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Trabajadores de Mack Trump, mineros del cobre, docentes de Chicago, casualizados

Ola de huelgas muestra potencial para que trabajadores de GM expandan lucha a Ford y Fiat-Chrysler

Mientras los 48.000 trabajadores de General Motors completan un mes en huelga por sus salarios y beneficios perdidos, poner fin al odiado sistema de niveles salariales, ganar puestos permanentes para todos los trabajos temporales y derrotar los ataques a los beneficios médicos, los comienzan a acompañar nuevos refuerzos de batallones de la clase trabajadora entrando en lucha.

El problema crítico que enfrentan es romper el aislamiento impuesto por el sindicato United Auto Workers y extender la huelga a Ford y Fiat Chrysler como el primer paso para movilizar a la clase trabajadora de todo EUA e internacionalmente contra la campaña de los bancos y corporaciones internacionales para reducir a los trabajadores a trabajos temporales desechables sin derechos y salarios de pobreza.

La huelga actual de GM es ahora la huelga automotriz nacional más larga desde que los trabajadores de GM hicieron huelga durante 67 días en 1970. Una medida de la traición del UAW es el hecho de que 460.000 trabajadores en GM participaron en la última huelga nacional, en comparación con menos de 50.000 en la empresa hoy.

Existen las condiciones para ampliar la huelga automotriz. Después de que el UAW los mantuviera en el trabajo durante semanas después del vencimiento de su contrato, 3.500 trabajadores de fabricación de camiones Mack-Volvo en Pensilvania, Maryland y Florida abandonaron el trabajo el domingo en su primera huelga en 35 años.

Los trabajadores de Mack-Volvo, así como sus contrapartes en Daimler-Freightliner y Navistar, enfrentan exactamente los mismos problemas que los trabajadores de GM y el resto de los fabricantes de automóviles: la reestructuración global de multinacionales gigantes que se esfuerzan por dominar los mercados de vehículos eléctricos y sin conductores, más de una década de salarios decrecientes a pesar de las ganancias récord de las empresas, y esquemas de trabajo temporal y de dos niveles salariales impuestos por el UAW.

Además de la huelga Mack-Volvo, más de 2.000 mineros de cobre y trabajadores de fundición de metales en Arizona y Texas, miembros del sindicato United Steelworkers, se declararon en huelga anoche y esta mañana contra Asarco, el tercer mayor productor de cobre del mundo, que es propiedad del conglomerado gigante Grupo México. Los trabajadores rechazaron la "última oferta" de la compañía, que no incluía un aumento salarial para los trabajadores que no habían tenido un aumento en 11 años, cuyas pensiones se habían congelado y cuyos gastos de atención médica de bolsillo se habían más que duplicado.

En Chicago, más de 20.000 maestros votaron a favor de hacer huelga el jueves por el estancamiento de los salarios, mayores contribuciones a la atención médica y décadas de recortes presupuestarios y cierres de escuelas supervisados por el Partido Demócrata. El sindicato Chicago Teachers Union busca bloquear una huelga y ya ha eliminado las principales demandas de los maestros sobre el personal y el tamaño de las clases.

En un signo de luchas por venir, un grupo de trabajadores de la aplicación de entrega de comestibles Instacart está organizando una huelga nacional del 3 al 5 de noviembre para exigir que la compañía restablezca sus viejas políticas de propinas. La ira también está creciendo contra Amazon, que canceló abruptamente sus contratos con tres grandes empresas de entrega, dejando a más de 2.000 personas sin trabajo.

Detrás de GM se encuentra Wall Street, que quiere reducir a todos los trabajadores al estado de empleados a voluntad como los de Instacart, Amazon y otras empresas de la "economía casual". Para la élite financiera, la fuerza laboral del futuro no ha de ser más que un conjunto de esclavos industriales cuyos movimientos se controlarán electrónicamente y cuyo salario y situación laboral dependerán de los caprichos del mercado de valores.

Moody's Investors Service, Standard & Poor's y otras agencias de calificación crediticia de Wall Street han rechazado las amenazas anteriores de rebajar la calificación de GM, y Moody's les dijo a los inversores que GM tiene "una liquidez adecuada para enfrentar una huelga de esta duración". El vicepresidente de Moody's dijo que GM necesita un contrato con el UAW que preserva la "flexibilidad operativa" y le permita a GM invertir en vehículos eléctricos y sin conductor. Esto significa cerrar la brecha salarial, dijo, con las compañías automotrices de propiedad asiática y europea que operan plantas no sindicalizadas en EUA, la cual le "genera más de $1 mil millones por año en costos más altos y menores ganancias para GM".

