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Política de derecha en una envoltura de “izquierda”: el plan de educación de Elizabeth Warren

El 21 de octubre, la aspirante presidencial del Partido Demócrata, Elizabeth Warren, lanzó su plan para la educación pública titulado “Una gran educación en la escuela pública para todos los estudiantes”. Al día siguiente apareció en una línea de piquetes de maestros en huelga en Chicago, donde fue aclamada por la presidenta de la Federación Estadounidense de Maestros, (AFT), Randi Weingarten. Weingarten dijo: “Si ella está en la Casa Blanca, no necesitaríamos estar en las calles. Estaremos en las escuelas haciendo de Estados Unidos lo que debería ser”.

Presidenta de la AFT, Randi Weingarten, con Elizabeth Warren en un mitin del CTU el 22 de octubre

Sacar a los maestros de las calles es un objetivo mutuo de la candidata demócrata y el ejecutivo sindical millonario, quienes llevaron a cabo su sesión de fotos conjunta como parte del esfuerzo de la AFT y la Chicago Teachers Union (CTU, Union de Maestros de Chicago) para obstruir la huelga de acuerdo con los términos dictados por la alcaldesa demócrata Lori Lightfoot.

Compitiendo por el respaldo de los sindicatos de los docentes, Warren se promociona a sí misma como la “candidata a la educación”. El plan se elaboró como reacción al crecimiento del movimiento de los docentes en los últimos dos años y al abrumador apoyo popular a la lucha para defender y mejorar la educación pública. La última oferta de Warren aparentemente se basa en el plan “Thurgood Marshall” de Bernie Sanders, lanzado a principios de año.

El plan de Warren reconoce la crisis que afecta a las escuelas de todo el país y afirma que todo se puede arreglar bajo el capitalismo. Defensora abierta del sistema, Warren rechaza la etiqueta de “socialista democrática” adoptada por Sanders. De este modo, espera servir como un pararrayos político, desviando la creciente resistencia de los trabajadores y jóvenes radicalizados hacia canales inofensivos, al tiempo que obtiene suficiente apoyo dentro de la clase dominante para ganar la nominación del Partido Demócrata.

Al agregar “izquierda”, su política educativa reúne promesas, promesas de “impulsar el cambio” y curitas como remedio, todos los cuales son inadecuados para enfrentar la profunda crisis de la educación pública en Estados Unidos.

Warren pide que se cuadrupliquen los fondos federales para las escuelas de Título I de bajos ingresos, a un costo estimado de $450 mil millones durante una década. Ella sugiere un programa de subsidios competitivos de $100 mil millones para que los distritos puedan solicitar fondos para programas de arte para después de la escuela, tutoría o la mejora de las instalaciones de ciencias. Esto significaría que, al igual que con la Carrera a la Cima de Obama, las escuelas se enfrentarían entre sí con la esperanza de recibir fondos nominales para programas esenciales.

Además, aboga por abordar el colapso de la infraestructura escolar con $50 mil millones, más otros $20 mil millones anuales para fondos de la Ley de Personas con Discapacidades (IDEA).

Cabe señalar que el Informe de la Condición de Nuestras Escuelas, publicado a principios de este año, dice que se necesitan $145 mil millones cada año para modernizar y mantener las instalaciones de las escuelas públicas de los Estados Unidos, casi tres veces más de lo que propone Warren. En cuanto a la financiación de IDEA, los $20 mil millones de Warren solo cubrirían parcialmente el mandato legal del 40 por ciento de apoyo federal.

El impuesto al patrimonio

Tanto Warren como Sanders dicen que sus planes de educación serán pagados por un “Impuesto a la Riqueza”, que saben muy bien que ni el Partido Demócrata ni el Congreso apoyarían. El plan de Warren impondría un impuesto del 2% sobre la riqueza superior a $50 millones y un impuesto del 3% sobre la riqueza superior a $1 mil millones. Sanders aumenta los soportes impositivos y el impuesto total con el llamado adicional a un “Registro Nacional de Riqueza” para rastrear el dinero.

Como saben estos políticos capitalistas experimentados, algunos países europeos intentaron tales impuestos y los abandonaron cuando los ricos simplemente se reubicaron a sí mismos y/o su riqueza. Los ricos parquean sus vastas fortunas en refugios fiscales en todo el mundo. No se someterán nunca a la más mínima incursión en su riqueza.

Esto se muestra más claramente por la respuesta de las clases dominantes en todo el mundo a la erupción de las luchas de la clase trabajadora en oposición a la desigualdad social. Lejos de promulgar reformas progresivas como concesiones a las demandas de los trabajadores, los gobiernos están intensificando la represión policial y alentando el crecimiento de las fuerzas fascistas y de extrema derecha. Este es el caso en Gran Bretaña bajo Boris Johnson, Francia bajo el presidente pro-Pétain Emmanuel Macron, Alemania, cuyo gobierno está promoviendo la Alternativa neofascista para Alemania, y los Estados Unidos bajo Trump.

