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Perspectiva

¿Por qué la prensa desestima como “teorías conspirativas” las interrogantes en torno a la muerte de Jeffrey Epstein?

Casi 72 horas después de que el gestor de fondos milmillonario y acusado de trata humana, Jeffrey Epstein, fuera encontrado inconsciente en el piso de su celda en el Centro Correccional Metropolitano (MCC, por su sigla en inglés) en la Ciudad de Nueva York, está emergiendo cada vez más evidencia que lleva a la conclusión de que su muerte no fue un simple suicidio, como lo afirman los titulares de los diarios y los reportes televisivos.

Ha quedado claro, como lo admitió el fiscal general William Barr durante una conferencia policial en Nueva Orleans, que hubo violaciones sistemáticas en los procedimientos de prisión en el MCC.

Le quitaron la vigilancia para prevención de suicidios 10 días antes de su muerte, a pesar de haber estado hospitalizado el 23 de julio en un estado semiconsciente y con marcas en el cuello. Luego, lo enviaron a una celda compartida en una unidad de protección. Este es el procedimiento estándar ante riesgos de suicidio, ya que el compañero de celda puede alertar a los guardias si ocurre otro intento.

Sin embargo, el viernes, el mismo día en que se publicaron más de 2.000 páginas de documentos que amenazaban con implicar a un conjunto de figuras poderosas y bien conocidas en el escándalo, le quitaron su compañero de celda, dejándolo solo.

En otra violación de las reglas de la prisión, los guardias no revisaron a Epstein cada media hora durante la noche. Fue encontrado sin vida a las 6:30 a.m. la mañana siguiente.

No hay una explicación inocente para esta serie de acciones o fracasos que culminó con la muerte del prisionero de más alto perfil bajo custodia federal. Epstein fue o asesinado por un sicario o lo dejaron (y quizás instaron forzosamente) para que se suicidara. En cualquier caso, la muerte es el resultado de una conspiración criminal.

Sin embargo, la respuesta a la muerte de Epstein de parte de la prensa estadounidense, encabezada por el New York Times, ha sido lanzar una campaña coordinada denunciando cualquier cuestionamiento de la versión oficial de un suicidio no asistido como una “teoría conspirativa”.

Dichas denuncias comenzaron desde que se reportó por primera vez la muerte de Epstein para deslegitimar las sospechas bien fundadas y completamente apropiadas de que hubo una trama sucia —y ante la falta de cualquier explicación creíble o explicación del todo— sobre cómo terminó muerto Epstein bajo custodia federal.

La campaña contra las “teorías conspirativas” se intensificó el lunes. El Times publicó una columna mugrosa escrita por Charlie Warzel que afirma que el cuestionamiento generalizado en torno al suicidio de Epstein se debe a “un ecosistema profundamente envenenado de información, uno construido para la velocidad y diseñado para recompensar los impulsos más incendiarios de sus peores actores. Ha creado una realidad paralela separada de los hechos y ha promovido los pensamientos conspiratorios en la cultura predominante”.

Warzel acusó a Twitter por amplificar lo que llamó “una vasta diferencia entre la atención dirigida a la plataforma y la información disponible sobre una historia en desarrollo”. Sin embargo, la falta de información disponible no se debe a Twitter: es el resultado del silencio oficial sobre las circunstancias de la muerte de Epstein, mientras los oficiales averiguan cómo formular una explicación creíble ante un conjunto de hechos inherentemente condenatorio.

Esta relación fue puesta de relieve por un reporte noticioso el lunes en el Times que incluía los siguientes dos párrafos seguidos:

“Varios oficiales policiales de alto rango, miembros del Congreso y los acusadores del Sr. Epstein han exigido respuestas sobre por qué no se estaba monitoreando al Sr. Epstein más de cerca. El domingo, el Buró de Prisiones no ofreció ninguna explicación sobre por qué el Sr. Epstein fue dejado solo y sin vigilancia.

“La muerte del Sr. Epstein también ha desatado un diluvio de teorías conspirativas infundadas en línea, con personas sugiriendo, sin evidencia, que el Sr. Epstein fue asesinado para prevenir que incriminara a otros”.

El contraste aquí es revelador. Los oficiales de las prisiones no han dado explicación alguna sobre lo acontecido en sus instalaciones, bajo su control, ¡pero la acusación de proceder “sin evidencia” es lanzada contra aquellos que sugieren que Epstein fue asesinado!

Quizás el artículo más extraordinario de la ofensiva de propaganda del Times fue otro artículo publicado ayer en el que ataca al alcalde neoyorquino Bill de Blasio por reconocer el hecho obvio de que la muerte de Epstein “fue simplemente demasiado conveniente”.

