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La sentencia draconiana contra los políticos catalanes revela la bancarrota de Podemos

El surgimiento de protestas masivas contra las condenas a décadas de cárcel a los nacionalistas catalanes por cargos inventados de sedición hace una semana ha revelado la bancarrota de Podemos. Mientras medio millón de personas marchaban en Barcelona, amplias capas de los trabajadores iban a la huelga en Cataluña, y Barcelona ardía mientras la policía atacaba violentamente a los manifestantes —los altos cargos de Podemos se pasaron la semana demandando que la población acepte o ignore la sentencia al tiempo que aclamaban a la policía.

Esta crisis les está dando a los trabajadores y los jóvenes en todo el mundo otra dura lección sobre el papel reaccionario de los partidos populistas “postmarxistas” de la clase media pudiente. El partido hermano de Podemos en Grecia, Syriza (la “Coalición de la Izquierda Radical”) dirigió un gobierno entre 2015 y 2019 que se comprometió a terminar con la austeridad de la Unión Europea (UE) y luego impuso el mayor paquete de austeridad de la UE en la historia de Grecia. Ahora, Podemos está promocionando y apoyando al gobierno del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) mientras se dirige hacia poner en pie un régimen de Estado policial de tipo fascista en Cataluña y en España.

Sus intentos de confundir y desmovilizar a la oposición empezó desde antes de que la sentencia se publicara el lunes pasado. Mientras filtraciones del Tribunal Supremo ese fin de semana confirmaban que los políticos catalanes serían condenados a una década de cárcel, y el PSOE enviaba a miles de policías a Cataluña a reprimir las esperables protestas de masas, Podemos decía que el tema era una distracción.

El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, dijo: “Esperamos que la sentencia no sea el tema principal de la campaña, porque entonces no se discutirán los problemas con los que se enfrentan los españoles”. Dando a entender que Podemos se centraría en “temas sociales” de primera necesidad que preocupan a los trabajadores, Iglesias concluyó: “Es nuestra obligación hablar de otros temas. Y lo haremos”.

Esto es una evasiva política, y un intento por dividir a los trabajadores del resto de España de sus hermanos y hermanas de clase de Cataluña. Muchos años de lucha —desde las protestas antes de la asunción del gobierno de Syriza, hasta la brutal represión a las manifestaciones de los “chalecos amarillos” en Francia y las protestas contra la cumbre del G20 en Hamburgo, Alemania, hasta los antecedentes de austeridad del PSOE— han dejado clara una cosa. Los trabajadores no conseguirán nada en temas sociales y económicos si a la clase gobernante se le permite construir un régimen de Estado policial que reprime brutalmente toda resistencia a la austeridad y el militarismo.

El lunes pasado, la publicación de la sentencia confirmó las filtraciones anteriores. Una docena de acusados fueron declarados culpables de varios cargos de sedición, malversación de fondos públicos y desobediencia, y recibieron condenas que totalizan más de 100 años de cárcel. El Tribunal Supremo argumentó de manera fraudulenta que dado que la policía atacó violentamente a manifestantes y votantes pacíficos en medio de la independencia catalana de 2017 que los acusados apoyaron, los acusados —y no la policía— son culpables de alentar violencia en masa entre la población y el Estado.

El WSWS advirtió que sobre esta base, cualquier persona que convoque protestas que el Estado pueda pensar en reprimir con violencia policial puede ser enviado a la cárcel por décadas. Y de hecho, las autoridades de Madrid están exigiendo que se investigue a los organizadores de las protestas de esta semana en Cataluña con cargos de sedición.

Mientras decenas de miles de personas se volcaban a las calles de Barcelona y en toda Cataluña, sin embargo, el líder de Podemos, Iglesias, demandó: “Todo el mundo debe acatar la ley y aceptar la sentencia”. En cambio, declaró, es hora “de hablar de reconciliación”. De manera complaciente, concluyó, “Es hora de que nos arremanguemos y trabajemos por reconstruir los puentes entre una sociedad catalana dividida y … la sociedad española”.

