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Perspectiva

En crisis del brexit, Corbyn se alinea con conservadores y blairistas

La principal víctima política de la crisis del brexit ha sido la inmerecida reputación de “izquierda” de Jeremy Corbyn.

Al convertirse en la figura líder del ala opuesta a la salida de la Unión Europea (UE) o brexit de la clase gobernante, Corbyn está dejando en claro que no les ofrece una alternativa política independiente a los trabajadores. Por el contrario, está atando a los trabajadores opuestos a la política nacionalista y reaccionaria del primer ministro Boris Johnson a la facción pro-UE del propio partido de Johnson, a los blairistas y a la propia UE que ha presidido una década de desastrosa austeridad social.

Se desenvolvió la farsa de los procedimientos en Westminster ayer. Johnson declaró la semana pasada que suspendería el Parlamento antes del jueves siguiente para hacer pasar a la fuerza el brexit el 31 de octubre, incluso sin un acuerdo comercial con la UE.

Los parlamentarios respondieron al esquema antidemocrático de Johnson votando a favor de un proyecto de ley multipartidista redactado por la parlamentaria laborista de derecha, Hilary Benn, comprometiendo al Gobierno a pedir una extensión de la fecha límite del brexit hasta el 31 de enero de 2020, a menos que los legisladores hayan aprobado o votado a favor de una salida sin acuerdo antes del 19 de octubre. Tras haber perdido su mayoría el martes, Johnson se enfrentó a una rebelión de 21 parlamentarios conservadores. Como se podía prever, respondió con una moción para convocar una elección general el 15 de octubre.

Líder laborista, Jeremy Corbyn (Stefan Rousseau Pool Photo via AP, File)

Johnson calcula que, al estar aliado con el Partido Brexit de Nigel Farage, podrá ganar una mayoría parlamentaria incluso más grande al atizar el nacionalismo pro- brexit, para luego implementar su agenda de recortes de impuestos para las grandes empresas y los ricos y de medidas de austeridad salvajes contra la clase obrera. También sabe que cualquier paso que tome contra la UE contará con el respaldo pleno del presidente estadounidense, Donald Trump, quien tuiteó ayer, “Boris sabe cómo ganar”.

Políticamente, nada de esto sería posible sin el papel desempeñado por Corbyn de prevenir la intervención política de la clase obrera en defensa de sus propios intereses, ante la mayor crisis del imperialismo británico en más de medio siglo. Esto llegó a nuevas profundidades ayer, cuando Corbyn declaró que el laborismo votaría en contra de una elección hasta que se le garantice que no hay posibilidad de un brexit sin acuerdo.

Según la Ley de Términos Definidos para Parlamentos, acabar un Gobierno temprano requiere una mayoría de dos terceras partes, lo que significa que la moción de Johnson fracasó. Su respuesta fue declarar, “Esta es la primera vez en la historia que la oposición ha votado a favor de mostrarle confianza al Gobierno de su majestad”.

Aún no hay acuerdo sobre cuando decidirá el laborismo respaldar una elección general. Los líderes del ala blairista del Partido Laborista, incluyendo el secretario de la sombra sobre el brexit, Keir Starmer, así como el aliado clave de Corbyn, el canciller de la sombra John McDonell, indicaron que no considerarán una elección adelantada hasta que la UE acepte extender el plazo del brexit .

Al no avanzar una perspectiva independiente a la facción pro-UE de la burguesía, Corbyn está buscando asegurarse de que el resultado de dicha elección no tenga nada para la clase obrera.

Una elección general bajo condiciones en que millones se enfrentan a dificultades sociales cada vez más severas y quieren poner fin a la austeridad del conservadurismo sería disputada efectivamente como otro referéndum sobre el brexit en la que Johnson se presentará como el defensor de la “voluntad popular” contra le élite de Westminster. Inevitablemente profundizará la división peligrosa dentro de la clase obrera que desató la avalancha de mentiras de ambos lados del conflicto del brexit .

La exposición del fraude de las pretensiones de Corbyn de representar una alternativa izquierdista se ha desarrollado en paralelo con el recrudecimiento de la crisis del brexit. El primer ministro conservador, David Cameron, ya estaba decidido a realizar el referéndum sobre la membresía a la UE para combatir las divisiones amargas dentro de su partido cuando Corbyn fue electo líder laborista con una mayoría abrumadora en setiembre de 2015, prometiendo poner fin a la era proempresarial y proguerra de Blair y Brown.

Por el contrario, Corbyn se dedicó a preservar el dominio del partido en manos de los blairistas como prueba de que la clase gobernante británica no tiene nada que temer de su dirigencia del partido.

