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Perspectiva

La respuesta socialista al brexit: los Estados Unidos Socialistas de Europa

El conflicto del brexit o la salida británica de la Unión Europea ha provocado una crisis de gobierno para el imperialismo británico con pocos precedentes históricos. Cada vez más, el idioma del brexit se ve enmarcado en términos de violencia y conflicto, incluyendo referencias a la guerra civil inglesa. La situación está plagada de graves peligros, suscitando la urgente necesidad de que la clase obrera intervenga independientemente y por sus propios intereses.

El brexit ha servido para exponer la descomposición terminal del gobierno parlamentario. La Corte Suprema declaró unánimemente que la decisión del primer ministro conservador Boris Johnson de suspender el Parlamento era “ilegal, inválida y nula y debe ser cancelada” y que “el efecto sufrido por las fundaciones de nuestra democracia fue extremo”.

El presidente Donald Trump y el primer ministro británico Boris Johnson (izquierda) hablan a medios antes de un desayuno de trabajo en el Hotel du Palais, al margen de la Cumbre del G-7 en Biarritz, Francia (crédito: Erin Schaff, New York Times, Pool)

Su objetivo era frenar los planes de un brexit sin acuerdo, el cual afectaría el acceso británico a los mercados que componen la mitad de su comercio, pondría en peligro el Acuerdo del Viernes Santo en Irlanda del Norte, pondría en riesgo el resquebrajamiento de Reino Unido y amenazaría con una dislocación económica que inevitablemente provocaría conflictos políticos y sociales.

En cambio, los eventos desde que el Parlamento se reunió el miércoles tan solo han probado la ineficacia del Parlamento para oponerse a este matón charlatán y gánster político. Johnson, imitando a su modelo, Donald Trump, pudo anteponerse a los partidos de oposición porque los tiene medidos, especialmente el Partido Laborista del cobarde en jefe político, Jeremy Corbyn.

En declaraciones de que la Corte Suprema “está equivocada al pronunciarse sobre lo que es esencialmente una cuestión política”, Johnson insistió en que nada le prevendría dejar la Unión Europea el 31 de octubre. Desafió repetidamente a Corbyn y a los partidos más pequeños de la oposición en el “Parlamento zombi” para que convocaran un voto de censura y provocaran una elección general, sabiendo que Corbyn no lo haría. Corbyn ha acatado las demandas de la facción blairista de su partido de que no convocara el voto de censura contra Johnson y se enfocara, en cambio, en formar una alianza con los conservadores anti- brexit, los Liberal Demócratas, el Partido Nacional Escocés y otros, basándose en prevenir un brexit sin acuerdo.

Esto le dio a Johnson la oportunidad de iniciar una campaña, “¡Liberen al de Islington!, refiriéndose al distrito electoral de Corbyn y presentándolo como un prisionero en su propio partido. Corbyn no pudo llamar a une elección general, añadió, porque sus propios parlamentarios temían que ganara una elección general más que la posibilidad de que la ganara.

Corbyn se vio tan minimizado como para urgirle a Johnson a que hiciera “la cosa honorable” y renunciara, o al menos a que se disculpara a “la reina y el país”.

Les quedó a las parlamentarias laboristas componer un contraataque patético. Paula Scherriff criticó a Johnson por utilizar palabras como “rendirse” o “traición” en cuanto a los oponentes del brexit, afirmando que esto ha generado amenazas de muerte contra los parlamentarios. Respondiendo a la mención de la parlamentaria Jo Cox, quien fue asesinada por un fascista en los días finales del referéndum del brexit de 2016, Johnson recrudeció las tensiones diciendo que la mejor forma de honrar su memoria sería “completar el brexit ”.

El jueves estuvo dominado por un debate sobre lo que el presidente de la Cámara de los Comunes, John Bercow describió como una retórica y “cultura” que eran “tóxicas”. Un MP tras otro hicieron fila para denunciar de forma moralista a Johnson, a lo que él respondió con una declaración prefabricada oponiéndose a las amenazas contra las parlamentarias mientras insistía que era correcta su descripción del proyecto de ley Benn —el cual obliga al Gobierno a buscar una extensión de la fecha límite para el brexit de no haber un acuerdo— como “el proyecto de ley de la rendición”. Lo elogiaron como héroe las figuras ultraderechistas, como Katie Hopkins, Tommy Robinson, quien denunció a los “traidores en el Parlamento”, y a Jayda Franzen de la organización Britain First (Reino Unido Primero). El asesino de Jo Cox, Thomas Mair, gritó “Britain First” cuando la acuchillaba y le disparaba.