En un artículo de “noticias” bajo el titular “Las teorías conspirativas sobre Epstein: De Blasio y otros se unen a la especulación”, los escritores del Times, Michael Gold y Jonah Engel Bromwich, afirman que “tales teorías conspirativas usualmente prosperan en los márgenes. Pero la muerte del Sr. Epstein ha atraído a famosos de la política, la prensa y el mundo académico, quienes se han unido a las especulaciones infundadas”.

En un esfuerzo por repeler tales “especulaciones infundadas”, el Times cita a Russell Muirhead, profesor de la Universidad de Dartmouth, quien advierte que las redes sociales “han permitido que las acusaciones conspirativas se multipliquen y florezcan porque los controladores de acceso que antes decidían qué debía salir al aire o en la prensa han sido superados”. Es decir, los medios corporativos ya no ejercen control sobre la información y las ideas que la gente puede acceder.

El Times ha encabezado una campaña más amplia de la prensa que busca denunciar las disque teorías conspirativas sobre el caso.

El Washington Post publicó un artículo de opinión intitulado “No busquen respuestas en las teorías conspirativas sobre Epstein”, escrito por Michael Bromwich, ex inspector general del Departamento de justicia, quien declara que es necesario “aplacar la especulación, limitar la formulación de teorías conspirativas y posponer las condenas”.

El Wall Street Journal publicó un análisis noticioso bajo el titular, “Las teorías conspirativas vuelan en línea ante muerte de Epstein”. Ahí, afirma que “las redes sociales alimentan la desinformación y amenazan con erosionar la aceptación pública de los resultados de cualquier investigación”.

A partir de esto, el argumento concluye que es necesaria la censura. Las teorías conspirativas, escribe el Journal, “presentan un desafío significativo para las grandes plataformas tecnológicas en línea y de redes sociales, como parte de una guerra más amplia contra la desinformación”.

En cuanto a “teorías conspirativas”, sin duda la más amplificada por la prensa corporativa sin la mínima evidencia es la acusación de “injerencia rusa” en las elecciones presidenciales estadounidenses de 2016 a favor de la victoria de Trump contra Hillary Clinton. El New York Times y el Washington Post han estado promoviendo esta “teoría conspirativa” por los últimos tres años, solo para que el reporte de Mueller que tanto ansiaban terminó siendo un petardo.

Dada la campaña sobre Rusia, nos preguntamos: ¿Qué pasaría si un prisionero de alto perfil muriera en una prisión de Moscú bajo circunstancias similares en las que murió Epstein? Sin duda el Times (y la prensa estadounidense en su conjunto) estarían denunciando toda afirmación de que fue un suicidio y estarían proclamando a Vladimir Putin como el asesino.

Esta no es mera especulación. Ya ocurrió. Hubo una campaña mediática sospechosa por la muerte de Sergei Magnitsky en una prisión rusa, así como una avalancha de propaganda sobre el presunto envenenamiento de Sergei Skripal y su hija en Inglaterra.

La cuestión más importante es, ¿a quién está intentando proteger el Times ? En su condena de las teorías conspirativas, el Times está respondiendo a presiones tras bastidores que buscan mantener la historia bajo control. Epstein conocía y proveía servicios a personas sumamente poderosas en círculos corporativos, financieros y de inteligencia. Él mismo era apenas un advenedizo desde el punto de vista de la élite gobernante, pero tenían razones para temer que traicionara sus espantosos secretos.

Hay una lógica social detrás del advenimiento del caso Epstein. La oligarquía financiera estadounidense se siente sitiada. Percibe la tremenda hostilidad en la población. Si millones sospechan que Epstein fue asesinado, se debe a que saben instintivamente que la élite gobernante estadounidense es completamente capaz de tal crimen. No son las propiedades peculiares del internet y las redes sociales lo que explican tales sospechas, sino los sentimientos completamente justificados de millones de trabajadores que ven el carácter criminal de la clase que controla toda la riqueza y el poder en EUA.

La oligarquía estadounidense, que incluye tanto a los propietarios como a los editores del New York Times, teme que un escándalo que implique a miembros de la élite en prostitución infantil y actividades sórdidas relacionadas tenga un carácter políticamente explosivo. Les preocupa que la exposición de una trama en la muerte de Epstein lleve al mismo tipo de revelaciones políticas que su muerte pretendía prevenir.

La trama de Epstein no es solo un escándalo ordinario entre muchos otros. Es un evento político significativo. Demuestra la naturaleza de la élite gobernante estadounidense, la cual no es menos capas de perpetrar los crímenes más horrendos propios de los jeques sauditas que organizaron la carnicería de Jamal Khashoggi.

Toda gran revolución en la historia estuvo precedida por escándalos similares, en los que el carácter criminal y reaccionario de la vieja clase gobernante muestra su cara, y en que esa clase queda expuesta por lo que es: un cáncer en el cuerpo político.

(Publicado originalmente en inglés el 13 de agosto de 2019)

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