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Perspectiva

Bloomberg y otros oligarcas dictan: ni un centavo más en impuestos

Muchos de los milmillonarios dueños de Estados Unidos y que lo consideran su feudo se han atrincherado detrás de uno de los suyos, Michael Bloomberg, quien anunció la semana pasada que posiblemente contendería la nominación presidencial demócrata.

Bloomberg, tres veces alcalde de la Ciudad de Nueva York y fundador de Bloomberg News, tiene un patrimonio neto estimado en $53 mil millones, siendo el noveno estadounidense más rico. Indicó que estaba tomando pasos para entrar en las elecciones, revirtiendo su anuncio de marzo del año pasado de que no participaría porque consideraba que el exvicepresidente Joe Biden tiene asegurada la nominación.

Los acontecimientos que provocaron su anuncio incluyen el surgimiento de Elizabeth Warren en las encuestas a expensas de Biden, el derechista preferido por la cúpula demócrata y Wall Street. Las encuestas muestran que Warren ganaría los dos primeros estados en las primarias, Iowa y New Hampshire, mientras que Biden caería al cuarto lugar detrás de Buttigieg y Sanders.

Michael Bloomberg en una rueda de prensa (AP Photo/John Locher, archivo)

El segundo evento fue el anuncio de Warren el 1 de noviembre de un impuesto de 6 por ciento a los activos mayores de $1 mil millones como parte de su plan de “Medicare para todos”. El impuesto se sumaría a sus previas propuestas de cobrar 2 por ciento de impuestos a todos los activos mayores de $50 millones.

Ninguno de estos impuestos sería promulgado por ambos partidos patronales y Warren lo sabe. Lo mismo es cierto para Bernie Sanders y su plan parecido para financiar “Medicare para todos” en parte con nuevos impuestos para los ricos. Ambos candidatos están involucrados en demagogia populista para desviar la creciente resistencia de la clase obrera y la oposición al capitalismo detrás del Partido Demócrata, donde puede ser disipada y suprimida.

Pero los lores y damas modernos que habitan el mundo de los superricos están indignados ante cualquier posibilidad de tener que dar parte de sus fortunas para pagar coberturas médicas, educación, viviendas y un ambiente habitable. Y les aterra la posibilidad de que el enojo popular contra los niveles impactantes de desigualdad social estalle en forma de levantamientos revolucionarios.

No temen a Warren, quien se describe como una “capitalista hasta mis huesos”, o a Sanders, un antiguo operador del Partido Demócrata, sino a la posibilidad de que las propuestas reformistas inspiren una mayor oposición social. Quieren bloquear sus candidaturas para excluir el tema de la desigualdad social de las elecciones en 2020.

Los niveles de riqueza derrochados en esta élite parásita son casi incomprensibles. Así lo describió el economista Branko Milanovic en su libro de 2016 Global Inequality:

Es sumamente difícil comprender lo que significa realmente mil millones. Mil millones de dólares esta tan lejos de la experiencia usual de prácticamente todo el planeta que la cifra en sí implica que no será fácilmente comprendida, más allá de que sin duda es un monto muy grande… Supongamos ahora que heredaste $1 millón o $1 mil millones y que gastaste $1.000 cada día. En menos de tres años gastarías tu herencia en el primer caso y te tomaría más de 2.700 años (es decir, el tiempo que no separa de la Ilíada de Homero) para acabar tu herencia en el segundo caso.

E incluso así, hay 607 personas en Estados Unidos con un patrimonio mayor a los mil millones de dólares.

Bloomberg, un liberal en disque temas sociales como aborto, control de armas y el ambiente, es un enemigo vicioso de la clase obrera. Como alcalde de Nueva York entre 2002 y 2014, atacó a los trabajadores de la ciudad, despidió a miles de maestros, recortó programas sociales y presidió la mayor transferencia de riqueza de la clase obrera a Wall Street en la historia de la ciudad. Expandió la odiada política de “detener y registrar” que instaba a la policía a brutalizar a los jóvenes de clase obrera.

En enero del año pasado denunció la propuesta de Warren de cobrar impuestos a riquezas mayores de $50 millones como “probablemente inconstitucional”. Haciendo eco de la propaganda antisocialista de Trump, advirtió que seguir ese plan “destruiría la prosperidad del país” y mencionó a Venezuela como un ejemplo supuestamente fallido del “socialismo”.

Durante los últimos varios meses, al menos 16 milmillonarios se han pronunciado en contra de los impuestos sobre el patrimonio. El coro se ha vuelto más estridente desde la publicación del plan de Medicare de Warren.

El director ejecutivo del banco JPMorgan, Jamie Dimon, declaró que “la libertad y la libre empresa son intercambiables”, quejándose en CNBC la semana pasada de que Warren “envilece a la gente exitosa”.