El patrioterismo y la retórica de ley y orden de Johnson y la afirmación de estar movilizando al “pueblo” contra el Parlamento y las cortes son la expresión más abierta del giro hacia un gobierno autoritario. Pero esta amenaza no proviene del propio Johnson. En todo el mundo, se pueden ver procesos similares, incluyendo las diatribas fascistizantes de Donald Trump que Johnson reproduce.

Solo un giro político fresco basado en la lucha de clases ofrece un camino para resistir. El Parlamento es verdaderamente un cadáver en descomposición. Ninguna facción de la clase gobernante está preocupada auténticamente por los derechos democráticos. Los parlamentarios anti- brexit se presentan como defensores de la soberanía parlamentaria y recurren a las cortes, pero esto está definido únicamente por la disputa interna y amarga entre facciones sobre cómo perseguir de la mejor manera una guerra comercial y conflictos militares que avancen los intereses imperialistas predatorios de Reino unidos, sea alineándose con el Gobierno de Trump o manteniendo la posición de Reino Unido dentro del bloque europeo

La agenda nacionalista y reaccionaria del brexit no puede ser opuesta por medio de un giro hacia la UE, la cual está desarrollando sus propias capacidades militares y esta misma semana respaldó los preparativos de guerra de EUA contra Irán. Al mismo tiempo, está construyendo muros y campos de concentración para inmigrante y continuando las medidas de austeridad tan salvajemente como aquellas planeadas por los que promueven el brexit. Sea cual fuere la forma de lucha por el dominio global, exigirá un ataque mayor contra la clase obrera que necesitará medidas de Estado policial.

El miércoles, el Parlamento giró su atención a la Operación Yellowhammer, el plan para tratar con un brexit sin acuerdo y que asume escasez de comida, medicinas esenciales, aumentos masivos en los precios y dislocación económica. El colapso de Thomas Cook da ciertos indicios. Pero nadie en la bancada de oposición ha dicho nada sobre los planes de movilizar a 50.000 tropas, respaldadas por 10.000 policías antidisturbios para afrontar el “desorden público” y las huelgas. Esto se debe a que todos están de acuerdo con los preparativos de represión.

No vendrá ninguna oposición a estos planes por parte de Corbyn, cuya única función durante los últimos cuatro años ha sido garantizar que no surja ninguna lucha política organizada contra la clase gobernante. Hoy día, habla abiertamente como el posible líder de un Gobierno “provisional” y el potencial salvador del imperialismo británico. En esto, Corbyn ha dejado en claro, antes de llegar a 10 Downing Street, de que ofrecería lealmente sus servicios a la City de Londres.

Lo que se necesita ahora es que la clase obrera comience la lucha por tomar el poder estatal, por un Gobierno obrero y el socialismo. La respuesta a la crisis del brexit no es la unidad con la UE, sino la unidad de clase en una lucha continental contra todos los Gobiernos europeos y por los Estados Unidos Socialistas de Europa.

Las condiciones objetivas para dicha lucha se están madurando rápido. Los trabajadores en un país tras otro están entrando en batalla, por medio de huelgas y protestas, buscando poner fin a las décadas de ataques de la patronal: la huelga en marcha de los trabajadores de General Motors en EUA; la huelga de transporte masiva en Francia y en la educación contra los ataques del presidente Macron a su derecho a una pensión; le estallido de movimientos antigubernamentales en Sudán, Argelia, Hong Kong; las protestas contra el cambio climático que involucraron millones, y el retorno de las protestas sociales y políticas contra el régimen militar en Egipto después del repliegue sangriento sufrido desde la “Primavera árabe”.

Esto está ahora haciendo eco en Reino Unido, con huelgas de los pilotos de British Airways que afectaron 1.700 vuelos y las votaciones sobre huelga en marcha de 120.000 trabajadores postales y más de 100.000 empleados académicos. Todos estos movimientos solo pueden avanzar en forma de una rebelión política consciente contra la burocracia laborista y sindical, con base en la perspectiva socialista e internacionalista del Partido Socialista por la Igualdad.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 27 de septiembre de 2019)

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