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Perspectiva

La huelga de GM y la lucha de clases global

Esta semana, la huelga de 48.000 trabajadores de General Motors en Estados Unidos ha llegado a una intersección. El sindicato United Auto Workers está intentando acabar la huelga en conformidad con los términos de la empresa, exigiendo que los trabajadores aprueben un contrato que cerraría la planta de Lordstown, Ohio, y otras dos fábricas y avalaría una vasta expansión de la fuertemente explotada mano de obra temporal en GM.

Los oficiales sobornados del UAW esperan poder intimidar a los trabajadores para que acepten otro contrato entreguista. Están preparados para volver a rellenar papeletas, como lo hicieron en 2015, y utilizar otros medios para ratificar el contrato.

A pesar de los intentos del “Solidarity House”, la sede del UAW, de hacer que los trabajadores se sientan aislados e impotentes ante la gigante corporación multinacional, los trabajadores en huelga cuentan con un apoyo inmenso.

La huelga de los trabajadores de GM es parte de una ola de luchas sociales por todo Estados Unidos y el mundo. Se están presentando oportunidades inmensas para que los trabajadores automotores expandan su lucha apelando a otras secciones de la clase obrera internacional.

* El jueves, más de 32.000 docentes y trabajadores de educación pública en Chicago, la tercera ciudad más grande de EUA, iniciaron su segunda huelga importante desde 2012, exigiendo niveles de personal y recursos adecuados. El presidente Jesse Sharkey del sindicato Chicago Teachers Union, dijo que el sindicato busca mantener la huelga de “corto plazo” esperando que los maestros suelten vapor antes de traicionar sus demandas.

* Más de 3.500 trabajadores de Mack Trucks, quienes también son miembros del UAW, permanecen en huelga en Maryland, Pennsylvania y Florida, junto a casi 2.000 mineros de Arizona y Texas. La huelga en Mack ha comenzado a impactar las operaciones de Volvo, la empresa matriz de Mack. La planta de Volvo en New River Valley, Virginia, su mayor fabricante de camiones comerciales, frenó el lunes.

* Los trenes en toda Francia se vieron impactados por huelgas el viernes y sábado de los trabajadores de la estatal SNCF, quienes protestan falta de personal y condiciones peligrosas. Las huelgas espontáneas fueron desatadas por un accidente ferroviario el miércoles en que el conductor, el único agente de la SNCF a bordo, tuvo que caminar varias millas después del accidente para pedir auxilio para 11 pasajeros heridos.

* En Chile, una serie de protestas que iniciaron el lunes estallaron el viernes en manifestaciones de masas por el aumento de cuatro por ciento de la tarifa del transporte público. El presidente Sebastián Piñera intentó frenar las protestas anulando el aumento, lo que no había tenido dicho efecto para el domingo, mientras el ejército chileno aplicaba un toque de queda esa noche en Santiago, la capital del país.

* En Líbano, las protestas de masas que exigen la renuncia del Gobierno continuaron el fin de semana. Iniciaron por enojo contra las deprimidas condiciones económicas, medidas de austeridad y aumentos d de impuestos, incluyendo planes para cobrar impuestos a la aplicación de mensajería WhatsApp.

En todo el mundo, los trabajadores y jóvenes están siendo empujados a luchar por las mismas problemáticas básicas: el estancamiento de salarios, la falta de seguridad laboral, la espiral ascendente en los costos de vida y, ante todo, el crecimiento maligno de la desigualdad social.

El aumento reciente de huelgas en EUA, después de verse suprimidas por décadas por parte de los sindicatos, ha generado gruñidos nerviosos del New York Times, uno de los principales voceros de Wall Street.

En un artículo el domingo bajo el título “En una economía fuerte, ¿por qué tantos trabajadores hacen huelga?”, el Times reflexiona sobre la “paradoja” de que a pesar de que la economía lleva “una racha victoriosa de diez años” en que las corporaciones están obteniendo ganancias casi récord, “parece que los trabajadores están cada vez más dispuestos a hacer paros”.

