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Manifestación masiva contra el encarcelamiento de los nacionalistas catalanes en Barcelona

A dos semanas de las elecciones generales españolas del 10 de noviembre, cientos de miles de personas marcharon en Barcelona el sábado por la tarde en una nueva protesta contra el juicio y la condena fraudulentos de nueve políticos y activistas catalanes a entre 9 y 13 años de cárcel.

La policía dijo que 350.000 personas se unieron a la manifestación convocada por las organizaciones independentistas Òmnium Cultural y Asamblea Nacional Catalana, y apoyada por los partidos independentistas catalanes: Junts per Catalunya (JxCAT), Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y la Candidatura de Unidad Popular (CUP). El recuento de la fuerza policial del gobierno en funciones del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) probablemente se quedó corto. La participación fue similar a la de una marcha de hace dos años que la policía en su momento dijo que movilizó a 750.000 personas.

Los manifestantes marcharon bajo la consigna “¡Libertad!”, contra la represión de las manifestaciones anteriores a manos de la policía nacional española y la policía regional catalana, y que ha sido respaldada por todo el establishment político, desde Ciudadanos y el Partido Popular (PP) hasta el partido pseudoizquierdista Podemos. Desde la sentencia, cuyas condenas draconianas contra los nacionalistas catalanes bajo cargos de realizar acciones políticas pacíficas amenazan los derechos democráticos básicos, decenas de miles de personas han estado manifestándose cada día. Hasta el momento, se han realizado más de 2.000 manifestaciones en las dos semanas desde la sentencia.

Los enfrentamientos han dejado a más de 700 personas heridas, 200 manifestantes arrestados, de los cuales 31 fueron enviados a prisión sin fianza, y cuatro manifestantes que perdieron un ojo por impacto de las balas de goma disparadas por la policía.

El sábado por la noche terminó en enfrentamientos violentos con la policía. Después de la manifestación, los independentistas Comités para la Defensa de la República convocaron una protesta cerca de la sede de la policía en Barcelona que congregó a más de 10.000 personas. Durante la marcha, cientos de policías con equipo antidisturbios entero salieron al encuentro. Las tensiones estallaron cuando la policía regional catalana, los Mossos d’Esquadra, de manera provocativa hizo pasar 5 furgones antidisturbios por el medio de la multitud. Esto desencadenó enfrentamientos que dejaron a más de 46 personas heridas.

Hablando para La Vanguardia, el nacionalista catalán Miquel Buch, ministro regional catalán de Interior que controla a los Mossos, defendió la violencia contra los manifestantes. Describiendo la represión de los Mossos a los manifestantes junto a la policía nacional dirigida por el PSOE como patriotismo catalán, Buch dijo que “no permitiría [que Madrid] les quite el control de los Mossos ” invocando la Ley de Seguridad Nacional. Añadió, “el trabajo del orden público molesta a mucha gente, pero tener un autogobierno significa tener la voluntad de tener la responsabilidad política de la policía”.

En dos ocasiones en poco más de una semana, marcharon cientos de miles de personas. Hace apenas nueve días, más de medio millón de personas marcharon a través de Barcelona mientras huelgas en varias industrias paralizaban Cataluña.

Se está desarrollando un movimiento de la juventud y de los trabajadores contra el Estado policial en España y en Europa. Según numerosos reportes y análisis, estas protestas están atrayendo cada vez más a manifestantes que son hostiles al independentismo y que están indignados en primer lugar por la austeridad y los ataques a los derechos democráticos por parte de Madrid.

El sábado en La Vanguardia, el académico Manuel Castells escribió: “Arde Barcelona. Pero también Santiago de Chile. Y Hong Kong. Y Quito. Y hasta hace poco París. […] Las causas son diversas, pero las reacciones y el paso del movimiento pacífico al enfrentamiento con el orden establecido son muy similares”. Castells dijo que “lo común” es que “el Estado se ha cerrado en banda y la respuesta han sido los antidisturbios y el ejército”.

El juicio farsa a los nacionalistas catalanes, escribió, “ha indignado a una mayoría de la población catalana, incluso a aquellos que no somos independentistas”. Concluía advirtiendo de “la frustración política de toda una generación que se siente traicionada no sólo por el Estado español sino por los propios dirigentes del independentismo político”.

