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Presidente mexicano usó agencia de inteligencia para vigilar a caravanas inmigrantes

El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador (conocido como “AMLO”) usó la agencia de espionaje para vigilar a caravanas de inmigrantes que viajaban de Centroamérica a los Estados Unidos, según su Primer Informe al congreso el 1° de septiembre.

Según el informe, desde diciembre de 2018 a junio de 2019, AMLO utilizó a la Agencia Nacional de Inteligencia, las Fuerzas Armadas, y oficiales centroamericanos para llevar a cabo “vigilancia” contra miles de refugiados de El Salvador, Honduras y Guatemala. El reporte no especifica ni el marco de tales actividades —las cuales podrían involucrar seguimiento, infiltraciones u otras provocaciones— ni si estas operaciones permanecen activas.

Esta vigilancia masiva fue la respuesta a miles de hombres, mujeres y niños que marcharon por México en caravanas que tomaron el carácter de manifestaciones políticas masivas.

Bajo presión para complacer al fascistoide presidente estadounidense, Donald Trump, tales caravanas han sido atacadas deliberadamente por la Guardia Nacional mexicana para disolverlas en grupos más pequeños que puedan ser perseguidos y deportados más fácilmente.

Esta revelación es otra indicación del papel político de AMLO en desarmar a la clase obrera. Mientras que fingió ser enemigo del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN) y proclamó que los “derechos humanos” de los inmigrantes serían protegidos, AMLO ha efectivamente escalado la militarización del país y los ataques a los derechos democráticos.

Durante su campaña electoral, AMLO repetidamente proclamó que “no habrá más espionaje” bajo su Gobierno. La hostilidad popular a tales operaciones se intensificó tras las revelaciones de Citizen Lab y el New York Times en 2017 de la compra de software por parte de CISEN para espiar a reporteros y opositores políticos. El malware, llamado Pegasus, fue utilizado para monitorizar a abogados trabajando en el caso de los 43 estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos, lideres de partidos políticos rivales, y reporteros críticos.

Al igual que cada elemento significativo de su campaña, la declaración de que CISEN “desaparecería” fue una mentira. AMLO no le puso fin al espionaje de individuos y organizaciones. Al contrario, el gobierno “izquierdista” llevo a cabo un cambio de imagen cosmético para CISEN, ahora llamada la Agencia Nacional de Inteligencia, para mejor posicionarla para continuar sus funciones antidemocráticas, mientras que sus tareas y figuras dirigentes no fueron perturbadas.

En enero, AMLO anunció, con mucha fanfarria, que se abrirían los expedientes desclasificados del ex-CISEN. Pero, aunque se abrirían los archivos, ninguna investigación sería iniciada por el Gobierno federal. “Una cosa es clasificar documentos, y otra que se meta a investigar”, dijo AMLO. Esto incluye proteger a los que fueron responsables por llevar a cabo la operación Pegasus.

El acercamiento de AMLO con el aparato militar y de inteligencia se extiende más allá de usar sus servicios. Les provee protección política para sus operaciones, minimizando que el extenso control del ejército constituye un grave peligro y una amenaza para los derechos democráticos.

El 29 de agosto, AMLO anunció durante una conferencia matutina que encontró una cámara oculta que grababa sus juntas privadas en el Palacio Nacional. “Hace unos días en una de las salas de la oficina se encontró una cámara sofisticada, de esas pequeñitas, donde estaban grabando, en la sala, aquí en Palacio (Nacional)”, dijo AMLO.

A pesar de esta extraordinaria violación de seguridad presidencial, dejó claro que no tenía intención de lanzar una investigación seria para encontrar y enjuiciar a los responsables. "¿Para qué se mete uno en eso?” dijo AMLO. “No tengo tiempo como para ocuparme de eso, no, quítenla y para adelante, vamos a seguir en otro asunto", declaró.

Entonces, bajo AMLO, los que espían ilegalmente al jefe de Estado serán protegidos, mientras que los inmigrantes que huyen de violencia de las pandillas y la explotación serán monitorizados, perseguidos y mantenidos en campos de concentración de manera indefinida por la Guardia Nacional.

El hecho de que AMLO no pueda ni quiera defenderse del aparato militar y de inteligencia no puede ser explicado por su carácter individual. Su sumisión refleja, más que nada, su papel como defensor de las relaciones de propiedad capitalistas y el sistema de Estado-nación.

La dependencia de la élite dirigente en el ejército y la policía es parte de un proceso internacional que tiene raíces comunes. En país tras país, la clase obrera empieza a luchar de regreso después de décadas de la supresión de la lucha de clases.

Bajo condiciones de una economía globalmente integrada, cuando las huelgas y protestas masivas tienen consecuencias políticas y económicas internacionales, tal desarrollo amenaza con interrumpir el flujo de beneficios para una capa pequeña en la cima. Para defender su riqueza y privilegios masivos, la clase dirigente ya ha respondido con reforzar sus fuerzas militares y de seguridad en preparación de disturbios masivos.

Para garantizar sus derechos sociales y democráticos, la clase obrera debe romper con AMLO y todos los partidos de la clase capitalista de manera decisiva, rechazar la mentira de que los obreros y jóvenes inmigrantes son responsables por los problemas sociales, y emprender la lucha por la unidad internacional de la clase obrera en la lucha por el socialismo.

(Artículo publicado originalmente el 5 de septiembre de 2019)

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