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Perspectiva

CIA define términos de indagación demócrata para juicio político sobre crímenes de Trump

Este fin de semana pasado, el enconado conflicto en Washington alcanzo una nueva y explosiva etapa.

Los demócratas están procediendo con una indagación para llevar a cabo un juicio político centrado en la llamada del 25 de julio de Trump con el presidente ucraniano, Volodymir Zelensky, durante la cual Trump le urgió que investigaran a Hunter Biden, el hijo del exvicepresidente Joe Biden, quien también es uno de los principales contendientes para la nominación demócrata presidencial en 2020.

Más de la mitad de todos los representantes en la Cámara de Representantes manifestaron su apoyo a la investigación del juicio político anunciada por la presidenta de la cámara baja, Nancy Pelosi, este martes.

Senador Chuck Schumer de Nueva York en rueda de prensa sobre indagación para juicio político contra el presidente Trump en Washington [crédito: AP Photo/Jacquelyn Martin]

Trump respondió el viernes exigiendo la renuncia del titular de la comisión de inteligencia de la Cámara de Representantes, el demócrata Adam Schiff, y amenazando con violencia física a los responsables de filtrar la información sobre la llamada con Zelensky. Le indicó a una reunión de funcionarios de carrera del Departamento de Estado en Nueva York, “¿Sabían qué hacíamos en los buenos días de antes… con los espías y la traición, no?”.

Este lenguaje, con su referencia a depuraciones y ejecuciones, pone de manifiesto el grado de crisis política de la clase gobernante y el Estado.

El trayecto que tome el conflicto en las próximas semanas y meses queda por verse. Los demócratas han indicado que quieren llevar a cabo la investigación lo antes posible, con una recomendación emitida para principios de noviembre. Si la mayoría en la Cámara de Representantes controlada por los demócratas hallara a Trump culpable (el equivalente a una imputación), el caso sería procesado en el Senado, el cual lo controlan los republicanos. Una convicción y deposición necesitaría una mayoría de dos terceras partes del Senado.

La cuestión crítica para la clase obrera es definir claramente las fuerzas sociales y de clase involucradas y elaborar su propia actitud independiente.

Este es un conflicto entre dos facciones reaccionarias de la clase gobernante. Por un lado, el Gobierno de Trump es un vicioso enemigo de la clase trabajadora. En sus tres años en el cargo, Trump ha intensificado agresivamente el programa bipartidista de contrarrevolución social en casa y de militarismo en el extranjero. Ha construido campos de concentración y detenido a decenas de miles de inmigrantes, les ha negado derechos de amnistía a los refugiados, ha cultivado a fuerzas ultraderechistas y fascistizantes, ha promovido la posición del ejército en asuntos internos, ha rechazado cualquier supervisión legislativa y ha atacado el socialismo como la mayor amenaza para el futuro del país.

Pero los demócratas no se oponen a Trump con base en ninguna cuestión democrática. Por el contrario, representan a secciones poderosas del ejército y el aparato de inteligencia que han perdido confianza en la capacidad del Gobierno de Trump para llevar a cabo la agenda de política exterior de la clase gobernante.

El escándalo en torno a la llamada ucraniana fue instigado por las propias agencias de inteligencia. Fue un agente de la CIA en la Casa Blanca quien preparó el reporte sobre el cual se está basando la investigación. Fue la decisión de un grupo de demócratas del ejército y las agencias de inteligencia que instó a que Pelosi y Schiff, quienes han mantenido estrechos lazos con estas agencias por mucho tiempo, abandonaran su previa oposición a un juicio político.

Los demócratas han dejado en claro que tienen la intención de limitar la investigación para el juicio político exclusivamente en Ucrania y la vulneración de la “seguridad nacional” estadounidense por parte de Trump, es decir, las imperativas estratégicas básicas de la política exterior estadounidense. Es por esta razón por la que la indagación la llevarán a cabo la comisión de inteligencia de la Cámara de Representantes y su presidente, Schiff.

El Washington Post reportó el viernes que los dirigentes demócratas “están previendo una investigación apurada”. Una reunión de la bancada demócrata “urgió a los líderes a que mantuvieran el mensaje del juicio político enfocado en la seguridad nacional y la pesquisa sobre Ucrania” liderada por Schiff, “no en la letanía de potenciales ofensas de Trump investigadas por otros paneles, incluyendo la comisión de asuntos judiciales de la Cámara de Representantes, la cual tradicionalmente asume la conducción de los procedimientos para un juicio político2.

Algunos demócratas de mayor rango, reportó el Post, “incluso están argumentando que las otras comisiones deberían abandonar audiencias posiblemente explosivas que puedan distraer del trabajo del panel de inteligencia”. Habrá “muy pocas audiencias, si del todo”, según un asesor de alto rango del Partido Demócrata. La mayor parte de la investigación sucederá por medio de “entrevistas a puerta cerrada”.