Hasta el diario El País, favorable al PSOE, que ha sido rabiosamente hostil a las manifestaciones en Cataluña y ha defendido la feroz represión de las protestas como un asunto de “orden público”, tuvo que admitir que los jóvenes que se enfrentaban a la policía “eran movilizados por la sentencia, pero sus motivos van más allá del independentismo”. Entrevistó a cinco jóvenes manifestantes, todos los cuales denunciaron los ataques a los derechos democráticos que se intensifican, la represión de Estado policial, y sus empleos y condiciones sociales precarios.

Mientras esta oposición creciente se vuelve también contra los nacionalistas catalanes, los sindicatos están trabajando para aislar las protestas. La semana pasada los dos sindicatos más grandes de España, el socialdemócrata Unión General de Trabajadores (UGT) y el estalinista Comisiones Obreras (CCOO), declinaron participar en la marcha; la UGT de Cataluña dijo que invitaría a sus miembros a la marcha, pero que no participaría bajo su bandera.

El domingo, la organización derechista antiindependentista Sociedad Civil Catalana (SCC) celebró una manifestación de manera provocativa contra el nacionalismo catalán. Apenas reunió a 80.000 manifestantes, según la policía.

Los ministros del gobierno del PSOE que participaron en la manifestación de la SCC, que tenían el pleno apoyo de los medios madrileños, marcharon al lado de dirigentes del PP, Ciudadanos y el partido ultraderechista Vox. Al pasar ante la sede de la policía en la Via Laietana de Barcelona, los manifestantes saludaron y agradecieron a la policía.

Hace dos años, la SCC consiguió reunir a 450.000 manifestantes en sus manifestaciones debido a la frustración de masas entre los trabajadores con la agitación independentista de los nacionalistas catalanes. Este año, sin embargo, su marcha no pudo granjearse un apoyo similar para la represión policial y el encarcelamiento de presos políticos. Es otro indicio claro de que capas de la población hostiles al nacionalismo catalán y opuestas a la creación de un mini-Estado capitalista catalán en la OTAN ahora se niegan a apoyar al PSOE.

La decisión del socialdemócrata PSOE de marchar junto al partido fascista Vox es una advertencia. Es una confirmación más de que, ante un recrudecimiento global de la lucha de clases, toda la clase gobernante está adoptando un rumbo fascista. Como advirtió el WSWS, fuerzas poderosas de la clase gobernante se aprovecharon del referéndum por la independencia de Cataluña de 2017 —que era él mismo una maniobra de los partidos nacionalistas catalanes de la austeridad para dividir a la clase trabajadora y buscar mejores condiciones para sus relaciones financieras con Madrid y la UE— para desplazar la política oficial más a la derecha.

El PSOE encabezó esta campaña, primero apoyando la represión del gobierno minoritario del PP en 2017 al referéndum catalán. Llevado al poder el año pasado por una maniobra parlamentaria de Podemos, el PSOE continuó las políticas militaristas y de austeridad del PP, mientras supervisaba la farsa judicial contra los nacionalistas catalanes y promocionaba el chovinismo españolista. Este año, el PSOE intensificó la represión, arrestando a activistas catalanes bajo cargos fraudulentos de terrorismo y enviando a miles de policías a Cataluña a reprimir la resistencia a su sentencia reaccionaria.

Que el PSOE pueda proceder sin oposición con la represión, se debe sobre todo al papel reaccionario de Podemos. Su secretario general Pablo Iglesias ha declarado su lealtad al PSOE y pidió a la población que aceptara la sentencia del juicio fraudulento catalán.

Ayer, el secretario de organización de Podemos, Pablo Echenique, dijo cínicamente que “Podemos es el partido que está manteniendo la coherencia en esta campaña”. Instó al presidente del gobierno, Pedro Sánchez, del PSOE, a escoger entre la “línea represiva de [el dirigente del PP Pablo] Casado y [el dirigente de Ciudadanos Albert] Rivera” o la línea que pide el “diálogo” que él dice que plantea Podemos.

El más beneficiado de esta campaña ha sido Vox, cuyo líder Santiago Abascal está recibiendo cobertura en los medios por todas partes. Según el sondeo electoral de ayer publicado por El Español, si las elecciones generales se celebraran hoy, el PSOE ganaría 117 escaños, seis menos que en abril pasado. El PP es el que ganaría más, subiendo de 66 a 101. Vox lograría su mejor resultado hasta el momento, terminando tercero con 38 diputados, 14 más que en abril.

(Publicado originalmente en inglés el 28 de octubre de 2019)

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