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Protestas en las universidades francesas después que un estudiante se prendió fuego: “La pobreza mata”

Tras la autoinmolación de Anas K., un estudiante de la ciudad de Lyon, las manifestaciones organizadas por sindicatos estudiantiles movilizaron a miles de estudiantes en toda Francia el miércoles pasado en París, Lyon, Marsella, Grenoble y Rennes.

Anas K. , de 22 años, es estudiante de ciencias políticas en la Universidad de Lyon. Su autoinmolación el pasado 8 de noviembre desencadenó protestas en todo el país. Su acción desesperada y su mordaz denuncia del gobierno de Macron y del capitalismo repercutieron poderosamente entre decenas de miles de estudiantes que enfrentan las mismas condiciones. Anas K., con quemaduras en el 90 por ciento de su cuerpo, todavía está en el hospital en estado grave pero estable.

Otro intento de suicidio, esta vez de un estudiante de secundaria de 18 años que intentó quemarse hasta la muerte el lunes en una escuela de París, es una indicación de la inmensa angustia social que sufren los estudiantes en Francia.

En su carta, Anas describió las condiciones de pobreza que padecen los estudiantes: “Este año, haciendo el segundo año de mi carrera, por tercera vez, no tuve asistencia del gobierno. E incluso cuando la tuve, ¿son 450 euros al mes suficientes para sobrevivir?

Después denunció directamente a este régimen: “Condeno al Ministerio de Educación Superior e Investigación, y por extensión a todo el gobierno. Luchemos contra esta creciente ola de fascismo que no hace más que dividirnos y desarrollar el liberalismo, lo cual crea desigualdad. Acuso a Macron, Hollande, Sarkozy y la Unión Europea de matarme”.

Según sus amigos, Anas vivía en condiciones de inseguridad económica muy duras. Durante el primer año de su carrera, vivía con sus padres en St. Etienne y realizaba el viaje diario a Lyon (aproximadamente a 55 Km. de distancia). Habiendo obtenido alojamiento universitario el año pasado, lo perdió este año junto con su beca y el subsidio de alojamiento. CROUS lo canceló porque tuvo que volver a tomar algunas clases. (CROUS es el organismo gubernamental dependiente del Ministerio de Educación Superior e Investigación responsable de proporcionar asistencia pública a los estudiantes). También le fue negada cualquier asistencia de emergencia.

Incluso con su beca, Anas tuvo dificultades para pagar sus cuentas. “Además, su alojamiento era insalubre y deficiente. Estaba infestado de pulgas y cucarachas”, según una amiga. Desde entonces, ha estado viviendo en parte con sus padres y en parte con su novia, quien lo describe como “orgulloso de las tradiciones populares de la clase trabajadora de su ciudad natal”.

El acto de Anas fue seguido de docenas de reuniones de estudiantes y manifestaciones en ciudades, así como de barricadas en numerosas universidades.

En Lyon, más de mil estudiantes protestaron y establecieron barreras para evitar que se impartieran clases en varias facultades de la Universidad, mientras rodeaban a la novia de Anas, Laetitia. En Lille, los estudiantes impidieron una conferencia del ex presidente francés Francois Hollande (Parti Socialiste) sobre la “crisis de la democracia”, con gritos de “¡Hollande: asesino!”.

Hollande fue el responsable de establecer la estructura del estado policial en Francia, imponer el estado de emergencia, bajo el cual se abolieron los derechos democráticos fundamentales, y de resucitar la política de Vichy. Los estudiantes de Lille también organizaron “operaciones de comida gratis” bloqueando las cajas registradoras de la cafetería de la universidad. Las marchas salieron diversas universidades de París.

En Tolbiac, los estudiantes compartieron con los periodistas de WSWS sus emociones y su ira por el papel de las autoridades públicas. Marius declaró que era capaz de “entender si vivir como estudiante en situación precaria y, a veces, muy difíciles, llevó a algunos a llegar tan lejos. Esas cosas podrían prevenirse con un poco más de asistencia, no solamente financiera, también apoyo psicológico, por ejemplo”.

Aissata agregó: “Creo que el gobierno y los jefes de las instituciones no están lo suficientemente cerca de los estudiantes, y creo que es por eso que ellos se prendieron fuego”. Agregó, “en la universidad, el estándar es más exigente que en la escuela secundaria. Los profesores universitarios califican con dureza y los estudiantes realmente deben trabajar duro ... Si asisto a clase, me voy a casa, y debo estudiar más allí para obtener las mejores calificaciones, es realmente difícil”.