Fortalecimiento de los sindicatos

En su programa educativo, así como en la intervención en Chicago, Warren busca fortalecer no a los maestros o trabajadores de la escuela, sino a los sindicatos. En declaraciones a la multitud de maestros en huelga de Chicago el lunes pasado, Warren afirmó: “Los sindicatos son como tenemos una voz. Los sindicatos son como tenemos poder. Los sindicatos son cómo nos aseguramos de que las necesidades de cada uno de nuestros niños se escuchen alto y claro”.

Ella promueve la ficción según la cual, una de las mejores formas de aumentar el salario de los maestros de manera permanente, es “facilitar que los maestros se unan a un sindicato”. Warren se compromete a apoyar la recaudación de los honorarios de la agencia y oponerse a las leyes de derecho al-trabajo, citando su apoyo a la Ley de Libertad de Negociación del Servicio Público.

Décadas de experiencia—incluida la traición a la lucha de los maestros de Chicago en 2012, la cual abrió las compuertas para el cierre de docenas de escuelas—han demostrado lo contrario. A lo largo de las luchas de 2018-19, la AFT y la Asociación Nacional de Educación aislaron deliberadamente las huelgas de docentes y forzaron acuerdos que no lograron cubrir el costo de vida de los docentes o defender la atención médica y los beneficios de los docentes. A raíz de los recientes asentamientos en Oakland, Denver y Los Ángeles, con la confabulación de los sindicatos, centenares de empleados han sido eliminados y se han cerrado más escuelas.

En sus efusivos elogios a los sindicatos, Warren está trabajando conscientemente como representante de la clase dominante, tratando de reprimir una rebelión en ciernes de las bases, contra estas organizaciones anti-clase trabajadora.

Política de identidad

Es muy significativo que tanto Warren como Sanders hagan de la segregación y la discriminación racial un foco central de sus planes, en línea con la promoción de políticas de identidad del Partido Demócrata. Como de costumbre, esto es una desviación y no tiene nada que ver con mejorar realmente las condiciones de los más pobres.

En cada lucha seria, como lo demuestra una vez más la lucha de los maestros de Chicago, los trabajadores de todas las razas y etnias se encuentran hombro con hombro. Los opositores intransigentes de los maestros de Chicago toman la forma de una administración municipal multirracial y la primera alcaldesa negra, que también es homosexual. La demócrata Lightfoot ha insistido, “no hay dinero” para las escuelas y las demandas de los maestros.

Son los políticos demócratas y sus acólitos seudoizquierdistas de clase media-alta quienes inyectan raza y género, en un esfuerzo deliberado para sabotear la solidaridad de maestros, empleados escolares, padres y estudiantes.

Además, si bien la segregación racial en las escuelas ha aumentado, esta segregación está abrumadoramente impulsada por el crecimiento de la pobreza. Los efectos desproporcionados de las escuelas mal financiadas y segregadas sobre las minorías reflejan el hecho que los negros, hispanos y nativos americanos continúan sufriendo una pobreza desproporcionada. “Los afroamericanos y los latinos están en escuelas que son abrumadoramente pobres”, afirmó el profesor de UCLA Gary Orfield en un estudio reciente. A cambio de subrayar el racismo en rojo, como Warren lo hace, ha sido la contrarrevolución social de 40 años—comandada por demócratas y republicanos—la real causa del aumento dramáticamente de la pobreza extrema, hacinando a las minorías de la clase trabajadora en viviendas pobres y aumentando la segregación.

Warren está utilizando la tarjeta de la raza para desviar la atención de las demandas inherentemente anticapitalistas de los educadores para exigir la financiación total de la educación pública, incluyendo la contratación adicional de decenas de miles de maestros, bibliotecarios, consejeros, profesionales bien remunerados y la construcción de instalaciones de alta calidad con servicios completos.

En cuanto a su respuesta, Warren llama a “renovar la lucha contra la segregación y la discriminación” a través de otra subvención competitiva, su Plan de Vivienda para América. La competencia estaría abierta a estados y ciudades para solicitar “dinero para construir parques, carreteras y escuelas” si hacen cambios en la ley de zonificación. También pide más “maestros de color”, “planes de estudio culturalmente relevantes” y “una línea de liderazgo escolar más diversa”. Agrega un giro feminista y pide nominar a “jueces que se parecen a Estados Unidos” y no “abrumadoramente blancos y abrumadoramente varones”, y agregó que “los educadores, especialmente las mujeres, han llevado el movimiento Red4Ed”.

Privatización

Warren no se opone a la campaña de Wall Street para privatizar la educación pública, medidas que se aceleraron enormemente bajo su colega del Partido Demócrata, Barack Obama. En 2003 apoyó cupones y en 2015 insistió en el uso de pruebas estandarizadas para medir escuelas, un procedimiento clave, diseñado tanto para enriquecer a las compañías que hacen las pruebas, como para atacar la educación pública.

