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Perspectiva

La lucha de los trabajadores automotores contra GM, Ford y Chrysler requiere una estrategia global

Faltan pocos días para que los convenios laborales de cuatro años de 158.000 trabajadores de General Motors (GM), Ford y Fiat Chrysler en los Estados Unidos expiren el 14 de septiembre.

Los trabajadores automotores están decididos a luchar contra la disminución de sus salarios reales, la proliferación de trabajos temporales y de bajos salarios, y los ataques a sus empleos y beneficios. A principios de este mes, los trabajadores votaron con una mayoría de 96 por ciento a favor de la que sería la primera gran huelga nacional automotriz desde 1976.

Los trabajadores enfrentan una situación extraordinaria al expirar sus contratos. La organización que supuestamente los representa, el sindicato United Auto Workers (UAW), ha sido expuesta como una herramienta sobornada de la gerencia corporativa, con sus altos ejecutivos, incluyendo el presidente del sindicato enfrentando posibles cargos criminales.

Mientras los trabajadores estadounidenses se preparan para esta batalla, 10.000 trabajadores de GM en Corea del Sur están participando en la primera huelga de gran escala de ese país en 22 años. La huelga de tres días afectó a las plantas de ensamblaje de GM en Incheon, al oeste de Seúl, y Changwon, a 400 km al sureste de la capital, así como al centro técnico de GM. Sigue a las repetidas amenazas de GM de que cerrará las operaciones ahí porque los costos laborales son demasiado altos.

Trabajadores automotores en huelga en Corea (AP Photo – Ahn Young-joon)

Como parte de su plan de reestructuración global, GM cerró su planta de ensamblaje de Gunsan en mayo de 2018, eliminando 2.000 empleos de producción y miles más en industrias relacionadas. Con el del Sindicato Coreano de Trabajadores Metalúrgicos (KMWU) coreano, GM presionó a los trabajadores restantes para que aceptaran un congelamiento de salarios y bonos y aumentaran las cuotas de producción para aumentar la rentabilidad.

En las negociaciones actuales, GM exigió una extensión de la congelación salarial. En una visita a Corea el mes pasado, el vicepresidente de operaciones internacionales de GM dijo que la compañía estaba "extremadamente decepcionada" con la huelga planificada y cambiaría la producción a sus plantas en otros países para compensar la pérdida de producción. También amenazó con que GM reconsideraría la asignación de futuros modelos en sus plantas coreanas.

En América del Norte, los trabajadores de GM en el complejo de fabricación gigante de Silao en el centro de México informaron el lunes que la Administración local está acelerando la producción y victimizando a los trabajadores militantes que se resisten. Los trabajadores dicen que la aceleración es parte de la estrategia internacional de GM para aumentar la producción de las camionetas altamente rentables de la compañía antes de una posible huelga en los Estados Unidos.

Los trabajadores mexicanos están siendo victimizados porque se niegan a ser rompehuelgas para GM. En comentarios al WSWS, uno de los trabajadores despedidos, Israel Cervantes, dijo: "esperamos tanto apoyar a la gente de Estados Unidos y que desde allá nos den su apoyo". Un compañero de trabajo agregó que una lucha conjunta con los trabajadores estadounidenses "sería una gran estrategia".

Las luchas de los trabajadores automotores están teniendo lugar en medio de un crecimiento significativo de conflictos sociales y luchas de clases en todo el mundo, desde las protestas masivas en Puerto Rico y Hong Kong, hasta la huelga esta semana de 4.000 pilotos en British Airways.

Los trabajadores están llegando a reconocer que no es posible luchar contra las corporaciones globales a nivel nacional. A principios de este año, 70.000 trabajadores que producen autopartes y productos electrónicos en fábricas maquiladoras en Matamoros, México, se rebelaron contra los sindicatos patronales, establecieron comités de huelga y lanzaron huelgas espontáneas o “salvajes”. Apelando a la solidaridad de los trabajadores estadounidenses, los trabajadores en huelga marcharon hacia la frontera de los Estados Unidos cerca de Brownsville, Texas, cantando: "¡gringos despierten!".

El esfuerzo objetivo de los trabajadores para unificar y coordinar sus luchas a través de las fronteras nacionales es el antídoto más poderoso contra el nacionalismo nocivo y la xenofobia promovida por los Gobiernos capitalistas, desde la Administración de Trump en los Estados Unidos y sus contrapartes de extrema derecha en Europa hasta el Gobierno Modi en India y el Congreso Nacional Africano en Sudáfrica.

