucro privado.

No existe una solución nacional a las guerras y a las catástrofes sociales que están desplazando a decenas de millones de personas de sus hogares. Esto exige un movimiento internacional de la clase obrera para conquistar todos los mandos de la economía mundial y abrir las fronteras para toda la raza humana.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 15 de julio de 2019)

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