Ahora apoya el llamado de la Asociación Nacional para el Avance de las Personas de Color (NAACP, siglas en inglés) para una moratoria a expansión de las escuelas “charter” hasta que se completen más estudios (como si no se conociera el efecto para desguazar estas escuelas autónomas contra sus homólogos de las escuelas públicas). Warren no tiene problemas con las autónomas, ya que no tiene problemas con el “mercado libre” capitalista, pero denuncia su “falta de responsabilidad” y la segregación de facto.

La verdadera preocupación de Warren

Warren se ha llamado a sí misma “capitalista hasta los huesos”. Eso es exacto. No ha ocultado sus preocupaciones, en nombre de la clase capitalista, que el terrible crecimiento de la desigualdad social ha impulsado no solo un creciente aumento de educadores, sino que presagia una ruptura política total de la clase trabajadora con los dos partidos de las grandes corporaciones y del sistema en sí mismo.

En un discurso en el National Press Club en agosto pasado, enfatizó la creciente hostilidad de la población hacia el gobierno de los Estados Unidos. Ella hizo referencia a una encuesta que muestra que durante el apogeo de la Guerra en Vietnam, en 1968, también fue el año de los asesinatos de Martin Luther King y Bobby Kennedy, el 62 por ciento de los estadounidenses dijeron que confiaban en el gobierno. Señaló que el número cayó al 36 por ciento después de Watergate y la renuncia del presidente Nixon, pero ahora es solo del 18 por ciento. Llamó a este fenómeno “un alejamiento de la democracia”. De lo que realmente está hablando es de un alejamiento del capitalismo, en dirección hacia el socialismo, especialmente entre la generación más joven.

El cambio demarca de Elizabeth Warren sigue a una larga historia de su política derechista. Al crecer en un hogar demócrata, sus amigos la describieron en la década de 1980 como una “republicana fría como el hielo”. Una partidaria de Reagan, se mantuvo republicana en medio de una contrarrevolución social contra la red de seguridad económica cuyo blanco fueron prácticamente todos los programas federales, desde cupones de alimentos hasta educación y financiamiento para las artes. Warren se asoció con conservadores adinerados como John Olin y se convirtió en devota de la escuela de derecho y economía de Henry Manne.

Como abogada corporativa, en 1995Warren representó a Ling-Temco-Vought LTV Steel—un conglomerado que anteriormente participaba en el sector aeroespacial, las aerolíneas, los productos farmacéuticos y el acero—para evitarle el cumplimiento de la ley federal que requería la financiación de la atención médica de los pensionados después de la quiebra. Warren presentó una solicitud formal a la Corte Suprema, argumentando que los pagos, según la ley de 1992, socavarían la inviolabilidad del código de bancarrota. Casi 100,000 pensionados se enfrentaron a la pérdida de su atención médica pagada por la compañía.

En otro lucrativo caso de bancarrota, Warren representó a Dow Corning en 1995 mientras buscaba limitar los pagos a sus víctimas de implantes mamarios. Más tarde se descubrió que la compañía había engañado deliberadamente a las mujeres sobre los peligros de los implantes de silicona. Otro cliente corporativo, Union Pacific Railroad, contrató sus servicios para evitar pagar la limpieza de un desastre de petróleo y desechos industriales en los patios ferroviarios de Tacoma, Washington.

Habiéndose establecido como una fuerza confiable para la élite financiera, fue nombrada por el líder de la mayoría demócrata Harry Reid en 2008 para encabezar el panel de supervisión del Congreso sobre el Programa de Alivio de Activos en Problemas (TARP). Ella se convirtió en su presidenta.

Warren se ganó un nombre durante las audiencias de TARP al afirmar falsamente que representaba a los consumidores. Sus protestas y exhibiciones de indignación sirvieron como un pararrayos para desviar la ira masiva contra la infusión multimillonaria en el mercado de valores. También sirvieron para proporcionar cobertura política mientras el Congreso sellaba el proyecto.

En resumen, Warren jugó un papel esencial. Ella sirvió como una falsa cobertura de “izquierda”, mientras que la mayor transferencia de riqueza de la clase trabajadora a los ricos en la historia mundial tuvo lugar. Este proceso puso en marcha, en el otro polo de la sociedad, un asalto sin precedentes contra los niveles de vida de la clase trabajadora y el crecimiento récord de la desigualdad social. Los fondos para la educación pública, como cualquier otro programa social, fueron destripados y nunca se recuperaron.

El capitalismo hoy enfrenta una crisis mucho más pronunciada, y la clase trabajadora en todo el mundo ha entrado en una nueva etapa de la lucha de clases. Warren y Sanders y el Partido Demócrata en su conjunto están realizando un montaje desafortunado para evitar el giro generalizado hacia el socialismo y la lucha revolucionaria.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 29 de octubre de 2019)

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