La mayoría de la élite corporativa británica apoyó permanecer en la UE durante el referéndum de 2016, percibiendo su participación en la UE como algo esencial para competir internacionalmente. Esta postura también fue apoyada por el Gobierno de Obama y todas las principales potencias europeas, preocupados de que una salida británica desencadenara la separación de la UE y pusiera en peligro la alianza de la OTAN. Con el Partido Conservador en un estado de guerra civil, el Partido Laborista bajo Corbyn encabezó la campaña anti-brexit.

El Partido Socialista por la Igualdad explicó: “Corbyn interviene como un mentiroso profesional y apologista de la UE para intentar hacerla más digerible para aquellos que sienten repulsión por el chauvinismo nocivo de la campaña pro- brexit”.

“Corbyn afirma que la UE es una fuente de riqueza y trabajaos y que puede ser reformada para convertirse en una ‘Europa Social’”, continuó el PSI, “manteniendo silencio sobre los crímenes sociales que la UE ha perpetrado en Grecia, Irlanda, España y Portugal…”.

El referéndum fue derrotado porque Cameron, Corbyn y compañía no tomaron en cuenta la alienación masiva de la clase obrera respecto a la élite política, incluyendo a Bruselas, que los promotores del brexit pudieron aprovechar.

Los blairistas respondieron buscando deponer a Corbyn, pero fue reelecto en junio de 2016 con una mayoría aún mayor con el ingreso de cientos de miles de trabajadores y jóvenes en el partido, quienes estaban divididos sobre el brexit per unidos por su deseo de cambio social.

Cameron se vio obligado a renunciar después del referéndum, dando paso a Theresa May. Aun con esto, Corbyn se rehusó a librar una lucha. En 2017, calculando que la guerra civil unilateral en el Partido Laborista beneficiaría a los conservadores, May convocó a una elección anticipada que, en cambio, resultó en un aumento en el apoyo al laborismo y redujo el Gobierno conservador a una minoría. Corbyn respondió con otro paso atrás, oponiéndose a las demandas de que los blairistas fueran deseleccionados, a pesar de que estaban emprendiendo una caza de brujas contra los simpatizantes de Corbyn con acusaciones de “antisemitismo izquierdista”.

Cuando el Gobierno de May estuvo al borde del colapso en torno al brexit en abril, Corbyn la rescató. Desestimó los llamados a una elección general y se involucró en semanas de charlas sobre cómo defender el “interés nacional”. May fue destituida de todas formas, pero lo hizo su propia facción del partido que apoya agresivamente el brexit, reemplazándola con Johnson como segundo primer ministro conservador no electo.

Tras haber facilitado la formación del Gobierno más derechista de la posguerra, Corbyn tomó el siguiente paso de su postración ante la patronal ofreciendo encabezar un “Gobierno provisional” para unir a todos los partidos pro-UE en alianza con los conservadores pro-UE, en contra de Johnson, lo que permitiría posponer el brexit y llamar a una elección general. Cuando incluso esto fue rechazado, aceptó descartar su propia moción de censura contra Johnson y en cambio apoyó el proyecto de ley de Benn, lo que le ganó los elogios de Tony Blair por “comportarse responsablemente” y “poner al país primero”.

La clase obrera debe romper con Corbyn y el laborismo.

En condiciones de un capitalismo organizado globalmente, no existe ninguna posibilidad de regresar al pasado reformista prometido por Corbyn, basado en la regulación económica nacional. Cualquier giro hacia el nacionalismo como respuesta a las medidas de austeridad dictadas por la UE o cualquier llamado a reformar la UE en sí significará ataques sociales más profundos, medidas proteccionistas de guerra comercial y militarismo. Esto solo fomentará más la xenofobia antiinmigrante y el crecimiento de la ultraderecha.

Las tensiones nacionales producidas por el brexit son solo una manifestación del estallido global de los antagonismos interimperialistas provocados por la enconada competición entre las potencias rivales por el control de los mercados mundiales. De no ser desafiadas, estas tensiones llevarán inevitablemente hacia el gobierno autoritario y guerras comerciales y militares.

Sin embargo, estos mismos antagonismos ofrecen el impulso objetivo para el desarrollo de un movimiento poderoso de oposición en la clase obrera. Los esfuerzos de la clase capitalista y sus Gobiernos de ser competitivos globalmente exigen un asalto a los empleos, salarios y condiciones de os trabajadores de cada país.

La clase obrera ha respondido con una ola de huelgas y protestas por toda Europa e internacionalmente, en desafío a los esfuerzos en marcha de los partidos socialdemócratas y los sindicatos de suprimir la lucha de clases. Estas luchas deben ser conectadas conscientemente, por encima de las fronteras nacionales y en contra del enemigo capitalista común, en un movimiento social y político unido de la clase obrera en Reino Unido y toda Europa por los Estados Unidos Socialista de Europa.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 5 de septiembre de 2019)

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