Esto fue seguido por una campaña de marcaje hombre a hombre en los medios para indicar, sin decirlo abiertamente, que Podemos apoya al gobierno del PSOE y sus medidas de Estado policial en Cataluña. El día siguiente, en un mitin en Zaragoza, Iglesias dijo que si Podemos hubiera integrado un gobierno dirigido por el PSOE como él quería durante las malhadadas negociaciones de agosto, “habríamos discutido la sentencia en el Consejo de Ministros y y habríamos estado de acuerdo en un posicionamiento. Habríamos sido leales y habríamos actuado con responsabilidad y sentido de Estado”.

Horas más tarde, en el canal de televisión La Sexta, Iglesias insistió una vez más en que si Podemos hubiera estado en el gobierno con el PSOE, hubiera actuado “con lealtad y responsabilidad de Estado”. Sin embargo, afirmó, nuestra actitud “sería más democrática y menos sobrecargada”.

El miércoles, mientras estallaban las protestas de masas y los enfrentamientos entre manifestantes y la policía en toda Cataluña, que dejaron muchos heridos y arrestados, Iglesias se reunió con Sánchez como parte de las conversaciones que mantiene el gobierno con los principales partidos con representación parlamentaria para tratar la cuestión catalana. Mientras los partidos de la derecha, incluso al partido profascista Vox, exigían suspender al gobierno catalán y enviar al ejército, Podemos insistía en que no sucedería nada fuera de lo común.

En la posterior rueda de prensa, Iglesias les lavó la cara a las políticas del PSOE. Dijo que su “impresión” era que el PSOE “no tiene planes para ninguna medida que vaya en dirección de una situación excepcional”. En cambio, dijo que estaba de acuerdo con Sánchez en que la situación está “bajo control”. Comprometiéndose a apoyar a Sánchez “en todas las iniciativas que van en dirección de la relajación y el diálogo”, añadió Iglesias, “Lo que necesitamos ahora en Cataluña es empatía, diálogo y, en el marco de la ley, buscar una solución política”.

Mientras Iglesias hablaba de políticas empáticas y la naturaleza no excepcional de la política del PSOE, el gobierno del PSOE estaba lanzando la mayor represión desde la caída del régimen fascista franquista en España en 1978. Después de desplegar 2.000 policías, Madrid envió cientos más la semana pasada, incluyendo a la infame fuerza policial antidisturbios GRS.

Millones de españoles y de europeos se dirigieron a las redes sociales para ver vídeos de violencia policial por toda Cataluña. Hasta el momento, cientos de personas han resultado heridas, más de 70 han sido arrestadas, 14 manifestantes están en prisión sin fianza y cuatro personas perdieron ojos por impacto de bala de goma.

La semana terminó con Iglesias criticando a los jóvenes de Cataluña por enfrentarse a la policía después de que más de un millón de personas marcharan en Barcelona y una huelga general paralizara la región. Dijo que la violencia era un “desastre” que estaba “haciendo mucho daño” a los intentos por resolver la crisis catalana. Echando la culpa por la violencia no a la policía sino a los manifestantes, dijo que “sectores y jóvenes que van por ese camino [de la violencia] es un desastre para los independentistas, la democracia y para todos nosotros, los que estamos comprometidos a dialogar”.

Para dejar claro dónde tiene puesta su lealtad, Iglesias también aplaudió la colaboración entre la policía regional catalana, la Policía Nacional y la Guardia Civil en la represión, diciendo “las relaciones institucionales entre las fuerzas policiales está funcionando”.

A cinco años de la fundación de Podemos supuestamente como un partido populista radical de “regeneración democrática”, hay que hacer un balance. Se está posicionando con el impulso de la burguesía española hacia volver a un régimen autoritario, 41 años después del final del régimen fascista creado por el generalísimo Francisco Franco al terminar la Guerra Civil. Sus afirmaciones de representar una alternativa más democrática a la austeridad de la UE y las medidas de Estado policial impuestas por el PSOE fueron un fraude político.

Igual que sus partidos hermanos en el resto de Europa, está implicado en la austeridad y en la violencia militar y policial crecientes contra los trabajadores y los jóvenes. Coherente con la política de austeridad de la UE de Syriza en Grecia, Podemos se ha pasado gran parte de los dos últimos años en intentos fallidos de sostener un gobierno del PSOE en minoría que impusiera la austeridad y entregara miles de millones de euros al ejército.

