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Perspectiva

Los trabajadores automotores frenan General Motors en Estados Unidos

Cuarenta y seis mil trabajadores de General Motors salieron a huelga a la media noche del domingo. El paro en las 35 plantas manufactureras en los estados de Michigan, Ohio, Indiana, Kentucky, Missouri, Tennessee y Nueva York le costarán a GM hasta $400 millones en producción diaria. 

A pesar de los esfuerzos frenéticos para evitar una huelga, los líderes del sindicato United Auto Workers (UAW), quienes han quedado expuestos criminalmente como representantes corruptos de las empresas automotrices, concluyeron que no están en una posición para prevenir el paro masivo. 

El vicepresidente del UAW, Terry Dittes, anunció la huelga en una rueda de prensa el domingo. Desmoralizado y temeroso, Dittes habló como si estuviera en un funeral. 

Solo un día antes, el UAW les ordenó a sus miembros violar los piquetes de la huelga de los conserjes que pertenecen al mismo sindicato. El UAW se ha rehusado a llamar a huelga a los trabajadores de Ford y Fiat Chrysler, intentando lo más posible evitar movilizar la fuerza completa de los trabajadores automotores. 

Los trabajadores en un piquete fuera de la planta de ensamble de GM en Detroit-Hamtramck, Michigan, lunes 16 de septiembre de 2019. Aproximadamente 49.000 trabajadores de GM en todo Estados Unidos salieron a huelga a la medianoche el domingo, mientras el UAW y la empresa se siguen reuniendo (AP Photo/Paul Sancya)

El cierre de General Motors es una escalada importante de la lucha de clases en Estados Unidos e internacionalmente. Este poderoso movimiento social que comenzó el año pasado con los docentes se está expandiendo hacia la clase obrera industrial. Las décadas de supresión de la lucha de clases —brutalmente impuestas por una alianza de los sindicatos, las empresas y el Gobierno— están llegando a su final.

A medida que los trabajadores inician su lucha, tienen que evaluar el campo de batalla y desarrollar una estrategia con base en un entendimiento de quiénes son sus aliados y quiénes son sus enemigos. 

Los trabajadores se enfrentan a General Motors, el símbolo del poder del capitalismo estadounidense, con un valor de mercado de $55 mil millones. Pero GM es parte de una industria automotriz globalmente integrada que involucra el trabajo de millones de trabajadores en todo el mundo. 

Cada lucha obrera tiene una dimensión política, pero en este caso la política es particularmente clara. Por 40 años, la industria automotriz ha sido el blanco de los esfuerzos de un Gobierno demócrata y republicano tras otro para aumentar las ganancias corporativas a expensas de la clase obrera. 

Hace cuatro décadas, en 1979, el Gobierno demócrata de Jimmy Carter y el Congreso controlado por el Partido Demócrata insistieron en que su rescate de Chrysler requeriría enormes concesiones por parte de los trabajadores y el cierre de fábricas. Esto fue seguido poco después por la Administración republicana de Reagan, la cual despidió a los controladores de tráfico aéreo de PATCO, iniciando así una ofensiva total contra la clase obrera. 

En 2009, el Gobierno de Obama insistió en recortar a la mitad los salarios de todos los nuevos trabajadores como parte de su reestructuración de la industria automotriz. Los despidos masivos, cierres de planta y caídas salariales impuestos por Obama generaron ganancias récord para las empresas automotrices. 

Durante estas cuatro décadas de contrarrevolución social, GM, Ford y Chrysler eliminaron 600.000 puestos de trabajo, dejando solo 158.000 empleos. El salario de un nuevo trabajador automotor se recortó a la mitad. 

La expansión de las ganancias corporativas por medio del empobrecimiento de los trabajadores es la ley básica del capitalismo. Las ganancias no caen como el maná del cielo: son extraídas de la producción de la clase obrera. El valor creado por los trabajadores en el proceso de producción pasa a manos de los capitalistas que los explotan. 

El carácter injusto y explotador de este sistema se pone de manifiesto en los salarios de los ejecutivos automotores y los miles de millones entregados a los inversores en forma de ganancias. 

La directora ejecutiva de GM, Mary Barra, con su salario anual de $21,87 millones, gana en un día el doble que un nuevo trabajador automotor en un año. GM anunció que obtuvo $11,8 mil millones en ganancias el año pasado, mientras que ha gastado más de $10 mil millones en recompras de acciones desde 2015. 

La afirmación de que GM no tiene el dinero para atender las demandas de los trabajadores de restaurar sus ingresos y prestaciones debe ser rechazada con desprecio. 

Aun cuando los trabajadores batallan contra las corporaciones, el Gobierno y el sistema capitalista en su conjunto, su enemigo más decidido es la organización que afirma representarlos: el sobornado y corrupto sindicato United Auto Workers. 