Según comentó el medio empresarial Bloomberg: "Es apropiado que esto sea a lo que finalmente se redujo la huelga: una colisión de las expectativas de seguridad laboral del siglo veinte con una carrera armamentista tecnológica del siglo XXI contra competidores extranjeros que disfrutan de menores costos laborales o mayor productividad".

Los trabajadores de GM están luchando no solo contra una corporación gigante. Luchan contra el sistema de ganancias capitalista, que subordina todos los aspectos de la vida, y la vida misma, al enriquecimiento de la aristocracia financiera. Y detrás de Wall Street se encuentra la Administración de Trump y los demócratas y republicanos, todos controlados por las corporaciones. Cualesquiera que sean sus amargas disputas sobre la política exterior, los dos grandes partidos empresariales están decididos a intensificar el ataque contra la clase trabajadora para apuntalar el mercado de valores y aumentar la fortuna personal de los ricos.

Los medios ya están planteando la posibilidad de una intervención para romper la huelga por parte de la Administración de Trump. En comentarios al Detroit Free Press, el profesor de la Universidad Estatal de Wayne, Marick Masters, dijo: "En teoría, si el presidente declarara una emergencia nacional, tendrían que ir a mediación".

El hecho de que los trabajadores de GM estén luchando contra toda la clase capitalista y su Gobierno hace que su lucha no solo sea económica, sino también política.

Existen las condiciones para una poderosa contraofensiva industrial y política de la clase trabajadora. Existe un amplio apoyo a los huelguistas de GM y una gran oposición a la reducción de salarios, austeridad y la desigualdad social, así como a la guerra y la amenaza de la dictadura.

El mayor obstáculo para unificar las luchas de la clase trabajadora es el UAW y los otros sindicatos, que han estado en connivencia con las corporaciones durante décadas. Casi un mes después de la huelga de GM, el UAW continúa obligando a los trabajadores de Ford y Fiat Chrysler a permanecer en el trabajo, con el sindicato actuando como rompehuelgas, ayudándoles a las empresas automotrices a acumular vehículos.

Al mismo tiempo, el UAW mantiene a los trabajadores con un sueldo de huelga de hambre. El aumento semanal de $25 por semana es un insulto para los trabajadores de GM que se han sacrificado durante casi un mes, mientras que el presidente del UAW, Gary Jones, continúa cobrando su salario total de $230.000 por año. Su salario semanal de $5,004 es casi 20 veces el de $275 por semana con el que el UAW está obligando a los huelguistas y a sus familias a subsistir.

A pesar de la oleada de reuniones secretas con la CEO Mary Barra, las propuestas y contrapropuestas reportadas, el UAW continúa manteniendo a los trabajadores de base sin información. Esto se debe a que, más que nada, el UAW teme que, si los trabajadores supieran lo que ya han acordado renunciar, se enfrentarían a una revuelta a gran escala de los trabajadores.

El UAW ha aceptado la demanda de GM de una gran expansión del trabajo temporal, maquillándolo con la promesa inútil de un camino de tres años hacia el estado permanente. También acordó mantener el sistema de dos niveles, continuar la erosión de los ingresos reales de los trabajadores durante décadas y la reducción de los beneficios de salud y pensiones. GM ha amenazado con cerrar el Centro de Recursos Humanos de UAW-GM —un conducto de pagos corporativos a los ejecutivos sindicales— para aumentar la presión sobre el UAW para que imponga una traición histórica de contratos opuestos masivamente por los trabajadores.

Si se quiere ganar esta lucha, y se puede ganar, los trabajadores automotores deben tomar la lucha en sus propias manos y cambiar radicalmente el rumbo. Esto significa la creación de comités de huelga y fábricas liderados por los trabajadores más militantes y confiables. Se debe establecer una red de comités para expandir la huelga a los trabajadores de Ford y Fiat Chrysler como parte de la lucha para frenar toda la industria automotriz y de autopartes. Para mantener la lucha, los trabajadores automotores deben exigir la triplicación del sueldo de huelga a $750 por semana al poner a disposición de los trabajadores todo el fondo de huelga de casi $800 millones y reducir los salarios de todos los funcionarios del UAW al nivel del sueldo de huelga.

Los comités de base de los trabajadores automotores deben vincularse con todos los trabajadores (trabajadores de camiones, maestros, mineros de cobre, trabajadores de logística y otros) para preparar una huelga general contra la austeridad y la desigualdad social. Deben rechazar el chovinismo antimexicano del UAW y unirse con los trabajadores a través de todas las fronteras, incluidos los heroicos trabajadores de la planta de GM en Silao que han sido despedidos y victimizados por negarse a aumentar la producción durante la huelga estadounidense.

(Publicado originalmente en inglés el 14 de octubre de 2019)

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