Los intentos de Podemos de sostener al PSOE al final fracasaron, sin embargo; con las elecciones previstas para el 10 de noviembre, se propone pulir su apoyo en las esferas gobernantes sobre una base de ley y orden. Tiene profundos vínculos con el ejército —reclutó a altos cargos como el comandante español de la guerra de Libia, el general Julio Rodríguez Fernández. Después de que el socio alemán de Podemos, el partido La Izquierda, se reuniera con el exjefe de inteligencia doméstica Hans-Georg Maassen, que encubrió los vínculos oficiales con grupos violentos neofascistas, Podemos a su vez está encubriendo la promoción del neofascismo por parte de Madrid.

Cuatro meses antes de hacer pública esta sentencia contra los nacionalistas catalanes, el Tribunal Supremo español dictaminó que Franco fue el jefe del Estado desde que publicara su declaración de Burgos el primero de octubre de 1936. De esta manera legitimó el golpe fascista que Franco había lanzado poco antes, el que librara una guerra civil, y los asesinatos en masa y el arresto de cientos de miles de trabajadores y jóvenes izquierdistas tras su victoria. El fallo contra los acusados nacionalistas catalanes por lo tanto tiene el carácter de una justificación retroactiva de la represión de Franco de la política de izquierda y el nacionalismo catalán.

La decisión de Podemos de seguir a pesar de todo apoyando la represión de España en Cataluña refleja los intereses sociales privilegiados y la política contrarrevolucionaria que representa. Integrado por burócratas sindicales privilegiados, académicos “izquierdistas”, cargos militares y comentaristas de los medios, están enteramente atados a las instituciones a través de las cuales la lucha de clases fue estrangulada en España desde 1978. También han hecho hincapié de manera consistente en su apoyo al “patriotismo” español, es decir, la base nacionalista del apoyo por el PSOE en las alas estalinista y pablista (Anticapitalistas) de Podemos

Sienten que sus intereses se ven amenazados por un movimiento internacional creciente en la clase trabajadora contra gobiernos impopulares y por la igualdad social. En medio del surgimiento de las protestas y huelgas de los “chalecos amarillos” en Francia y en Portugal, protestas de masas en Sudán, Argelia y Hong Kong, y una oleada huelguista en Estados Unidos y México, ven el movimiento creciente desde abajo como una amenaza a sus intereses financieros. Son conscientemente hostiles a un movimiento de masas naciente contra un regreso a un régimen fascista-autoritario, y en cambio se alinean con la represión y la promoción de la extrema derecha.

Amplios sectores de los jóvenes y los trabajadores se están movilizando, a pesar de todo, contra el surgimiento de un Estado policial en España. Cuarenta años después del final de la dictadura fascista, todavía hay un fuerte sentimiento antifascista entre los trabajadores y una comprensión creciente de las implicaciones antidemocráticas de la sentencia anticatalana.

Mientras Iglesias se sentaba con Sánchez el miércoles, miles de jóvenes y manifestantes antifascistas se congregaron en Madrid coreando “aquí estamos, los antifascistas”, “solidaridad con el pueblo de Cataluña” y “libertad para los presos políticos”. Durante los días siguientes, protestas semejantes tuvieron lugar en Vitoria, Cádiz, Zaragoza y Murcia. El sábado, una manifestación de 4.000 personas en el centro de Madrid fue dispersada violentamente por la policía, dejando a 26 personas heridas.

Un rasgo importante de estas protestas son las noticias de su hostilidad explícita hacia los partidos nacionalistas catalanes que antes habían estado trabajando estrechamente con Podemos.

Podemos está aterrado por la mera convocatoria de manifestaciones, temiendo que pueda perder el control de la situación. En Cataluña, fuerzas independentistas que hasta ahora venían controlando las protestas, están perdiendo terreno. El sábado, a Gabriel Rufián, el portavoz del partido independentista Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), lo obligaron a irse de una manifestación mientras los manifestantes lo abucheaban llamándolo “botifler” (una palabra utilizada por los nacionalistas para denotar a los “colaboradores” catalanes con Madrid) y diciendo, “sois la antigua Convergència” (es decir, los nacionalistas catalanes de derechas que defienden explícitamente la austeridad).

Los antecedentes de Podemos son prueba incontestable de que unificar las luchas en ciernes en toda Europa y transformarlas en una lucha contra el fascismo y el autoritarismo requiere una ruptura decisiva con la política del partido Podemos.

(Publicado originalmente en inglés el 21 de octubre de 2019)

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