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Perspectiva

“El viaje de los condenados”: cientos de refugiados varados en el Mediterráneo

Este año marca el 80 aniversario del infame viaje del crucero alemán MS St. Louis de Hamburgo a América con 937 pasajeros a bordo, casi todos refugiados alemanes-judíos escapando de la persecución nazi.

A pesar de que el Gobierno cubano les había vendido visas, cuando entraron a la bahía de La Habana el 27 de mayo de 1939, las autoridades previnieron que los refugiados desembarcaran. Después de una semana esperando en vano que los oficiales cubanos cambiaran de decisión, el St. Louis viajó a la costa de Florida esperando que Estados Unidos les ofreciera refugio. Sin embargo, la Administración demócrata de Franklin Delano Roosevelt también rechazó a los refugiados. Los intentos posteriores para entrar en Canadá y la República Dominicana también fueron infructuosos.

Sin otra opción más que regresar a Europa, el St. Louis desembarcó en el puerto belga de Antwerp el 17 de junio. En menos de un año, Bélgica sería ocupada por la Wehrmacht (fuerzas armadas) alemana. Para el final de la Segunda Guerra Mundial, 256 de los pasajeros del St. Louis habían muerto en el Holocausto.

Como lo muestran las crónicas como el libro Viaje de los condenados y la película del mismo nombre, el caso del St. Louis fue un símbolo y heraldo de una barbarie sin precedentes, incluyendo la “Solución Final” de Hitler, que sumiría a toda la humanidad en una guerra global que cobró 85 millones de vidas.

Sin duda, la trágica y criminal saga del St. Louis estaba en la mente de León Trotsky, el gran revolucionario ruso y fundador de la Cuarta Internacional, cuando escribió en el manifiesto “La guerra imperialista y la revolución proletaria mundial” de mayo de 1940:

El mundo capitalista decadente está superpoblado. La admisión de cien refugiados extras constituye un problema grave para una potencia mundial como Estados Unidos. En la era de la aviación, el teléfono, el telégrafo, la radio y la televisión, los pasaportes y las visas paralizan los viajes de un país a otro. La época del deterioro del comercio exterior e interior es también la época de la intensificación monstruosa del chauvinismo y especialmente del antisemitismo… Entre las vastas extensiones de tierras y las maravillas de la tecnología, que demás de la tierra conquistó los cielos para el hombre, la burguesía logró convertir nuestro planeta en una mugrienta prisión.

Estas palabras retienen una contemporaneidad punzante, bajo condiciones en que los “Viajes de los condenados” se repiten a diario en el centro del Mediterráneo, un cementerio para decenas de miles de migrantes y refugiados, 14,000 de los cuales se ahogaron ahí en solo los últimos tres años.

La situación crítica de dos barcos de rescate varados frente a las costas europeas, el Ocean Viking y el Open Arms, revive la memoria del St. Louis. Los Gobiernos del continente se rehúsan todos a admitir a los más de 500 refugiados en ambos barcos.

Un barco que transporta refugiados en el Mediterráneo [Foto: ACNUR/L.Boldrini]

Los migrantes, cuya mayoría proviene de África, fueron rescatados frente a Libia, desde donde estaban escapando. Algunos fueron literalmente levantados del agua. Los 151 pasajeros, incluyendo 31 menores, a bordo del Open Arms, un barco operado por un grupo de rescate español, han estado en el mar por casi dos semanas frente a Italia. El ministro del Interior, Matteo Salvini, les ha prohibido entrar tras imponer multas de hasta €1 millón y sentencias en prisión para los capitanes que entren en aguas italianas con refugiados, además de la confiscación de los barcos.

Salvini, quien se encuentra en medio de una campaña para formar un nuevo, abiertamente fascista Gobierno en Italia ha emprendido contra los barcos de rescate, agitando con su política de “prohibición absoluta” contra sus desembarques y utilizando el abandono de los refugiados para atizar chauvinismo antiinmigrante antes de las elecciones.

El Ocean Viking, con 356 a bordo —casi una tercera parte de ellos menores— en un espacio diseñado para 200, no pudo reabastecerse de combustible en Malta ni entrar en Italia. Los pasajeros están sufriendo condiciones de calor y humedad sofocantes y se enfrentan a fuertes marejadas previstas para el miércoles.

Las diatribas fascistizantes de Salvini son solo la expresión más desnuda de una política implementada en toda Europa para prohibir el ingreso de refugiados. Un ministro del Gobierno socialdemócrata del primer ministro Pedro Sánchez en España rechazó una solicitud del capitán el Open Armas de aceptar a los 31 menores a abordo como refugiados, afirmando que el capitán no tiene la capacidad legal ni la custodia como para realizar dicha solicitud. Además, acusó a los tripulantes del Open Arms que rescataron a los refugiados de “comprometer la reputación de España”.