La ira de los trabajadores está hirviendo. Pero la lucha venidera debe guiarse por una estrategia internacional y socialista conscientes.

Las empresas automotrices y sus acaudalados inversores ciertamente tienen una estrategia global. Deciden ubicar la producción dónde los sindicatos les proporcionen las fuentes de mano de obra más baratas y utilizan sus operaciones globales para socavar el impacto de una huelga en un solo país. GM, Ford, VW y Nissan están involucrados en una reestructuración despiadada de sus operaciones, cerrando plantas y despidiendo a decenas de miles para posicionarse mejor ante la despiadada competición por dominar mercados cada vez más pequeños y las nuevas tecnologías, como los vehículos eléctricos y autónomos.

La expansión de las empresas automotrices en China, India y otros "mercados emergentes" ya se está agotando debido a los crecientes conflictos comerciales y la caída hacia una recesión mundial. Cientos de miles de trabajadores automotores en China e India ya han perdido sus empleos.

GM registró ganancias de $11,8 mil millones en 2018 y ha entregado más de $25 mil millones a sus accionistas en forma de recompras de acciones y pagos de dividendos en los últimos seis años. Pero esto no es suficiente. El lunes, Moody's rebajó la calificación crediticia de Ford al estado de "basura", dejando en claro que Wall Street quiere que las empresas de automóviles continúen recortando los costos laborales, incluyendo la expansión de la mano de obra temporal y la destrucción de los beneficios de salud de los trabajadores automotores, algo que Forbes denunció recientemente como "el último vestigio del cuasisocialismo que dominó la industria automotriz estadounidense durante 100 años".

Los trabajadores automotores de todo el mundo están conectados por un proceso global de producción. No existe tal cosa como un vehículo "hecho en Estados Unidos", o tampoco uno mexicano o chino. El icónico Ford Mustang es ensamblado en Flat Rock, Michigan, con piezas de transmisión de China, Francia, el Reino Unido y México. Entre 8 y 9 millones de trabajadores están unidos en una cadena de suministro y producción global altamente compleja, distribuida en al menos 62 países.

La integración internacional de la mano de obra de millones de trabajadores en todo el mundo les da a los trabajadores una inmensa ventaja, si entienden cómo utilizarla.

Para emprender esta lucha, los trabajadores automotores en Estados Unidos e internacionalmente deben romper el dominio de los sindicatos corporativistas y nacionalistas mediante la creación de nuevas organizaciones de lucha, comités de base en cada fábrica, controlados y liderados democráticamente por los propios trabajadores.

La corrupción masiva del UAW no es simplemente el producto de las acciones de ejecutivos individuales. Es la expresión más grotesca de la transformación de los sindicatos en instrumentos de la gerencia. Enraizados en una perspectiva nacionalista y procapitalista, los sindicatos respondieron a la globalización de la producción colaborando con las empresas para reducir las condiciones de vida de los trabajadores.

Durante décadas, el UAW ha promocionado la mentira de que los trabajadores extranjeros están "robando empleos estadounidenses", mientras se coludía con las corporaciones para recortar los costos laborales y convertir a los trabajadores estadounidenses en una fuerza laboral barata y desechable. A cambio, las compañías han entregado a los funcionarios del UAW millones en sobornos para firmar y hacer cumplir los acuerdos laborales favorables a las empresas.

En todos los países, los trabajadores automotores se enfrentan al sabotaje de los sindicatos, que se basan en una perspectiva nacional anticuada y en la defensa del sistema de ganancias capitalistas. Lejos de unir a los trabajadores a través de las fronteras que luchan contra las corporaciones transnacionales, UAW, Unifor en Canadá, IG Metall en Alemania, KMWU y el resto de los sindicatos hacen todo lo posible para dividir a los trabajadores por líneas nacionales.

Solo liberándose de los agentes pagados de las corporaciones podrán los trabajadores automotores estadounidenses forjar lazos poderosos con sus compañeros de trabajo en Canadá, México, Corea y en todo el mundo para luchar contra las corporaciones transnacionales. En esta lucha, el Comité Internacional de la Cuarta Internacional hará todo lo posible para ayudar a los trabajadores a coordinar sus luchas y armarlos con la perspectiva política y la dirección revolucionaria necesarias para abolir la explotación capitalista de una vez por todas.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 11 de septiembre de 2019)

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