La realidad que el Times es incapaz de admitir es que las décadas de “racha victoriosa” en que la élite corporativa y financiera ha acumulado billones de dólares más se ha basado completamente en aumentar la explotación de la clase obrera. Este proceso ha generado un enojo masivo y ahora una oposición abierta.

Las condiciones miserables contra las que luchan los trabajadores, tanto en EUA, Europa, Latinoamérica como otras partes, han sido impuestas por partidos políticos capitalistas con el apoyo de los sindicatos.

Durante la reestructuración de GM y Chrysler en 2009, el Gobierno demócrata del presidente Barack Obama colaboró con el UAW en recortar los salarios de los nuevos ingresos a la mitad, expandir las escalas de salarios y beneficios y cerrar incontables plantas. En Chicago, el CTU finalizó en 2012 una poderosa huelga docente justo cuando entraba en conflicto con el Partido Demócrata, allanando el camino para el cierre de 50 escuelas y el despido de miles de maestros.

En Estados Unidos, se ha llevado a cabo una política bipartidista de contrarrevolución social durante los últimos 40 años, contra la cual está entrando en lucha la clase obrera ahora.

Supuestos demócratas “izquierdistas” como el candidato presidencial Bernie Sanders y la congresista Alexandria Ocasio-Cortez están completamente opuestos a cualquier movimiento que amenace con salirse del control de los sindicatos y el Partido Demócrata. Esto fue demostrado en un mitin en Nueva York durante el fin de semana, en que ni Sanders ni Ocasio-Cortez mencionaron una vez las huelgas en marcha de decenas de miles de trabajadores.

Los demócratas están tan aterrados como los republicanos ante el crecimiento de la lucha de clases. En sus conflictos con Trump en torno a la política exterior se han recostado en el ejército y las agencias de inteligencia para utilizar métodos de golpe palaciego contra Trump y prevenir la movilización de la oposición desde abajo.

Con una nueva recesión económica en el horizonte y la metástasis de las tensiones geopolíticas en forma de conflictos militares, todos los políticos burgueses responderán al crecimiento de las luchas sociales masivas con la guerra de clases y medidas dictatoriales, no con reformas progresistas.

La tarea central es unir las luchas en auge de los trabajadores en todo el mundo en una lucha contra el capitalismo. Según irrumpen videos e información sobre las manifestaciones de masas en un país tras otro en redes sociales y llegan a la consciencia social, los trabajadores están comenzando a darse cuenta de que comparten los mismos intereses básicos independientemente de su edad, raza, género o nacionalidad.

Las tendencias orgánicas hacia la solidaridad internacional —demostradas en el apoyo valiente de los trabajadores de GM en Silao, México, a la huelga en EUA— y el deseo por la igualdad social deben transformarse en un movimiento consciente a favor del socialismo internacional.

El Boletín de los Trabajadores Automotores del WSWS llama a los trabajadores de GM a votar en contra del acuerdo, formar comités de base en cada fábrica y asumir el control de la huelga, quitándosela de las manos al UAW.

Al perseguir sus intereses, los trabajadores están entrando objetivamente en conflicto con el capitalismo y sus representantes políticos. Lo que se necesita es una estrategia y dirección que luche por la unidad internacional de la clase obrera y su independencia de todos los partidos y representantes de la clase gobernante.

El Partido Socialista por la Igualdad y su organización juvenil, los Jóvenes y Estudiantes Internacionales por la Igualdad Social, están encabezando esta lucha. Llamamos a todos los que estén de acuerdo con esta perspectiva a que tomen la decisión de unirse y construir el PSI y sus partidos hermanos del Comité Internacional de la Cuarta Internacional en todo el mundo.

(Publicado originalmente en inglés el 21 de octubre de 2019)

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