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Protestas de masas en Praga contra el Gobierno checo

En la víspera del trigésimo aniversario de la llamada Revolución de Terciopelo, cientos de miles se manifestaron en la capital checa de Praga el sábado contra el corrupto Gobierno de derecha dirigido por el primer ministro Andrej Babis. Según la policía y los organizadores de protestas, participaron unas 250.000 personas.

En junio, 300.000 personas protestaron contra el Gobierno, y en las últimas semanas fueron testigos de una serie de manifestaciones con más de 100.000 participantes. Las protestas están dirigidas principalmente contra Babis, acusado de abusar de su cargo político para obtener ganancias personales y comerciales. Según la revista Forbes, la riqueza del primer ministro checo asciende a unos 3.300 millones de euros, lo que convierte a Babis en el segundo hombre más rico del país. Ha sido acusado de corrupción en varios casos.

Gran protesta contra el Gobierno en Praga, República Checa, el sábado 16 de noviembre de 2019 (Foto AP / Petr David Josek)

Las protestas del sábado tuvieron lugar el día antes del 17 de noviembre, aniversario de las primeras protestas en 1989 que condujeron al colapso del Gobierno estalinista en Checoslovaquia. Unos días después, el 26 de noviembre, el líder estalinista Ladislav Adamec y Vaclav Havel se reunieron en la mesa de negociaciones. A fines de diciembre, Havel era presidente.

Las protestas sostenidas subrayan que la restauración del capitalismo en la República Checa y Europa del Este no lo ha llevado a la prosperidad y la democracia, sino a niveles evidentes de desigualdad social y al surgimiento de una élite corrupta y autoritaria.

Babis personifica este desarrollo. Disfrutaba de lazos cercanos con los líderes estalinistas. Varias investigaciones han confirmado que estuvo activo en nombre de la agencia de inteligencia StB. Después de la restauración capitalista en 1989, utilizó sus contactos para establecer su imperio comercial. Inicialmente, ganó dinero con una compañía en los sectores agrícolas y de abarrotes, Agrofert, que ahora controla algunos de los principales medios de comunicación del país.

Al igual que muchos otros exfuncionarios estalinistas en Checoslovaquia y Europa del Este, Babis se transformó en un defensor vocal del mercado capitalista. El CSSD socialdemócrata y el KSCM postestalinista, que apoyan a Babis junto con su movimiento ANO, están llenos de exfuncionarios estalinistas que se beneficiaron personalmente de la privatización de los activos públicos.

La República Checa, en particular, experimentó una rápida liquidación de empresas públicas a principios de los años noventa. El Partido Ciudadano Democrático (ODS) y el CSSD gobernaron en una variedad de alianzas y con diferentes socios de coalición. Pero su política siempre fue la misma. Un programa de austeridad tras otro se implementó en interés de las élites gobernantes checas y europeas, que promovieron el militarismo y una repugnante campaña para convertir a los refugiados y extranjeros en chivos expiatorios.

Los principales partidos sufrieron un rápido declive. En las últimas elecciones en 2017, el ODS logró solo el 11 por ciento, mientras que el CSSD obtuvo el 7 por ciento de los votos. Babis se benefició de esto al presentarse como una alternativa a los partidos establecidos. ANO ganó las elecciones de 2017 con más del 30 por ciento de los votos. Actualmente, la derecha está profundamente dividida, mientras que el CSSD se ha dividido en facciones muy enconadas. El partido está sufriendo una caída dramática en miembros y podría no obtener escaños en el Parlamento en las próximas elecciones.

Las protestas contra Babis expresan la ira contra toda la élite política que ha liderado el país durante los últimos 30 años. A diferencia de las representaciones oficiales de la República Checa como un país caracterizado por un bajo desempleo y un rápido crecimiento económico, la realidad para la población activa es muy diferente. Una encuesta reciente reveló que el 38 por ciento de los mayores de 40 años creía que tenían una vida mejor antes de 1989. Entre los trabajadores, la cifra aumenta al 52 por ciento.

Los organizadores de la protesta no tienen nada en común con las amplias masas de la población. Bajo condiciones de protestas masivas en países de todo el mundo y una creciente ira hacia los partidos tradicionales, intentan contener las protestas y canalizarlas en una dirección reaccionaria. En los últimos meses, se han producido una serie de huelgas y protestas que expresan la insatisfacción de amplios sectores de la población en Europa del Este, incluso en Polonia, Serbia y Albania.

Los líderes del movimiento "Un Millón de Momentos para la Democracia" tienen estrechos vínculos con las fuerzas liberales y conservadoras pro Unión Europea y pretenden presionar al Gobierno para que adopte un curso más pro-UE. "No estamos haciendo otra revolución ni nada por el estilo, en realidad estamos tratando de retener lo que se logró en 1989", explicó uno de los organizadores, Benjamin Roll. En su opinión, la corrupción del Gobierno actual atraviesa por los intereses de la UE.

El movimiento está dirigido por el estudiante de teología Mikulas Minar. Su objetivo declarado es mantenerse alejado de los partidos políticos tanto como sea posible. Sin embargo, esto fue expuesto como un fraude transparente por una reunión celebrada entre líderes del movimiento y políticos de derecha, informado por el diario alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung.

Mientras que algunos partidos de derecha y liberales han respaldado las protestas, los socialdemócratas, los estalinistas y los sindicatos se han opuesto a ellas. El KSCM, en particular, se basa en la tradición del partido estatal estalinista que suprimió cualquier lucha independiente en la población. Siguiendo a las protestas en el verano, el comité central del partido adoptó una declaración que respalda explícitamente el ANO de Babis y elogia su agenda de derecha. La declaración describió las protestas antigubernamentales como una "desestabilización" de la República Checa y advirtió sobre la influencia de los "círculos de poder extranjeros" y un "golpe de Estado en interés de las élites de derecha".

Esto deja en claro que los trabajadores y los jóvenes en la República Checa y Europa del Este se enfrentan a cuestiones fundamentales de perspectiva política. Tres décadas de gobierno capitalista no han conducido a la democracia y a una mejora en los niveles de vida de la clase trabajadora, como prometieron los defensores de la restauración capitalista.

En realidad, produjo una catástrofe social y el ascenso al poder de elementos parásitos de derecha como Babis. El movimiento de la clase trabajadora en desarrollo debe oponerse a estas fuerzas con una perspectiva socialista e internacionalista. Armar las luchas emergentes con un programa socialista requiere la construcción de secciones del Comité Internacional de la Cuarta Internacional en la República Checa y en toda Europa del Este.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 19 de noviembre de 2019)

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