El fundador de Microsoft Bill Gates, cuya fortuna personal de $108 mil millones, lo vuelve el segundo más rico de EE. UU. después de Jeff Bezos (cuyo periódico Washington Post ha publicado una serie de editoriales denunciando dichos impuestos, el Nuevo Trato Verde y otras reformas propuestas) dijo la semana pasada: “Creo que, si cobras impuestos demasiado altos pones en riesgo la formación de capital, innovación, EE. UU. como el lugar deseado para desarrollar empresas innovadoras”.

El milmillonario Mark Cuban tuiteó que Warren estaba “vendiendo objetos deslumbrantes para desviar la atención de la realidad” y la acusó de “engañar” a los votantes sobre el costo de su programa.

Leon Cooperman, quien es dueño de un fondo de inversiones y tiene un patrimonio de “meramente” $3,2 mil millones, apareció en CNBC y dijo, “No necesito que Elizabeth Warren o el Gobierno entreguen mi dinero. [Warren] y Bernie Sanders están presentando muchas ideas al público que están moral y socialmente en quiebra”. Pocos días después, anunció que apoyaría la posible candidatura de Bloomberg.

El New York Times, la voz de la cúpula del Partido Demócrata, ha publicado varios comentarios denunciando la propuesta de Warren del impuesto sobre la riqueza. Uno fue escrito por el financista de Wall Street, Steven Rattner, quien lideró el rescate de GM y Chrysler del Gobierno de Obama durante 2009 hasta que se vio obligado a irse del Grupo de Trabajo de la Industria Automotriz por acusaciones de corrupción presentadas por la Comisión de Valores y Bolsa. Cuando estaba en el panel, impuso un recorte general de 50 por ciento al salario de todos los nuevos trabajadores de GM y Chrysler.

Pero, si se trata de alabar a los oligarcas, atacar a la clase obrera y aclamar por un salvador autoritario ante el malestar social, nada supera la columna esta semana de Thomas Friedman del Times, intitulada “Por qué me gusta Mike”.

Después de llamar a “celebrar y promover a los emprendedores y el emprendedurismo”, escribió: “Quiero a un candidato demócrata que esté listo para promover todas estas metas, no un o que movilice a su base para demonizar a nuestros emprendedores más exitosos… Cada vez más, la izquierda demócrata suena hostil hacia toda esa base de creadores de empleos. Suenan como un partido antiempresarial… Los demócratas también necesitan un candidato que proyecte fuerza. Cuando la gente está estresada y con miedo, quieren a un líder fuerte”.

Esto lo dice cuando los precios de las acciones en Wall Street llegan a nuevos máximos y los niveles de desigualdad social siguen aumentando. Un estudio reciente del economista Gabriel Zucman muestra que los 400 estadounidenses más ricos ahora controlan más riqueza que los 150 millones adultos en el 60 por ciento al fondo de la distribución de riqueza. El porcentaje de riqueza en manos de los oligarcas se ha triplicado desde los años ochenta.

En su nuevo libro, The Triumph of Injustice (El triunfo de la injusticia), Zucman y Saez muestran que en 2018, por primera vez en la historia de EE. UU., los hogares más ricos pagaron una tasa de impuestos más baja (en impuestos federales, estatales y locales) que todo el resto. Desde 1980, la tasa de impuestos sobre los ricos en EE. UU. se ha disminuido a la mitad, de 47 por ciento a 23 por ciento hoy día.

Estados Unidos no es una democracia en ningún sentido verdadero. Es una sociedad oligárquica, económica y políticamente dominada por una élite fabulosamente rica.

La feroz respuesta de los oligarcas a las propuestas tibias de Sanders y Warren sobre tocar sus fortunas subraya la bancarrota de su retórica sobre reformas serias dentro del marco del capitalismo. Lo mismo sucede con las organizaciones pseudoizquierdistas como los Socialistas Democráticos de Estados Unidos (DSA, por sus siglas en inglés) y Alternativa Socialista, los cuales se han sumado a la promoción de Sanders y sin duda apostarán por Warren si gana la nominación.

No hay manera de atender los problemas urgentes de salud, educación, vivienda, ambiente y las guerras sin atacar directamente el control sobre la sociedad en manos de la aristocracia empresarial-financiera. Su riqueza debe ser expropiada y utilizada para satisfacer las necesidades sociales de la clase obrera, la enorme mayoría de la población.

Las empresas y los bancos deben ser arrancados de las manos privadas y convertidos en utilidades propiedad pública bajo el control democrático de la clase obrera para que la producción y distribución de bienes se organicen racional y humanamente para atender las necesidades humanas y no el lucro privado.

Esta es una tarea revolucionaria. La clave de su éxito yace en el resurgimiento de la lucha de clases en EE. UU. e internacionalmente. Este movimiento se expandirá, pero necesita una dirección política consciente. Aquellos que ven la necesidad del socialismo deben unirse al Partido Socialista por la Igualdad y construir esa dirección.

(Publicado originalmente en inglés el 14 de noviembre de 2019)

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