La movilización de los estudiantes en Francia contra las condiciones de implacable precariedad financiera impuestas por la aristocracia de banqueros y sus representantes políticos, es la causa de la rápida radicalización de estudiantes y jóvenes en todo el mundo, su rebelión contra la desigualdad social y el empobrecimiento generalizado.

Los jóvenes han estado a la vanguardia de los recientes movimientos de las masas populares, enfrentando la sangrienta represión estatal en Irak, Hong Kong, Chile, Argelia y muchos otros países. No se movilizan sobre la base de cuestiones de género, raza o identidad personal; más bien, se están rebelando contra la forma profundamente injusta de la distribución de los recursos sociales. Rechazan también las divisiones de raza, religión y género que los gobiernos como el de

Macron utilizan para dividirlos. Aterrados por la perspectiva de un movimiento unificado de los estudiantes y de la clase trabajadora contra Macron, varias figuras del gobierno están haciendo intentos despreciables para negar el carácter político del acto de Anas K. Gabriel Attal, Secretario de Estado del ministro de Educación Nacional y Juventud, declaró viciosamente ante la Asamblea Nacional: “Nunca es un acto político poner fin a la vida de uno”. Recibió una ovación de los diputados del partido del gobierno.

La acción horrible y trágica de Anas K. no ofrece una perspectiva apropriada para millones de jóvenes y trabajadores que ahora se movilizan en la lucha contra el gobierno de Macron. Sin embargo, es evidente que su doloroso gesto es una condena a las políticas impuestas por los sucesivos gobiernos contra la juventud en Francia.

Las condiciones de vida para los estudiantes provenientes de los sectores empobrecidos de la sociedad se han venido deteriorando durante años, y la degradación se ha acelerado desde la llegada de Macron. Uno de cada cinco estudiantes vive hoy al borde de la pobreza. Uno de cada cinco pasa sin comer varias veces a la semana. Uno de cada tres no puede cuidar adecuadamente su salud debido a la falta de dinero. Tres de cada cuatro no tienen derechos de bienestar social.

Las becas estudiantiles (que cubren el 38 por ciento de los estudiantes), que ascienden en promedio a 234 euros por mes, no son suficientes ni para vivir ni para estudiar. Muchos estudiantes se ven obligados a trabajar, lo cual causa retrasos en sus estudios o los impide progresar. Esto a su vez hace que pierdan el derecho a recibir asistencia. Las becas solo se pagan por 10 meses. Muchos estudiantes deben abandonar sus estudios antes de obtener un título. Según el OVE (Student Life Observer), casi la mitad de todos los estudiantes (46 por ciento) trabajan tiempo fuera de sus estudios.

Una vez que se descuenta la asistencia de alojamiento, un estudiante tiene una habitación disponible por 80 euros al mes, mientras que un apartamento equipado de 18 metros cuadrados costaría entre 150 y 200 euros por mes, según CROUS. CROUS maneja los alojamientos para estudiantes, que solo tiene la capacidad de albergar al 6 por ciento de la población estudiantil de un total 2,3 millones.

En las ciudades, el costo del alquiler una habitación es exorbitante. Los 800,000 estudiantes que reciben asistencia de alojamiento (APL) se han visto directamente afectados por el recorte de 5 euros (el precio de una comida y media) impuesto por Macron en 2017, así como la desindexación de los alquileres.

La mitad de los estudiantes no pueden financiar el alojamiento fuera de su institución académica. La mitad no puede estudiar lo que les gustaría debido a la falta de medios.

Ya en 2016, el 22.7 por ciento de los estudiantes encuestados informaron a la OVE que se habían enfrentado con “dificultades financieras significativas durante el año”. Alrededor del 60 por ciento experimentaban fatiga y sufrían estrés, el 45 por ciento mencionó problemas con el sueño y el 32 por ciento estaban deprimidos.

Numerosas entrevistas con estudiantes ponen de manifiesto las condiciones imposibles que están obligados a soportar. “Si me detengo antes de presentar mi tesis, habré perdido todos estos años, desarrollado enfermedades crónicas por nada”, declaró una estudiante que trabaja hasta 40 horas por semana.

Un mensaje de un estudiante en Twitter decía: “Nosotros, los pobres, tenemos el deber de permitir que se vean nuestras dificultades, dejar de ocultarlas y dejar de avergonzarnos de ellas. Porque no es nuestra culpa si somos esclavos, si entramos en pánico, si tenemos problemas psicológicos vinculados a nuestra situación material. El Estado nos está empujando al límite. Nos está matando cada día”.

(Publicado originalmente en inglés el 30 de noviembre de 2019)

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