El sinfín de traiciones del UAW a los intereses de los trabajadores han culminado en un sumidero de corrupción implicando a toda la dirigencia, la cual ha aceptado millones de dólares en sobornos de la gerencia. 

Todo lo que los trabajadores están combatiendo, desde los cierres de planta y los salarios de hambre hasta las escalas salariales y el sistema de beneficios, es el resultado de las concesiones aplicadas por el UAW. Creer que esto va a cambiar es caer por una de las ilusiones más peligrosas. 

Mientras que se evidenció que los oficiales del UAW derrocharon millones de dólares del dinero de los trabajadores en juegos de golf, cigarros, whiskey y prostitutas, el UAW anunció que los trabajadores recibirán unos miserables $250 por semana como sueldo de huelga y que esto no comenzará hasta la segunda semana de la huelga. 

Los trabajadores de GM se enfrentan a múltiples enemigos, pero también tienen aliados poderosos. 

Cuentan con el apoyo abrumador del pueblo trabajador en Estados Unidos. Las condiciones explotadoras contra las cuales están luchando los trabajadores automotores son compartidas por millones de trabajadores en todo el país, quienes han visto sus salarios y beneficios desplomarse y que son tratados de peor manera que las máquinas que operan. 

Los trabajadores de GM tienen que llamar a sus hermanos en Ford y Fiat Chrysler a que se unan a su huelga para frenar toda la industria automotriz estadounidense y aplicar la máxima presión económica y política a los patrones automotores. 

Es igual de importante que los trabajadores también pidan el apoyo del resto de trabajadores y jóvenes de todo el país y el mundo, un apoyo que recibirán rápido. 

El paro en GM marca la etapa más reciente de una ola de huelgas global. La huelga de los trabajadores automotores estadounidenses ocurre en el contexto de un movimiento internacional de la clase obrera. Solo la semana pasada, 8.000 trabajadores de GM hicieron huelga en Corea y los trabajadores de transporte de Francia cerraron el metro en Paris. Durante el último año, los trabajadores automotores en India y México han librado huelgas poderosas. En Francia, Puerto Rico y Hong Kong, los trabajadores y jóvenes han estado involucrados en manifestaciones masivas en defensa de sus derechos sociales y democráticos. 

Solo puede ser una lucha exitosa si se arrebata el control de las manos de los traidores del UAW. Los trabajadores necesitan elegir comités de las propias bases obreras para organizar y expandir la lucha. 

Estos comités deben exigir: 

Un aumento salarial de 40 por ciento como el inicio de una recuperación de las décadas de pérdidas salariales a causa de concesiones ilegítimas por parte del corrupto UAW y las empresas que lo sobornaron. 

¡Acaben con el sistema de escalas salariales! ¡Igualdad en cada lugar de trabajo! Todos los trabajadores, sean de tiempo parcial o casualizados, deben ser puestos inmediatamente en el nivel más alto de salarios y beneficios. 

¡Reinstauren cada empleo! Se deben reabrir Lordstown y todas las otras fábricas cerradas y reinstalar a todos los trabajadores despedidos y victimizados. ¡Acaben todos los cierres de planta y despidos! 

¡Honren a los jubilados! Qué se revierta cada recorte en el seguro médico para jubilados y pensiones. 

¡Democracia en la fábrica! Por el control obrero de la producción, la velocidad de producción y la seguridad. 

¡Sueldo de huelga de $750 por semana! El UAW y la confederación a la que pertenece, AFL-CIO, controlan miles de millones de dólares en activos, que utilizan para financiarse extravagancias y pagarse salarios de cientos de miles de dólares para miles de ejecutivos. ¡Estos recursos, saqueados de las cuotas sindicales y los planes de jubilación, tienen que ser desembolsados! 

En esta lucha, el Partido Socialista por la Igualdad, el cual produce el Boletín de los Trabajadores Automotores y el World Socialist Web Site, prometen su apoyo pleno a los trabajadores. 

El Partido Socialista por la Igualdad hará todo lo posible para construir una nueva dirección militante y socialista en la clase obrera. Les ofrecerá a los trabajadores la información que necesitan para asistir en la organización de su lucha y movilizar apoyo en todo el país e internacionalmente. 

Llamamos a los trabajadores a que participen en nuestra próxima conferencia en línea, este jueves a las 6:00 pm (hora CDT o Ciudad de México), visitando wsws.org/autocall. La semana pasada reunió a más de 300 trabajadores para discutir las cuestiones estratégicas a las que se enfrentan los trabajadores automotores en esta gran y crítica lucha.  

(Publicado originalmente en inglés el 16 de septiembre 2019)

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