El ministro de inmigración de Noruega, cuya bandera utiliza el Ocean Viking, dijo que los refugiados debían ser “transportados de vuelta a África” para evitar “extender la ruta de refugiados”.

La Comisión Europea, la cual emitió un llamado a los Estados miembros de la Unión Europea (UE) para que coordinaran una solución a la situación de los refugiados y mostrarán solidaridad, reportó que ningún Gobierno ha respondido. Todos los Gobiernos europeos, con Alemania y Francia a la cabeza, han colaborado con la erección de una “fortaleza Europa”, rodeada de alambres de púas y ametralladoras para defender las fronteras de la UE, y con una campaña despiadada para poner fin a las misiones de rescate en el Mediterráneo.

Una parte clave de esta campaña viciosa contra los refugiados ha sido asignada por contrato a milicias libias, reclutadas y entradas como una guardia costera dedicada a cazar a los refugiados que intenten llegar a Europa. Administran campos de concentración en Libia donde aquellos que intentan escapar para salvar sus vidas de otras partes de África y Oriente Próximo son sometidos a tortura, violaciones, ejecuciones sumarias y ventas como esclavos. Una guerra civil que asolado el país después que la guerra de EUA y la OTAN de 2011 destruyera su Gobierno e infraestructura ha puesto en peligro las vidas de los migrantes. El bombardeo de un centro de detención el mes pasado mató a aproximadamente 50 refugiados.

La campaña contra los refugiados en Europa tiene su reflejo al otro lado del Atlántico, donde el Gobierno de Trump ha complementado su encarcelación masiva de niños, su rechazo de refugiados en la frontera con México y su detención de trabajadores indocumentados en redadas de fábricas con la imposición de nuevas normas que buscan bloquear la inmigración legal para aquellos sin recursos financieros. Los inmigrantes que se encuentran en EUA estarán sujetos a deportaciones por el “crimen” de utilizar servicios sociales como cupones de alimentos, el seguro Medicaid y subsidios para vivienda.

Cuando un reportero le preguntó el martes si el poema de Emma Lazarus grabado en la base de la Estatua de la Libertad, el cual dice “Dadme a vuestros rendidos, a vuestros pobres, a vuestras hacinadas muchedumbres que anhelan respirar en libertad…” todavía aplicaba, Ken Cuccinelli, el director en funciones de los Servicios de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos, respondió con su propia versión: “Dadme a vuestros rendidos y pobres que puedan mantenerse en pie con sus propios dos pies y que no se convertirán en una carga pública”. Lejos de ser poesía, su significado es claro: los inmigrantes y refugiados de clase obrera no deberían molestarse en enviar su solicitud.

La guerra contra los refugiados y el uso de los inmigrantes como chivos expiatorios por el deterioro de los niveles de vida, el desempleo y la destrucción de los servicios sociales bajo el capitalismo son un fenómeno global. Los Gobiernos y las oligarquías en el mundo lo emplean para dividir a la clase obrera y cultivar elementos neofascistas que puedan ser desplegados en contra de la creciente ola de luchas sociales y huelgas de la clase obrera en un país tras otro.

Estas políticas no solo se derivan de la mente criminal y desquiciada de Donald Trump o la ideología fascistizante de Matteo Salvini, sino de la crisis del sistema capitalista y la irreconciliable contradicción entre la integración global de la producción y el sistema capitalista del Estado nación. El cierre de fronteras con barricadas cubiertas de alambres de cuchillas, la construcción de campos de concentración para refugiados y la promoción de fuerzas xenofóbicas y fascistas hacen eco de los días más oscuros de los años treinta, así como los barcos atrapados en el Mediterráneo reviven la imagen del St. Louis.

El giro hacia estos métodos no es una señal de fuerza, sino de debilidad y del recrudecimiento de la crisis, según los Gobiernos capitalistas en EUA, Europa e internacionalmente encaran una oposición cada vez mayor de los pueblos trabajadores que amenaza con una revolución social y explosiones políticas.

Hay poderosos sentimientos de solidaridad y apoyo para los refugiados e inmigrantes en la clase obrera que deben ser movilizados y armados con un programa socialista e internacionalista, incluyendo el derecho de todos los trabajadores a vivir y trabajar en el país de su elección con derechos plenos de ciudadanía.

(Publicado originalmente en inglés el 14 de agosto de 2019)

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