Los demócratas no quieren repetir la investigación de Watergate contra Richard Nixon, con sus extensas audiencias públicas, transmitidas en vivo por televisión. Incluso están evitando un voto pleno en la Cámara de Representantes para autorizar dicha investigación inicial, como ocurrió previo a los juicios políticos de Nixon y Bill Clinton.

El mayor temor del Partido Demócrata es que el conflicto dentro de la élite gobernante, circunscrito en un marco estrecho, agite la ya volátil situación social y política en el país.

El New York Times, en un editorial el viernes por la mañana, detalló estas preocupaciones. El diario declaró que se opone a Trump “pero no solo por sus ofensas personales, divisionismo y deshonestidad, sino por la sustancia de muchas de sus políticas, sobre el ambiente, inmigración, impuestos, comercio y otros ámbitos”. Pero luego insistió en “dado que el Sr. Trump estaba actuando fuera de la ley, él tenía el derecho absoluto de perseguir el curso que eligió y ser juzgado por el electorado, de una u otra manera, en 2020” (énfasis nuestro).

La investigación sobre el juicio político, escribió el Times, debería permanecer confinada a la llamada ucraniana y “la integridad de la próxima elección”. Esto último significa conectar a Ucrania con las acusaciones de “injerencia” rusa que han estado en el centro de la oposición demócrata a Trump desde el comienzo de su Gobierno.

Más allá de Ucrania y Rusia, concluyó el Times, gran parte del comportamiento del Sr. Trump debería permanecer fuera del alcance de la investigación”.

Los demócratas están buscando empaquetar el tema ucraniano como una extensión dentro de su campaña neomccarthista contra Rusia. Pelosi se pronunció a lo largo de estas líneas en una entrevista con MSNBC el viernes por la mañana. Después de señalar que “reza por el presidente todo el tiempo”, añadió sin evidencia, “Rusia dejó su impronta en esto”.

En junio de 2017, el WSWS llamó los métodos demócratas un “golpe palaciego”, involucrando “una confabulación entre bastidores con elementos dentro de la cúpula militar y de inteligencia y la élite empresarial-financiera”. Están siguiendo el mismo libro de jugadas en esta etapa del conflicto.

Esto le da un carácter desgastado a la operación demócrata. La situación ucraniana no arroja una luz favorable sobre los demócratas. Después de todo, Hunter Biden efectivamente estuvo involucrado en operaciones subrepticias en Ucrania, donde utilizó las conexiones de su familia para obtener una posición altamente remunerada en una corporación manejada por un corrupto oligarca ucraniano. La intervención de Joe Biden en la política ucraniana en 2016 contra un fiscal que investigaba la investigación tiene su propio carácter gansteril. Es un mundo de diplomacia e intrigas en el que ambos partidos participan.

Las facciones en guerra en Washington expresan distintas formas de la crisis terminal de la democracia estadounidense. El pantano de reacción es producto de las guerras interminables, la criminalización de la política exterior y el crecimiento extremo de la desigualdad social. El propio Trump no es la causa, sino un síntoma de la desorientación y desesperación de la clase gobernante en cara a una serie de crisis geopolíticas, económicas y sociales para las cuales no tiene solución.

El contexto inmediato del inicio de la crisis en torno al juicio político consiste en una serie de debacles geopolíticas para el imperialismo estadounidense. La operación de cambio de régimen respaldada por la CIA en Siria ha fracasado. El Gobierno de Trump se enfrenta a un atolladero desastroso en Afganistán, donde buscó y luego rechazó negociar con los talibanes. La operación de cambio de régimen en Venezuela está trastabillando.

Además de esto, la economía se dirige hacia una recesión, mientras Trump persigue medidas de guerra comercial contra China y Europa y lanza una guerra contra la Reserva Federal, uno de los principales instrumentos de la élite financiera.

Trump es adoptando cada vez más el lenguaje del fascismo según intensifica su persecución de inmigrantes. Pero sobre estas cuestiones, los demócratas guardan silencio.

Cualquier Gobierno que llegue al poder por medio de las maniobras de los demócratas sería, si acaso, controlado más directamente por el ejército y las agencias de inteligencia. Sería un Gobierno comprometido con escalar las operaciones militares en Oriente Próximo y la confrontación con Rusia.

La situación está llena de peligros. No obstante, nada es más peligroso para la clase obrera que dejar que la resolución de esta crisis quede en manos de los bandos rivales dentro de la élite gobernante.

La orientación de la clase obrera debe ser hacia el crecimiento de la lucha de clases. La huelga de los trabajadores automotores de General Motors es la más reciente expresión de un resurgimiento de la resistencia social en Estados Unidos e internacionalmente. La población está girando hacia la izquierda. Ante una desigualdad social en su nivel máximo en cincuenta años, está creciendo la oposición al capitalismo y el apoyo al socialismo.

La cuestión crítica es impartirle a este movimiento de la clase obrera una consciencia sobre sus objetivos. Se debe construir una nueva dirección política para guiar estas luchas hacia sus objetivos lógicos y necesarios: derrocar el sistema capitalista y establecer el socialismo.

(Publicado originalmente en inglés el 28 de septiembre de 2019)

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